07/05/2024

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Rescatando la flor nacional: Programa de reproducción de las orquídeas en Costa Rica

01/09/1998
La flor nacional, conocida comúnmente como guaria morada, ha inspirado cantidad de canciones en todas las épocas.

El Zoológico Nacional y Jardín Botánico Simón Bolívar está situado en las afueras de San José, capital de Costa Rica. Allí se pueden ver ranas rojas, osos hormigueros muy especiales y jaguares, que fueron adorados por los mayas. Y también hay 145 variedades de flores autóctonas de Costa Rica. Hoy día, éste es el único parque en el país que tiene la flor nacional.

Costa Rica

En el parque, la guaria morada crece en un árbol tras otro. Antes de ir al parque, puede que algunos niños hayan visto alguna en el patio de la abuela; pero, la mayoría no la ha visto. El director de la Sección Botánica del Parque Simón Bolívar, Gusto Vargas, de 31 años, dice: «Aunque nunca he visto una guaria morada en su escenario natural, espero cultivar más en este parque para que los niños puedan conocer la flor nacional».

En 1502, la primera vez que Colón pisó esta tierra, dos tercios del terreno estaban cubiertos de bosque. Los nativos de América parecían prósperos; por eso, llamó al lugar «Costa Rica». Las regiones costeras eran el reino de los manglares. En las tierras bajas de la costa este habían selvas tropicales. Y las montañas del interior tenían maderas muy valiosas.

Pero durante dos siglos y medio, los colonizadores españoles llevaron café, azúcar y otros cultivos de alto valor comercial. Y donde el hombre ha ido, la selva tropical ha sido destruida. Los árboles de caoba cubrían las montañas; pero, ahora sólo quedan unos treinta árboles en los parques, uno de ellos en el Parque Simón Bolívar. Tiene sólo diez centímetros de alto. Gusto Vargas, al que han pedido que sea nuestro guía, dice que el árbol tiene tres años. Este árbol es tan duro que casi no se le puede clavar un clavo; por eso, la gente local lo llama «hombre fuerte» o «guaycán».

Vargas dice que el daño al medio ambiente ha despertado la conciencia de los «ticos»(costarricenses), y que hay un consenso nacional para proteger la naturaleza. En 1990, después de que el gobierno estableciera el Ministerio de Agricultura (MINAE), que se dedica a la protección de los recursos naturales y del medio ambiente, se convirtieron 50.000 hectáreas en 10 áreas protegidas y 24 parques nacionales. Más de 700 funcionarios realizan estudios sobre la vida silvestre y su protección en el parque.

Hogar de la orquídea

Costa Rica ha sido llamada «pequeña Suiza»; situada en la franja tropical, tiene selvas tropicales, montañas, valles, y más. De hecho, su topografía es muy rica: llanuras, terrenos pantanosos, selvas tropicales y montañas de hasta 3.500 metros. Por eso, aunque su área es de sólo 51.100 kilómetros cuadrados, o el 0,01% de la superficie mundial, tiene más de 500.000 variedades de plantas y animales, lo que supone un 5% del total mundial. Y su gran variedad de orquídeas es asombrosa.

Santiago Huang, encargado del programa de orquídeas en la Misión Tecno-agrícola de Taiwan (MTA), ofrece este análisis: «Las orquídeas se concentran en los 300 de latitud. Costa Rica y Taiwan están localizadas en esta zona. Hay entre 500 y 800 familias de orquídeas en el mundo, y casi 35.000 especies. Taiwan tiene más de 300 especies, lo que ya es mucho; pero, Costa Rica alcanza las 1.500 variedades: es un verdadero paraíso para los amantes de las orquídeas».

Orquídea emperatriz

La mayoría de las orquídeas en Costa Rica son parasitarias. Tras la tala de árboles, fueron dejadas a un lado. Afortunadamente, la gente siempre se ha preocupado por este tema. El Jardín Botánico Lankester, anexo a la Universidad de Costa Rica, se dedica a coleccionar orquídeas. Dentro del jardín botánico, todos los árboles --incluso las palmeras-- están cubiertos de orquídeas. Las 100 variedades de orquídeas autóctonas de Costa Rica que hay en este parque fueron rescatadas de árboles caídos.

Aparte de la explotación de los bosques, otra razón para el declive de las flores en Costa Rica es que la gente las corta ilegalmente. La directora del Lankester, con aretes en forma de orquídea, nos señala unas diez orquídeas en una caja: «Cuanto más bella es la flor, más probable es que la roben. Estas son orquídeas arrancadas ilegalmente en zonas montañosas protegidas. Y el MINAE decidió enviarlas a este parque para ser replantadas». Añade que cada vez hay menos especies raras entre las orquídeas que se envían para su replante: incluso los ladrones de flores --llamados «ratas de montaña»-- no consiguen encontrar especies raras en las montañas.

Al hablar de guaria morada, los taiwaneses puede que no sepan de qué flor se trata, porque el nombre proviene de la lengua nativa y significa «flor roja-morada que crece en los árboles». Sin embargo, los floricultores de Taiwan la llaman por su nombre científico: Cattleya skinneri.

Esta flor es popular debido a su gran tamaño, y además porque cada rama puede producir hasta quince flores. Y este gen es muy importante en el cultivo de orquídeas. En 1985, en el concurso de la Asociación de Orquídeas de Estados Unidos, se exhibió una C. skinneri con 2.500 flores en una sola planta, lo que le valió establecer una marca y ganar el gran premio. Esa orquídea venía de Costa Rica. Ya en 1939, la C. skinneri alcanzó el honor de ser declarada flor nacional.

Orquídeas por todas partes

En Costa Rica, las cuatro estaciones son primavera. Es un gran invernadero natural para la orquídea, y los «ticos» de todas las extracciones sociales aman las orquídeas. Antes, la gente que trabajaba en la industria maderera se colocaba orquídeas en el sombrero, al regresar a casa. Y las orquídeas se pueden ver por todos lados en la Oficina del Presidente de la nación: en las paredes se observa un buen número de pinturas con estas flores y hay macetas con orquídeas en muebles y mesitas, llenando todo con su fragancia.

En el muy conocido Hotel Herradura, de San José, donde Lee Teng-hui, presidente de la República de China, celebró una conferencia de prensa durante su estancia en Costa Rica, hay una sala de floricultura en la que todas las flores son orquídeas. El dueño del hotel espera que pronto todos los árboles del hotel tengan orquídeas en ellos. Sin embargo, en Costa Rica la elegante orquídea es señal de distinción, y no es nada barata. El alquiler de una maceta para decorar cuesta unos 5.000 colones (US$14): no es barato y compensa cultivarlas personalmente.

En el hotel nos juntamos con Beida, encargado de la sala de floricultura. Beida estuvo en prisión 34 meses por homicidio involuntario. Debido a su buena conducta en prisión, durante su condena fue enviado al Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), con el que coopera la MTA. Estudió cultivo de orquídeas durante tres años. Su superior dice que Beida es un experto en transplante y cambio de macetas, y que es difícil encontrar personas tan experimentadas como él. Beida no habla mucho; pero, nos dijo: «Realmente me gusta mi trabajo, porque las orquídeas son bellas y puras, y nunca me crearon problema alguno». Tanto Beida como los que cultivan orquídeas en los parques nacionales han pasado por el INA y han aprendido buenas técnicas en el cultivo de la orquídea gracias a los instructores taiwaneses.

Se busca un cuidador de orquídeas

En el polen de una orquídea puede haber cientas de miles, y hasta un millón de semillas. Pero, su supervivencia depende de una bacteria específica. Al final, no se consigue más que uno o dos brotes. Crecen y se propagan muy lentamente; por eso, cuando se destruye el bosque o las flores son arrancadas por los recolectores ilegales, las especies de las orquídeas pasan a estar en serio peligro de extinción.

Así, el MINAE, la Oficina de Turismo y el INA han cooperado con la MTA en Costa Rica para desarrollar estrategias en favor de las orquídeas. El INA ha establecido una sala de recolección de plantas, un laboratorio de cultivo de tejido y un laboratorio de cultivo de semillas. La MTA se encarga de la propagación y del cultivo de tejido vegetal de las plantas, propagando artificialmente un gran número de orquídeas en peligro de extinción. También se ofrecen clases de formación para los especialistas, de modo que en el futuro, cuando se replanten las orquídeas en los parques nacionales, haya expertos que las cuiden. Al final, la gente local será la que se encargue de mantener un programa de reproducción sostenible de las orquídeas.

La directora del INA, Clara Zomer, dice que este proyecto persigue muchos objetivos al mismo tiempo: propaga artificialmente especies en peligro, al proporcionar un gran número de orquídeas que pueden replantarse en los parques nacionales; mejora los recursos turísticos del país; y eleva el nivel tecnológico del cultivo de tejido vegetal de plantas en Costa Rica, que puede servir para la reproducción de otras plantas en el futuro. Además, ayuda a los cultivadores de orquídeas locales a pasar del cultivo como afición al de actividad económica rentable. Igualmente, los floricultores locales aumentan el suministro de orquídeas en el mercado legal, afectando al mercado negro que mantienen las «ratas de montaña».

De hecho, el cultivo de tejido vegetal de plantas es algo que Costa Rica comenzó hace 25 años; pero, se había quedado a nivel de investigación científica. Además, se había centrado en las palmeras. «Los estudios y actividades relacionados con el cultivo de tejido vegetal de plantas comenzaron con la llegada de la MTA. La tecnología se ha ido transfiriendo al sector privado y está mostrando resultados prácticos», dice Carlos, director de la granja modelo del INA.

Flores clonadas

En el laboratorio de cultivo de tejido vegetal del INA, el técnico Kung Chi-ping está muy ocupado produciendo cientos de miles de preciosos bebés-orquídea. Nos explica que hay dos métodos de producción: el primero es la reproducción sexual, realizada en un ambiente sin bacterias, donde se ofrece un sostén nutritivo para las semillas de las orquídeas, que sustituye a la bacteria nutricia que la orquídea silvestre tiene. Dependiendo del tipo de orquídea, se añade como alimento banana, patata, coco, manzana u otros nutrientes con alto contenido de azúcar, calcio y magnesio. Los técnicos deben observar el crecimiento de las raíces y hojas de las flores y cambiar los nutrientes dependiendo de la situación. Si se equivocan al escogerlos, después de que se siembren las semillas no sólo se retardará el ritmo con el que la planta produce brotes, sino que éstos crecerán también muy lentamente, y puede que se sequen y mueran.

Una tecnología de reproducción clónica va un paso más adelante. En primer lugar, se seleccionan los brotes de orquídea y se secciona un punto de crecimiento con bisturí. Después se saca una copia genética, como se hizo con la oveja «Dolly» en Inglaterra. En la actualidad, el INA utiliza en la mayoría de los casos el método reproductor sexual, y se producen de 100.000 a 140.000 brotes embotellados al año, dependiendo de la demanda.

Aparte de producir más de 100.000 brotes de orquídea, el laboratorio de cultivo de tejido vegetal también se dedica a la formación. La MTA ofrece cursos a través del INA que incluyen clases sobre el cultivo de orquídeas, cultivo de tejido vegetal de plantas, y plantas ornamentales. Por ejemplo, para el curso de cultivo de orquídeas, que exige 75 horas de clase, hasta ahora más de 800 personas, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, han participado en los cursos realizados.

Una nación de amantes de las flores

Una mujer llamada Elena, de 46 años y ama de casa, quiere enseñar a sus hijos sobre las orquídeas. Nos dice que «después de todo, ésta es una nación que ama la naturaleza y ya hemos perdido muchas orquídeas». Cavan, de 45 años, trabaja en un parque nacional. Quiere aprender algunas técnicas para participar en la labor de reproducción de orquídeas de los parques. Por eso, pidió dos semanas de vacaciones para asistir al curso, y el parque accedió a darle otra semana de permiso oficial para que pudiese completar las clases. Un hombre llamado Vicente, de 59 años, está tomando el lugar de un amigo que se inscribió, pero que no pudo venir. Los demás en el curso dicen que tiene mucha suerte, porque en la lista de espera hay más de 1.200 personas.

Lilina, una instructora en la granja del INA, dice feliz que «ha venido gente a formarse desde Guatemala, El Salvador, Chile, Panamá y los países del Caribe». Es evidente que la reputación de la MTA en Costa Rica ha «florecido». Y paralelamente, el INA ha ido dedicando mayor atención al programa de las orquídeas. De los 60 millones anuales de colones de su presupuesto, el programa de las orquídeas se lleva un tercio.

La compañía de orquídeas de mamá

Hay menos de diez empresas que cultivan orquídeas en Costa Rica, aunque abundan los aficionados que las cultivan en pequeña escala. Estos cultivadores utilizan métodos aprendidos en libros o mediante experimentación. Normalmente no saben cuál es el mejor momento para fertilizar, por lo que las orquídeas o florecen demasiado pronto (produciendo flores desnutridas) o echan hojas sin flores. «Las orquídeas tienen mucha vitalidad, y es difícil que se mueran aunque se cultiven mal. Por otro lado, producir orquídeas a nivel comercial no es nada fácil», dice Santiago Huang, de la MTA.

Con el fin de impulsar el cultivo comercial de orquídeas, la MTA ha importado técnicas de cultivo utilizadas en Taiwan para la famosa orquídea mariposa. Según estudios de mercado del INA, el 90% de las orquídeas mariposa en el mercado de Costa Rica provienen del jardín del INA. En el pequeño pueblo de Grecia, a unos 90 kilómetros de la capital, un grupo de amas de casa que cultivan orquídeas en su tiempo libre han organizado una clase para recibir instrucción del INA. Cada hogar cultiva entre 1.500 y 3.000 orquídeas, y han organizado una cooperativa para venderlas en el mercado y en los hoteles, colocándose así a las puertas del cultivo comercial.

En la actualidad, los pequeños cultivadores como estas amas de casa obtienen las semillas del INA. Cada año el INA celebra dos ventas de brotes, en febrero y septiembre. Aunque sólo los que han pasado por el curso de cultivo de orquídeas pueden adquirirlas, se produce una dura competencia, ya que los precios del INA son mucho más bajos que los del mercado: la gente comienza a hacer cola la noche antes.

Ana, de la cooperativa de amas de casa, dice que «el INA ha dado un buen golpe al mercado negro». Por ejemplo, las «ratas de montaña» quieren 8.000 colones por la rara Phychopsis krameriana; pero, en el INA se vende por sólo 250.

La azucarera de Taiwan ve negocio

La Compañía Azucarera de Taiwan, que es la máxima autoridad en el cultivo de orquídeas en Taiwan, planea invertir con la ayuda de la MTA y del embajador de la República de China, Mao Kao-wen, más de NT$100 millones en el cultivo de orquídeas en Costa Rica.

El clima de Costa Rica es ideal para el cultivo a gran escala de estas flores, que pueden ser muy sensibles. La temperatura media no varía en más de tres grados al año, y no hay tifones. Costa Rica es un invernadero natural, y no se necesita equipo para compensar el frío o el calor. En términos de transporte, el principal mercado de la Compañía Azucarera de Taiwan es Japón y EE UU, y Costa Rica está a tan solo 3 horas de vuelo de Miami. Además, como Costa Rica ya tiene su propio mercado en Estados Unidos (en el que ocupa el quinto lugar), ya ha desarrollado la tecnología de transporte y empaquetado. Por otro lado, hay mucha mano de obra en Costa Rica, y el gobierno ofrece incentivos, lo que supone un atractivo adicional para la Compañía Azucarera de Taiwan.

Otra ventaja de Costa Rica es que la MTA ya estaba allí y le puede proporcionar todo tipo de datos sobre clima, sol, lluvia, producción y exportación, e incluso análisis de políticas.

Desde el punto de vista de la MTA, cuando se intenta mejorar la tecnología agrícola del país receptor con sólo la mano de obra y los recursos del gobierno donante, suelen encontrarse inconvenientes. Por eso, la MTA de Costa Rica mostró gran entusiasmo por la posible inversión de la Compañía Azucarera de Taiwan. Introducirá técnicas de gestión comercial y alta tecnología de cultivo, creando en el proceso muchos puestos de trabajo. Esto atraerá además mucha atención a la propagación de las orquídeas, y ampliará esta labor mucho más allá de lo que ha podido hacer la MTA.

Salvar la dowiana

Como hay tantas especies de orquídeas en Costa Rica, la MTA ha tenido graves dificultades para decidir qué especies autóctonas debe propagar. Hace tres años, casi por casualidad, Santiago Huang estaba ojeando una revista estadounidense de orquídeas y vio que el tratado CITES, que se refiere a las especies en peligro de extinción, enumeraba cinco variedades de orquídeas autóctonas de Costa Rica, y las daba casi por extintas.

Estas cinco especies son la Cattleya skinneri (que incluye la alba albaoculata, una especie blanca derivada); la C. dowiana amarilla; la Phychopsis krameriana, conocida por su parecido a una mariposa; la Tricopilia suavis; y la bella Peristeria elata, que parece una paloma sacando la cabeza de su nido. Estas especies en peligro son hoy día muy raras en estado silvestre. La dowiana es especialmente delicada. Sus necesidades son diferentes de las otras orquídeas: prefiere la humedad y altas temperaturas, y requiere mucha luz. Algunos aficionados han estado plantándola durante toda su vida y nunca han visto a ninguna florecer. El único lugar del mundo donde pueden crecer es el valle Turrialba en Costa Rica. Desafortunadamente, el valle está cerca del volcán activo de Irazú. Una erupción en 1946 erradicó virtualmente a la dowiana. El valor especial de la dowiana no depende sólo de su escasez: es la fuente principal de material genético para el color amarillo en los cruces de especie.

Naturalmente, las especies naturales son valiosas no sólo porque son raras, sino porque de ellas derivan las especies comerciales cultivadas artificialmente. Para producir el llamativo color de las especies, las grandes empresas recogen especímenes superiores de todo el mundo, pagando precios muy altos, para que sean las flores madres en los cruces. Para un floricultor, el tener en la mano una dowiana es algo impresionante.

La MTA tiene el equipo y la tecnología necesarios para reproducir las orquídeas. El único problema está en encontrar ejemplares superiores de especies en peligro de extinción. La MTA no puede recogerlas en las montañas, ni comprarlas a las «ratas de montaña». Afortunadamente, algunos estudiantes, granjas de orquídeas cooperadoras, y miembros de la asociación de orquídeas local tienen muestras de estas flores raras. «El progreso sostenible de la reproducción depende no sólo de la cooperación de las agencias oficiales afiliadas, sino también de la iniciativa de los ciudadanos que nos traigan ejemplares», dice Santiago Huang, que alaba el interés de los «ticos» en las flores y su entusiasmo por colaborar. Con la ayuda de todos, no sólo se propagan en grandes cantidades las especies en peligro de extinción utilizando el cultivo de tejidos, sino que se las está devolviendo a las selvas. La flor nacional se ha transplantado en el Zoológico Nacional y Jardín Botánico Simón Bolívar, la Phychopsis krameriana, con forma de mariposa, ha sido plantada en el Parque Nacional de Guanacaste, al norte del país. El paraíso de las orquídeas del pasado se está recuperando poco a poco.

El canto de la orquídea

En un área residencial de San José, una pareja mayor ha plantado muchas guarias moradas en su alféizar. Una carretilla junto a la puerta está también llena de orquídeas. La anciana dice, con gran emoción, que antes se veían muchas bellas orquídeas en el bosque. Incluso se podía ver la guaria morada en los techos de las casas; pero, por desgracia, esto es raro hoy. Y mientras charlamos, la anciana canta una canción muy conocida en Costa Rica, cuya letra es la siguiente:

Sobre la tapia entejada
sus pétalos suaves agita
la linda GUARIA MORADA,
flor de esta tierra bendita.

Se encuentra como un lucero
colgadita en la enramada
cuando en lo oscuro el jilguero
va enredando su tonada.

Sobre la tapia entejada,
en la roca y el raudal
luce la GUARIA MORADA,
la linda flor nacional.

Ella es emblema y es gala
que embellece y glorifica,
como un celaje hecho ala
que protege a Costa Rica.

(Reproducido de Sinorama, Vol.22, No.11, 1997)

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