Me siento complacido de tener esta oportunidad de poder estar con Ustedes y compartir algunos de mis pensamientos acerca de las expectativas que tengo para nuestro futuro trabajo. Siento que 1996 es el año más importante dentro de la historia de la nación china. El pueblo ha elegido directamente a su presidente y vicepresidente por medio de las urnas. Así, ha surgido un gobierno popularmente electo y sus líderes tienen que cargar con expectativas sin precedentes.
Muchos académicos han afirmado que vivimos actualmente en una era de incertidumbre. Sin embargo, en esta «era de incertidumbre», debemos señalar que en la actualidad existen tres certidumbres: el pueblo hace cada vez más demandas, se debe encontrar una forma de mejorar las relaciones entre Taiwan y China continental, y la competencia internacional será cada vez más intensa.
El nuevo Yuan Ejecutivo debe responder a estos tres retos con una nueva estructura y nuevas políticas.
I. Confianza y motivación
En vísperas del Siglo XXI, el Gobierno y el Pueblo de la República de China, después de más de cuatro décadas de lucha, han obtenido admirables logros. Tras lograr el crecimiento económico, la pluralización social, el mejoramiento cultural, la liberalización de la libertad de expresión y la democratización, se ha creado también un mecanismo duradero para la elección directa del presidente.
Nuestros esfuerzos en el pasado para crear un milagro económico han sido aclamados internacionalmente; la democratización y completa participación del pueblo en el proceso democrático, realizadas bajo el liderazgo del Presidente Lee Teng-hui, también han llamado la atención internacional. Los estereotipos que se tenían sobre China y los chinos durante el siglo pasado de ser un pueblo despótico, feudal y pobre, han sido echados de lado para dar lugar a evaluaciones totalmente nuevas y diferentes de esta tierra: Los chinos no sólo son capaces de desarrollar su economía, sino que también tienen la habilidad de promover la democracia.
Este período de alabanzas globales no sólo nos ha infundido ánimo y ha afirmado nuestros esfuerzos, sino que también ha aumentado nuestra confianza y motivación. Las fervientes expectativas de nuestro pueblo y la intensidad de la competencia internacional recuerdan al gobierno que no puede dormirse en los laureles, sino que debe acelerar el paso de la reforma. Estamos bien al tanto de que las expectativas públicas crecen continuamente, y que las responsabilidades gubernamentales aumentan constantemente. En el discurso de toma de posesión del Presidente Lee, él señaló claramente que no podemos perder tiempo ni esperar. Políticamente, debemos aumentar la intensidad y el alcance de la democratización. Económicamente, debemos desarrollar el Centro Regional de Operaciones para Asia y el Pacífico según lo programado, y crear un sistema económico abierto y globalizado. En términos de reforma judicial, hemos de intensificar el espíritu de la ley, ser justos y equitativos en las decisiones legales, y garantizar la rectitud y eficiencia de la investigación y el procesamiento. Al mismo tiempo, debemos promover la reforma educativa, cultivar una nueva generación de estudiantes según la filosofía de la felicidad, satisfacción, diversidad y respeto mutuo. El Presidente Lee también señaló que debemos crear una nueva cultura que funcione como base de un nuevo inicio cultural, reconstruir nuestra sociedad y lograr una vida armoniosa, justa y de alta calidad para todos. También debemos decir que hemos de llevar el espíritu de renovación a cada nivel de la administración gubernamental.
En este momento crítico, estoy profundamente al tanto de las serias expectativas del pueblo y mis pesadas responsabilidades. Bajo el liderazgo del presidente, dedicaré todos mis esfuerzos para que la República de China entre al Siglo XXI llena de empuje y vigor.
Con la formación del nuevo Gabinete del Gobierno, deseo aprovechar la oportunidad para presentar las principales orientaciones de mi futura administración bajo las directrices del Presidente Lee: Unir todas las fuerzas de la sociedad y escalar nuevas cimas con la participación de toda la población.
II. La competitividad como eje de la reforma
La «competitividad» es un concepto sumamente amplio. No solamente es un indicativo de la capacidad de una nación para generar riqueza, sino más aún, para crear un entorno mayor que facilite la inversión, la vida y el desarrollo. Esto señala no solamente la productividad económica que se solía enfatizar antes, sino también el completo reforzamiento del poderío nacional. En la competencia global de hoy, ciertas industrias de un país pueden tener una productividad comparativamente alta, pero su competitividad se podría socavar y se podría afectar el desarrollo y la inversión nacional si los factores internos tales como la eficiencia administrativa, las infraestructuras básicas, los precios de la tierra y el flujo de capital no son ideales.
Por ende, se puede aumentar la competitividad a través de muchos factores: económicos y no económicos, infraestructurales y de otros tipos, internos e internacionales, tangibles e intangibles. Especialmente si tomamos en cuenta que la economía de Taiwan es movida por el comercio exterior, una reducida competitividad internacional podría traducirse en una pérdida de capital y desarrollo que son necesarios para la subsistencia. Por lo tanto, entre los diversos objetivos de la administración gubernamental, el fortalecimiento de la competitividad debe constituir el eje de nuestra decisión política.
Ser competitivos significa no solamente una comparación con nosotros mismos en diferentes períodos de tiempo, sino más importante aún, con otros. Un lento progreso equivale a quedarse detrás. Algunos de nosotros podríamos creer que hemos tenido una actuación bastante buena con un ingreso per cápita de US$12.000 que nos coloca en el 25º lugar en el mundo y estar situado entre el 14º y 18º lugar en la lista de competitividad global del IMD de Suiza.
Sin embargo, debo admitir que comparado con Singapur, que está en segundo lugar, y Hong Kong, que se encuentra en tercer lugar en la lista, necesitamos redoblar nuestros esfuerzos para alcanzarlos. Por lo tanto, nuestro Gobierno ha resuelto convertir a la República de China en una de las cinco primeras naciones del mundo en términos de competitividad internacional antes de terminar el siglo. El Gobierno no está haciendo esos esfuerzos para ganar la distinción de estar situado alto en la lista mundial, sino que espera mejorar nuestra competitividad a través de reformas sustantivas y abrir un futuro que no conozca fronteras.
De acuerdo con los criterios comúnmente usados, los principales factores que influyen en la competitividad son el poderío económico interno, el grado de globalización, la eficiencia gubernamental, el poderío financiero, la infraestructura básica, la proficiencia administrativa, el desarrollo tecnológico, los recursos humanos y la calidad de vida. Bajo las actuales circunstancias en que se encuentra la República de China, debemos añadir dos indicativos más: nuestras relaciones con China continental y la estabilidad social. Debemos estudiar objetiva y categóricamente las fuerzas y debilidades en cada una de esas categorías. Nuestras agencias gubernamentales deben trabajar para superar los problemas en una forma responsable y decisiva, y como lo ha instruido el Presidente, resolver los problemas a través de la acción.
III. Resolviendo los problemas a través de la acción
El Presidente ha hecho muchas demandas de reforma, mientras que el sector privado ha ofrecido muchas críticas y sugerencias con respecto a la política gubernamental. Después de una profunda deliberación, he llegado a la conclusión de que las nuevas directrices para la reforma total deben ser cubiertas por esos importantes factores que, de hecho, corresponden con la evaluación de la República de China en el informe de competitividad global. Por ejemplo, los factores que han sido descubiertos que debilitan nuestra competitividad incluyen una inadecuada infraestructura básica, un alto costo de vida, pobre calidad de vida, un sistema financiero demasiado reglamentado, insuficiente globalización y la ineficiencia administrativa.
A partir de ahora, todos los aspectos de la administración gubernamental enfocarán las nuevas situaciones internas e internacionales, e involucrarán un compromíso total para elevar la cúspide de la competitividad global. Quiero sugerir ahora algunas ideas y medidas, y solicitar una retroalimentación al respecto de todos los sectores de la sociedad.
Siendo la competitividad el eje de nuestra política, internamente, debemos poner en marcha decididamente la renovación administrativa, realzando el servicio al público, mejorando el clima de inversiones y elevando la calidad de vida. Externamente, debemos acelerar la marcha de la internacionalización y liberalización, y basados en la premisa de que los chinos ayudan a los chinos, debemos buscar activamente el mejoramiento de las relaciones con China continental a través de la sinceridad y buena voluntad.
Este tipo de eje de política requiere de la participación de todo el pueblo y la determinación del Gobierno en la promoción de nuestras metas. Debemos aclarar primero que para elevar la competitividad, el gobierno debe empezar por sí mismo. El Gobierno ha estado promoviendo la renovación administrativa por más de tres años. Aunque se han obtenido considerables logros en términos de un gobierno honesto, una mayor eficiencia y servicio al público, no podemos negar que ha quedado corto frente a las expectativas del pueblo. El Gobierno debe continuar mejorando la eficiencia administrativa en todos los aspectos. El nuevo mandato del Yuan Ejecutivo comenzará con certeza con un gobierno honesto y capaz de satisfacer las necesidades públicas. Solamente cuando el gobierno sea honesto será que podremos hacer lo correcto; solamente cuando el gobierno sea capaz será que podremos hacer bien todo. Y solamente cuando consideremos al pueblo como los amos reales, podrán los funcionarios del gobierno convertirse en servidores públicos modelos. En el futuro, todas las agencias gubernamentales no solamente harán uso extensivo de la moderna tecnología informática para realzar la eficiencia y calidad del servicio, sino que también apreciarán el sentido de honor y misión entre los funcionarios civiles, de modo que cada uno de ellos asuma el papel que debe desempeñar en la promoción de la prosperidad nacional. Por lo tanto, el concepto de elevar la competitividad nacional debe ser incorporado al contenido de la renovación administrativa, y, como si estuviera irradiándose desde el núcleo central a las puntas de cada haz nervioso, cada funcionario civil debe ser promotor y representante de la competitividad. Creo firmemente que solamente cuando establezcamos un gobierno competitivo, nos convertiremos en una nación competitiva.
El gobierno es responsable de ofrecer un clima favorable que sea lo suficientemente atractivo como para estimular la vitalidad del sector privado y su deseo de invertir. Por lo tanto, el gobierno hará todo lo que esté a su alcance para remover los obstáculos a las inversiones, reduciendo especialmente la interferencia de los factores no económicos, así como para tomar la iniciativa con el fin de alentar al sector privado a que participe en el desarrollo nacional. Al mismo tiempo, acelerará la privatización de las empresas estatales.
El gobierno debe también integrar los recursos tecnológicos gubernamentales y del sector privado, promoviendo una compleja clave de investigación científica y desarrollo de la alta tecnología, de igual modo, debe estimular a los ciudadanos que operen negocios multinacionales de manufactura de productos de tecnología de punta.
La educación es un factor clave que afecta la competitividad. De esta manera, la reforma educativa debe triunfar, no podemos fallar. El Consejo de Reforma Educativa ya ha declarado claramente que debemos hacer que nuestro sistema educativo sea más abierto, diverso y flexible, así como crear un sistema educativo perpetuo para permitir que el pueblo entero se una a la tendencia mundial de «regocijo del aprendizaje». Debemos transformar tales sugerencias en acciones.
La meta final del desarrollo económico es mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos aumentando el ingreso per cápita. El gobierno tiene una ineludible responsabilidad con respecto a aquellos aspectos más directamente relacionados con la calidad de vida de todo el pueblo. El gobierno debe ofrecer o estimular condiciones bajo las cuales toda la población entera tenga lugar donde vivir, carreteras por donde viajar, agua para tomar, aire para respirar, escuelas para estudiar, hospitales donde pueda ser atendida, espacio para la recreación, un ambiente donde asentarse, espacio para desarrollarse, e imparcialidad en la que se pueda confiar. Debemos librar a la sociedad de la amenaza del bajo mundo, de la política de las grandes sumas de dinero y de la connivencia inadecuada de intereses.
Nuestro actual enfoque es un paso para promover todos los proyectos básicos para el desarrollo de la infraestructura, el Proyecto Nacional de Desarrollo Compuesto de la Tierra, la conservación ecológica y otras tareas de protección ambiental. También debemos establecer activamente un sistema de pensión vitalicia para los ciudadanos y hacer todo lo posible para salvaguardar la estabilidad y la justicia social.
También debemos declarar que en el proceso de promover la internacionalización y la liberalización, el gobierno no debe nunca contraerse en el ejercicio total de su autoridad pública. El gobierno en las áreas económica y financiera no debe, usando como analogía un juego de pelota, seguir siendo jugador, árbitro, animador y patrocinador al mismo tiempo, sino que debe despertar la vitalidad del sector privado y atraer la inversión extranjera. Lo que el gobierno debe ofrecer no son regalos de Santa Claus, sino una orientación imparcial. Tal vez, el gobierno no necesite poner un dedo en cada pastel, pero debe ser altamente eficiente y capaz, y no tratar de hacer todo o ser de todo para todos.
IV. Creando un ambiente favorable para las relaciones entre ambos lados del Estrecho
Las relaciones estables entre Taiwan y China continental conducen a la estabilidad social y el desarrollo económico en ambos lados del Estrecho de Taiwan, y finalmente a la gran misión de la reunificación. Por consiguiente, debemos, como lo señaló el Presidente Lee en su discurso de toma de posesión, transformar la tragedia de «chinos luchando contra chinos» en un nuevo escenario de «chinos ayudando a chinos».
Indistintamente a que lado del Estrecho pertenecen, el pueblo chino de Taiwan y del continente esperan que:
• con las garantías del mandato de la Ley y el respeto por los derechos humanos, el pueblo nunca jamás tendrá que temer de la persecución política;
• con un sistema de libre mercado, el pueblo nunca jamás tendrá que temer de la pobreza;
• con la educación universal, el pueblo nunca jamás tendrá que temer de la ignorancia, y
• con una interacción positiva, el pueblo en ambos lados nunca jamás tendrá que temer de la guerra.
Mirando hacia el Siglo XXI, Taiwan y China continental se necesitan mutuamente; todos los chinos tienen grandes expectativas entre sí. Esta esperanza involucra reemplazar el «nacionalismo» con la solidaridad étnica, y la división de China con la reunificación de China. Aquí, deseo enfatizar que el Gobierno buscará activamente la firma de un acuerdo de paz entre Taiwan y el territorio continental. Antes de eso, si bien las diferencias políticas no permiten la realización de este acuerdo, debemos incrementar los intercambios a través del Estrecho teniendo como eje el comercio y las inversiones. Sin embargo, debemos adoptar métodos más activos y flexibles, incluyendo la planificación de una zona especial para el comercio a través del Estrecho, con el objetivo de crear un entorno más beneficioso para la reunificación pacífica de ambos lados.
V. Conclusión
Unirse a la competencia global para lograr la competitividad es un reto que transciende de las fronteras nacionales. El esfuerzo para elevar nuestra competitividad es un compromiso que se extiende hacia el nuevo siglo. Para poder aumentar genuinamente nuestra competitividad, el Yuan Ejecutivo establecerá un grupo de trabajo ad hoc del que estoy encargado de convocar. Invitaremos a industriales, funcionarios, académicos y representantes populares para que procuren presentar métodos concretos y factibles dentro de un período fijo de tiempo.
Mejorar nuestra competitividad interna, al igual que aumentar la eficiencia administrativa, constituye un maratón sin línea final, y es un reto que requiere el esfuerzo excesivo de la vitalidad de la nación entera. Hagamos mejoras abarcadoras en la eficiencia gubernamental, la internacionalización, la liberalización, la calidad de vida, la infraestructura básica, el poderío tecnológico, el desarrollo comercial y la formación de los recursos humanos.
Debemos mostrar una determinación sin precedentes y tomar medidas concretas para ganar esta guerra «sin el sonido de un tiro», e iniciar una era totalmente nueva. ■