19/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Cultivando la competitividad

01/07/2001
Hierbas medicinales: una área destacada por el Programa Nacional Científico y Tecnológico para la Biotecnología Agrícola.

principios de este año, el grupo de protección de cultivos y de semillas Syngenta International AG anunció que había completado el trazado del genoma del arroz, abriendo inimaginables posibilidades a los alimentos genéticamente modificados. El proyecto fue realizado en California. ¿Se ha logrado en Taiwan algo parecido?

Bastante curioso, en el laboratorio de genética molecular en el Instituto de Investigaciones Agrícolas de Taiwan (TARI, siglas en inglés) en Wufeng, Distrito de Taichung, un pequeño equipo de investigación está actualmente ocupado analizando más de cien variedades de arroz. Estas tienen diferentes formas, tamaños y texturas, y varían en color, desde el negro hasta el blanco, y desde el rojo hasta el marrón, pero en realidad todas son mutaciones de la misma especie , “Tainung 67”, el tipo de arroz más cultivado en Taiwan. Algunas de estas mutaciones podrían ser algún día productos comerciables —palomitas de maíz coloridas, quizás. Otras podrían conducir al desarrollo de genes que pueden usarse para mejorar la calidad del producto base.

En otro laboratorio de TARI, Tsay Hsin-sheng y su equipo están trabajando en el cultivo de tejido de varias hierbas medicinales. Una de ellas es un componente de Taxol, un tratamiento para el cáncer, derivado de la corteza de un tipo particular de abeto. La manufactura de suficiente Taxol para un ciclo de tratamiento para un paciente promedio de cáncer, requiere la corteza de entre siete y diez árboles de cien años. Estos árboles son caros, pero el dinero no es el verdadero problema. Esta especie de abeto ha sido clasificada en peligro de extinción, y cortar su leña para propósitos comerciales es ilegal. Sin embargo, no todo está perdido: las técnicas de cultivo de tejido han permitido que los componentes activos sean cultivados en un laboratorio, garantizando así a los médicos y pacientes de cáncer un suministro continuo de la droga a un precio razonable.

Muchas otras investigaciones sobre biotecnología agrícola están siendo realizadas en instituciones alrededor de la isla, pero el centro principal es todavía la ciencia médica. Esto sigue un patrón establecido en otros países. Por ejemplo, en Estados Unidos, en 1998, los productos agrícolas representaron un mero 3 por ciento de la industria estadounidense biotecnológica, y la biomedicina y la diagnosis biomédica representaron el 75 y el 17 por ciento respectivamente. En 1999, Taiwan fabricó productos bioagrícolas por un valor de NT$1.100 millones (US$34,4 millones), o el 5 por ciento de la producción total de la industria biotecnológica anual, mientras que los productos médicos, alimenticios y ambientales alcanzaron el 33,28, y el 24 por ciento respectivamente.

Aunque la agricultura sólo representa una pequeña porción de la industria biotecnológica global, es muy importante que ningún país la ignore. “La agricultura es el sector primordial de cualquier país, porque sin importar qué tan avanzada sea la tecnología, hay que alimentarse antes de hacer cualquier otra cosa”, dice Chen Yih-ming, director del Centro para Biotecnología de la Universidad Nacional de Taiwan. “Si ocurriera una escasez de alimento a causa de una sequía mundial, o si estallara la guerra y todos los suministros alimenticios importados de Taiwan fueran repentinamente recortados, nuestra propia agricultura sería nuestra única fuente de alimentos”.

El Gobierno está al tanto de ésto, lo que explica porque durante muchos años el sector agrícola de la isla ha disfrutado de tratamiento preferencial. Sin embargo, esa protección será removida cuando Taiwan entre a la Organización Mundial de Comercio (OMC). “La agricultura sufrirá probablemente más que cualquier otra industria cuando Taiwan se incorpore a la OMC”, indica Tsay Hsin-sheng. “Pero con la ayuda de la biotecnología agrícola, puede mejorarse y seguir siendo competitiva”.

Cultivando la competitividad

Los pollos sin plumas de GM pueden ahorrar tiempo al cocinero, pero ¿cuál es el costo ambiental?

¿Qué debería exactamente mejorarse? El Gabinete emprendió un Programa Nacional Científico y Tecnológico para la Biotecnología Agrícola en 1993. Este enumera siete áreas potenciales y listas para desarrollo: flores y plantas ornamentales, protección de plantas, acuicultura, vacunas para ganado, técnicas de poscultivo, protección ambiental y hierbas medicinales. Este fue un ejemplo de “mejor tarde que nunca”, porque ya en 1982 el Gobierno había señalado la biotecnología como una de las industrias claves para el futuro del país. A pesar de todo, la biotecnología agrícola está avanzando bastante rápido.

“En comparación con la biotecnología médica, los productos de biotecnología agrícola tienen un mercado mucho más reducido y generan menos ganancias”, dice Irwin Chu, gerente general de Taiwan Flower Biotechnology Co. “Por otra parte, la biotecnología agrícola requiere generalmente de menos investigación y tiempo de prueba, y sus productos no corren tanto riesgo una vez que empiezan a producirse”. Chu indica que una de las metas originales de la biotecnología agrícola era aumentar la producción de alimento, y así acumular los suministros nutricionales en algunas áreas del mundo, por ello al comienzo, se centró más o menos exclusivamente en la producción de alimentos básicos. Ahora que la tecnología se ha esparcido más, se está comenzando a utilizar productos “menores” tales como las flores.

a investigación de tecnología agrícola, en el sentido más amplio del término —cualquier método que contribuya a que un cultivo crezca mejor y más rápido— se conoce desde hace décadas. Por ejemplo, Taiwan ha sido famosa desde hace tiempo por sus industrias de acuicultura, frutas, y flores, y todas se han beneficiado de la biotecnología agrícola rudimentaria. Pero si se compara con la ingeniería genética por ejemplo, los métodos convencionales requieren de más tiempo, cuestan mucho más dinero y tienen una eficacia limitada.

La floricultura es un ejemplo interesante. Puede necesitarse entre diez o quince años para mestizar una flor particular en un color deseado, y la técnica funcionaría sólo si el color ya existe en esa especie; el mestizaje en sí mismo no puede crear un tono completamente nuevo. Pero utilizando el transplante de genes, puede producirse cualquier color en sólo meses. Wang Chang-sheng, un investigador asociado en el Departamento de Agronomía de TARI, está en el quinto año de un proyecto de investigación que implica tomar genes que controlan el color de la soja negra y transplantarlo a otras especies. El dice que la investigación se encuentra aún en las primeras etapas, pero si todo va bien, la industria de la floricultura de Taiwan podrá algún día producir cualquier flor, en cualquier color especificado por el cliente.

En términos de fondos y recursos humanos para investigación, Taiwan no está más atrasado que otros países avanzados en el campo de la biotecnología. La investigación relevante se lleva a cabo en casi todos los departamentos universitarios, así como también en instituciones como la Academia Sínica y TARI. En algunas áreas, tales como las técnicas de floricultura y de hierbas medicinales, Taiwan está actualmente a la vanguardia. La diferencia es que en otros países, la mayor parte de la investigación es realizada por el sector privado; en cambio, en Taiwan las instituciones académicas son las que realizan casi toda la investigación y desarrollo. Por desgracia, no todos los frutos de la investigación se han filtrado al sector comercial.

Cultivando la competitividad

Taiwan ha sido famosa desde hace tiempo por sus industrias de acuicultura, frutas, y flores, y todas se han beneficiado de la biotecnología agrícola rudimentaria.

El problema es la falta de comunicación y de compartir. “Un período de tres días exitosos no significaría mucho para un científico, pero puede ser muy importante para una compañía exportadora de flores”, dice Yang Ning-sun, un distinguido investigador de la Academia Sínica y director de la oficina preparatoria del Instituto de Ciencias Bioagrícolas de la misma. “Los científicos deberían escuchar las opiniones de los empresarios, porque son ellos los que luchan en el mercado; y éstos a su vez deberían expresar lo que desean, en lugar de estar esperando lo que les ofrezcan los científicos”.

Yang admite que los investigadores, algunas veces, se insatúan con ciencia esotérica que no produce ninguna aplicación práctica en años —y quizás nunca. No obstante, recientemente, más investigadores han comenzado a adoptar el concepto de biología translacional, que significa que se adoptan métodos de aplicar los resultados en un contexto comercial al establecer las metas de una investigación en primer lugar. Por ejemplo, el instituto de Yang, ha estado realizando investigación en tecnología de vacunas de ADN contra enfermedades contagiosas específicas de los cerdos, y se espera que éstas beneficien a los criadores locales de ganado.

La comercialización de la investigación se ha vuelto una de las principales metas del programa nacional de biología agrícola, pero en el mundo actual, todo el mundo sabe que sólo una pequeña fracción de la investigación realizada resultará en aplicaciones comerciales exitosas. Por ello, los científicos deben aguantar una gran presión. Con el fin de reducir los riesgos de fracaso, algunos de ellos se dedican a continuar proyectos de investigación viejos y exitosos, logrando desarrollos mínimos. “Apenas se puede hablar de investigación innovadora, si sólo se sustituyen las cuatro patas de metal de una silla por unas de madera”, dice Yang. “Pero es muy diferente, si se puede hacer una silla sin patas. Esa es la mentalidad que deberían poseer los científicos”.

Otra razón del porqué tantas de estas tecnologías no son transferidas al sector comercial es una mezcla de legalidad y burocracia. Irwin Chu tiene experiencia de primera mano sobre ésto. Durante más de dos años, él ha estado tratando, sin éxito, de patentar una especie de tuberosa que fue cultivada en un laboratorio universitario. El cree que el nuevo color y el suave olor de la flor serán un gran éxito en el mercado japonés, pero el complicado papeleo aún no ha terminado.

Cultivando la competitividad

Algunos cultivos importados de GM han servido para alimentar animales en Taiwan. “¿Cuánto riesgo podrá el público correr?”, pregunta un académico.

Los asuntos de financiamiento también son problemáticos. Los fondos para la mayoría de los proyectos de biotecnología agrícola proceden del Gobierno Central, de una manera u otra, y el Gobierno espera ver cierto resultado de su inversión. El resultado es que si una compañía hace fortuna al obtener cierta información, los científicos que la ofrecieron podrían hallarse en una disputa sobre quién tiene derecho a la mayor parte. “Los investigadores no queremos ese tipo de problema, por eso obedecemos las reglas”, dice Liu Dah-jiang, agrónomo y subdirector de TARI. “Hasta que la ley sea aclarada, supongo que no se puede hacer nada”. Afortunadamente, el Consejo de Agricultura está en el caso, y las reglamentaciones que especifican quién tiene derecho a qué serán publicadas pronto.

La larga espera para la investigación potencialmente lucrativa se ha vuelto una importante razón para la falta de inversión en investigación y desarrollo del sector privado. Taiwan Flower Biotechnology es una de las pocas empresas en la industria agrícola que tienen su propia instalación para investigación y desarrollo, pero Chu admite que el trabajo hecho allí es bastante básico, la mayor parte es de investigación en técnicas tales como el control artificial del suministro de luz para los cultivos, y la diseminación de fertilizantes. “El sector privado tiene que poseer sus propias instituciones de investigación y desarrollo, si las instituciones de investigación no pueden hallar buenos resultados”, dice. “La situación actual es que veo oro por todas partes, pero no encuentro la manera de recogerlo”.

¿Cuánto puede esperar la industria hasta que estos problemas sean resueltos? “En cierto sentido, no importa mucho: cuando se trata de tiempo, digamos, aunque una rosa azul sea muy popular en el mercado, cualquier demora podría arruinarlo todo”. “La biotecnología es como la industria de la moda —si no puede vencer el reloj, se quedará afuera”, dice Wang Chang-sheng. “Cuando se ve algo con potencial, se pone todo el empeño posible en obtener resultados en el menor tiempo posible. Esa es la única forma de competir”.

Por desgracia, la mayoría de la gente que opera actualmente el sector agrícola de Taiwan aún tiene que adoptar este método. “Ellos han sido sobreprotegidos por el Gobierno durante tanto tiempo que no sienten el viento frío a sus espaldas”, dice Chu. “Ellos creen que si algo sale mal, todo lo que necesitan es organizar una marcha, arrojar unos cuantos huevos, y el Gobierno resolverá cualquier situación”. Pero aparte de contribuir con el mejoramiento de la industria, el Gobierno no tiene realmente mucho que hacer en este mercado globalizado y liberalizado de hoy. Lo que realmente necesita el sector es un laboratorio donde se pueda hallar un gen que le haga resistente a la competencia. Hasta entonces, el desarrollo será seguramente lento y fragmentado.

Popular

Más reciente