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Sumergido en el viento

01/10/2005
Sumergido en el viento Sumergido en el viento Sumergido en el viento Sumergido en el viento

De izquierda a derecha: Shiue Pi-goong; Shiue Min-cheng; trajes de windsurf; calzado para submarinismo.

En 1948, Shiue Pi-goong se convirtió repentinamente en el único mantenedor de los diez miembros de la familia de su padre, y en consecuencia, dejó su trabajo como maestro de primaria para buscar fortuna en otro campo. Lo que ocurrió después fue la clásica historia del pobre que se convierte en rico, y ahora el arquitecto de una compañía multimillonaria está traspasándola a sus hijos.

Hoy, la compañía, que se encuentra en el pueblo Wujie, Distrito de Ilan, en el nororiente del país, posee varios edificios ubicados en el centro de una considerable extensión de arrozales. Se trata de Shei Chung Hsin Industrial Co., que es el corazón del Grupo Sheico, una importante empresa fabricante de trajes de windsurf, buceo, jet-esquí y otros deportes acuáticos. Hasta la publicación de los últimos informes sobre la compañía, poca gente sabía que era la primera suministradora del mundo con un mercado de US$1.500 millones, que fabrica el 80 por ciento de los trajes de windsurf y el 50 por ciento de los trajes de buceo. La oficina principal controla ocho plantas que producen láminas de goma neoprene, spandex y artículos terminados en China, Taiwan y Tailandia.

Así como muchas otras de las millones de sólidas pequeñas y medianas empresas, el Grupo Sheico es un ejemplo de espíritu empresarial que ha impulsado el desarrollo económico del país en las últimas cinco décadas. La historia comenzó cuando Shiue, ahora presidente del grupo con 76 años de edad, se vio obligado a hallar otra fuente de ingresos. En 1948, se elevó la inflación y en consecuencia, subieron los precios de forma exorbitante.

Shiue fue maestro de primaria durante dos años. En ese momento, ese trabajo era un cargo codiciado, ya que los maestros eran muy respetados y la competencia era dura. Debido a la inflación galopante, los maestros no recibieron sus sueldos durante tres meses, y cuando les pagaron, su sueldo no valía prácticamente para nada. “La mayoría de mis colegas lograban aguantar porque podían trabajar en la granja familiar o en otro negocio aparte”, dice Shiue. “Sin embargo, enseñar era mi única fuente de ingresos”. La espera por recompensa se volvió intolerable cuando el otro mantenedor de la familia de Shiue, su padre, que vendía zuecos, cayó enfermó. Shiue tuvo que estudiar apresuradamente sus opciones.

El decidió dejar el trabajo y convertirse en vendedor. Su familia y varios de sus colegas trataron de persuadirlo, pero él estaba decidido. “Con la carga de la supervivencia de toda la familia, la vergüenza era lo que menos le importaba”, dice. “Siempre y cuando sea honesto, no me importan las miradas desdeñosas”. El Distrito de Ilan es más lluvioso que soleado durante todo el año. Shiue aprovechó las condiciones climáticas y eligió establecer un puesto para vender impermeables frente a un banco no muy lejos de su casa.

Para atraer a los madrugadores, Shiue abría su negocio antes de las seis de la mañana, y cerraba una hora antes de la media noche. El colocó los escaparates de exhibición a la altura de la estatura promedio de sus clientes, para que vieran los productos con comodidad, y memorizaba los nombres y rostros de aquellos que caminaban de manera regular, cliente o no, para saludarlos apropiadamente cuando se detenían para ver sus productos. Su negocio mejoró pronto, y un año después, su único competidor, que estaba a poca distancia, decidió reubicarse.











Sumergido en el viento

Una costurera trabaja en el acabado de los bordes antes de cocer la prenda de vestir.

“Siempre he creído que, sin ninguna habilidad, dependo exclusivamente de la voluntad de trabajar duro y por más tiempo que los demás”, dice Shiue. En un año, la economía mejoró y los maestros comenzaron a recibir sus salarios atrasados, y al mismo tiempo se convirtió en el único vendedor en su área”, dijo. “Aunque hubiese podido, no me hubiese gustado volver a la enseñanza”. El utilizó un poco de dinero, se casó y compró una tienda pequeña para que su esposa vendiera sus artículos, mientras Shiue seguía con el negocio.

Dos años después, la policía comenzó a prohibir a los vendedores ambulantes, entonces Shiue cerró su puesto, compró una motocicleta y comenzó a trabajar como mayorista de artículos impermeables. El mantenía a sus abastecedores informados de los comentarios de los clientes con la esperanza de mejorar los productos. Algunos le indicaron que los zapatos de goma dura eran incómodos, y no mantenían el calor durante el invierno. Shiue pidió a sus abastecedores que forraran por dentro los zapatos, y poco después, otras fábricas competidoras copiaron la idea.

Después de casi una década, Shiue decidió llevar su negocio a otro nivel al establecer sus propias líneas de producción. El compró el local actual de la compañía, donde había una refinería de azúcar dilapidada, y contrató a 20 personas para que comenzaran a fabricar artículos impermeables. Esta medida completó la integración vertical desde la producción hasta la venta al detal, y como fabricante él se encontró en una industria ya dominada por dos marcas ampliamente conocidas. En 1965 la fábrica tomó su nombre oficial, y Shiue pasó la mayor parte de su tiempo en la calle, conduciendo una camioneta para vender y promocionar sus productos alrededor de la isla.

A medida que creció el negocio, Shiue tuvo que comprar un camión, lo pintó de rojo y le colocó su logotipo. Era su única forma de hacer propaganda. “Funcionó bien para atraer clientes mientras iba por las calles”, dice. “A menudo, cuando me detenía para comer, algunos compradores mayoristas o al detal se acercaban interesados en mis productos”.

Al mismo tiempo, las industrias textiles y de prendas de vestir crecían rápidamente, pero Shiue estaba contento con el mercado que había creado y no deseaba complicar el negocio. Su compañía llegó gradualmente a ocupar el tercer lugar en el mercado, con más de 100 empleados. Le tocó a sus dos hijos, Shiue Chih-cheng y Shiue Min-cheng, llevar la compañía a otra esfera al dar a conocer el nombre de la compañía fuera de Taiwan.

Shiue Min-cheng dice que él y sus hermanos habían escuchado las historias de los viajes de negocio de su padre a la hora de comer desde que eran niños. En la universidad, ellos eligieron estudiar comercio. “Quizás por la influencia de mi padre, quizás por naturaleza, siempre he querido ser un empresario”, dice él. “Todos los libros que he leído estaban relacionados con los negocios”. Durante sus años universitarios en el Distrito de Taipei, él se encargó de las ventas de la región en una motocicleta. El dice que montar motocicleta bajo el sol candente en verano o en las carreteras montañosas con vientos helados en la época de invierno fue un entrenamiento duro, pero él disfrutó de la recompensa —la sensación de realización al cerrar un trato.

“Nos criaron para soportar penas y creer en el trabajo arduo”, dice Shiue Min-cheng. “Los jóvenes de mi generación, ahora de cincuenta años, no hacían caso de la disciplina”. Su padre los retaba a bañarse con agua fría en el invierno y los premiaba si lo hacían. Hasta cuando eran aprendices, trabajaban tanto como su padre y los otros empleados. El hermano mayor, Shiue Chih-cheng, entró en la compañía después de graduarse de la universidad. Muy al tanto de que el competitivo mercado de artículos impermeables era bastante limitado, él comenzó a ver otras posibilidades.

En 1977, el hermano mayor viajó a Alemania. En una feria comercial de telas, encontró un nuevo traje para un deporte novedoso, el windsurf. El compró algunas muestras para estudiarlas en casa. Después de varias pruebas, él y los ingenieros de la compañía descubrieron que las instalaciones que solían producir artículos impermeables, podían fácilmente volverse a equipar para fabricar trajes de windsurf. Ellos decidieron que este era el mercado que deseaban explorar. Menos de dos años después, la compañía se convirtió en la primera fabricante de artículos para windsurf fuera de Estados Unidos, Europa y Japón, y era muy competitiva debido a los bajos costos de mano de obra.

Sheico necesitó dos años para producir sus propios textiles, en vez de depender del suministro japonés, pero fue una inversión que valió la pena. “Nuestros costos de producción disminuyeron substancialmente”, dice el hermano menor. “Lo más importante, tenemos el control total de nuestra producción y podemos probar nuevas fórmulas de goma sintética para crear textiles superiores que satisfagan mejor a nuestros clientes”.

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Haciendo cambios en el patrón de un traje isotérmico.

El hermano menor dice que la medida fue crucial para fortalecer la capacidad de investigación y desarrollo, y diferenciar Sheico de sus competidores. El crecimiento de la compañía se ha doblado año tras año hasta llegar a convertirse en la principal suministradora de equipos originales en este pequeño, pero competitivo mercado. Sheico tiene ahora más de 7.000 empleados, y atiende a más de 100 compradores cada año en su sede principal. Estableció un centro de investigación y desarrollo cerca de su sede principal para realizar las pruebas experimentales allí para satisfacer las demandas de los clientes.

No sólo la tecnología más moderna es necesaria para que el negocio tenga éxito. Shiue Min-cheng dice que la mayor ventaja de la compañía es su compromiso con la honestidad, un valor que su padre procuró enseñar a sus hijos desde pequeños. “El nos puso ese nombre”, dice él, “Cheng” que literalmente significa honestidad. Este compromiso se observa en sus relaciones comerciales. Una vez que un comprador comienza a negociar con Sheico, dice él, la relación continúa siempre que el comprador no cambie de negocio. La mayoría de las relaciones comerciales de la compañía duran más de 10 años, y uno de sus clientes ha estado comprando de la compañía durante más de 26 años.

El mayor de los Shiues habla sobre cómo la honestidad logró en una oportunidad la lealtad de los clientes. En 1996, el actual local de la sede principal de Sheico sufrió una gran pérdida cuando un hombre que la policía dijo que sufría de enfermedad bipolar, atacó las dos plantas de la fábrica con bombas de napalm durante dos noches consecutivas. En consecuencia, la mitad de la producción se quemó completamente. Sin tratar de cubrirlo o minimizar su pérdida, Sheico informó inmediatamente a sus compradores del incidente, el resto del suministro disponible después de los incendios y la tardanza estimada para satisfacer los pedidos. “Nuestros competidores trataron de aprovechar la oportunidad para quitarnos clientes, haciéndonos quedar mal”, dice Shiue Min-cheng. “Pero ellos no estaban al tanto de que nosotros habíamos informado inmediatamente los detalles exactos a nuestros clientes”.

Después del desastre, Sheico siguió poniendo al día a los compradores sobre el progreso de restauración. La recuperación estimada tomaría tres meses, pero los empleados trabajaban horas extras y podrían recuperar el 50 por ciento de la producción en un mes, y el 80 por ciento en dos meses. “Nuestros compradores estaban sorprendidos de ver que sus pedidos fueron satisfechos casi sin demora”, dice Shiue Min-cheng. Su padre dice que después del incidente sus clientes tuvieron mayor fe en Sheico, mientras que el hijo menor explica que la crisis resultó beneficiosa para la compañía porque las fábricas destruidas fueron reemplazadas por otras más avanzadas y eficientes.

Aparte de sus clientes fieles, Sheico posee otra ventaja, los empleados leales. Después de los incendios, los más de 300 empleados de Sheico firmaron una carta para solicitar al Presidente una reducción del 20 por ciento de su salario y un retraso en sus salarios durante tres meses para ayudar a la compañía durante esa época difícil. Pero los Shiues decidieron que los empleados no deberían sufrir por la pérdida. Sus empleados recibieron sus salarios a tiempo. A cambio de sus esfuerzos después de los incendios, la compañía les premió con mejores bonos que los que habían recibido en el Año Nuevo Chino previo.

Tratar bien a los empleados, dice Huang Kuei-chen, jefa del departamento de asuntos legales de la compañía, es un valor que comparten la generación mayor y menor de los Shiues. Ella recuerda un ejemplo cuando una empleada, quien había trabajado para Sheico durante 23 años, sin solicitar permiso, no vino a trabajar durante una semana completa. La oficina de personal envió un aviso a la empleada explicándole que su ausencia continua conduciría al despido.

Shiue Min-cheng canceló el aviso, indicando a Huang que a la empleada le faltaban menos de dos años para lograr una pensión. Un despido significaba cero pensión. El le dijo a Huang que le explicara la gravedad del asunto a la empleada y encontrara la manera de recuperar la ausencia si la empleada decidía volver al trabajo. “Yo era nueva en ese momento y estaba sorprendida de ver que le importábamos verdaderamente a nuestro jefe”, dice ella. “El es una persona especial”.

“Sólo los empleados satisfechos pueden crear clientes felices”, dice Shiue Min-cheng. “Nuestros empleados con experiencia tienen mucho valor para nosotros. Dependemos de ellos, no lo contrario”. El cree que Sheico tiene muchos retos en el futuro, tales como la mejora de la administración para continuar creciendo, antes de alcanzar el mismo nivel que las compañías de tecnología de información de Taiwan.

El enérgico y mayor Shiue aún trabaja ocho horas diarias, normalmente después de trotar 10 kilómetros. El hijo menor disfruta haciendo negocios tanto como su padre. “No puedo pensar en ningún otro trabajo que me permita ver más el mundo y conocer tanta gente de diferentes culturas”, dice. En pocos años, la tercera generación culminará su educación, y quizás continúe la tradición familiar —eso es si tienen las cualidades para ello, dice Shiue Min-cheng.

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