04/05/2024

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Taiwán Hoy

Apostando en la genética

01/07/2001
Ganar dinero con la biotecnología no es nada fácil. Pero si tiene éxito, el límite será el cielo.

lan Liaw está acostumbrada a enfrentar retos. Ella obtuvo un doctorado en química orgánica física en Estados Unidos, se quedó allí y trabajó primero para DuPont, luego para la Dirección de Alimentos y Drogas, revisando paquetes de información sobre nuevas drogas presentados por las empresas estadounidenses farmacéuticas. Hace cinco años, aceptó un llamado del Ministerio de Asuntos Económicos de la República de China (MOEA, siglas en inglés). Este deseaba establecer la Oficina para el Programa para Inversión Farmacéutica (BPIPO, siglas en inglés); ¿quería ella dirigirla? Por supuesto. Liaw regresó a Taiwan, y desde entonces ha tenido que resolver un problema tras otro. En resumen, la isla no era —ni es— nada parecido al sitio ideal para invertir en biotecnología. “Taiwan tiene que ponerse al día, o nos quedaremos rezagados y nos convertiremos en una sociedad atrasada”, enfatiza Liaw.

Según ella, la biotecnología está atrayendo mucho la atención tanto de países desarrollados como en desarrollo, porque tiene un peso importante en sus futuros. El Gobierno comenzó a mostrar un apoyo sólido por la novedosa industria local ya en 1984, contribuyendo a establecer un organismo sin fines de lucro llamado el Centro para el Desarrollo de la Biotecnología (DCB, siglas en inglés). El Plan de Desarrollo Nacional de Seis Años, un anteproyecto para la dirección del futuro industrial total de Taiwan, incrementó el debate al enfatizar los aspectos de la alta tecnología y el alto valor agregado del desarrollo. Tres de las diez industrias que fueron declaradas con derecho a recibir asistencia financiera del Gobierno en ese entonces, pertenecían a la categoría de biotecnología: farmacéuticas y químicas especiales, de cuidados médicos y prevención de contaminación.

La Sexta Conferencia Nacional sobre Tecnología, celebrada a principios de este año, resaltó la actual preocupación de Taiwan por estimular esta industria emergente. Los participantes del Gobierno y del sector privado redactaron una lista de metas y trazaron planes para asignar los recursos durante los próximos cuatro años. La biotecnología fue identificada en la conferencia, junto con la industria de tecnología de la información, como uno de los dos campos principales para los futuros programas de investigación y desarrollo.

“Doy crédito al Gobierno por trazar la dirección que debería tomar la isla”, dice Liaw en referencia al establecimiento del DCB con el patrocinio del Gobierno, que actualmente cuenta con un personal de aproximadamente 300 empleados. Pero ella también indica que esta institución, que está destinada a filtrar los frutos de la investigación académica hacia el sector privado, no está haciendo tanto como debería.

Incluso Chang Tse-wen, el presidente del DCB, acepta que el centro no estaba funcionando adecuadamente hasta hace uno o dos años. Antes de eso, pocas contribuciones académicas merecían ser comercializadas, por ello naturalmente, el DCB no tenía un récord impresionante de transferencia de biotecnología hacia las empresas. “Hoy, los científicos locales están cambiando su forma de pensar”, dice. “Son más serios en cuanto a desarrollar productos valiosos, con orientación hacia el mercado”. ¿Por qué? Según Yu Hsiang-lin, secretario general del DCB, la completación de un borrador de anteproyecto del genoma humano en junio del año pasado, estimuló el interés de muchos científicos locales en esta área. Ellos han quedado a su vez impresionados por el gran entusiasmo del Gobierno en los proyectos de biotecnología.

Apostando en la genética

Los inversionistas de Taiwan actúan como los corderos, apilando los microchips y llevándolos a la biotecnología, obedeciendo los instintos de la manada. Durante un reciente período de cuatro años, se produjeron más de US$1.200 millones en la nueva industria.

Establecer una política es un asunto, pero lograr resultados es otro. General Biologicals Corp. fundada en 1984, se especializa en la fabricación de equipos de diagnóstico, y es una de las empresas de biotecnología pioneras en el Parque Industrial Científico de Hsinchu. Su presidente, Stan Lin, es otro observador que siente que la industria biotecnológica de Taiwan empezó a avanzar apenas recientemente. “Gran parte del apoyo financiero para investigación y desarrollo del sector privado fue destinado a la industria electrónica”, dice. “Pero ahora ese campo ha llegado a una especie de saturación y está enfrentando algunas dificultades en su desarrollo, por ello los inversionistas taiwaneses están comenzando a pensar en otras industrias para el futuro”.

La respuesta obvia es la biotecnología, que es especialmente adecuada para Taiwan porque ni genera mucha contaminación ni requiere de mucho espacio. El número de seres humanos en el planeta está elevándose en forma constante, y a menos que los científicos puedan desarrollar biotecnologías más avanzadas, la calidad de vida de la gente se verá afectada. Por este motivo, la biotecnología se ha convertido en la estrella naciente. Según el MOEA, en 1997, el valor de producción de la industria biotecnológica de Taiwan totalizó NT$14.700 millones (US$459,4 millones), de los cuales la industria de alimentos representó el 51 por ciento, seguido por químicos especiales y medicina (35 por ciento), y “otras industrias” (14 por ciento). Se estima que para el año 2005, el valor habrá aumentado a NT$80.000 millones (US$2.500 millones), con la medicina y químicos especiales representando el 50 por ciento, seguido por la industria de alimentos (25 por ciento).

s muy difícil entrar en este mercado, pero una vez allí, se puede ganar mucho dinero”, dice Yen Pin-ho, jefe de la Primera División de la Dirección de Desarrollo Industrial (IDB, siglas en inglés). Quizás —pero los inversionistas deben colocar generalmente grandes cantidades de dinero en investigación y desarrollo, y luego esperar años para poder patentar algún producto. Entonces, aunque el potencial es muy grande, los inversionistas podrían aún terminar sin nada a cambio de su dinero y paciencia, en caso de que no se otorgue una patente después de todo el esfuerzo. Esto es especialmente cierto en el campo de los fármacos. “En casi todos los otros campos, una empresa se retiraría si no recupera el dinero invertido después de tres años”, indica Stan Lin. “Pero se requiere de mucho más tiempo para desarrollar una droga nueva. No puede esperar ganar dinero rápido si quiere entrar en este juego”.

¿Por qué son la investigación y el desarrollo tan importantes para la industria biotecnológica? Desde hace mucho tiempo, los empresarios de Taiwan han estado acostumbrados a fabricar artículos en base al sistema de fabricación de equipos originales (OEM, siglas en inglés). “Pero la manufactura debería ser algo del pasado. Deberíamos comercializar conocimiento, u otros productos ‘invisibles’”, dice Elan Liaw, quien está muy al tanto de que en la industria biotecnológica, la mayoría de las ganancias proceden de patentes que han sido conseguidas después de muchos años de duro trabajo. Por esta razón, el Gobierno ofrece ahora incentivos tributarios o de otro tipo a las empresas que solicitan patentes. Por ejemplo, en el pasado, cualquier propiedad intelectual derivada de proyectos patrocinados por el Gobierno pertenecía a éste, pero en 1999 se aprobó el Acta de Ciencia Fundamental y Tecnología, otorgando el derecho a la propiedad intelectual resultante, en su totalidad o parcial, a los particulares o instituciones que realmente realizan la investigación.

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La producción total de la industria biotecnológica de Taiwan en 1997 fue de US$459,4 millones. Más de la mitad de eso derivado de la industria de alimentos, seguido por la de químicos especiales y medicina, y “otras industrias”.

En Taiwan, entre las principales instituciones dedicadas a la investigación básica de biotecnología están la Academia Sínica, el Consejo Nacional de Ciencias, y diversos departamentos en universidades esparcidas por la isla. Los frutos de sus esfuerzos se dedican a las instituciones en el centro de la corriente del proceso de investigación y desarrollo. La mayoría de éstas son instituciones sin fines de lucro, tales como el DCB, que desarrolla y promueve técnicas antes de transferirlas al sector privado por medio de un proceso transparente que requiere de promoción y discusión en general.

También existe una próspera industria de evaluación. El Gobierno estableció el Centro para la Evaluación de Drogas en 1998, y desde 1999 ha subsidiado un proyecto para establecer centros para pruebas clínicas en cuatro de los principales hospitales de la isla. “En el pasado, aun cuando Taiwan tenía la habilidad de desarrollar drogas nuevas no sabía cómo evaluarlas”, dice Yen, del IDB. “Ahora la situación ha cambiado”. El plan de la isla para convertirse en un centro regional de biotecnología está comenzando a tomar forma. “Pero Taiwan será aceptado como un socio colaborador junto con otros países sólo si logra tener una infraestructura biotecnológica completa”.

Esto va unido a la intención del Gobierno de que Taiwan se convierta en un centro principal para llevar a cabo pruebas clínicas. Las autoridades están sosteniendo conversaciones con los gobiernos vecinos a fin de establecer una red regional para el intercambio de información y análisis, y están redactando un código común de práctica. Si el plan tiene éxito, y se llega a un conjunto de estándares regionales, los productos biomédicos de Taiwan podrían penetrar en otros mercados participantes con mayor facilidad, y viceversa, porque una droga sólo debería ser aprobada en un país para que sea disponible en otros.

La colaboración internacional es también significativa porque conduce a la importación de conocimientos valiosos. “Si las compañías biotecnológicas locales esperan por cualquier oferta de las instituciones de investigación y desarrollo patrocinadas por el Gobierno, entonces será demasiado tarde”, dice Elan Liaw. “Tiene que cooperar con las grandes empresas internacionales a través de empresas conjuntas. De esa manera se pueden obtener muchos beneficios, incluyendo las transferencias tecnológicas”.

Esta es una importante razón para que la compañía de Stan Lin haya invertido US$200.000 en Stem Cyte, una compañía biotecnológica estadounidense. “Se debe ir al extranjero a cooperar con los principales jugadores internacionales”, dice. “Hay que aprender sobre las técnicas más avanzadas en el mundo de hoy”. Pero ése es sólo uno de los beneficios que espera cosechar de su inversión. Según el acuerdo con Stem Cyte, esta última debe emplear equipos de diagnóstico fabricados por General Biologicals para examinar sus bioproductos, dejando libre a la compañía de Lin de ponerlos a la venta en el mercado abierto al mismo tiempo.

El Gobierno está también tratando de atraer la inversión extranjera, y el BPIPO dirigido por Elan Liaw, es un importante jugador en esta área. Hoy, los inversionistas consideran como primera parada la “ventana hacia la industria biotecnológica de Taiwan” del Gobierno, y sólo después entran en contacto con los empresarios. La responsabilidad de impulsar las inversiones en la industria biotecnológica de la isla era originalmente de la División Industrial Química de IDB, pero ésto no fue suficiente, y el Gobierno se dio cuenta muy pronto de que era imposible mejorar el sector biotecnológico con los recursos humanos de una sola división. Esta es la razón por la que, en 1996, el MOEA creó el BPIPO. Esta institución flexible está fuera del alcance de la estructura legal que se aplica generalmente a las agencias gubernamentales. Por ejemplo, puede contratar personal, negociar salarios y emplear el presupuesto estipulado a su discreción.

Otra iniciativa internacional de DCB es BioFronts, establecida en 2000. Este proyecto está diseñado para ayudar a los empresarios locales a adquirir biotecnologías del exterior, mediante el establecimiento de relaciones cooperativas con empresas extranjeras. “Muchas compañías locales quieren invertir en el sector, pero no saben dónde colocar su dinero, dice Chang Tse-wen. En su país, BioFronts emplea diez asesores que orientan a los recién llegados al mercado. Otros cinco profesionales han sido asignados a sitios de mayor concentración de empresas biotecnológicas en el mundo: Cuatro en Estados Unidos (Boston, San Diego, el Valle del Silicio, y una región que abarca Washington DC y Filadelfia), y una en el Reino Unido (Cambridge, Inglaterra).

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Desde que la ley fue cambiada en 1999, los investigadores pueden tener derecho a la propiedad intelectual parcial o total del resultado: éste es un ejemplo de los incentivos que ofrece el Gobierno en este campo.

Su misión es actuar como un casamentero, contactando tantas empresas pequeñas y medianas como pueda, y poniéndolas en contacto con posibles socios de Taiwan. Este es un papel esencial, porque es difícil para los taiwaneses entrar por sí mismos en el mercado estadounidense, según Otto Hsu, gerente del departamento de producción de General Biologicals. “Estados Unidos es el mercado más grande para los productos biotecnológicos en el mundo, pero ya es muy competitivo”, dice.

Los “matrimonios” exitosos tienen también potencial de resolver otro problema. La Dirección de Alimentos y Drogas de Estados Unidos ha establecido estándares muy altos para los productos que entran al mercado estadounidense, y satisfacerlos es un proceso costoso que requiere de mucho tiempo. Por esta razón, incluso General Biologicals, que exporta a más de cuarenta países, incluyendo miembros de la Unión Europea, tiene aún que penetrar en los mercados estadounidenses.

uede el software humano mantenerse a nivel con los desarrollos científicos? Alguien tiene que calcular los riesgos asociados con la inversión en una industria de tan alto riesgo, una área donde Taiwan es aún comparativamente débil. Considerando ésto, el año pasado el MOEA comisionó a la Universidad Nacional Chengchi para ofrecer cursos anuales sobre evaluación de inversión y asuntos legales pertinentes, tales como derechos de propiedad intelectual. Cincuenta candidatos elegidos del sector privado, cada uno con antecedentes en ciencias naturales, participó en la primera sesión, que duró tres meses. Casi la mitad de ellos ya tenía cierta experiencia en biotecnología, y se estima que el número de participantes será el doble este año. Algunos estudiantes son enviados al exterior para ampliar su visión global, pasando otros tres meses en Estados Unidos donde continúan sus estudios especializados.

Estos esfuerzos para estimular la investigación y la inversión han comenzado a mostrar resultados positivos. Según el BPIPO, durante los cuatros años desde 1997 a 2000, la inversión taiwanesa en la industria biotecnológica alcanzó al menos los NT$39.200 millones (US$1.200 millones), de los cuales el 40 por ciento procedió de compañías que se centran en productos tales como biochips y soportes para diagnóstico, 29 por ciento de compañías de capital arriesgado, 24,5 por ciento de compañías biofarmacéuticas, y 1,6 por ciento de medicina herbaria china. Esto representa un enorme aumento en los NT$4.900 millones (US$153,1 millones) gastados en el período de cuatro años entre 1993 y 1996.

Las cifras del DCB muestran que unas setenta compañías biotecnológicas comenzaron entre agosto de 1997 y agosto de 2000. El Grupo Asesor de Ciencia y Tecnología del Gabinete estima que habrá probablemente otras doscientas nuevas empresas biotecnológicas de pequeño y mediano tamaño en la isla durante los próximos cinco o seis años.

Sin embargo, a la industria biotecnológica de Taiwan le falta mucho por madurar. “Incluso Estados Unidos se encuentra en la primera etapa de este campo”, dice Chang Tse-wen. “Hay miles de compañías biotecnológicas en Estados Unidos, pero menos del 5 por ciento de ellas está produciendo beneficios. La mayoría de ellas está todavía realizando investigación y desarrollo”. A Taiwan le falta mucho por avanzar antes de esperar competir con sus ambiciosos vecinos, tales como Singapur y China continental, que ya han construido un parque industrial de ciencias de la vida en Shanghai, sin mencionar ponerse a la par con países avanzados como Estados Unidos y Japón. Chou Chen-kung, profesor de biología del Departamento de Ciencias de la Vida de la Universidad Nacional Yang Ming, piensa que el trabajo va más allá de la biotecnología neófita de Taiwan. “No hay esperanza, por lo menos a corto plazo”, dice francamente. “No puedo ver ninguna evidencia de la determinación del Gobierno para estimular el sector”.

La principal preocupación de Chou es el dinero. No se emplea el suficiente en la promoción de la biotecnología local. Chang Tse-wen, del DCB, aunque no critica al Gobierno de la República de China por su gasto limitado, sí señala el marcado contraste entre Estados Unidos y Taiwan en esta área. Según él, el Instituto Nacional Estadounidense de Salud gasta alrededor de US$15.000 millones al año solamente en trabajo de investigación básico, mientras que una gran empresa biotecnológica estadounidense invierte entre US$2.000 y $3.000 millones en investigación y desarrollo durante el mismo período. El Gobierno Central de Taiwan, por otra parte, ha destinado no más de NT$6.000 millones (US$187,5 millones) al desarrollo de biotecnología este año, sin garantía de que el monto aumentará en el futuro.

Chou Chen-kung acepta que hay un gran desfase entre Taiwan y Estados Unidos en términos de fuerza económica y tamaño de la población. Aún así, él concluye que en Taiwan se está invirtiendo demasiado poco dinero en la industria biotecnológica. ¿Qué sucede si los presupuestos son limitados? “¿Cuáles son las prioridades cuando se trata de políticas enmarcadas en cuanto al desarrollo industrial futuro?”, pregunta Chou. “No creo que el Gobierno esté indicando el camino a seguir de una forma clara, y no creo que esté mostrando suficiente resolución para seguir el camino correcto”.

Aún cuando los problemas financieros puedan superarse, a muchos observadores les inquieta otro asunto que amenaza el éxito futuro de la industria biotecnológica de Taiwan. En la isla se necesita tomar con seriedad la protección de las patentes que son la base de esta industria. La Oficina de Propiedad Intelectual del MOEA está revisando las leyes relevantes, para ponerlas al nivel de los estándares internacionalmente aceptados. Sin embargo, hay dudas sobre cuánto beneficio resultará de este ejercicio, en vista de la conocida ineficiencia de los legisladores de Taiwan, quienes no han demostrado gran interés en el futuro de la industria biotecnológica.

Obviamente, hay preguntas sin responder que son básicas para el desarrollo de la industria biotecnológica local. Pero eso no significa que no tenga futuro. Un signo alentador es que los gobiernos en todos los niveles son sólidos en su apoyo por este sector poco contaminante. “Muchos administradores locales han venido al MOEA por su propio acuerdo, ofreciendo terreno para las empresas biotecnológicas”, dice Yen Pin-ho, del IDB. “No es como en otras industrias, tales como la petroquímica, que no son bienvenidas en ningún lugar de la isla”.

Asumiendo la condición de capital adecuado, una vez que las patentes comiencen a llegar al mercado de la isla, las destrezas comenzarán a hacerse asequibles. Los recursos humanos del extranjero en Taiwan constituyen otra posesión valiosa. “Las compañías con la gente más talentosa pueden lograrlo”, insiste Yen, del IDB, enfatizando particularmente las contribuciones futuras de los estudiantes taiwaneses que actualmente cursan estudios de posgrado en el exterior. Elan Liaw es una de esas estudiantes que retornó de Estados Unidos, y está de acuerdo con que es importante persuadir a los profesionales con experiencia para que no trabajen en el exterior. “Las empresas biotecnológicas estadounidenses más exitosas contratan, por lo menos, a algunos chinos”, comenta, aunque recuerda añadir que es lamentable que no todos desean necesariamente volver a casa.

Quizás lo hagan en el futuro, una vez que Taiwan se convierta en un lugar mejor para vivir y trabajar. Pero es una carrera clásica contra el tiempo —una donde los competidores que actúan con rapidez para contratar gente talentosa, estimular inversiones, y crear patentes lucrativas serán los ganadores eventuales. Tarde o temprano, ella cree, Taiwan ostentará un número de gente talentosa y empresas exitosas que estarán determinadas a seguir el camino que ella está determinada a indicar.

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