06/05/2024

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Taiwán Hoy

Gustos modificados

01/07/2001
Taiwan todavía no cultiva sus propios productos genéticamente modificados. Pero el maíz y la soja importados, y genéticamente modificados, están presentes en la dieta de casi todos los ciudadanos.

urante miles de años, los agricultores sudaban en los campos para cortar la maleza y repeler los insectos que ponían en peligro sus cultivos. Sin embargo, hoy día gran parte de esa carga ha sido transferida a la tecnología moderna. A través de la ingeniería genética, los científicos han logrado modificar plantas y animales a fin de volverlos resistentes a enfermedades o a la maleza. Con la investigación también se han encontrado maneras para mantener las frutas y hortalizas frescas por más tiempo, que tengan mejor sabor, y sean más nutritivas. Algunos de estos organismos genéticamente modificados, tales como el maíz y la soja, han sido cultivados comercialmente y puestos en el mercado desde 1996.

La investigación en este campo lleva años en Taiwan, con resultados tales como el arroz tolerante a pesticidas, papaya resistente a enfermedades, peces transgenéticos, abalones de rápido crecimiento, y varios otros. Aunque ninguna de estas investigaciones ha sido hasta ahora llevada a la producción comercial, los residentes de Taiwan ya han sido expuestos a alimentos modificados del exterior. El año pasado, por ejemplo, la isla importó alrededor de 5 millones de toneladas métricas de maíz y 2,3 millones de toneladas métricas de soja. Según las cuentas no revisadas por el Departamento de Salud (DOH, siglas en inglés), el 50 por ciento de esos frijoles de soja y 30 por ciento del maíz eran productos genéticamente modificados. Algunas de los productos importados se usaban como alimento para animales, y el resto se empleó como alimentos y condimentos que son parte de la típica dieta china, tales como tofu y salsa de soja. En otras palabras, casi todo el mundo en Taiwan ha comido alguna vez alimentos genéticamente modificados, a sabiendas o no.

Es casi seguro que no fue conscientemente, y la colocación de etiquetas es sólo uno de los aspectos de los alimentos genéticamente modificados que ha sido tema de mucho debate en Taiwan, así como en otros lugares. Otros asuntos debatidos incluyen el argumento fundamental sobre si los científicos deberían “desempeñar el rol de Dios”, y las preocupaciones sobre el efecto posible de los organismos genéticamente modificados en el ambiente y sistema ecológico de la isla. Un producto inmune a los pesticidas, por ejemplo, permitiría a los agricultores usar mayores concentraciones de químicos que aseguren la cosecha, mientras que el cultivo de una planta resistente a los insectos podría conducir a la extinción de los insectos que dependen de esa planta para su supervivencia.

Para el público general, el hecho de que los alimentos genéticamente modificados sean dañinos para la salud es más importante que el bienestar de la población de insectos. Los científicos mantienen que hasta ahora no hay prueba de que ningún producto en el mercado sea peligroso. Sin embargo, mucha gente cree desde hace mucho tiempo que los alimentos genéticamente modificados no han estado a la venta, a la espera de que surgan más datos e información. Yang Ning-sun, un investigador distinguido y director de la oficina preparatoria del Instituto de Ciencias Bioagrícolas de la Academia Sínica, sostiene por otra parte que es posible calcular los riesgos de comer alimentos genéticamente modificados con cierta precisión, y que son menores que aquéllos asociados con comer alimentos que contienen pesticidas, o tomar agua procedente de fuentes contaminadas.

Gustos modificados

La gente puede estar confundida sobre los beneficios y perjuicios de jugar con los genes, pero algo es cierto: ellos quieren que se coloquen etiquetas para ayudarlos a elegir el producto que desean consumir.

Yang solía trabajar para una compañía estadounidense que desarrollaba maíz y soja genéticamente modificados, que se cultivan ahora con fines comerciales. “Yo no niego los riesgos, pero la valoración de esos riesgos es algo que puede y debería discutirse racionalmente”, dice. “¿Es uno en mil, un millón o un trillón? y ¿cuánto riesgo pueden correr los taiwaneses?” Hasta ahora, por desgracia, han habido pocas de estas discusiones.

La ironía es que muchos oponentes de los alimentos genéticamente modificados no comprenden realmente la situación. El pasado septiembre, Gallup Taiwan fue comisionada por el DOH para realizar una encuesta sobre las actitudes de la gente frente a este asunto. Los resultados mostraron que aunque el 51 por ciento de los encuestados estaban preocupados por los efectos negativos posibles en la salud humana, y el 67 por ciento creyó que reestructurar los genes podría poner en peligro el ecosistema, más de la mitad de ellos no conocía los beneficios y riesgos asociados con los alimentos genéticamente modificados, y un tercio no sabía qué productos de este tipo se hallaban disponibles en los supermercados de la isla. “Los organismos genéticamente modificados se han vuelto grandes y poderosos, y deberían naturalmente ser examinados por la sociedad y tratados con precaución”, dice Yang. “El problema es que queremos hablar sobre ello, pero nadie está realmente seguro sobre lo que deberíamos estar hablando”.

A pesar de todo, la mayoría de la gente reconoce que la producción comercial de alimentos genéticamente modificados está lentamente volviéndose una tendencia mundial y que por ello necesita ser regulada hasta cierto punto. Actualmente, la ciencia está más adelantada que la ley, pero el DOH está redactando un proyecto de ley que exigirá el rotulado adecuado para los alimentos que contienen más del porcentaje especificado de componentes genéticamente modificados. La ley no está programada para ser implementada hasta dentro de dos años, aunque ya han surgido discusiones sobre el “porcentaje especificado”. La disputa se centra en si el 5 por ciento (la preferencia del Gobierno) es la cifra correcta, o si debería quizás ser sólo el 1 por ciento.

Un punto que se observó claramente de la encuesta de Gallup fue que no menos de las tres cuartas partes de los encuestados creyeron que los alimentos genéticamente modificados deberían ser rotulados de alguna manera. Así como el viejo debate sobre si Taiwan necesita otra planta nuclear, éste sobre los riesgos asociados con los alimentos genéticamente modificados podría durar varias décadas más. Hasta que sea resuelto este asunto, la gente de Taiwan sólo quiere tener el derecho de elegir.

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