03/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

El presagio de catástrofes

01/02/2004
Mei yu-o lluvias del ciruelo- y tifones traen con frecuencia fuertes lluvias que provocan deslizamientos de terreno, lo que puede destruir las viviendas en las colinas y a menudo causan pérdidas de vida.

El clima de Taiwan y su posición sobre dos plataformas tectónicas hacen que siempre haya la amenaza de algún desastre: terremotos, deslizamientos de terrenos, tifones, monzones, riadas, vientos estacionales, y lluvias torrenciales, que causan muertes, daños a las propiedades, y otras pérdidas financieras. La predicción de estas catástrofes, especialmente los terremotos, ha desconcertado a los científicos durante décadas. Aún así, la tecnología y la investigación están brindando la esperanza de que algún día la gente pueda estar mejor preparada para los monstruos destructores de la naturaleza.

Taiwan se formó como resultado de la presión ejercida por la plataforma del Mar de Filipinas contra la plataforma euroasiática, un proceso continuo que comenzó hace alrededor de 6 millones de años. La isla tiene un alto grado de actividad sísmica, con un promedio de 15.000 eventos sísmicos registrados anualmente, según el Buró Central del Tiempo (CWB, siglas en inglés).

La isla montañosa se encuentra en la costa oriental del Continente Asiático, y en el borde occidental del Océano Pacífico, y sobre el Trópico de Cáncer. El intercambio estacional de la masa de aire continental y la oceánica provoca vigorosas actividades atmosféricas en diversos niveles, lo que podría producir condiciones catastróficas del tiempo durante todo el año. Las condiciones meteorológicas que rodean la isla, combinadas con el efecto de las cordilleras en el tiempo, causan cambios diurnales y estacionales en la temperatura y la pluviosidad. Sobre todo, los factores principales que controlan el clima de Taiwan son los monzones de invierno y verano del noreste y el sudoeste.

El monzón del noreste domina el tiempo durante seis meses desde alrededor de octubre hasta finales de marzo, lo que trae lluvias constantes a barlovento, o el noreste de la isla, y también trae frentes fríos. Por otra parte, el monzón del sudoeste comienza normalmente a principios de mayo y termina a finales de septiembre, y viene comúnmente acompañado de tifones y aguaceros fuertes. Durante la transición de la estación del monzón del noreste a la llegada del monzón del sudoeste, la masa de aire frío procedente del norte se topa con la masa de aire tibio procedente del sur con igualdad de fuerza, lo que forma frentes estacionarios que producen mei yu, literalmente lluvias del ciruelo, que duran un mes desde mayo hasta junio y ocurren únicamente en el Este Asiático.

El impredecible frente mei yu trae a menudo un promedio de 9 milímetros de precipitación en cuatro o más días consecutivos, y algunas veces, chaparrones fuertes repentinos. En general, estas lluvias pueden ser tanto una bendición como una maldición. Las lluvias elevan frecuentemente los niveles de agua en los embalses del país, pero esas mismas lluvias pueden perjudicar las cosechas de los agricultores antes de la recolección. Las riadas ocasionadas por el frente pueden ocasionar la pérdida de vidas, y paralizar la producción de las fábricas. Eso es lo que pasó exactamente el 28 de mayo de 1981, cuando una precipitación de lluvias torrenciales en la parte norte de Taiwan (más de 200 milímetros en tres horas) provocaron las riadas donde perdieron la vida ocho personas, hubo dos heridos, y produjo cuantiosas pérdidas económicas.

Temprano esa mañana, el entonces primer ministro Sun Yun-hsuan telefoneó al Director General del CWB para preguntar qué podía hacerse para mejorar las técnicas de pronóstico del tiempo y desarrollar un sistema de alarma. El asunto fue inmediatamente puesto en las manos de George Tai-jen Chen, profesor en el Departamento de Ciencias Atmosféricas de la Universidad Nacional de Taiwan, y experto en mei yu o lluvias del ciruelo. “Este incidente me forzó a considerar cómo las condiciones drásticas estaban causando más muertes y daños a medida que estábamos avanzando de una sociedad agrícola hacia una industrial y de alta tecnología”, dice Chen. Las pérdidas resultantes de la inundación se elevaron de un promedio de NT$300 millones a $10.000 millones (US$8,1 millones a $270 millones) porque inicialmente las lluvias sólo afectaban el sector agrícola. “Sin embargo, el pronóstico de estas tormentas era imposible en esa época, ya que nosotros sabíamos muy poco sobre las dinámicas de estos fenómenos de corta duración”.

Convencido de que el objetivo principal de la ciencia era servir al público, Chen diseñó un programa de investigación de diez años en 1983 para estudiar la estructura y formación del frente mei yu, los sistemas convectivos mesoscálicos en la región del frente mei yu, y los efectos en la orografía una rama de la geografía física que se centra en las montañas. El Consejo Nacional de Ciencias (NSC, siglas en inglés) apoyó completamente su plan, pero Chen estaba al tanto que esta tarea necesitaría tecnología y equipos más avanzados que los que tenía Taiwan, y que tendría que contratar a científicos familiarizados con los últimos equipos. En 1985, Chen comenzó a hacer viajes a Japón y Estados Unidos, y realizó docenas de informes a universidades e institutos de investigación que podrían estar interesados en su propuesta.

Chen se concentró en atraer la atención del Centro Nacional para la Investigación Atmosférica bajo la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, siglas en inglés) del Departamento de Comercio de Estados Unidos, y tuvo éxito. El programa, conocido como el Experimento Mesoscálico del Area de Taiwan (TAMEX, siglas en inglés) se convirtió en el primer programa conjunto de investigación atmosférica entre Taiwan y Estados Unidos. En mayo y junio de 1987, después de un largo proceso para resolver las dificultades políticas, económicas y técnicas, el equipo de investigación de TAMEX realizó 13 misiones de campo para la observación intensiva en el aire con tres embarcaciones taiwanesas y la ayuda de tres satélites meteorológicos del NOAA, dos radares Doppler colocados sobre la costa noreste de Taiwan, y dos aeronaves Orion P-3, con sede en Okinawa, Japón.

La rica y valiosa información recolectada de este experimento es aún estudiada hasta el día de hoy, dice Chen. Hasta ahora, TAMEX ha generado más de 100 tesis de maestría y doctorado publicadas en periódicos científicos internacionales, y un taller internacional fue celebrado en 1993 para concluir el proyecto, que trajo aclamo internacional a las ciencias atmosféricas en Taiwan.

El resultado final de TAMEX fue el Sistema de Pronóstico e Integración del Tiempo (WINS, siglas en inglés) que integra diversos datos meteorológicos y fotografías recibidas vía transmisión de alta velocidad mediante radares, satélites y estaciones de observación, junto con gráficos suplementarios del tiempo en una estación para ofrecer referencias accesibles al personal. Igualmente, WINS permite al personal estimar la pluviosidad, producir gráficos de sección, y desarrollar el tiempo en mapa a diferentes horas y ofrece funciones tales como sobreposición, cambio de color, formar lazos, acercamiento, y panoramización. Este poderoso sistema brinda al personal los medios para seleccionar efectivamente y evaluar varias referencias a fin de mejorar los pronósticos.

Al integrar sus sistemas, el CWB comenzó a desplegar una red de observación intensiva en 1986. Hasta ahora, el buró ha completado 361 estaciones a un costo de alrededor de NT$400 millones (US$11,6 millones). “La densidad de la colocación de nuestras estaciones, en promedio una por cada ocho o diez kilómetros, nos ofrece una de las coberturas más precisas en el mundo”, dice Shieh Shinn-liang, director general del CWB. “Pero aún queda espacio para expansión ahora que los deslizamientos ocurren con más frecuencia que antes”. El año pasado, el buró comenzó a construir una red de radar local, y cuatro estaciones de radares Doppler en el norte, sur y este de la isla ya empezaron sus operaciones.

Aunque WINS resultó ser el apogeo de los esfuerzos del CWB, el buró continúa la aplicación de hallazgos científicos a sus operaciones, y ha introducido el Sistema de Predicción Numérica del Tiempo, que usa computadoras de alta velocidad para desarrollar un modelo que simula las actividades atmosféricas basadas en datos de observación. “Con este modelo que sirve de complemento para WINS, nuestro personal puede predecir el tiempo con siete días de anticipación”, señala Shieh. “El modelo no es omnipotente, pero por lo menos es más objetivo”. Sin esas herramientas, las predicciones del tiempo en el pasado tenían que depender de los juicios subjetivos del personal, y la precisión de las predicciones dependía en gran medida del nivel educativo y la experiencia profesional de los meteorólogos.

La nueva tecnología demanda trabajadores capaces. El CWB tiene más de 500 empleados y 207 de ellos poseen grados de maestría o más altos. El resto de los empleados son en su mayoría graduados universitarios procedentes de tres universidades: Universidad Nacional de Taiwan, Universidad Nacional Central y Universidad de la Cultura China. Para mantenerse al día con la última tecnología, el CWB envía a 60 de sus miembros cada año al Laboratorio de Sistema de Predicción de NOAA para más entrenamiento. “La idea de mejorar nuestros sistemas y fuerza de trabajo es permitir que las nuevas técnicas echen raíces en la organización para que podamos mejorar gradualmente”, dice Shieh. Más específicamente, el CWB no sólo compra nueva tecnología, sino que coopera con los principales laboratorios de investigación para asegurar su habilidad de adaptar nueva tecnología a sus operaciones y mantener sus sistemas.

El CWB ha invertido alrededor de NT$20,7 millones (US$600.000) anualmente en el desarrollo de sistema durante la última década. En la actualidad, WINS está en su segunda generación de desarrollo. Shieh indica que estas inversiones valen la pena en vista de un promedio de NT$17.000 millones (US$492 millones) en pérdidas relacionadas con el tiempo durante las últimas dos décadas. Asimismo, al principio de la estación de tifones de este año, que normalmente dura de principios de junio a finales de septiembre, el CWB comenzó a transmitir los últimos avances de los tifones cada tres horas para asegurar que el público esté adecuadamente informado. El buró también ha recibido poder administrativo gracias a la nueva ley de meteorología, que entró en vigor en enero pasado, para rectificar y multar a las estaciones de televisión que causan pánico innecesario al transmitir pronósticos erróneos.

El CWB estableció el Centro de Sismología en 1989 para ayudar a mejorar su mano de obra y equipo. El buró implementó un plan con un presupuesto de NT$1.080 millones (US$43 millones) en 1992 para localizar con precisión actividad sísmica posible. Una red de observación, formada por 680 estaciones alrededor de la isla, ha sido terminada como un resultado de la primera fase de cinco años del plan. La red recogió más de 28.000 entradas de datos valiosos cuando el terremoto del 21 de septiembre de 1999, que tuvo una magnitud de 7,3 en la escala de Richter, sacudió el centro de Taiwan, y causó la pérdida de vida de 2.413 personas el mayor número de víctimas dejado por un terremoto en Taiwan. Y los récords de aceleración de falla recolectados durante el evento excedieron la suma de todos los récords anteriores reunidos en el mundo entero.

La segunda fase del plan, que comenzó en 1997, se centra en el desarrollo de un sistema de alarma anticipado. Durante el terremoto de 1999, el CWB tardó sólo 102 segundos para detectar las señales y determinar el epicentro y la magnitud del temblor, un logro sorprendente cuando se compara con el promedio mundial de 30 minutos para compilar la información crucial una vez que ocurre un terremoto. Después de la terminación de la segunda fase a finales del año pasado, el Centro de Sismología podrá acelerar el tiempo de procesamiento a sesenta segundos y hacer pública la información en menos de cinco minutos. La meta es tener la información en mano en un lapso de 30 segundos, dice Shieh, porque cuanto más pronto el buró recoja la señal, mejor preparado estará el buró para emitir precauciones, y así se podrá salvar la vida de las personas. Pero aún se necesita de muchos más esfuerzos para alcanzar ese nivel, que requiere principalmente de mejorar la velocidad de la transmisión.

Para acelerar el paso de la transmisión, el CWB está planeando conectar las 80 estaciones seleccionadas. Antes de que la notificación de 30 segundos esté disponible, el buró planea desarrollar un sistema de alarma instantáneo, y para ello, remodelará ciertas instalaciones públicas con conexiones simultáneas. Los objetivos más importantes por ahora son los sistemas de manutención de vida en los hospitales, los sistemas de transporte público, las instalaciones de electricidad, y los rascacielos como el Taipei 101 el edificio más alto del mundo.

La Administración Nacional de Bomberos (NFA, siglas en inglés) del Ministerio del Interior estará entre los primeros en recibir un aviso del CWB. El terremoto de 1999 y la tragedia del Arroyo Pachang donde fallecieron cuatro personas durante una riada en julio de 2000 instaron al Yuan Ejecutivo a formar, a través de la Ley de Ayuda y Prevención de Desastres, un comité interministerial a cargo del control de daños y la recuperación en caso de un desastre natural. La NFA es ahora la unidad más importante bajo el comité responsable de las misiones de rescate. “El terremoto de 1999 y la tragedia del Arroyo Pachang marcaron el punto crucial donde el Gobierno comenzó a destinar fondos para diseñar un sistema de rescate más efectivo”, dice Huang Chi-min, director general de la NFA y vice jefe del comité.

La NFA también ha organizado 14 equipos de rescate de emergencia, entrenado cinco equipos de rescate e investigaciones especiales, y cuenta con la cooperación de 151 grupos de ayuda del sector privado. Además, tanto a los gobiernos locales como al central se les exige, conforme a la ley, establecer mecanismos de rescate e investigación para ayudar a la NFA y el comité en la protección de la propiedad y la vida de cada ciudadano. El NSC también financia un centro de tecnología bajo la NFA. El centro incluye tres grupos de trabajo que se concentran en tifones, terremotos, y otros desastres, y todos tienen la tarea de crear un mecanismo de alarma.

Asimismo, la NFA ha trabajado con otros países extranjeros, tales como Estados Unidos, Japón y Singapur para crear programas de entrenamiento y compartir información. Ha firmado un memorando de entendimiento para la cooperación de la prevención y protección durante desastres con la Oficina de Servicios de Emergencia del Gobernador de California. Sin embargo, queda mucho por hacer, agrega el Director General de la NFA, como por ejemplo, mejorar los sistemas de telecomunicación alámbricos e inalámbricos que son esenciales para los rescates exitosos.

Por supuesto, los desastres naturales estarán siempre entre nosotros, y siempre serán una amenaza, pero la inversión en investigación y los esfuerzos de rescate coordinados son medios valiosos, que nos pueden ayudar a superar los retos más difíciles presentados por las capas terrestres y la ira del cielo.

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