29/04/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Un análisis del desarrollo económico de Taiwan

01/11/1998
El rápido desarrollo económico debe acompañarse de la corrección de las costumbres sociales y el aumento de la calidad de las actividades de ocio.

Los extraordinarios logros de la economía de Taiwan pueden atribuirse principalmente al ímpetu del pacífico y exitoso programa de reforma agraria, que se puso en marcha inmediatamente después de que el gobierno de la República de China se trasladara a Taiwan. Una vez completada la reforma agraria, el pueblo se dedicó al proyecto de reconstrucción económica más dramático de la historia china, hasta lograrlo. Siendo un veterano que ha servido en los círculos industriales y comerciales de Taiwan por más de medio siglo, me siento orgulloso de haber formado parte de este proceso de transición.

Rompimos las marcas mundiales en términos de desarrollo económico, ningún país ha alcanzado nuestro ritmo de desarrollo económico en los últimos cuarenta años, durante los cuales el promedio de la tasa de crecimiento económico anual se aproximó al nueve por ciento. Los países de economías avanzadas, como Estados Unidos y Japón, nunca han alcanzado este nivel, ni siquiera en sus períodos de mayor desarrollo. Además, ninguno de los países recién industrializados, que tienden a gozar de tasas de crecimiento económico que aumentan rápidamente, han igualado a Taiwan.

¿Por qué ha tenido tanto éxito la economía de Taiwan? Algunos economistas especializados en el análisis de las economías de los países en vías de desarrollo, han propuesto la teoría de las “demandas de la posguerra”. En cierta ocasión, el economista estadounidense Simon Kuznets, laureado con el Premio Nobel, arguyó que la prosperidad de los años sesenta después de la II Guerra Mundial, creó una gran demanda por productos de la industria ligera en el mercado internacional, lo que al mismo tiempo benefició a varios países en vías de desarrollo, los cuales establecieron industrias orientadas hacia la exportación y lograron la acumulación de capital en base a las exportaciones de la industria ligera. La teoría de Kuznets parece correcta; sin embargo, en las mismas condiciones ventajosas de una vibrante economía mundial, ¿por qué algunos países en vías de desarrollo se industrializaron exitosamente, y otros tuvieron dificultades para lograr esa transformación? Los factores externos no pueden explicar completamente la situación. También debemos examinar los factores internos que podrían ser la clave del éxito para cada país.

Las naciones que no fueron capaces de industrializarse, carecían básicamente de un ambiente estable para desarrollar sus economías. Estaban en guerra con otro país (o países) o tenían serios conflictos internos ya fueran políticos, raciales y/o religiosos, que impedían la acumulación de capital y deterioraban la inversión.

El desequilibrio en las relaciones entre la tierra y la industria manufacturera trae como consecuencia la centralización excesiva de la posesión de la tierra y el establecimiento de cánones de arrendamiento exageradamente altos, resultando en una situación en la que la mayoría de los agricultores pierden su poder adquisitivo, y el capital de los terratenientes queda congelado en sus tierras. Si los que se dedican a la producción industrial pierden su incentivo para hacerlo, debido a los altos alquileres que cobran los terratenientes, la inversión industrial se verá frustrada.

Los sistemas políticos obsoletos en combinación con un gobierno dictatorial, la corrupción, y la ineficiencia administrativa, son razones adicionales para que los países en vías de desarrollo no puedan lograr sus planes de industrialización, ya que el desarrollo económico está íntimamente conectado al progreso político.

Los economistas también indican que la prosperidad económica tiene ciertos prerequisitos sociales: la aceptación de los valores modernos, un consenso hacia la democracia y la libre economía, así como el entusiasmo popular por la inversión y la iniciativa empresarial. La base necesaria para alcanzar estas metas es la disponibilidad universal de la educación. Muchos países en vías de desarrollo se quedan rezagados en este área esencial.

El desarrollo económico de la República de China es alabado y envidiado por algunos miembros de la comunidad internacional, pero yo, personalmente, no creo que deba considerarse un “milagro”. En el proceso de desarrollo económico y social, hemos podido incorporar conceptos tanto de libre economía como de democracia a nuestras políticas nacionales, como por ejemplo, la de tierra para quien la cultiva; una serie de programas de desarrollo económico; la construcción de la infraestructura; y el mejoramiento de la calidad de los recursos humanos. Estas políticas han intensificado la formación de capital, estimulado la inversión y la iniciativa empresarial, promovido planes para la competencia justa, y lo más importante de todo, han cultivado un sólido sistema empresarial privado.

Segundo, la habilidad de Taiwan para hacer frente a una variedad de influencias externas también ha sido impresionante. Tomemos por ejemplo, la actual crisis financiera de Asia. Comparativamente hablando, Taiwan no fue seriamente afectada como otros países; y esto se puede atribuir a la capacidad de resistencia del sector privado.

Aún más, en los últimos años, el centro de la estructura económica de Taiwan dejaron de ser las industrias manufactureras, y las industrias de los servicios están ahora a la vanguardia. Europa, Estados Unidos, y Japón tardaron entre veinte y treinta años para lograr este tipo de reajuste estructural, mientras que Taiwan reestructuró su economía en seis o siete años. Esto comprueba la flexibilidad y la vitalidad de las empresas privadas de Taiwan.

Para entender el rumbo del desarrollo económico de Taiwan, no es suficiente examinar únicamente la economía. Los factores políticos, tales como la implementación del autogobierno local, la modernización de la administración gubernamental, y la promoción de los sistemas de bienestar social, afecta directa e indirectamente al desarrollo económico de Taiwan. En el proceso de la rápida transformación de Taiwan en un país recién industrializado, una importante característica del llamado “modelo de Taiwan” es que, mientras se establecieron extensos lazos de inversión y comercio con Japón y Estados Unidos, Taiwan, por sí misma, fue capaz de construir su propio sistema de producción industrial. Después de la guerra, la “teoría de la dependencia” se afianzó en la economía internacional. Esta teoría postula que durante el proceso de desarrollo económico, muchos países en vías de desarrollo se convierten en deudores, y luego pasan a ser colonias de los países industrializados avanzados; que, a cambio, controlan sus mercados por tener capital y finanzas más sólidas. La República de China ha evitado exitosamente estas dificultades.

Personalmente, creo que para que Taiwan se incorpore al club de los países en desarrollo, es esencial que mejore su capacidad de investigación y desarrollo, haciendo una mayor inversión en este aspecto, para así establecer sistemas tecnológicos autosuficientes y mantener el desarrollo económico a un buen ritmo. Por un largo tiempo, hemos dependido de las importaciones del mercado japonés, y de las exportaciones al mercado estadounidense. Si no podemos liberarnos de estas dos dependencias, no podremos mejorar nuestra estructura industrial doméstica o elevar concurrentemente nuestros niveles tecnológicos.

Por consiguiente, continuaremos enfrentando la competencia y la presión tanto de los países desarrollados como de los que están en vías de desarrollo. La única solución es continuar mejorando el ambiente inversionista y tratar de identificar los monumentales avances potenciales en la tecnología. Es importante entender que la dependencia en las políticas tradicionales, que involucran préstamos a bajos intereses y reducciones o exenciones tributarias ya no pueden rescatarnos de los ataques de ambos lados. Realmente, debemos tener un sistema adecuado de introducción de tecnología y hacer que ésta se afiance en nuestro país; de otra manera, no solamente nos alcanzarán los países en vías de desarrollo, sino que también nos convetiremos en el blanco de la “retaliación anti-dumping” y los “aranceles de importación” de los países desarrollados.

Cuando digo “tecnología”, empleo el término en su sentido amplio, y me refiero a agendas tales como el aumento de la productividad, el mejoramiento en la administración, la modernización de las instalaciones de producción, el afianzaiento de los esfuerzos del personal en tecnología, la solidificación de un intrépido espíritu empresarial para lograr metas a pesar del peligro y las dificultades que se presenten, y la reforma del sistema educativo. La combinación de estos factores ayuda a elevar los niveles tecnológicos de un país; por lo tanto, antes de que seamos admitidos al club de los países de economías avanzadas, debemos afianzar esa cultura tecnológica para evitar ser “atacados” por el proteccionismo de los países avanzados y la competencia de los países en vías de desarrollo.

Podríamos dividir la tecnología en dos categorías: tecnología básica (tales como las técnicas para el aumento de la calidad de producción), y la tecnología más avanzada (técnicas logradas a través de la investigación y el desarrollo para productos, diseños y efectos nuevos). Ambas categorías son indispensables. Sólo cuando tengamos ambas y seamos capaces de combinarlas e integrarlas, habrá una mejor oportunidad para el progreso y los avances tecnológicos.

Además, se puede hacer lo siguiente: (1) introducir, absorber y mejorar la tecnología extranjera; y luego, desarrollarla en una tecnología de Taiwan; y (2) comercializar aquellos productos de alta tecnología que los extranjeros no han podido comercializar. Creo que los chinos, con su inteligencia y talento, tienen capacidad para efectuar estas tareas.

El respetado economista Joseph Schumpeter mostró claramente que el desarrollo total del espíritu empresarial es la fuerza motriz detrás del crecimiento económico. En el pasado, el espíritu empresarial se manifestaba principalmente en el talento y la determinación de los individuos. Actualmente, a medida que nos aproximamos al siglo XXI, el espíritu empresarial debe ampliarse para incluir el énfasis en el comportamiento organizacional, y el entendimiento de las relaciones sociales y las tendencias contemporáneas; lo que significa que debería enfocar más el trabajo de equipo, el profesionalismo y la creación de políticas racionales, con el fin de satisfacer las demandas especiales de la nueva era.

Para adaptarse a los cambios de las tendencias económicas nacionales, primero debemos comprender los cambios en el sistema económico internacional. Además, para alcanzar la liberalización económica y promover el sistema de libre comercio, las empresas privadas en nuestro país deben tener la determinación y la ambición de competir con sus contrapartes de alrededor del mundo. También deberían incorporar los conceptos contemporáneos de tecnología de investigación y desarrollo; la inversión y las ventas industriales; y además, un punto de vista internacional y una perspectiva global. Entretanto, la tarea de asegurar la competitividad de Taiwan debería ser el motivo y el punto central de la política gubernamental. Aquellas áreas tales como la imposición de impuestos, el bienestar social, el ambiente de trabajo, las leyes y reglamentaciones referentes a la industria y el comercio, dejan mucho que desear. Firmemente creo que nuestras empresas privadas han establecido una sólida base para el desarrollo durante los últimos cuarenta años. Siempre que las autoridades competentes conciban políticas de desarrollo industrial correctas, y ofrezcan un ambiente justo y razonable para el mayor desarrollo, sumado a la vitalidad, flexibilidad y perseverancia impresionantes de las empresas privadas de la isla, Taiwan podrá crear otro extraordinario récord en el siglo venidero.

Koo Cheng-fu es presidente de la Corporación de Cemento de Taiwan y de la Compañía de Polipropileno de Taiwan. También es presidente de la Fundación para el Intercambio a través del Estrecho de Taiwan de la República de China, la única organización privada autorizada por el Gobierno para gestionar las relaciones con China continental.

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