30/04/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

De microchips a biochips

01/07/2001
Tras una inversión de US$250-350 millones para desarrollar una droga nueva, y pasar de diez a catorce años en investigación, hay sólo un 10 por ciento de probabilidades de descubrir una fórmula exitosa.

onducirá a una cura para el cáncer, el Sida, y Alzheimer, permitirá la creación de bebés diseñados bellos y saludables, y muchas otras cosas. La biomedicina es la industria de la que más se conversa desde que las empresas del Internet invadieron la conciencia del público. Pero a pesar de los esfuerzos de Taiwan por promover una industria propia durante los últimos diecinueve años, aún se haya detrás de Estados Unidos y Europa. Con 180 compañías de biotecnología, en comparación con las 1.400 de Estados Unidos, la isla aún tiene mucho camino que recorrer.

El reciente mapa del genoma humano afectará seguramente en gran medida el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades, la creación de nuevas medicinas y la alteración genética. Pero los científicos están de acuerdo con que la aplicación de la nueva investigación a las drogas y tratamientos necesitará un tiempo igualmente largo que el que se tomó para hallar el código genético humano –y quizás aún más largo.

Con la idea de crear un “segundo milagro económico”, el Gobierno de Taiwan emprendió su programa de biotecnología en 1982, usando una fórmula que fue exitosa en el desarrollo de la industria de electrónicos de la isla. Los incentivos incluyen exenciones tributarias, concesiones para investigación y desarrollo, préstamos a bajo interés, y terrenos subsidiados. Y ahora que Taiwan cuenta con una sólida base en electrónicos, información tecnológica, y fabricación de semiconductores, la isla parece el lugar ideal para desarrollar tecnologías tales como biochips y bioinformática.

El programa ha atraído a muchas compañías e inversionistas; sin embargo, los observadores de la industria indican rápidamente las insuficiencias de los planes del Gobierno. Hay demasiadas organizaciones que realizan funciones similares, lo que ocasiona solapamiento en la investigación, fiera competencia por fondos, y falta de coordinación. Entre tanto, los inversionistas han sido criticados por ser poco realistas en términos del tiempo requerido para obtener ganancias en este campo de intensiva investigación. La investigación y desarrollo de drogas es un juego de apuestas de extraordinario alto riesgo; típicamente se requiere de una inversión de US$250-350 millones y de diez a catorce años de investigación, con sólo un 10 por ciento de probabilidades de éxito.

Taiwan no carece de fondos, pero sí carece de un plan consistente que respalde su industria biomédica, como lo señalaron los críticos durante un seminario sobre biotecnología organizado por la Fundación del Banco de Desarrollo Industrial de China en marzo. “Diría que nuestro gobierno no cuenta con muchas estrategias sólidas para desarrollar la biotecnología”, dijo Chang Tse-wen, presidente del Centro de Desarrollo para Biotecnología del Gobierno, según un reportaje del Taipei Times. “Quizás el Gobierno haya celebrado muchas reuniones, éso es cierto; pero no ha desarrollado muchas estrategias”.

De microchips a biochips

La librería de genes de la Academia Sínica. Sólo una minoría de los 30-40.000 genes que se pensaba que existían en el cuerpo humano son objetivos posibles para el desarrollo de drogas.

Una medida que ha tenido cierto éxito, se refiere a la contratación de científicos chinos que han establecido una sólida carrera en biotecnología en el extranjero. El Ministerio de Asuntos Económicos (MOEA, siglas en inglés) emprendió el Programa Oficial de Inversión Biotecnológica y Farmacéutica (BPIPO, siglas en inglés) en 1995 con este objetivo. A finales del 2000, ya habían cincuenta y dos proyectos de inversión en biotecnología, con una inversión de capital de NT$26.200 millones (US$819 millones).

Un ejemplo del tipo de talento que quiere atraer el Gobierno es Ellson Chen, de Celera Genomics, con sede en Estados Unidos, considerada la Intel de la biotecnología, que publicó el mapa del genoma humano en el número 16, de febrero de la revista Science. Chen, científico jefe del proyecto, anunció en octubre de 2000 que dirigirá Celera Asia, un centro de investigación y desarrollo que se construirá en el Parque Industrial Científico de Tainan, Taiwan, en la segunda parte del año 2001. Con una capitalización de NT$2.500 millones (US$77 millones), el proyecto cuenta con importantes aliados como President Enterprises y Ho Tung Chemical como respaldos privados. Un importante atributo del centro es tener acceso a la investigación genética de Celera Genomic. Con ello, Celera Asia espera construir una base de datos de información genética que conducirá al desarrollo de la medicina y la terapia de genes, para curar enfermedades comúnes en el Este Asiático.

Otro prosélito es Hardy Chan, de ScinoPharm. Invitado a Taiwan en 1994 por la Academia Sínica para ofrecer asesoramiento en la construcción de esta nueva industria en la isla, al principio Chan no estuvo satisfecho con lo que vio. “Sabía que el Gobierno quería promover esta industria”, dice el vicepresidente de ScinoPharm. “Pero francamente, en ese entonces, no era muy optimista, porque esta industria requiere de una visión amplia. Muchos inversionistas taiwaneses no comprenden mucho sobre este sector o tienen falsas expectativas sobre las ganancias, en base a su experiencia en la fabricación de electrónicos o semiconductores”.

A finales de 1994, a pesar de estas inquietudes, Chan –quien era el vicepresidente de la compañía farmacéutica estadounidense Syntex– estableció ScinoPharm junto con otros tres ejecutivos de Syntex. Esta inversion conjunta de NT$4.540 millones (US$140 millones) entre los sectores público y privado incluyó la inversión de President Enterprises y Taiwan Sugar Corp. Chan y sus socios quedaron impresionados con el costo de la planta de US$120 millones y los dos años que se tardó en construir. “Una planta similar en Estados Unidos hubiera tardado tres o cuatro años en construirse, y costado al menos tres o cuatro veces más”, agrega.

Citanto a Taiwan Semiconductor Manufacturing Co. como un modelo comercial, Chan dice que ScinoPharm está concentrándose en la manufactura de ingredientes fármacos activos para compañías famosas. “La paciencia del inversionista es limitada”, indica. “Necesitamos tener instalaciones y productos antes de empezar a pensar en ganancias. Este modelo comercial de fabricación de equipos originales (OEM , siglas en inglés) nos ayudará a formar una base sostenible y, lo más importante, a establecer la habilidad acreditada para trabajar junto con las compañías extranjeras líderes”.

Taiwan Genome Sciences es otra compañía que se ha lanzado al campo de la biomedicina. Anunciándose como la primera compañía integrada de investigación y servicio de genoma de Taiwan, Taiwan Genome Sciences está trabajando en el descubrimiento de nuevas drogas, la manufactura de biochips, servicios de genoma para clientes, y bioinformática. Establecida en abril del 2000 con NT$200 millones (US$6 millones) invertidos entre President Enterprises, el Grupo Yuen Foong Yu, y la Academia Sínica, Taiwan Genome Sciences es dirigida por Andrew Kuo, quien también regresó de Estados Unidos y ocupa el cargo de director ejecutivo de la empresa. “Antes de establecer la compañía, me pregunté qué papel podría Taiwan desempeñar en esta industria, y de dónde podrían sacarse ganancias”, dice Kuo. “La respuesta para ambas preguntas es el descubrimiento de drogas nuevas”.

De microchips a biochips

Taiwan tiene dos ventajas en el estudio genético de medicina herbolaria china: la materia prima y los datos históricos.

Al igual que Chan, Kuo quedó impresionado con la habilidad que tiene Taiwan para hacer las entregas. Situada en un terreno de 7.200 pies cuadrados, equipada con la maquinaria más moderna, incluyendo el sistema de ensamblaje de biochips automático, la instalación está diseñada para realizar experimentos bioquímicos generales en una ambientación industrial. “La tecnología genómica y auxiliar conducirá a muchas más oportunidades en el descubrimiento y desarrollo de drogas. Pero el punto de reducción biotecnológico actual es cómo ir de la información genómica a las drogas convalidadas”, indica.

Para acelerar el proceso, Kuo dice que su compañía ha forjado alianzas con compañías extranjeras, tales como Pheno Genomics Corp., con sede en Seattle. “La industria aquí aún no ha madurado”, dice. “La mayoría de las compañías biotecnológicas son pequeñas y no lo suficientemente competitivas en la escala global. Las alianzas estratégicas con compañías extranjeras son por lo tanto esenciales”.

a investigación oportuna juega el papel más importante en el éxito o fracaso de esta costosa apuesta. Con esto en mente, institutos como la Academia Sínica, el Instituto de Investigaciones de Tecnología Industrial, el Consejo Nacional de Ciencias, y el Instituto Nacional de Investigación para la Salud han hecho sus apuestas.

La Academia Sínica estableció el Instituto de Ciencias Biomédicas (IBMS, siglas en inglés) en 1981. Con su iniciativa de traducir el conocimiento derivado de la investigación básica a las áreas clínicamente relevantes, el instituto ha promovido la colaboración con tres importantes hospitales, incluyendo el Hospital de la Universidad Nacional de Taiwan, el Hospital General de Servicio Triple, y el Hospital General de Veteranos. “Uno de los aspectos más emocionantes es el desarrollo de tecnologías y productos nuevos”, dice Lee Sho-tone, subdirector de IBMS. Algunos de estos productos, tales como el método de identificación de cáncer cervical, así como también varias vacunas de ADN, están en el proceso de ser patentadas.

A la par de toda esta rica información, Kuo, de Taiwan Genome Sciences, también ha establecido relaciones cooperativas con varios institutos. Esas conexiones han permitido a su compañía procurarse de tecnologías y destrezas clave en microestructura, secuencia de ADN, información de ADN, y gestión de información clínica. Kuo siente que la calidad de los recursos humanos en Taiwan es muy buena, y el nivel de investigación de sus académicos ha alcanzado estándares internacionales.

Sin embargo, el Gobierno ha prohibido que el personal de investigación académica establezca compañías o trabajen como asesores en el sector comercial. “La falta de intercambio de información es un obstáculo para el desarrollo de la biotecnología en la isla”, dice Lee, del IBMS. “La situación también está contribuyendo al continuo escape del talento académico hacia el más lucrativo sector comercial”. “Además de flexibilizar las reglamentaciones”, indica, “el Gobierno debería también facilitar las inversiones a gran escala, y dejar que las compañías privadas se pongan al día”.

Por otra parte, son numerosos los ejemplos de la contribución financiera del Gobierno a la industria. El proyecto de Celera Asia recibió un impulso de NT$500 millones (US$15 millones) de parte del Fondo para el Desarrollo del Gabinete de Taiwan, y el Gobierno fue un inversionista fundador en ScinoPharm. En diciembre de 2000, anunció planes de gastar US$5.000 millones durante un período de cinco años para ayudar a impulsar la industria de la biotecnología.

El Gobierno fue alabado por sus esfuerzos en la promoción de la industria biomédica de la isla, dice Su Tsann-long, investigador del IBMS, pero no debería ser el principal inversionista. “Una de las grandes ventajas de Taiwan es que posee un importante número de conglomerados comerciales dispuestos a invertir en esta área”, dice. “El único problema es que están buscando ganancias a corto plazo. Un plan a largo plazo tendrá que desarrollarse lentamente”.

demás de los problemas de personal y la impaciencia de los inversionistas, la industria carece de un liderazgo firme. Jerome Shen, vicepresidente asociado de la firma de inversión conjunta Cheng Xin Technology Development Corp., dice que hay demasiadas organizaciones gubernamentales e instituciones académicas realizando la misma o similar tarea. Este solapamiento ha conllevado a una fiera competencia entre grupos que deberían estar cooperando y compartiendo sus datos de investigación. “El Gobierno debería establecer un instituto de servicio coherente que ofrezca diversas instituciones de investigación y desarrollo para que funcionen como una base para la industria”, sugiere Shen. “Esto reducirá los costos para las empresas privadas y hará el proceso de investigación más eficiente”.

Hay muchos ejemplos. El Centro de Desarrollo para Biotecnología del Gobierno y el BPIPO parecen tener los mismos objetivos; mientras que la Academia Sínica ha establecido un número de instituciones especializadas, tales como la IBMS y el Instituto de Biología Molecular. También tiene planes de establecer un centro para genómica con el Instituto Scripps, la organización de investigación sin fines de lucro privada más grande en Estados Unidos. Entre tanto, el Instituto de Investigaciones de Tecnología Industrial, una organización local de investigación y desarrollo sin fines de lucro, estableció el Centro de Ingeniería Biomédica (BMEC, siglas en inglés) en 1999.

Considerando la crítica sobre sus esfuerzos, el Gobierno está tomando medidas para mejorar el ambiente tanto para las compañías de biotecnología como para los consumidores, dice Hu Yu-pu, director de la Oficina de Asuntos Fármacos del Departamento de Salud (DOH, siglas en inglés). “Estamos llevando a cabo cambios en el sistema legal para proteger a los consumidores, y tratando de educarlos con anuncios públicos sobre actividades de investigación y desarrollo, así como también la aplicación de procedimientos para drogas nuevas”, indica. “También estamos ofreciendo orientación sobre reglamentaciones y asistencia a las compañías locales de biotecnología, para que puedan ahorrarse algunos esfuerzos en la investigación”.

Simplificar el proceso desde la investigación hasta el producto final es la meta de BMEC. “Queremos actuar como un puente entre los académicos y el sector comercial”, dice Johnsee Lee, director general del centro. Y porque los inversionistas no están dispuestos a correr altos riesgos a largo plazo inherentes a la industria, BMEC quisiera actuar como pionero en la cooperación con el MOEA para realizar la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías y transferirlas al sector privado, para disminuir el riesgo de inversión.

Lee indica que la superioridad de Taiwan en la manufactura de electrodomésticos y semiconductores contribuirá a desarrollar un sólido conocimiento en biomedicina. El objetivo principal de la investigación y desarrollo de BMEC abarca biochips, bioinformática, ingeniería farmacéutica, y artículos e instrumentos médicos. El centro ya ha desarrollado biochips para detectar hepatitis y tuberculosis.

a isla también tiene otra ventaja. “Taiwan posee las materias primas y la información histórica para estudiar medicina china”, dice Lee, del BMEC. “Con la información del genoma humano, seremos capaz de obtener mayor entendimiento sobre la descomposición genética de las hierbas chinas”. Con un mercado doméstico valorado en NT$24.000 millones (US$750 millones), el MOEA identificó la medicina china como el objetivo de las aplicaciones biotécnicas en 1998. Este año, proyectó un plan de desarrollo de cinco años que incluye inyectar NT$3.500 millones (US$109 millones) en la investigación del sector privado sobre plantas y pruebas médicas.

Hasta ahora, los desarrollos más impresionantes en medicina herbolaria china han sido en el tratamiento de Sida. Wisdom Lin, subdirector general de Genic Biotech Co., junto con su equipo de investigacion, ha pasado los últimos diez años estudiando los diversos efectos de ciertos extractos de plantas en los virus, particularmente en la hepatitis B, hepatitis C, y el virus de inmunodeficiencia humana (HIV, siglas en inglés). Una nueva composición herbolaria ha sido experimentada en el Centro de Investigación para el Análisis del Sida en Alemania, con resultados prometedores. Una vez que el DOH otorga su aprobación, las pruebas clínicas se llevarán a cabo en Taipei, y los resultados se analizarán en Estados Unidos. El tiempo completo para la aprobación de drogas nuevas en Taiwan ha ido de 485 días en 1999, a 212 días en la actualidad. Esto se compara con uno y tres años en Estados Unidos y Japón respectivamente.

Las compañías de biotecnología de Taiwan son aún pequeñas en comparación con las estadounidenses. Pero el empresario-capitalista Jerome Shen cree que la isla tendrá poca dificultad para resolver sus defectos en tecnología y recursos humanos. Sin embargo, las expectativas poco realistas de los inversionistas y la falta de un plan cohesivo por parte del Gobierno seguirán siendo obstáculos reales. “Como la biotecnología requiere de una gran inversión durante un largo período de tiempo, le llevará otros dos o tres años para ver si este tipo de mercado de capital podrá desarrollarse en Taiwan”, dice. “Pero en vista del énfasis del Gobierno en el desarrollo de la biotecnología, un mayor número de compañías se dedica seriamente a este campo. Esto, a su vez, generará mayor interés”. Mientras existen dudas de si Taiwan podrá convertirse en una nueva base para la biomedicina en poco tiempo, ya ha comenzado a pavimentarse el camino para un futuro prometedor.

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