28/04/2024

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Taiwán Hoy

Una feria de negocios en Taipei

01/07/1996
Foto de Ku Chin-tang La Exhibición Internacional del Libro de Taipei 1996 atrajo a más de 200.000 visitantes, y a casi 600 casas editoras. Es la feria de libros más grande de Asia, y probablemente la cuarta más grande en el mundo.
Los personajes populares de caricaturas, representados por esas gloriosas figuras de colores pri­marios, bailando a lo largo del tabique que demarca la "República de las Caricaturas". El adorable Principito del autor francés Antoine de Saint-Exupéry anda de estrella en estrella en la pantalla de los monitores de TV. Los editores y libreros se sientan frente a frente a conversar sobre negocios, mientras que los amantes de la literatura entierran sus cabezas en los libros, libros y más libros: biografías en chino, manuales, y poemas en japonés, alemán, francés, español...

Ese era el panorama en la Exhibición Internacional del Libro de Taipei 1996 (TIBE), que ocupó el Centro de Comercio Mundial de Taipei durante seis días en el mes de enero. Esta feria del libro bienal, patrocinada por la Oficina de Información del Gobierno (GIO) y este año organizada por la China Times Publishing Co., atrajo a lumbreras tales como Peter Weidhaas, Gerente General de la Feria del Libro de Francfort; Francesca Ferrari, Directora de la Feria del Libro Infantil de Bolonia; y Hirotada Kotaki, Presidente de la Corpo­ración Tohan, una de las compañías dis­tribuidoras de libros más grandes deJapón. Con un total de 1.316 puestos reservados por 588 editoriales de 34 países y regiones, y más de 200.000 visitantes, la TIBE 1996 puede pretender justificadamente ser la feria del libro más grande de Asia, y es probablemente la cuarta más grande del mundo.

"Es muy emocionante ver una feria tan grande, con editores de tantos países reunidos", dice Carol Risher, Vicepre­sidente encargada de los derechos de autor y nueva tecnología de la Asociación de Editores Estadounidenses, en su primera visita a Taipei. "Estoy muy animada por el tamaño de la exhibición, y el entusiasmo",

La feria atrajo a una gran multitud de personas y compañías interesadas en los negocios, desde gigantes industriales tales como Dorling Kindersley hasta artistas gráficos poco conocidos de Finlandia y Norteamérica que están ansiosos de pro­mover su trabajo. La mayoría de la gente expresó sus elogios. "La feria fue maravi­llosa", dice Theodore Efstathiadis, Presi­dente del Grupo Efstathiadis de Grecia y un partidario regular de la TIBE. El tuvo una buena razón para decir eso: algunas compañías locales tales como:Acme Cultural Enterprise Co. mostraron interés en la compra de los derechos de los libros de textos en idioma inglés que él trajo.

El organizador de la feria, la China Times Publishing Co., hizo todo lo posible para garantizar el éxito de la feria. Una iniciativa en particular, que quizás fue copiada de otras importantes ferias del libro fue muy ventajosa: se trató de satis­facer los intereses de los visitantes locales, y los jóvenes apasionados por los libros de tiras cómicas, no fueron olvidados. Aparte de diversos seminarios —donde se ago­taron las entradas― sobre temas tales como edición electrónica, así como la circulación y distribución, también hubo un número de exhibiciones especiales, incluyendo la celebración del Vigésimo Aniversario del Premio Trípode Dorado, patrocinada por GIO para enaltecer los logros en la publi­cación de libros de la República de China.

Los esfuerzos del organizador va­lieron la pena. La Exhibición "República de las Caricaturas" ilustró el desarrollo de los libros de caricaturas en Taiwan durante los últimos cincuenta años y mostró ejemplos del trabajo de artistas japoneses, americanos, y europeos. Los caricaturistas potenciales pudieron afilar sus destrezas dibujando en las paredes preparadas especialmente para la muestra. Y más allá en el pasillo, la "Plaza CD-ROM" sirvió para educar a los visitantes sobre el tema de la edición electrónica. La gente se amontonaba en la plaza, probando los programas de enseñanza a través de computadoras, o indagando su futuro con los programas de adivinación, todo el tiempo casi ensordecidos por la música que generaban las computadoras.

¿Por qué se hizo tanto esfuerzo para garantizar el éxito de la feria? Una respuesta es la necesidad de mantener el ímpetu que, por cualquier medida, era recomen­dable. La TIBE se realizó por primera vez en 1987, en la Biblioteca Nacional Central de Taipei, y atrajo a casi 300 editoriales de once países. Nueve años después de esa TIBE, la quinta, atrajo el doble, más de 250 fueron compañías locales.

"Los editores extranjeros reconocen que Taiwan constituye un mercado potencial", dice Hsu Chiu-huang, Director del Departamento de Asuntos Editoriales de GIO. "Sin ese reconocimiento, el número de países participantes nunca hubiera aumentado tan rápido". Aún más, ésto puede ser una de las primeras indicaciones de que la República de China está teniendo éxito en su plan de convertirse en el primer centro de publicaciones en idioma chino del mundo. La TIBE se ha vuelto un gran bazar: un destino esencial para cualquier interesado en comprar y vender libros y derechos subsidiarios a través de Asia.

El plan del Gobierno de la República de China parece ser muy ambicioso. Pero está determinado a seguir hacia adelante, y la TIBE es parte de la estrategia oficial. El objetivo es llevar a la TIBE a una posición equivalente a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara para las publicaciones en idioma español: un foro de selección donde los editores locales prefieren discutir directamente los asuntos de los derechos entre ellos y con los editores extranjeros, en vez de hacerlo a través de los agentes. Siguiendo la sugerencia de Peter Weidhaas, el impulso de convertir a Taipei en la feria de los derechos para todas las publicaciones en idioma chino en Asia fue el tema oficial de la feria de este año.

Maricarmen Canales, Directora de la Feria Internacional del Libro de Guada­lajara, México, comenta que la meta es "una buena iniciativa", pero advierte que "no se pueden esperar resultados inme­diatos, ni siquiera en las dos o tres próximas ferias". "La Feria de Guadalajara fue fun­dada por la Universidad de Guadalajara en 1987, al mismo tiempo que la primera TIBE. Nueve años después, Guadalajara se ha establecido como el centro más impor­tante de publicaciones en idioma español. Según Canales, sin embargo, todavía no ha logrado generar un gran mercado de derechos de autor, aunque se llevan a cabo importantes contratos de distribuciones y traducciones. "Una feria de derechos ne­cesita muchos años para desarrollarse", dice ella, "porque los editores están acos­tumbrados a hacer negocios exclusivamente en Francfort, a pesar de que Francfort no tiene ningún enfoque en particular".

La mayor parte de los negocios de derechos de autor concierne los éxitos de librería y los libros de autores de renombre. Canales cree que sólo las grandes com­pañías, en particular las de los Estados Unidos, están dispuestas a gastar el dinero necesario para hacer la promoción. "Tomemos como ejemplo, Stephen King", dice ella. "Cada vez que escribe un libro, su editor puede imprimir un millón de copias y hacer una promoción por todo el mundo. Todos querrán comprar ese libro". En un país como México, por el contrario, donde el presupuesto de las casas editoras es limitado, sería un gran acontecimiento que algún libro llegara a cruzar las fronteras y lograra ser publicado en los Estados Unidos.

¿En dónde se sitúa Taiwan? El actual éxito de la TIBE es en muchos aspectos un tributo a la vitalidad y sofisticación del mercado editorial local. Pero, ¿cuáles son las características especiales del mercado? , y ¿qué dificultades enfrenta?

Rex How, Presidente de la China Times Publishing Co., cree que la República de China tiene todo lo necesario para convertirse en el centro más importante de publicaciones en idioma chino: buena ubicación geográfica, un índice moderado de precio al detal, y una floreciente industria editora. Sin embargo, otras ciudades tales como Pekín, Hong Kong, y Singapur, se han atribuido las mismas cualidades, y Rex How está al tanto de que el tamaño del mercado va a ser un problema. "Una vez que se abra el mercado continental y su industria editora comience a surgir, muchas de las ventajas de Taiwan desaparecerán", dice él.

Algunas cifras hablan por sí solas del problema. Actualmente, los lectores de Taiwan gastan alrededor de US$2.400 millones al año en libros y revistas. En 1994, la isla importó más de 18,6 millones de libros. Aquí, se compran anualmente los derechos de más de 5.500 títulos extranjeros, según las estadísticas del gobierno. Pero, la población de Taiwan es de 21 millones de habitantes, mientras que en China continental hay 1.200 millones, es decir, que el mercado es relati­vamente pequeño.

Algo más significativo, Rex How cree también que el gobierno no ha hecho lo suficiente en cuanto a la liberalización de la industria editora, lo que él considera un obstáculo en la forma de promover a Taipei como un centro del idioma chino a nivel mundial. Por ejemplo, él está a favor de la abolición de las restantes restricciones sobre la importación de publicaciones que han sido impresas con caracteres simpli­ficados en China continental. "la Ley de Publicaciones (de Taiwan) estipula que cualquier casa editora local que quiera publicar libros originalmente imprimidos en caracteres chinos simplificados por editores continentales debe solicitar el permiso con anticipación", dice él. "En la práctica, sin embargo, pocas casas editoras se preocupan por las regulaciones".

How sabe que la industria enfrenta otros problemas, especialmente en cuanto a la falta de variedad ―"La mayoría de los escritores de Taiwan siguen la misma vieja tendencia, se dedican a escribir ensayos"―­ pero para él, la liberalización sigue siendo la meta más importante. "Si Taiwan quiere mantener su nivel competitivo", dice él, "la única manera de lograrlo es dando mayor libertad a la industria editora, ya sea en el establecimiento de casas editoras, el flujo de capital, la importación y ex-portación de publicaciones, o en la manera de clasificarlas".

How cree que el gobierno no debe prohibir a los editores continentales estable­cer sucursales en Taiwan. Tampoco debería retener el poder de etiquetar ciertas publica­ciones como responsables de ultrajar la decencia, o afectar la estabilidad social. Entonces, ¿por qué no insta la industria editora al gobierno a enmendar la Ley de Publicaciones? "Apatía, probablamente", dice How. "La actitud común china es que mientras sirva, todo está bien. Nadie ha sido enviado a la cárcel o se le han prohibido sus publicaciones por causa de esta ley".

La última vez que GIO llevó a cabo discusiones sobre la enmienda de la Ley de Publicaciones fue en 1991, y fueron sólo a nivel interno. Además, los materiales impresos no se han incluido en la primera fase del ambicioso plan del gobierno de convertir a Taiwan en un centro de los medios de comunicación para la Región Asia-Pacífico, supuestamente por "las complicaciones" que ésto traería. En cam­bio, se ha puesto énfasis en los mercados de los filmes, el cable y la TV vía satélite.

No todos en la industria están ansio­sos de que las barreras sean eliminadas de una vez. El temor a la competencia de China continental es un factor importante. En el presente, ni la República de Chilna ni la República Popular de China permiten establecer sucursales de las casas editoras de la otra dentro de sus respectivos terri­torios, aunque algunos editores de Taiwan han buscado la manera de burlar dicha prohibición, encubriéndose como editoras de Chilna continental.

Hubiera sido interesante recibir algu­nas sugerencias de China continental sobre estos y otros asuntos. Pero la feria del libro más grande de Asia se vio empañada por la ausencia total de los editores continentales, quienes se retiraron en el último minuto, por motivo de las tensiones a través del Estrecho de Taiwan. Su presencia hubiera reforzado ciertamente el éxito de la TIBE, como lo señalaron rápidamente algunos de los participantes extranjeros. También hubiera contribuido a calmar el temor expresado por algunos editores taiwaneses en cuanto a que si se da entrada a las publicaciones continentales ―que son más baratas― al mercado de la isla, se podrían debilitar peligrosamente los intereses locales que ya se encuentran bajo amenaza.

Desde el pasado septiembre, la mayoría de las casas editoras, especialmente las de pequeña y mediana envergadura, ha experimentado una baja en los negocios. Además, la situación se ha agravado por la disminución de las actividades económicas y el alza en el precio del papel. Incluso una compañía importante como la China Times Publishing Co. se vio obligada a reducir su producción. Uno de los editores de antigüedad de la firma comenta que él acostumbraba a supervisar la edición de tres o cuatro libros al mes; sin embargo, ahora solamente se encarga de uno o dos.

Pero el declive económico no ha afectado a todos los editores locales de la misma forma. Por ejemplo, Business Weekly, logró un gran triunfo con su fenomenal éxito de librería Día T: La advertencia de una guerra en el Estrecho de Taiwan, por Cheng Lang-ping. Cheng predijo que China continental invadiría a Taiwan, a su parecer entre mediados de 1995 y el verano de 1996, en un intento por resolver el problema entre ambos lados del Estrecho de una vez por todas. El autor dio credibilidad a su argumento, señalando que 1995 tuvo un agosto intercalar, e hizo referencia a la creencia tradicional china de que suceden con frecuencia desastres en China cada vez que un año tiene un agosto intercalar, y un buen ejemplo lo constituye la Rebelión de los Bóxers en 1900. (Ocasionalmente debe insertarse un mes intercalar en el calendario lunar con el fin de hacerlo corresponder con el calendario solar). El libro vendió más de 300.000 copias a partir de su publicación en agosto de 1994. Mientras que otras casas editoras trataron de superar como pudieron la recesión económica del año pasado, Business Weekly disfrutó de un envidiable volumen de venta de unos NT$50 millones (US$1,8 millón).

Entonces, ¿qué hace que Business Weekly tenga tanto éxito? "El centro de nuestra competitividad se basa en nuestra movilidad e intuición, que son mejores que las de otros editores", dice el Presi­dente de la compañía, Ho Fei-peng. La sección de publicación de libros tiene menos de tres años, y Ho, un veterano reportero convertido en editor, vuelca toda su sabiduría y su instinto por las noticias en el negocio. "Esta compañía sólo hace una cosa", dice él. "Identificamos el tema de interés actual y luego buscamos un producto que le acompañe".

Pero ni siquiera Business Weekly puede afirmar que tiene inmunidad ga­rantizada contra las otras amenazas que rondan la industria editora de Taiwan: la influencia política ejercida por las empre­sas multinacionales, de medios de comu­nicación múltiples. Un caso es la industria editora de libros de caricaturas de Taiwan.

Las ocho casas editoras de libros de caricaturas producen un promedio de cua­tro a cinco mil libros en un año, entre el 20 y 25 por ciento de todos los libros nuevos. Pero según Johnny Jin, Asistente Especial en el Departamento de Promoción de la China Times Publishing Co., el 95 por ciento de éstos son traducciones de obras de caricaturistas japoneses. ¿Se está convirtiendo la dependencia en los libros de caricaturas japoneses en una amenaza para las casas editoras locales? Fan Wan-nan, Presidente de Tong Li Publishing Co., una importante editorial de caricaturas, piensa que sí lo es. "Los japoneses pueden rehusar a vendernos los derechos", dice él, "y pueden publicar ediciones en idioma chino por sí mismos".

Ya está sucediendo en Taiwan. La compañía Tohan de Taiwan, que fue fundada con cuatro quintos de capital de la Corporación Tohan de Japón, y el resto de inversionistas taiwaneses, trae caricatu­ras japonesas a Taiwan, y publica ediciones chinas por sí misma. Además, la compañía espera disfrutar de una porción del mercado de libros de caricaturas que ha sido estimada en unos US$3,7 millones.

Por lo menos la Tohan de Taiwan es en parte propiedad de taiwaneses. Sin embargo, el "problema de las multinacionales" tiene mayores ramificaciones. Varias compañías extranjeras, tales como Oxford University Press y Simon & Schuster, ya han establecido oficinas en Taiwan. Algunas ya han hecho negocios con casas editoras locales para crear una empresa conjunta. Por ejemplo, la compañía britá­nica Dorling Kindersley y la editorial de Taiwan Kwang Fu Book Enterprises, han sacado conjuntamente la edición en idioma chino de los libros sobre electrónica de Dorling Kindersley. El editor alemán Benedikt Taschen Verlag ha publicado una serie de libros sobre arte en idioma chino, sin ningún tipo de participación local.

Según Hsu Chiu-huang de GIO, Taiwan publica alrededor de 20.000 libros nuevos anualmente, en comparación con Japón que edita 40.000, y 80.000 en los Estados Unidos. El mercado doméstico no puede absorber todos esos 20.000 libros nuevos, por lo que el tamaño de la pro­ducción total anual de Taiwan dependerá de la presión para alcanzar los mercados extranjeros. Pero en un discurso sobre el futuro de las publicaciones y la industria editora pronunciado en un Seminario de la TIBE, el analista Chan Hung-chih dijo que a la mayoría de los editores de la isla les falta la capacidad de inversión para pro­mocionar efectivamente sus mercancías en el exterior.

Su razonamiento es el siguiente: La mayoría de las casas editoras de Taiwan son pequeñas y medianas empresas, casi el 60 por ciento de estas editoriales regis­tradas en GIO están capitalizadas en más de NT10 millones (US$370.370). Pero su tamaño limitado no previene a las más pequeñas de hacer grandes negocios, y algunas de ellas pueden generar enormes ganancias anuales, alcanzando hasta los NT$40 millones (US$1,5 millón).

Chan cree, sin embargo, que incluso estas compañías exitosas sufren de un importante defecto estructural. Debido a la escala de inversión requerida, la mayoría de las casas editoras de Taiwan dependen de su ingreso mensual para financiar el negocio del próximo mes. Si las ventas disminuyen y la generación de fondos se estanca, van a tener un mal fin. Esto le ocurrió realmente a varias casas editoras durante el año pasado. Este sistema evita naturalmente que la mayoría de los editores de Taiwan alcancen los mercados extran­jeros de la manera más efectiva.

Foto de Ku Chin-tang

En un astuto movimiento. el organizador hizo grandes esfuerzos para atraer a los visitantes locales. Las maravillas del CO-ROM y los programas de enseñanza a través de computadoras fueron dos de las actividades especiales ofrecidas.

Chan también piensa que tendrán dificultad al competir con las editoriales multinacionales en cuanto a la producción de libros de alta calidad en idioma chino. ¿Su solución preferida? Chan quisiera que algunas casas editoras se unieran en un intento de rechazar a las editoriales y a los distribuidores multinacionales que están viendo a Asia como un potencial mercado lucrativo.

Nadie duda que hay nubes en el horizonte. A pesar de todo, la mayoría de los participantes en la TIBE 1996 parecen haber regresado a casa satisfechos, con­siderando que la feria fue un éxito. Se rea­lizaron negocios, se forjaron conexiones, y se aprendieron lecciones de confianza para la próxima vez. ¿Ejemplos? Si Rex How está en lo correcto, los escritores de Taiwan deben diversificar su temática. Y si Taipei va a realizar su sueño de convertirse en un líder en los derechos de autor para las publicaciones en idioma chino, la industria local tendrá que tratar de lograr el rela­jamiento de las restricciones sobre el tipo de libros que se permiten publicar, y lo más importante de todo, en la libertad de promocionar el producto cómo y dónde le plazca. Con un mercado provechoso, enor­me y potencial, como China continental que está a la espera de entrar en la competencia, el asunto se está volviendo urgente.■

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