07/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

El lugar adecuado y el momento justo

01/01/2000
Los anuncios inmobiliarios bilingües no son sino un signo más de la presencia en la isla del gran capital extranjero, una presencia que se promete duradera.

na de las pocas citas de Confucio que todo escolar se sabe (todo escolar chino, en cualquier caso) reza así: “¡Qué alegría cuando llegan amigos desde lejos!”. Aunque algún cínico hará la observación de que depende de si han llamado antes por teléfono para decir que vienen, pocos serán los observadores en el Taiwan de hoy que se atrevan a poner en duda que las visitas prolongadas de inversores extranjeros han constituido un auténtico placer.

Cuando el Gobierno de la República de China se trasladó a Taiwan en 1949, la economía de la isla se hallaba en muy mala situación: abundaba el desempleo y escaseaban los productos de primera necesidad más básicos, por lo que el Gobierno Central se apresuró a diseñar y poner en marcha una serie de planes cuatrienales de construcción económica. Con el fin de hacer frente al problema de la escasez de capital, se tomaron medidas para incentivar la inversión de fondos locales en la reconstrucción de la economía. Pero la mayor fuente de financiación acabaría siendo la procedente del extranjero, y sin ella nunca hubiera sido posible el tan celebrado milagro económico taiwanés. “Los inversores extranjeros procuran oportunidades de trabajo a mucha gente, ayudan a formar personal técnico y modernizan la tecnología de Taiwan”, dice Lin Neng-jong, director general del Centro de Inversión y Desarrollo Industrial (IDIC, siglas en inglés) del Ministerio de Asuntos Económicos, principal organismo encargado de la promoción de la inversión extranjera y de chinos de ultramar en Taiwan.

¿Cuáles son, pues, los grandes atractivos de la isla? Una serie de leyes, comenzando en 1954 con el Estatuto para la Inversión de Súbditos Extranjeros y culminando en 1990 con el Estatuto para la Modernización de las Industrias, han proporcionado a los financieros de ultramar generosas oportunidades fiscales y de otro tipo mediante deducciones a las inversiones dirigidas a campos tales como equipamiento automotor, conservación de energía, equipamiento y tecnología anticontaminantes, investigación y desarrollo y formación de personal. Las compañías que decidan invertir en determinadas industrias a las que el Gobierno concede alta prioridad cuentan, asi mismo, con las opciones de una exención fiscal de cinco años o el beneficio de deducciones fiscales como accionistas.

El lugar adecuado y el momento justo

El transporte marítimo es uno de los seis sectores clave hacia los que se enfoca el Plan APROC de Taiwan. Se ha avanzado considerablemente desde su lanzamiento en 1995, pero algunos críticos señalan que todavía son muchas las áreas en que el progreso es demasiado lento.

El IDIC comenzó a enviar cartas orientadas a la formación de alianzas estratégicas con multinacionales en 1993. “Cualquier empresa con un plan viable de inversión interesada en firmar un contrato con nosotros puede convertirse en socio del Gobierno de la República de China”, dice Lin. “En contrapartida obtienen asistencia gubernamental en sus proyectos. Ofrecemos una amplia gama de servicios: ayuda a la hora de solicitar incentivos o subvenciones para la inversión, trato preferente en el aeropuerto a los altos directivos ?en otras palabras, cualquier cosa que pueda ser de ayuda en el fomento de la inversión”.

IDIC patrocina también viajes a la isla de representantes de empresas extranjeras, permitiéndoles así conocer de primera mano cuáles son las condiciones aquí. Además, el personal realiza todos los años llamadas de cortesía a las oficinas locales de unas 150 compañías extranjeras, con el propósito de disponer de una mayor información acerca de sus operaciones y de las áreas en que pueden necesitar algún tipo de asistencia. “Queremos que sean clientes satisfechos que a su vez nos ayuden a atraer a más inversores extranjeros”, explica Lin.

Entre febrero de 1993 y final de junio de 1999, el IDIC ha firmado hasta un total de sesenta y tres acuerdos para la realización de proyectos con multinacionales de Estados Unidos, Alemania, Francia y otros países, contándose entre ellas gigantes tales como Compaq, IBM y General Motors. Pero en los últimos años captar el interés en el extranjero ha dejado de ser tarea fácil, siendo muchas las empresas taiwanesas que han visto descender su competitividad a manos de bloques económicos y comerciales regionales, capaces de ofrecer costes de fabricación más baratos. Alarmado ante esta tendencia, el Gobierno de la República de China decidió que había que tomar medidas urgentemente y, en 1995, hizo público un plan encaminado a convertir la isla en un Centro Regional de Operaciones del Asia-Pacífico (el Plan APROC, según las siglas en inglés). En él se prevé el desarrollo de grandes ejes de operaciones encuadrados en seis categorías: servicios financieros, telecomunicaciones, transporte aéreo, transporte marítimo, manufacturación y medios de difusión. El objetivo es convertir la isla en una base rentable para las empresas nacionales y en una puerta de entrada a los mercados asiáticos para las compañías norteamericanas y europeas enfocadas hacia éstos.

“Esencialmente, el propósito del Plan APROC consiste en poner al día leyes y reglamentaciones obsoletas de forma que empleados públicos y particulares no se vean sujetos a restricciones normativas innecesarias”, dice James Ho, director ejecutivo de la Ventana APROC, un centro de servicios encargado de revisar el marco legal del plan y proporcionar a los inversores una tramitación simplificada al máximo de entrada en Taiwan. “Queremos que todo el mundo se encuentre cómodo haciendo negocios y viviendo aquí. De esta forma se sentirán animados a establecer en Taiwan su centro de operaciones y servirse de la isla como base para la inversión y desarrollo de mercados en el sudeste asiático y en China continental”.

Todo esto suena muy bien en teoría, pero hay opiniones enfrentadas en cuanto a los resultados concretos que los artífices del APROC pueden mostrar como fruto de sus esfuerzos. Quienes se hallan dentro de la industria de la construcción, por ejemplo, creen que no ha habido avances que les permitan abrirse paso en la enmarañada red de corrupción y falta de transparencia que envuelve la licitación para los grandes proyectos de infraestructura. Otros observadores, en cambio, señalan que se han levantado muchas restricciones a la inversión extranjera, manteniendo sólo sujetas a una auténtica protección la defensa nacional y la agricultura. Las industrias de las telecomunicaciones y las energéticas se encuentran ahora también abiertas a los inversores extranjeros, pero al igual que en muchos otros países, empresas surgidas de monopolios estatales como Chunghwa Telecom se las arreglan para conservar sus posiciones de dominio en el mercado. Un terreno en el que los optimistas pisan más sobre seguro es el de la flexibilización de las reglas en lo tocante a la concesión de visados y permiso de residencia.

El lugar adecuado y el momento justo

Lejos quedan los días en que los profesionales necesitaban toda una colección de permisos para entrar en Taiwan y otra más para salir. Ahora pueden incluso obtener el derecho a la residencia permanente.

En este punto, no le faltan al Plan APROC defensores de peso. “Se ha vuelto mucho más fácil la contratación de profesionales”, hace notar Ho. “Se han simplificado los requisitos de entrada y salida para los extranjeros. Ahora no lleva más que un mes conseguir el visto bueno para la contratación de profesionales de otros países, y de acuerdo con la recién aprobada Ley de Entrada, Salida e Inmigración los extranjeros pueden obtener la residencia permanente, lo que elimina una restricción especialmente enojosa para con los cónyuges extranjeros de ciudadanos de la República de China y sus hijos” (muchos de los cuales han carecido durante décadas del derecho real a residir en Taiwan, pese a estar casados con, o descender de, ciudadanos de ésta).

“Hace diez o quince años, muchas industrias de aquí sufrían restricciones en cuanto a participación extranjera”, dice Paul Cassingham, presidente de la Cámara Americana de Comercio en Taipei (AmCham, siglas en inglés) y consejero del despacho local de abogados Perkins Coie. “Pero ahora, en términos generales, gracias al deseo de Taiwan de ingresar en la OMC y al Plan APROC muchas de esas barreras están desapareciendo”.

Paul Scholten, presidente del Consejo Europeo de Comercio e Industria (ECCT, siglas en inglés) y vicepresidente y delegado nacional del ABN-AMRO Bank, también se muestra entusiasta. “El Plan APROC es muy útil y cubre una gran variedad de sectores”, dice. “Si tomamos el de las telecomunicaciones, por ejemplo, está claro que el Gobierno se ha preocupado de liberalizar el mercado telefónico. Ha creado un mercado mayor y más competitivo”.

Quizá. Pero el ECCT, que cuenta con más de 400 miembros de 250 compañías que operan en Taiwan, ha puesto en funcionamiento un “Reloj APROC” que toma periódicamente el pulso a los objetivos del Gobierno. Se trata de un reloj único en su género, puesto que de vez en cuando marcha hacia atrás. Actualmente marca las 12:30, mitad del camino a recorrer, lo que para muchos inversores extranjeros significa que, en el ámbito de los negocios, en Taiwan aún hay muchas carencias.

adas las dificultades que todavía quedan por superar, ¿cómo se explica que, en reñida competencia con el resto de la zona, Taiwan continúe atrayendo a tantas compañías extranjeras ?especialmente si se tiene en cuenta la enorme cantidad de dinero que suponen sus proyectos? Los incentivos y promociones gubernamentales por sí solos no constituyen la explicación definitiva para un volumen de inversión extranjera que ha alcanzado, en cuatro décadas desde que constan registros, unos US$30.000 millones.

“Para muchos de nuestros miembros, Taiwan representa un buen mercado, fuerte y próspero”, dice Paul Cassingham de AmCham. “Taiwan ha salido en muy buena forma de un par de años de problemas financieros en Asia. Además, Taiwan ofrece nuevas oportunidades, entre otras los productos de telecomunicaciones y consumo. Y por otro lado, Taiwan es la puerta de entrada económica en China ?muchos de nuestros miembros lo consideran especialmente importante por esta razón”.

No todos los miembros de AmCham, sin embargo, comparten el entusiasmo de su presidente. Del Libro Blanco anual del grupo, dado a conocer cada septiembre, se desprende que existe la opinión generalizada de que la liberalización de los mercados de Taiwan no está llevándose a cabo al paso que debiera. Este año critica duramente a Chunghwa Telecom, la semiprivatizada compañía telefónica nacional, por su comportamiento “descaradamente anticompetitivo e inaceptable”. En cambio, los mismos autores del Libro Blanco de este otoño acogen favorablemente la Ley de Contención del Gobierno, aprobada en mayo de este año y cuyo objetivo es disipar dudas en cuanto a la transparencia de las licitaciones de los grandes proyectos de construcción ?si bien hacen notar a continuación que hará falta esperar un tiempo para verificar su efectividad.

El lugar adecuado y el momento justo

Los inversores extranjeros con intereses en el sector de la construcción dicen que no ha habido muchos cambios que les ayuden a abrirse paso en la red de corrupción e inseguridad en que se ve envuelta la licitación para los grandes proyectos.

A Cassingham, por su parte, le parece que hay un factor específico de Taiwan que se impone a las dificultades. “Existe una afinidad cultural y un potencial para hacer negocios con China continental que creo que confiere a Taiwan una ventaja permanente sobre el resto de la zona”, dice. “Aunque a veces se presentan dificultades políticas, está claro que a la larga esta región va a verse mucho más integrada económicamente. Con el ingreso de China continental y Taiwan en la OMT, que es inevitable, este año o en algún otro momento en el futuro, esa tendencia va a mantenerse. Habrá nuevas oportunidades de inversión en China continental como resultado de su ingreso en la OMT y, con franqueza, las compañías taiwanesas se hallarán en primera línea a la hora de aprovechar esas oportunidades”.

Cassingham señala además otra ventaja respecto a sus rivales en Asia con la que cuenta Taiwan: “A diferencia de Hong Kong y Singapur, Taiwan tiene una economía nacional cuya envergadura permite alimentar a su industria en una escala que aquellos no pueden igualar”, dice. “Hong Kong tiene una población de 5,6 millones de habitantes, la cuarta parte que aquí; y Singapur es aún más pequeño que Hong Kong. Ambos se ven en gran medida obligados a depender del comercio a dos bandas, mientras que Taiwan puede desarrollar un sector manufacturero más amplio y respaldarlo con un sector de servicios más completo”.

El presidente de AmCham también compara favorablemente a Taiwan con Malasia e Indonesia: “Pienso que la mayoría de nuestros miembros no ven a Taiwan compitiendo con ellas en las mismas condiciones”, dice. “En determinados sectores, por ejemplo el de la fabricación de ordenadores, puede existir competencia en ciertos productos. Pero en términos generales la más reñida es con Hong Kong y Singapur. No es muy probable que ni Kuala Lumpur ni Jakarta puedan, en un futuro próximo, disputarle a Taiwan el papel de centro regional”.

Sus opiniones reciben el apoyo de Kuo Wen-jeng, un antiguo investigador asociado en el Instituto Chunghua para la Investigación Económica y en la actualidad gerente general de Kuender & Co., una compañía de plásticos. “Más del 98 por ciento de las industrias de Taiwan lo constituyen pequeñas y medianas empresas”, señala. “La red industrial facilita las cosas. Los inversores pueden conseguir aquí piezas más baratas y de forma más rápida, una ventaja con la que no cuentan los inversores de Hong Kong y Singapur. Además, las pequeñas compañías valoran cada pedido, por pequeño que sea, y se dan más prisa a la hora de satisfacer la demanda del cliente. Compare esta situación con la de Corea del Sur, donde la mayoría de las compañías son grandes conglomerados”.

Liberalización, una inmejorable posición geográfica, incentivos gubernamentales y escasa competencia dentro de la región ?¿cuenta Taiwan con aún algún otro factor más en su favor? Paul Scholten, del ECCT, llama la atención sobre otra de las ventajas de Taiwan, una que sale a menudo a colación a propósito de la inversión extranjera: “Taiwan tiene una mano de obra bien preparada”, dice. “También tiene un gran número de ingenieros con formación internacional y que trabajan duro. Y, además, los taiwaneses son mucho más abiertos y menos hostiles hacia los extranjeros”.

rónicamente, es precisamente un aspecto relativo a esa mano de obra el responsable de la visión más pesimista que, respecto a las perspectivas de futuro para Taiwan, adoptan algunos observadores. La intervención del Gobierno ha tenido, sin duda, un efecto beneficioso sobre la inversión exterior, pero hay al menos un campo en el que se cuestiona su efectividad. Kuo Wen-jeng, de Kuender & Co., explica cuál es el problema: “Al Gobierno le falta una buena política laboral”, dice. “Hace poco decidió acoger a los empleados de la banca a la protección de la Ley de Estándares Laborales, que impide a las mujeres trabajar hasta altas horas de la noche. Cuando en Taiwan es medianoche, los mercados bursátiles de América y Europa están en pleno funcionamiento. Si las empleadas de la sección internacional de bolsa de un banco no pueden trabajar hasta tarde, ¿cómo van a poder realizar adecuadamente su tarea?”.

Pero no es éste el único campo donde la actuación del Gobierno deja que desear. “Un asunto que preocupa a nuestros miembros y sobre el que quiero llamar la atención es el de la transparencia y lógica globales de los procesos en que se halla implicada una u otra instancia gubernamental”, dice el presidente de AmCham Paul Cassingham. “Los asuntos bajo control de los gobiernos locales a nivel municipal o de distrito toman rumbos imprevisibles”. Y esa inquietante incertidumbre puede provenir incluso de las instancias más altas de gobierno: “Dentro de los propios ministerios todavía a veces se adoptan de golpe nuevas normas o nuevas políticas, sin contar como se debiera con el sector afectado”.

Este recelo se hace manifiesto en el último Libro Blanco de AmCham, donde se contienen los resultados de una encuesta comercial de carácter confidencial. En ella, las calificaciones dispensadas a la disposición del Gobierno a aceptar asesoramiento extranjero, la eficacia y transparencia en los procedimientos gubernamentales y la ausencia de corrupción en el gobierno tendieron todas a agruparse en torno al listón de “muy deficiente”.

Por otro lado, a Kuo Wen-jeng le preocupa la falta, por parte del Gobierno, de una política medioambiental coherente. “El Gobierno dice que las empresas deben encargarse ellas mismas de deshacerse de sus residuos tóxicos, y muchas recurren a terceros para hacerlo en su lugar”, dice. “El problema es que muchas de las llamadas compañías ‘medioambientales’ están en manos de mafiosos, que se limitan a descargarlos en vertederos ilegales. Nadie sabe qué efecto va a tener esto en la gente, ni cuándo”.

En un intento de resolver este problema, fue aprobada a principios de 1999 el Acta de Recogida de Residuos Sólidos. En ella se establece que tanto la empresa generadora de los residuos como el contratista del que ésta se pueda valer para su eliminación son ambos responsables de cualquier irregularidad, lo que se supone que debe proporcionar un mayor grado de protección al público. En la práctica, sin embargo, ello no hace sino aumentar la carga que soportan muchas compañías responsables, pues pese a su voluntad de actuar de acuerdo con la ley no tienen forma de saber cuáles de entre las muchas compañías medioambientales existentes son honestas y competentes. Además, las multas que puede imponer un juzgado a modo de sanción son pequeñas, en marcado contraste con la condena a cadena perpetua en caso de producirse víctimas mortales.

Kuo también llama la atención sobre lo que él ve como fracaso por parte del Gobierno a la hora de distribuir adecuadamente los recursos. “Como el Gobierno quiere mejorar la industria de Taiwan, ofrece subvenciones y exenciones de impuestos a industrias concretas, como la electrónica”, dice. “Pero los recursos son limitados y, si la mayor parte de estos y del esfuerzo se vuelcan en unas determinadas industrias, va a perjudicarse el desarrollo de otros sectores. En ningún sistema económico es bueno hacer demasiado hincapié en unas pocas industrias, porque si éstas se ven en dificultades resultará afectada toda la economía”. En apoyo de sus argumentos cita a Corea del Sur, cuyos problemas económicos de los últimos tiempos cree él que hay que atribuirlos a una excesiva concentración de recursos en sectores industriales muy concretos.

“Muchas compañías electrónicas han crecido en exceso”, dice Kuo. “Fabrican demasiados productos, y para venderlos se ven obligados a rebajar sus precios. Cuando la competencia es muy fuerte, algunas se ven en dificultades. Sé de una compañía electrónica importante que el año pasado estaba perdiendo dinero, pero como recibió mucha ayuda del Gobierno en forma de subvenciones y deducciones fiscales aún conseguía dar la impresión de estar produciendo beneficios. Si esto sigue así, en los próximos dos años vamos a asistir a unos cuantos cierres. A no ser que el Gobierno sea capaz de implementar una mejor política, los inversores extranjeros empezarán a marcharse”.

Kuo es un observador nacional, pero los analistas extranjeros también están comenzando a advertir tendencias preocupantes. En los últimos años varias organizaciones internacionales han dado a Taiwan excelentes calificaciones en el terreno de la competitividad. Por ejemplo, el informe más reciente del Foro Económico Mundial (WEF, siglas en inglés) con sede en Ginebra, dado a conocer en junio del año pasado, consideraba a la isla como la cuarta economía más competitiva del mundo, por detrás sólo de Singapur, Estados Unidos y Hong Kong. Pero el índice de competitividad del WEF lo integran diversos indicadores, uno de los cuales se refiere a la influencia de las políticas gubernamentales en la empresa privada. En dicha categoría, el Gobierno de la República de China figuraba en el tercer puesto por la cola de entre cincuenta y nueve economías del mundo, con sólo Vietnam y la República Checa en peor posición.

Con lo que volvemos a Confucio. Si el Gobierno quiere ver llegar un flujo cada vez mayor de visitantes “desde lejos”, hará bien en prestar más atención a las quejas de los huéspedes y residentes veteranos. Un buen anfitrión con una reputación en entredicho debe primero poner en orden sus asuntos - y asegurarse de que se mantienen así.

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