02/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Geniales para el dinero

01/01/1994
Foto de Chang Su-ching
Hoy día, aquéllos nacidos inmediatamente después de la II Guerra Mundial han sido los más dramáticamente afectados por el crecimiento económico de Taiwan. La mayoría creció pobre pero ahora lleva una vida bastante cómoda. Según un estudio realizado por la Dirección General de Presupuesto, Contabilidad y Estadística en 1991, ellos tienen el promedio de salario mensual más alto entre todos los grupos de edad: NT$25.400 (US$980), comparado con el promedio general de NT$22.000 (US$855).

¿Qué hacen con su dinero? En general, ellos ahorran y hacen inversiones en una forma diferente a los métodos cuidadosos que usaron las generaciones más viejas. Con frecuencia, están más dispuestos a tomar riesgos financieros. Las opciones populares son las inversiones en bienes raíces, acciones, bonos del estado, mutualidades, antigüedades, e incluso sellos postales. A continuación, siete personas del grupo de los cuarentones hablan acerca de cómo gastan, ahorran e invierten su dinero.

Joseph Chen, de cuarenta y cuatro años de edad, es un funcionario de gobierno de nivel medio. Su esposa, Liu Hsiao-hua, de cuarenta años, es una maestra de secundaria básica. Sus ingresos mensuales combinados sobrepasan NT$90.000 (US$3.500). Chen le da más de la mitad de su salario a su esposa, un arreglo tradicional entre las parejas chinas. El usa el resto de su salario para pagar los gastos mensuales y hace una donación de NT$10.000 (US$350) para su iglesia. Lo que queda, lo usa como dinero menudo para coleccionar estampillas y adquirir libros y discos láser. Con el salario de ella y parte del de Chen, Liu dispone de alrededor de NT$71.000 (US$2.700) para los gastos familiares. Esto permite que haya un presupuesto más que adecuado para una familia de cinco miembros.

Foto de Chang Su-ching

El interés en la Bolsa de Valores de Taiwan alcanzó la cumbre a fines de los años ochenta. Actualmente, el ímpetu ha bajado considerablemente, pero muchos siguen jugando en el mercado.

Chen considera que es importante darle una mesada mensual a sus tres niños, algo que nunca tuvo cuando era adolescente. Chen pasó su niñez trabajando gratis en la granja familiar, cultivando bananas y criando camarones. "Cuando éramos niños, hurtábamos dinero de la caja menuda de nuestro abuelo", confiesa. "Hurtábamos porque no teníamos dinero para los dulces". Chen no desea que sus propios niños tengan una excusa para robar, de modo que comenzó a darles dinero de bolsillo desde que ellos cumplieron los seis años. Ellos pueden ganar dinero extra haciendo deberes en la casa.

Chen y Liu gastan la mayor parte de su dinero en la educación de sus niños. Su hija mayor asiste a una escuela secundaria privada y está internada. La hija menor, que está en el noveno año, asiste a una escuela de clases intensivas en las noches para prepararse al difícil examen de entrada para el bachillerato. Su hijo, en el séptimo año, toma clases de computación y guitarra. Los tres niños tomaron clases de piano en la primaria, y aún siguen asistiendo a clases de natación y participan en otras actividades al aire libre todos los veranos. "Tratamos de darles lo mejor que tenemos", dice Chen.

A pesar de los generosos gastos en sus hijos, Chen y Liu atesoran la frugalidad. Chen confecciona sus camisas y pantalones con alrededor de NT$1.500 (US$60) por pieza. Su esposa adquiere sus ropas a precios de baratillo en los mercados nocturnos o tiendas pequeñas. Y los niños generalmente visten ropas ya usadas por los hermanos mayores. Los Chen raramente salen a comer y pasan la mayor parte de sus fines de semana en las actividades de la iglesia. Los viajes se limitan a una gira ocasional al sur de Taiwan para visitar a los abuelos. "Mis necesidades materialistas se satisfacen fácilmente", dice Chen. "Mientras tenga un plato de fideos para el almuerzo, un buen equipo de sonido que escuchar y suficiente dinero para darle una buena educación a mis niños, soy un hombre feliz".

Foto de Chang Su-ching

Consumidores moderados: Los cuarentones no están desesperados por los bienes importados, como estas ropas japonesas, como las generaciones más jóvenes, pero están más dispuestos a gastar que sus padres.

El mantener un estilo de vida sencillo ha comenzado a dar dividendos. Hace tres años, Chen y Liu pudieron devolver el dinero que habían pedido prestado al padre de Chen para comprar su casa. Desde entonces, ellos han participado en tres huei, o grupos de mutualidad que son extremadamente populares (ver recuadro). De esta manera, ellos han acumulado NT$300.000 (US$12.000) "sin siquiera pensar en eso", señala Chen.

La pareja también ha invertido en la bolsa de valores, mayormente a insistencia del hermano de Liu. Ellos no deseaban rechazar su buena voluntad, una preocupación común entre los chinos, y consecuentemente compraron unas pocas acciones. Pero, desde entonces no han vuelto a tocar la bolsa de valores, ya que tienen poco interés en seguir el mercado bursátil. "No estamos interesados en hacer más dinero", dice Liu. "Nos sentimos bendecidos ya que nunca hemos quedado cortos de dinero; de modo que no pedimos más".

Chen no está preocupado de la jubilación. Como funcionario del gobierno, tendrá una pensión adecuada y cuidado médico barato para él y su esposa. Como muchos chinos, él no ve la necesidad de comprar algún seguro. Si encuentra algún problema financiero, siempre puede recurrir a su familia. Sus padres le prestaron el dinero para comprar su apartamento, y ahora Chen y cuatro de sus hermanos están reuniendo sus esfuerzos para comprarle un apartamento al menor de los hermanos. Como el mayor de la familia, Chen ha ayudado a pagar los gastos universitarios de sus hermanos y una hermana. "Mi familia extendida es mi seguro", indica. "Sé que puedo contar con mi padre y mis hermanos".

Otra familia Chen, no relacionada con la anterior, vive en un pequeño pueblo cerca de Hualien en la costa oriental. Su ingreso como trabajador de cuello azul es similar al de los Chen de Taipei. Como trabajador ferroviario, Chen Chih-liang, de 47 años de edad, gana alrededor de NT$26.000 (US$1.000) al mes. Su esposa, Peng Yu-lan, de 45 años, obtiene NT$52.000 (US$2.000) mensuales vendiendo ling-chih, un hongo utilizado para propósitos medicinales. Las dos hijas de la pareja, ambas graduadas de bachillerato, también contribuyen a la familia con parte de sus salarios. Peng coloca el dinero de sus hijas en dos cuentas de ahorro separadas. "Se las devolveré cuando ellas se casen", dice ella, "de modo que tengan algún dinero con que empezar sus propias familias".

A diferencia de los Chen de la gran ciudad, los Chen de Hualien han ahorrado tanto dinero como han podido desde que comenzaron su familia hace veintiocho años. Recién casados, trabajaban en una granja familiar. En los años sesenta, cuando comenzaron a surgir los empleos en la manufactura, construcción y transporte, Chen y Peng, al igual que muchos campesinos, se aventuraron a salir de los campos. Chen encontró un trabajo en la estación de tren ayudando a cambiar rieles, y Peng fue a trabajar en una fábrica de raquetas de tenis. Al tener que mantener cuatro niños más los padres de Chen, los ingresos de la pareja apenas alcanzaban. Para lograr ingreso extra, Peng sembraba y vendía verduras, mientras que Chen trabajaba tiempo extra de noche en la fábrica de Peng. En aquellos días, nunca comieron fuera, ni siquiera en los baratos puestos de comida callejeros. La única ropa nueva que tenían sus hijos eran los uniformes escolares. No había dinero extra para mesadas.

Su única meta era ahorrar. "Vengo de una familia pobre y me casé con un hombre cuya familia también era pobre", dice Peng. "Ambos sabemos lo que es no tener un centavo, de modo que tomamos la determinación de volvemos tan ricos como fuera posible". Siempre que había dinero sobrante, lo usaban para unirse a un huei o para comprar joyas de oro. Peng cree que el oro es particularmente una buena inversión, ya que puede servir de dote para cuando se casen sus hijas. "También conserva el valor de nuestro dinero mejor que una cuenta de ahorros", dice ella.

El deseo de salir de la pobreza hizo que fuesen más aventureros que los Chen de cuello blanco. Chen Chih-liang ha gastado dinero jugando Ta-chia-le, una lotería ilegal que estuvo muy de moda a mediados de los años ochenta. Hoy, él sigue apostando al liu-ho-tsai, un sucesor del ta-chia-le. También le fue bien en la locura de la bolsa de valores de los años ochenta y logró sacar buena partida. "Tengo que probar mi suerte", confiesa Chen. "Nunca me volveré rico solamente con mi salario". Peng, no menos aventurera, decidió vender ling-chih. Lo tomó como un segundo empleo en 1987, y un año después, era una representante de ventas directas a tiempo completo. Le fue tan bien que dos años después, la compañía la recompensó con un automóvil.

Hoy día, Chen y Peng tienen una casa de tres pisos, y han salido de vacaciones al exterior. Ellos pueden darse el lujo de enviar a su hijo menor a una universidad privada. Sin embargo, su estilo de vida no ha cambiado mucho. El sueño de prosperidad está cerca de volverse realidad, pero sigue existiendo un sentido de inseguridad financiera. "Ahorrar me hace más feliz que gastar", indica Peng.

Pero Karen Cheng no gasta su dinero en los niños, ni tampoco invierte en oro. Cheng y su marido, Ho Ying-hau, ambos de cuarenta años de edad, se encuentran entre los DINKs (abreviatura en inglés que significa "doble ingreso y ningún niño"). Las parejas sin niños son raras en Taiwan, pero están volviéndose gradualmente más comunes.

Cheng es jefe de redacción de una compañía consultora que publica libros sobre administración financiera y produce programas de televisión. Su ingreso anual es alrededor de NT$600.000 (US$24.000). Ho, que obtuvo una maestría en los EE.UU., es gerente de una compañía multinacional. Su ingreso es cerca de tres veces el de Cheng.

Sin niños ni padres que mantener, ¿son más generosos para gastar en ellos mismos? Cheng admite que solía hacerlo cuando era más joven. "Cuando éramos veinteañeros, usaba vestidos hechos a la medida y zapatos de cuero importados", dice ella. Pero a inicios de los años ochenta, ellos fueron a los EE.UU. para estudiar y de repente, tuvieron que acostumbrarse a una mínima cantidad de dinero. Pero se adaptaron rápidamente. "Disfrutaba de la caza de tesoros y la búsqueda de gangas en las ventas de garaje", dice Cheng.

Después de dos años, su actitud hacia la administración financiera y el consumo cambió 180 grados. "Ya no soy una gastadora", dice ella. "Mi marido también ha cambiado. El era un consumidor apasionado. Ahora que está volviéndose más viejo, entiende lo importante de ahorrar para cuando se jubile". Ho maneja un Ford Sierra, y su única extravagancia real es jugar golf. Cheng visita los EE.UU. una vez al año y compra sus ropas allá, debido a que las encuentra menos caras. Salen muy poco con amigos, pero algunas veces los invitan a casa.

"Hemos desarrollado un hábito de ahorro compulsivo", dice Cheng. La mayor parte de su dinero extra se invierte en bienes raíces. Un año después de retornar a Taiwan, ellos hipotecaron la casa de los padres de Ho para obtener un préstamo bancario y comprar su primer apartamento. A través de los años, ellos también han comprado dos casas en California, que las alquilan, y se están preparando para comprar otra en Taipei. "Estamos juntando dinero para pagar la primera letra iniciando un huei", dice Cheng. "Después, usamos la renta para pagar las letras mensuales y el pago al administrador de la casa". Lo único negativo de su estrategia inversionista es que ellos están constantemente endeudados. "Pero", dice Cheng, "nos evita ser despilfarradores".

Lung Fung-duo, de 41 años de edad, es director de ventas y co-propietario de World Geographic, una revista mensual que cubre aspectos sociales y culturales internacionales. Al iniciarse en la industria editorial después de graduarse de la universidad con una licenciatura en lengua y literatura chinas, Kung comenzó como reportero, y después se cambió hacia el lado comercial. El gana un poco más de NT$50.000 (US$2.000) al mes, todo a su disposición debido a que es soltero.

Pero Kung lleva un estilo de vida moderado. Generalmente viste una camisa Oxford y pantalones vaqueros, y lleva un sencillo bolso de lona en vez de un maletín ejecutivo. No usa joyas, ni siquiera un reloj. El artículo personal más valioso que tiene son sus lentes: hace tres años, compró su montura por NT$5.000 (US$200). El conduce una motocicleta desde 1988, el año en que vendió su Buick Regal debido a que nunca encontraba un sitio para estacionarse. El tiene un apartamento en las afueras de la ciudad, pero solamente porque un amigo lo "forzó" a comprarlo. "Soy un consumidor pasivo", dice Kung. "No tengo fuertes deseos materialistas".

El gasta alrededor de NT$25.000 (US$1.000) mensualmente en gastos de mantenimiento. Varias veces al mes, Kung se reúne con varios amigos para comer en un restaurante de alta gastronomía, seguido de una visita a una casa de té. "No visitamos los restaurantes más caros de la ciudad", indica. "Algunas veces, un buen plato en particular no es de un restaurante de clase". La mayoría de los miembros del grupo gastronómico de Kung son solteros que comen fuera de casa casi todas las comidas.

Kung algunas veces pone su dinero extra en un huei, pero solamente si sus amigos o colegas le piden que haga eso. También mantiene parte del dinero en el banco y no parece importarle cuánto ha ahorrado. "Todo lo que deseo es no quedarme corto de dinero", dice. "Aumentar mi cuenta de ahorros en el banco no me hace feliz". La mayor parte de sus ahorros se invierte en la compañía donde es co-propietario. "Invertir en lo que conoces y en lo que realmente te interesa es la mejor estrategia de inversión", recalca Kung. ■

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