05/05/2024

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Taiwán Hoy

El proyecto bambú

01/12/2004

Durante más de un siglo, el único lugar en Taiwan donde se mezclaban la alta tecnología y el bambú era la escuela primaria, donde las enseñanzas del avance histórico de Thomas Alva Edison de conducir la electricidad en 1879 se pusieron en práctica utilizando un filamento de carbón hecho de esa planta. Entre tanto, en los últimos años, el Taiwan moderno se ha encontrado con menos necesidad de artículos tradicionales hechos de bambú, tales como muebles, artesanías y andamios, lo que significa que los agricultores han dependido en gran medida de los retoños y las hojas del bambú —ingredientes de cocina— para ganar dinero.

En la literatura antigua, el bambú simboliza el refinamiento y la modestia —en tanto que se dobla con la brisa, así como el “caballero intelectual” de la tradición confuciana se adapta a la compañía con la que esté— y en el pasado, el bambú aparecía en casi cada parte de la vida cotidiana taiwanesa, de los ingredientes de la cena hasta la mesa sobre la que era servida. Sin embargo, la llegada de la producción en masa cambió todo, y el problema empeoró con la mayor producción de artículos hechos con bambú en China e India.

Entre tanto, un terremoto masivo en septiembre de 1999 devastó gran parte de la producción de bambú del centro de Taiwan, mientras que la entrada de Taiwan en la Organización Mundial del Comercio en 2002 estimuló la importación de productos agrícolas, dejando al margen a muchos otros agricultores.

En julio de 2002, el Consejo de Agricultura (COA, siglas en inglés) comisionó al Instituto de Investigaciones de Tecnología Industrial (ITRI, siglas en inglés), un centro de investigación e incubación para la industria de la alta tecnología de Taiwan, para promover la tecnología del bambú y sus aplicaciones. En menos de dos años, el equipo de investigaciones de ITRI tuvo éxito en el fomento de una nueva industria con prospectos emocionantes. Básicamente, los hallazgos del equipo científico y los avances tecnológicos sugieren que, en el caso del bambú, lo que usted ve es mucho menos de lo que es posible obtener.

“Cada parte de la planta puede contribuir algo a nuestras vidas ecológica y económicamente”, dice Chen Wen-chi, director de proyecto de la División de Materiales y Diseño de Sistema de ITRI, y quien es responsable del proyecto de bambú del COA.

Tomemos como ejemplo el bambú carbonizado de Edison. El carbón de bambú que ha sido bastante procesado a temperaturas de 1.000°C emite mucho infrarrojo, que según dicen es beneficioso para la salud. Por otra parte, cuando es calentado en agua, produce minerales tales como potasio, magnesio y hierro, que mejoran el sabor de la comida y purifican el agua al descomponer el cloro y otras impurezas.

Además, el carbón de bambú es mucho más poroso y absorbente que el carbón regular, convirtiéndolo en un filtro excelente, así como útil para modular la humedad, purificar el aire, y eliminar la electricidad estática, y también es más eficiente a la hora de preservar el calor. Aún más, como demostró Edison hace más de un siglo, el carbón de bambú puede conducir la electricidad con calor relativamente bajo, mientras que como lo indica Chen, no sólo es efectivo para proteger contra las olas electromagnéticas, sino que en la forma de fibra contiene iones negativos, que son buenos para la salud.

En pocas palabras, las posibilidades comerciales del bambú están apenas ahora volviéndose más aparentes, y entre ellas están las aplicaciones médicas. Por ejemplo, el equipo de Chen está trabajando con el Hospital de la Universidad Nacional de Taiwan en la exploración de cómo el bambú podría prolongar el efecto de las medicinas. Y, entre tanto, los avances de COA ya están logrando cambios para los taiwaneses que dependen del bambú para subsistir. Con hornos de barro, los agricultores del bambú de Taiwan pueden producir carbón de bambú de alta calidad, que las fábricas de cauce bajo pueden usar en las tecnologías de niveles más alto, desarrolladas por el equipo de Chen. El resultado es un conjunto de nuevos productos que ya han llegado al mercado, entre ellos, champú, jabón líquido para ducharse, jabones, pastas dentífricas, lociones antibacteriales, tazas, y productos para el cuidado de la piel, tales como líquidos para limpiar y proteger el rostro —todos hechos con bambú.

La lista de productos es casi infinita si escucha a Chen. Los gránulos de carbón pueden usarse para rellenar almohadas, bolsitas para colgar alrededor de la casa para reducir la humedad y desodorizar el aire, y convertidos en fibras para mascaras faciales y bolsas para ir de compras para preservar la comida y la fruta. Además, Paiho Limited Co., una empresa contratista fabricante de equipos originales que ha estado trabajando con marcas internacionales de ropa deportiva durante muchos años, ha desarrollado hilo de bambú. Con patentes en ambos lados del Estrecho de Taiwan y en Estados Unidos, la compañía está lista para lanzar una serie de más de 20 productos, incluyendo chales, sombreros, y medias, que según la empresa, se ha comprobado que son más efectivas que otros productos en la preservación del calor.

Según Chen, Japón tomó la iniciativa al encontrar nuevos usos para el carbón, pero ahora no es el único país. “Comenzamos prestando sus herramientas y observando sus descubrimientos previos, pero tomando como base nuestro progreso en este punto, diría que estamos al mismo nivel tecnológico que ellos”, dice Chen.

Las plantaciones de bambú en Taiwan cubren un área total de 150.000 hectáreas, según COA. Entre las más de 100 especies que crecen en la isla, más de 40 son comúnmente vistas, mientras que seis se consideran valiosas desde el punto de vista económico. El bambú se madura en sólo cuatro años, cuando debe cortarse antes de que pierda su utilidad económica. Cuanto mejor mochado sea, mejor volverá a crecer; y cuanto mejor crezca, mejor contribuye a la conservación del agua y el suelo. Chen dice que las plantaciones de bambú de Taiwan son un recurso de suministro sinfín, con el rival potencial, y quizás final, de la industria electrónica de alta tecnología.

Animados por lo que pareciera un futuro prometedor, COA se imagina un ambiente más sólido ecológicamente facilitado por la tecnología del bambú.

“Esperamos que con el tiempo, el bambú pueda desempeñar un papel en la conservación del agua y el suelo, y en la mejora de la ecología para la acuicultura y la industria de la ganadería”, dice Huang Miao-hsiu, jefe de sección del Buró de Silvicultura de Taiwan, que está promoviendo la substitución de madera por bambú donde sea posible. Taiwan ha prohibido la tala desde 1991, y ahora depende en gran parte de la madera importada. El bambú podría ofrecer una alternativa barata a esa dependencia, dice Huang.

Ella indica que ela programa de COA es sólo un comienzo, pero que es la acumulación de esfuerzos lo que ha superado las expectativas. El cálculo de un mercado con un valor de NT$100 millones (US$3 millones), esa cifra, dice Huang, parece ahora conservadora.

“Una vez más estamos impresionados por la dinámica de nuestras empresas pequeñas y medianas”, dice. “Nuestros fondos se dirigen solamente hacia la investigación de alto cauce, y luego ayudamos a transferir los resultantes avances tecnológicos a ellos. El resto tiene que depender enteramente de ellos, pero ellos no pierden tiempo desarrollando nuevos productos y construyendo canales de mercadeo”.

Pero el gerente de investigación y desarrollo de Paiho, Tony Tseng, cuya compañía ha trabajado con ITRI desde el pasado octubre, y fue el primero en emplear carbón de bambú en la producción industrial, dice que el programa de COA ha logrado hacer toda la diferencia.

“El programa ha ofrecido una dirección que con suerte nos diferenciará de China y Corea”, dice. “Hemos exhibido nuestros productos con hilo de bambú en Francia e Italia, y la reacción y el gran interés que muestran los clientes, nos hacen sentir muy positivos”. Tseng dice que la compañía también tiene planeado entrar en los mercados estadounidenses y europeos, y para ello, establecerá sus propias oficinas sucursales.

Un criterio importante en mercadeo son los estándares, y para establecer un sistema de certificación estándar mundial para la nueva industria, los fabricantes locales han formado la Asociación para el Desarrollo de la Industria del Eco-carbón, que trabaja íntimamente con ITRI y COA.

“Una vez que el sistema de certificación esté en lugar, los miembros pueden solicitar un ‘pase’ para entrar en mercados nuevos, y tranquilizar la mente de los consumidores”, dice Chen, cuyo equipo asegura que los procesos de producción sean seguros desde el comienzo hasta el final, al supervisar y controlar el proceso de calentamiento con sensores computarizados instalados en los hornos.

El equipo está ahora experimentando con un sistema de calentamiento adicional, que tiene como objetivo elevar más rápidamente los niveles de calor en los hornos, para así acortar el tiempo que se necesita para producir carbón y fortalecer los efectos que el calor tiene sobre éste. En el laboratorio de ITRI, donde trabaja el equipo avanzado de calentamiento, continúan los experimentos que buscan convertir el bambú en oro. La carrera entre Taiwan y Japón sigue.

El lado flaco de Taiwan es el empaque, dice Huang.

“Los fabricantes necesitan tiempo para reconocer la importancia del empaque y el mercadeo”, dice, señalando que los pocos que hicieron caso al consejo de COA, y mejoraron su empaque, pudieron disfrutar de un aumento de hasta 100% de sus ventas. Para Huang, más agricultores necesitan hacer el cambio para que el bambú logre su promesa.

“Ya es tiempo de que la industria del bambú comience a notar el cambio a medida que la gente está más consciente de su ambiente”, dice.

Chen está de acuerdo, y dice que es sólo cuestión de tiempo antes de que explote la popularidad de los productos del bambú. “Antes, los agricultores nunca pensaron en hacer pasta dentífrica de sus cosechas”, dice. “Ahora apenas pueden satisfacer la demanda”.

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