29/04/2024

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LOS MERCADOS AGRICOLAS LLEGAN A LA CIUDAD

01/11/2009
Los estudiantes en las clases prácticas del Mercado Esperanza aprenden a cultivar plantas mediante técnicas orgánicas. (Cortesía del Mercado Esperanza)

En los mercados agrícolas, los compradores pueden negociar directamente con los granjeros, escuchar sus historias y conocer el origen de sus productos.

Son las 4 A.M. y comienza a amanecer. Chen Meng-kai ya está levantado y listo para trabajar en un terreno cerca del Centro Educativo Esperanza en la Ciudad de Taichung, en el centro de Taiwan. Cultivos de margaritas, arroz y melones cubren el espacio de 2.000 metros cuadrados. Cada día, uno o dos voluntarios vienen a ayudar a Chen a plantar semillas, limpiar y regar las plantas, pero quizás la mayor diferencia entre ésta y otras granjas son los métodos orgánicos de cultivo que se utilizan. Todas las frutas, hortalizas y flores en esta granja crecen sin el uso de fertilizantes químicos, pesticidas o herbicidas.

El producto orgánico de las granjas pequeñas es la esencia del Mercado Esperanza en Taichung, que funciona una vez al mes, y fue establecido en 2007 como el primer mercado agrícola de Taiwan, y ahora es uno de los cinco que ya hay en la isla, según Chen. Todos los mercados respaldan los métodos de cultivo orgánico, que eliminan los pesticidas, herbicidas y fertilizantes químicos, y procuran la protección de la biodiversidad. Los mercados brindan también una oportunidad valiosa para que los granjeros orgánicos a pequeña escala puedan vender sus productos directamente al público.

Estos mercado son posibles gracias al creciente interés de los consumidores en los productos alimenticios orgánicos y sostenibles. Las tiendas de alimentos orgánicos comenzaron a aparecer en Taiwan en los años ochenta, y un número de grupos de consumidores comenzaron a formar “clubes” para comprar alimentos directamente de los productores. Recientemente, algunos productores han comenzado a vender sus productos en Internet, pero los mercados agrícolas son una nueva opción que permite el contacto directo entre los consumidores y los granjeros.

Chen Meng-kai, quien era el dueño del restaurante Granja Don-li, donde servía platos preparados con ingredientes suministrados por varias granjas orgánicas pequeñas entre 2003 y 2007, conoce la importancia de la agricultura orgánica para el medio ambiente. “Los agricultores orgánicos protegen el suelo al cultivar de una manera natural, y brindan a los clientes alimentos saludables y seguros”, dice. “Lo más importante, protegen la biodiversidad al cultivar diversos productos, a diferencia de los agricultores a gran escala que cultivan un único producto para reducir costos. La agricultura orgánica es un sistema sostenible que protege los microorganismos y lombrices para una tierra sana”.

Gracias a su cooperación con los agricultores a pequeña escala, Chen se dio cuenta de las dificultades que enfrentan y atribuye su lucha por sobrevivir en el mercado a la producción baja e inestable, altos costos de transporte y asuntos de control de calidad. “Por ejemplo, si necesita 500 kilogramos de maíz, ¿lo compraría de cinco pequeñas granjas que produce cada una 100 kilogramos o de una sola que puede ofrecer 500 kilogramos? Pregunta retóricamente. Sin embargo, la pregunta es significativa, dado que el 92 por ciento de los agricultores en Taiwan cultiva a “pequeña escala” porque cada uno posee menos de dos hectáreas de terreno, según un informe del Consejo de Agricultura de 2007.

A finales de 2006, Chen y algunos amigos con la misma idea, decidieron ayudar a los agricultores orgánicos a pequeña escala, y así nació el Mercado Esperanza. Chen cedió el uso de un terreno de 8.000 metros cuadrados para que el mercado funcione el segundo sábado de cada mes. Alrededor de 30 grupos de agricultores participan en el mercado, incluyendo agricultores orgánicos, fabricantes de alimentos orgánicos y organizaciones que promueven una gama de ideas ecológicas.

Día de mercado

El mercado cuenta con aproximadamente 10 toldos grandes distribuidos en una superficie rodeada de pinos y lagunas de loto. Cada toldo aloja varios agricultores u organizaciones, y cada uno coloca afiches descriptivos u otras informaciones sobre sus productos. Es muy común ver a los compradores y agricultores discutiendo métodos de cultivo orgánico y compartiendo ideas bajo los toldos en el mercado. “Los visitantes tienen la oportunidad de conocer a los agricultores, escuchar sus historias y degustar sus alimentos en el mercado”, explica Chen.

 

(Chang Su-ching)

Jiang Huei-yi, una de las organizadoras de los talleres sobre educación ecológica del grupo medioambiental taiwanés Pasajeros de la Tierra, dice que esta comunicación informal entre los agricultores y los consumidores es un enlace importante. “Es también una plataforma para que los clientes obtengan más conocimientos sobre sus alimentos, aprendan de dónde proceden y por lo tanto respeten y aprecien sus alimentos”, dice Jiang. “Hoy día muchos niños piensan que sus comidas se producen en los supermercados”.

Para los agricultores, el Mercado Esperanza ofrece también una red social vital, dice Guo Yi-ping, propietaria del Jardín Lohas Rosa Comestible en el Pueblo Puli, Distrito de Nantou, en el centro de Taiwan. “Somos como una gran familia que organiza el mercado una vez al mes”, dice. “Otros agricultores que usan pesticidas cuestionan a menudo nuestras ideas y hasta se ríen de nuestros cultivos dañados por las pestes. Una vez mi vecino me preguntó ‘¿Estás plantando flores o maleza?’” De modo que el mercado ofrece “un lugar para que nosotros los agricultores, y nuestros clientes podamos apoyarnos y comunicarnos mutuamente”, dice.

Hace siete años, Guo y su esposo Chang Ssu-kuang, tenían planes de abrir un restaurante de comida hecha con hierbas, pero al final decidieron cultivar rosas, con la idea de hacer productos comestibles con las rosas. Ellos insistieron en cultivar orgánicamente las rosas. “Si no nos atrevemos a comer nuestras rosas, ¿cómo convencemos a nuestros clientes?” Para hacer realidad sus ideales, tuvieron que aprender mucho en poco tiempo. “En los primeros tres años, no tuvimos ninguna ganancia porque las pestes dañaron casi todas nuestras flores”, recuerda.

Hoy, la pareja hace todo el trabajo: cultiva las rosas, produce jalea de rosa casera, azúcar con sabor a rosas y una variedad de cosméticos con base de rosas, y también se encarga de la venta de sus productos. Como chef, Guo llevó a cabo la creación de la jalea de rosas, mediante la combinación de pétalos, jugo de limón y azúcar, y realizando muchas pruebas hasta dar con la receta final. El arduo trabajo ha valido la pena, porque la jalea es consumida actualmente en muchos hoteles importantes de Taipei, después que un comprador de la industria hotelera supo de ésta a través de un programa de televisión.

El Jardín Lohas Rosa Comestible ha sido miembro del Mercado Esperanza desde 2007, y Guo dice que sus ingresos procedentes de las ventas en dicho mercado, representan el 25 por ciento del total de ingresos de la granja. Ella elogia la idea detrás de esos mercados, y dice que “es más fácil promover nuestra mercancía porque los clientes ya respaldan la agricultura orgánica”. De hecho, la mayoría de los vendedores que participan han utilizado métodos orgánicos por más de 10 años y están a favor de la agricultura orgánica, aunque son una minoría entre los agricultores de Taiwan.

Valores compartidos

Hay ciertos requisitos para los agricultores que están interesados en participar en el Mercado Esperanza. Los potenciales miembros son invitados a visitar el mercado para conversar con el equipo de Chen. Los candidatos son evaluados para determinar si comparten las mismas ideas acerca del desarrollo sostenible y la protección medioambiental conforme a los objetivos del mercado, así como su disposición a seguir las reglas sobre adopción de métodos de producción orgánica. Se les solicita participar en conferencias que se celebran dos veces al año. “Participar en el Mercado Esperanza significa que hay un alto nivel de transparencia en la producción”, dice  Chen.

Los representantes del grupo de Chen visitan también a los agricultores en sus granjas para examinar sus métodos de cultivo. “Podemos fácilmente determinar si utilizan métodos de cultivo orgánico con sólo hacerles ciertas preguntas, tales como los tipos de plagas o pestes que tienen en sus jardines, sus soluciones y sus planes anuales de cultivo”.

Todos los agricultores que participan tienen que proporcionar alguna certificación orgánica de una de las nueve organizaciones autorizadas en Taiwan o los resultados de pruebas de agua y suelo que comprueben que sus granjas están libres de pesticidas, herbicidas y fertilizantes químicos.

La Fundación de Agricultura Orgánica Tse-Xin es una de las instituciones acreditadas por el Consejo de Agricultura para certificar productos orgánicos. Cobra a los agricultores individuales una cuota de solicitud de alrededor de NT$40.000 (US$1.200) para comenzar el proceso de evaluación, que continúa durante dos o tres años con pruebas periódicas de suelo, agua y cultivos a un costo adicional de NT$6.000 (US$180) por prueba. El certificado es válido por tres años. Una vez vencido este período, los agricultores tienen que volver a hacer la solicitud, pagar las mismas cuotas y pasar nuevamente por todo el proceso. De esta manera, obtener un certificado puede ser una carga pesada para las granjas pequeñas, que operan típicamente con limitados márgenes de ganancias. El proceso de autenticación es también complicado y  requiere mucho tiempo.

“Nos tomó dos años, pero finalmente aprobamos la evaluación de Tse-Xin en 2008”, dice Huang Ming-yu, la hija de Huang Sin-yi, quien es propietaria de la Granja de Frutas Sin Yie en el Pueblo Zhuqi, Distrito de Chiayi, en el sur de Taiwan. En 2005, el señor Huang, ahora miembro del Mercado Esperanza, decidió abandonar el uso de pesticidas y fertilizantes sintéticos porque su esposa se enfermaba después de rociarlos. Al recordar el cuidadoso proceso de evaluación, Huan Ming-yu dice que “hasta encontrar el rociador de cucarachas en nuestra casa les hacía cuestionar nuestro compromiso a los métodos de agricultura orgánica”.

A pesar del costo y las dificultades, Huang Sin-yi insistió en solicitar el certificado, porque así sus clientes podrían disfrutar las frutas de su granja sin preocupaciones. Sin embargo, para muchos otros agricultores, la falta de certificado significaba dificultades para incursionar en el mercado principal o vender en las tiendas de alimentos orgánicos. No todos los agricultores orgánicos pueden costear esos altos gastos y largo proceso de evaluación, y Guo Yi-ping, quien cultiva rosas, dice que es allí cuando los mercados como el Mercado Esperanza pueden ayudar a los agricultores a pequeña escala que como ella, no tienen certificado para vender sus productos. El fundador del mercado Chen Meng-kai comprende esta dificultad y la tomó en cuenta cuando formulaba las reglas para los miembros. “Debido al alto costo y la dificultad para obtener el certificado orgánico, los miembros en el mercado no se restringen a sólo aquellos con certificado orgánico”, dice Chen. “El Mercado Esperanza sólo les exige que presenten documentos que comprueben que sus productos no contienen residuos químicos”.

Los precios del producto orgánico

El alto costo de la agricultura orgánica es otro importante problema para los agricultores, y en consecuencia para el momento en que los alimentos llegan a las tiendas, sus precios son caros. “El costo de eliminar manualmente la maleza es diez veces más alto que rociarlas con algún herbicida”, recalca Chen. Los herbicidas pueden controlar el crecimiento de la maleza por medio año, por ejemplo, pero los agricultores orgánicos necesitan podar la maleza cada mes, explica. “Probablemente, tan pronto la hoz termina con una parte del campo, la maleza que se cortó el mes pasado ya ha crecido otra vez”.

 

(Chang Su-ching)

Huang Ming-yu, de la Granja de Frutas Sin Yie, menciona la ansiedad inesperada que sus padres padecieron cuando empezaron con el cultivo orgánico. “Mis padres sentían mucha angustia al ver que tantas naranjas y mandarinas se caían de los árboles porque tenían menos resistencia a las enfermedades sin el uso de pesticidas”, dice Huang.

En vista de todos estos problemas, el Mercado Esperanza trata de encontrar maneras de cooperación entre los miembros a fin de reducir los costos. Por ejemplo, las cajas que usan son producidas en bulto a precios reducidos. “Si los agricultores individuales diseñaran e imprimieran sus propias cajas les resultaría muy caro, por eso generamos una fuerza que actúa en conjunto como un grupo”, dice Chen Meng-kai. Los miembros también adquieren en conjunto los toldos que usan para vender en el mercado.

El Mercado Brisa en la Ciudad de Kaohsiung en el sur es el único mercado agrícola organizado con fondos gubernamentales, y fue establecido a finales de 2007, después que el alcalde del Distrito de Kaohsiung, Yang Chiu-hsing, encontrara inspiración en los mercados similares que había visto en Europa. Cada sábado, el mercado ofrece productos de más de 20 granjas orgánicas de los poblados Shanlin y Meinong, ubicados en Kaohsiung, así como artículos de 10 organizaciones benéficas y tres grupos que representan a las comunidades locales.

Chang Wei-chi, ex profesora asistente de la administración de turismo en el campus ubicado en Kaohsiung de la Universidad Shih Chien, fue invitada a seleccionar a agricultores orgánicos para que formen parte del mercado desde principios de 2008 hasta mediados de este año. Ella dice que antes de unirse al mercado, la mayoría de estos granjeros preferían cultivar plantas que podían almacenarse durante largo tiempo, tales como maíz y batatas, en lugar de hortalizas verdes que se dañan rápidamente. Ahora con el nuevo punto de venta, muchos de estos agricultores tienen confianza y cultivan una amplia gama de productos agrícolas, ofreciendo más opciones a los clientes.

Los estudiantes de Chang también participan en las actividades del mercado, ayudando a los miembros a desarrollar nuevos productos, crear recetas para sus hortalizas y rediseñar el empaque, haciéndolo más atractivo y ecológico.

Los estudiantes ayudaron a los miembros de un grupo comunitario de Wen Xian en el poblado Linyuan, Distrito de Kaohsiung, que venden jabón fabricado con aceite desechado de todos los vendedores de pollo frito en la comunidad. “Aparentemente hay muchos productos similares en el mercado”, explica Chang, “por eso nos centramos en nuestras características locales para diseñar el empaque”. Como en el poblado Linyuan se cultivaban cebollas, un maestro fabricantes de papel del pueblo Puli, Distrito de Nantou, fue invitado a enseñar a los miembros de la comunidad a utilizar las cebollas para crear papel para envolver el jabón. “El empaque de piel de cebolla roja complementa los productos y crea valor agregado”, dice Chang.

Los estudiantes de Chang también entrevistaron a los agricultores, realizaron estudios de campo y crearon letreros sobre la vida de los agricultores y los productos agrícolas que se exhiben en el mercado. Los estudiantes acumularon una gran cantidad de conocimientos sobre el cultivo orgánico durante sus múltiples visitas a las granjas, y ayudaron igualmente a supervisar las operaciones para garantizar que los agricultores cumplieran los requisitos de los métodos de cultivo orgánico, dice Chang.

Según Chang Zhi-peng, el director del proyecto del Mercado Brisa, el mercado recibe alrededor de 2.400 visitantes al mes. Chang Wei-chi dice que el ingreso promedio de cada puesto es alrededor de NT$6.000, y algunos superan los NT$20.000 (US$606). Esto se compara favorablemente a cifras del Consejo de Agricultura que muestran que el ingreso promedio mensual de un agricultor es NT$21.335 (US$647).

Desde julio de este año, los agricultores en el mercado han pagado el 5 por ciento de sus ventas mensuales a un “fondo público”. El dinero se usa para financiar el salario del director del proyecto del mercado y para financiar los proyectos benéficos administrados por el Buró de Asuntos Sociales del Distrito de Kaohsiung. La comunidad y los grupos benéficos en el mercado guardan todos los ingresos, que financian sus programas sociales incluyendo el cuidado diario de los ancianos y la repartición de comida a los minusválidos de la comunidad –esquemas subsidiados anteriormente por el Buró de Asuntos Sociales. “Con el mercado, esperamos ayudar a los agricultores y las comunidades para que sean independientes”, dice Chang. “También mostramos cómo esta gente con “discapacidad” tiene la fuerza de brindar cuidados a otros”.

El Mercado Brisa es el resultado de la colaboración entre los grupos de la comunidad. Los visitantes que vienen por primera vez hacen comentarios acerca de los lienzos coloridos hechos con tinturas de plantas, que cuelgan sobre el mercado. Estas 60 piezas de tela son el resultado de los esfuerzos de los grupos de 25 comunidades asistidos por el Buró de Asuntos Sociales del Distrito de Kaohsiung. “Un agricultor del Mercado Agrícola 248, con sede en Taipei, dijo que le conmovió ver cómo la decoración coloca a todos los miembros del Mercado Brisa ‘bajo un mismo estandarte’”, recuerda Chang Wei-chi.

Apoyo popular

Wu Tung-jye, director del Frente Formosa Verde, una popular organización no gubernamental, que promueve la legislación medioambiental, dice que los clientes de estos mercados apoyan la idea de comunidad que ellos promueven. El dice que en comparación con mercados similares organizados anteriormente por las asociaciones agrícolas del Gobierno, el contacto directo con los productores locales se ha traducido en que los consumidores están más dispuestos a respaldarlos.

 

El Mercado Brisa que se realiza una vez a la semana recibe 2.400 visitantes cada mes, según el director del proyecto Chen Zhi-peng. (Chang Su-ching)

Chang Wei-chi y Chen Meng-kai, fundador del Mercado Esperanza, están de acuerdo en que los mercados agrícolas deberían realizar una función educativa, además de promover el comercio. El Mercado Brisa celebra cursos para sus agricultores, enseñándoles estrategias y métodos de cultivo orgánico. Los organizadores tienen programado la promoción de información sobre la Ley de Revitalización Agrícola de las Aldeas, un proyecto de ley rural que fue debatido recientemente. Chang dice que el mercado debería invitar a expertos para que “los agricultores conozcan el potencial impacto de la ley, que podría cambiar la situación de las comunidades agrícolas de Taiwan”.

Chen Meng-kai dice que el Mercado Esperanza se centra en la educación de los clientes, y explica que ellos pueden aprender de los productores, y los productores pueden a su vez aprender de la naturaleza. El mercado con sede en Taichung celebra cursos sobre cultivo orgánico y la fabricación de productos agrícolas orgánicos, tales como el tofu. Se invita a los agricultores involucrados en estos mercados a participar en clases prácticas sobre cómo cultivar orgánicamente en los pequeños espacios de terreno cerca del Centro Educativo Esperanza.

Anne Chen, quien participó en uno de los cursos entre abril y agosto de 2008, siente simpatía por los agricultores orgánicos y comprende sus dificultades porque las pestes causaron mucho daño a los cultivos al final del curso que ella hizo. “A fin de no recurrir a un intermediario, ahora sólo compro alimentos orgánicos directamente de los agricultores”, dice. Además, ella se ha convertido en una voluntaria del mercado.

Incluso algunas organizaciones que participan muestran su apoyo al mercado. Fu Wen-chong, propietario de la Tienda en Cadena de Alimentos Orgánicos Dietéticos Toboss, dona todas las ganancias que obtiene en la venta mensual en el mercado a sus organizadores. El dice que el Mercado Esperanza es una plataforma que sostiene a los pequeños agricultores. “No estoy aquí para ganar dinero, sino para apoyar la plataforma para que pueda continuar en operaciones”, dice Fu.

Como dice el fundador del Mercado Esperanza, Chen Meng-kai, un mercado agrícola es donde un grupo de gente puede aunar fuerzas para trabajar hacia una meta en común. “En las antiguas aldeas agrícolas, la gente ayudaba a sus vecinos a recoger arroz durante la cosecha, y a su vez ellos los ayudaban también”, dice. “Los mercados agrícolas pretenden poner en práctica ese espíritu en la sociedad moderna”.

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