04/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Trabajadores extranjeros:

01/05/1989
El problema de la fuerza laboral extranjera ilegal no es nuevo en los países desarrollados. En naciones como los EE.UU., se tiene que poner guardia a lo largo de la frontera para evitar la entrada de tales emigrantes no deseados. Pero el problema persiste, animado por fuerzas económicas y sociales difíciles de controlar.

Taiwan ha alcanzado un nivel de afluencia actual que estimula los sindicatos laborales y la demanda de mayor remuneración por su trabajo de parte de los trabajadores, pero muchos dueños rehusan o no están en posición de acomodarse a sus expectativas. Como alternativa, algunos dueños de empresas están recurriendo a una fuerza laboral extranjera más barata para mantener sus anteriores niveles de ganancias.

Pero el influjo de trabajadores del Sudeste asiático está comenzando a crear temblores sociales en toda la isla, a pesar que su número permanece relativamente pequeño. El Gobierno se encuentra ahora en­ frentándose a enfurecidos sindicatos y patronos, a medida que trata de encontrar una solución a este problema espinoso. Su sulución, como lo indica el siguiente artículo, tiene amplias implicaciones en el éxito del contínuo desarrollo industrial de Taiwan.

La República de China, al igual que todas las naciones en desarrollo de la Cuenca del Pacífico, inició su bonanza económica con una exitosa penetración a los mercados norteamericano y europeo con productos sencillos y baratos. Esto fue posible en gran medida debido a la abundante mano de obra barata y disciplinada que no estaba inclinada a participar en disputas laborales. La persistente y dinámica economía de Taiwan aún sigue siendo alimentada por las exportaciones, y al igual que en el pasado, la energía y dependencia de una dedicada fuerza laboral ayuda a que esto sea posible.

Pero las expectativas de los trabajadores -y sus hijos- han estado alterándose en los años recientes a medida que buscan una mejor calidad de vida para todos sus esfuerzos. Virtualmente cada familia en Taiwan alienta a sus niños a competir por la admisión en mejores escuelas e instituciones de enseñanza superior, de modo que puedan escapar del destino de un trabajo de fábrica. Pero en algunos aspectos, las expectativas han sobrepasado las realidades. A pesar del énfasis gubernamental en las industrias de alta tecnología y servicios, así como una mayor producción de artículos de mayor valor añadido, la mayor parte de las industrias locales permanecen fuertemente dependientes del trabajo de mano de obra intensiva. Debido a los cambios en los niveles de labor disponibles, la industria de construcción y muchas fábricas tradicionales de pequeño y mediano tamaño se enfrentan ahora a una escasez de mano de obra.

El resultado ha sido un influjo masivo de trabajadores extranjeros ilegales que están deseosos de trabajar por una fracción del pago que experan ahora los locales. La gran mayoría de esos trabajadores provienen del Sudeste asiático, especialmente de las Filipinas y Tailandia. Aunque ellos usualmente entran a la República de China con visas de turismo o estudiante, ellos ocupan posiciones en fábricas o labores domésticas. Los estimados no oficiales colocan el número de trabajadores extranjeros ilegales en aproximadamente unos 30.000, auqnue existen indicativos que esta cifra es baja. Si bien su número está lejos de ser abrumador, sin embargo ha creado problemas para el Ministerio del Interior y el Consejo de Asuntos Económicos del Yuan Ejecutivo.

Las agencias clandestinas de empleo que operan en los países de origen de los trabajadores actúan generalmente como vía de conducto para su entrada a la República de China. De acuerdo al Consejo de Asuntos Laborales, esas agencias tienen conexiones directas con las compañías locales que sufren de escasez de mano de obra- y la escasez de hace cada vez más severa. Los administradores de empresas en el sector privado se enfrentan al dilema de una necesidad de llenar los miles de posiciones en las líneas de producción y obras de construcción que sencillamente no atraen a los trabajadores locales. La situación es especialmente atractiva para alguien que venga de un país como las Filipinas, donde los salarios son sólo una cuarta parte de aquel de Taiwan, y donde las compañías sobrecargadas no pueden ni ofrecer plazas a los graduados de universidad.

Lamentablemente, los trabajadores extranjeros atraídos a Taiwan pueden quedar con sus derechos abusados por los patrones ya que ellos no pueden recibir mucha protección de parte de las autoridades. Pero esto pareciera ser preferible a las condiciones de vuelta en sus países, donde el desempleo abunda. En 1988, el PNB per cápita en las Filipinas fue de US$548, y en Tailandia fue de US$770. En Taiwan, la cifra fue US$6.045. Los trabajadores extranjeros están deseosos de soportar maltratos de corto plazo de parte de los patronos debido a que los beneficios financieros siguen siendo lucrativos, aun cuando ganen menos que los trabajadores chinos.

Algunos observadores del escenario laboral que se está desarrollando en Taiwan dicen que las condiciones están ahora maduras para el abuso. Irónicamente, la misma ética de trabajo y el progreso que ha venido como resultado de lo anterior ha comenzado a socavar la salud económica nacional. Por ejemplo, el Dr. Wu Hui-lin (吳惠林), un investigador becario del Instituto Chung Hwa de Estudios Económicos en Taipei, señala que la brecha entre la oferta y la demanda surge de un continuo decline en la tasa de participación laboral (definida como la tasa de la fuerza laboral total dividida por el número de personas mayores de 15 años dentro de la fuerza laboral). El esfuerzo para un automejoramiento se ha convertido en parte del problema.

"La gente procura vigorosamente obtener una educación superior, y el nivel de destrezas de cuello blanco que han adquirido ha aumentado con más rapidez que el número de trabajos que requieran dicha destrezas", explica Wu. "Después de la educación secundaria. La mayoría de los jóvenes chinos buscan hoy una forma de educación superior en vez de entrar inmediatamente a la fuerza laboral. Ellos desean escapar de la pena de un trabajo de cuello azul de bajo status. Este fuerte incentivo por aprender ha causado en realidad una baja en el incentivo para trabajar en empleos que están disponibles".

Wu sospecha que la falta de industrias de servicios en Taiwan también restringe el entusiasmo de la fuerza laboral. El dinero que tan arduamente ahorra un trabajador común puede ser gastado en sólo pocos sitios. "¿Porqué trabajar si no hay nada que vale la pena usar el dinero?", pregunta Wu. "Nuestra nación está trabada con excesivas regulaciones a la industria de servicios, de modo que esta industria está severamente subdesarrollada".

Otra razón de la escasez de mano de obra ha sido un mejoramiento cualitativo general del nivel de vida entre los trabajadores de Taiwan. Salarios más altos y mejores trabajos le han dado una imagen cada vez menos atractiva al trabajo manual de baja remuneración. Ingresos agregados dentro de las familias también ha hecho que sea menos necesario para los miembros individuales tener que mantener más de un empleo para satisfacer sus gastos, e incluso algunos miembros de la familia pueden dejar de trabajar; y ambas situaciones remueven trabajadores de la fuente laboral. Más aún, con Taiwan sobrecargada de liquidez, existen otras fuentes de ingresos aparte de las largas horas en factorias poco saludables, aún cuando tales fuentes no siempre aumentan la productividad nacional.

Un gran número de trabajadores están hoy preocupados con juegos de azar, tales como apostar en una variación local del Lotto de Hong Kong (que ha reemplazado el Ta Chia Le, que estuvo basado en la ahora suspendida lotería nacional). La bolsa de valores local también ha sido denominada un "casino" debido a la persistente atmósfera de apuesta y énfasis en pagos inmediatos. "Jugar" por dinero ha llegado a parecer como más valioso que sudar en un sitio de construcción o en una línea de producción.

"La idea es trabajar tan poco como sea posible, y ganar el salario de alguien que posee varios empleos", dice Wu. "El problema no es la falta de mano de obra, sino de incentivos para trabajar. Taiwan no tiene virtualmente desempleo forzado' Los trabajadores locales sencillamente consideran que es más fácil obtener más dinero en las apuestas".

Las condiciones de los trabajadores extranjeros ilegales están en agudo constraste con los "juegos" que juegan los trabajadores locales. Una trabajadora filipina, que prefiere permanecer anónima, ha estado empleada ilegalmente en una pequena fábrica de electrónicos en Taipei durante los últimos tres años. Habiendo entrado a Taiwan con una visa de estudiante, ella sobrepasó intencionalmente su período de estadía para poder trabajar. Su salaría está muy por debajo de sus colegas chinos, y un día de trabajo puede llegar a 14 pesadas horas de ensamblaje de calculadoras de bolsillo. Pero el trabajo es para ella algo afortunado, y la materialización de un sueño.

"No me preocupa que me pueda pasar", dice ella. "Estoy costeando la educacíón universitaria de mi hermano y sosteniendo a mis padres y dos sobrinas en las Filipinas. La companía me paga por hora, así que hago tanto sobretiempo como pueda antes de caer exhausta. Yo deseo continuar en este trabajo por otros tres años, y lo haría si las autoridades no me ordenen irme primero".

A pesar de las obvias contribuciones de los trabajadores extranjeros ilegales a la economía, el publico los considera con mucho mal presentimiento. Y el gobierno se preocupa de que su continua asignación en trabajos en los extremos más bajos retardará la transición de industrias de mano de obra intensiva a aquellas de capital o tecnología intensiva. Tai-chi Doong (董泰琪), director del Departamento de Normas Laborales del Consejo de Asuntos Laborales, dice que es esencial que Taiwan eleve el nivel de su industria para competir con las naciones desarrolladas.

"La batalla está librándose en dos frentes", nos dice. "Taiwan se enfrenta a una fuerte competencia de las naciones subdesarrolladas donde la mano de obra es barata. Ellas están alcanzandonos rápidamente y están arrebatandonos los mercados de extremos más bajos. Y las naciones desarrolladas intentan interrumpir nuestro proceso de mejoramiento para prevenir que penetremos en sus mercados. ¿Cómo podremos sobrevivir si no elevamos el nivel completamente muy pronto?"

El profesor Wu no está de acuerdo con Doong, argumentando que las industrias de extremos más bajos pueden coexistir confortablemente con industrias de alta tecnología mientras persistan las demandas por ambos tipos de bienes. "Los trabajadores extranjeros pueden complementar los esfuerzos de los trabajadores locales, siempre y cuando ellos permanezcan productivos", dice él. "Yo creo que el asunto real es el empleo, no el elevamiento de nivel. El elevamiento de nivel es un proceso natural que vendrá por sí mismo".

Mientras el Gobierno agoniza en torno al problema de qué hacer con los trabajadores extranjeros ilegales, los sin­ dicatos de trabajadores están haciendo oir sus quejas acerca de la situación en forma clara y sonora. Ellos señalan rápidamente como causas las debilidades en la actual legislación gubernamental. Los sindicatos echan humos ante la perspectiva de seguir empleando más trabajadores extranjeros debido a que esto pondría en peligro su fuerza de negociación para demandar unas mejores condiciones de trabajo. El asunto ha sido puesto en público por recientes protestas organizadas por sindicatos que han tomado lugar frente al Consejo de Asuntos Laborales.

Tsai Shou-hsien (蔡守賢), presidente de la Asociación laboral del distrito de Taoyuan, ve la situación como un problema dentro del problema. "El país está sobrecargado con trabajadores ilegales debido principalmente a que el Gobierno se ha despreocupado de las necesidades de los trabajadores locales", dice él. "La verdad es que la administración no desea compartir las ganancias con los trabajadores, y la pobre legislación ayuda a perpetuar la situación. Las actuales leyes laborales dan mucho espacio para que la administración tome ventajas de los trabajadores locales".

De acuerdo con Tsai, los estatutos del Código Laboral constituyen no más que ambiguas formalidades, no dando protección o beneficios específicos a los trabajadores, mientras que permite que la administración tenga mano libre. El señala varios cambios que deberían hacerse antes que se pueda esperar que los trabajadores locales recuperen su entusiasmo por el trabajo.

"Una atrocidad de la ley actual es la cláusula de pensión en un mínimo de 25 anos, que indica que un trabajador debe estar empleado en la misma companía por lo menos 25 anos antes de calificar para la pensión", dice él. "Pero la mayor parte de las firmas pequeñas y medianas raramente sobreviven más de 10 a 15 años, y muchos dueños de pequeñas firmas exportadoras cierran sus negocios después de cinco años de manera que puedan cambiar su nombre y evitar así pesadas cargas tributarias. Esto debe ser cambiado en absoluto".

El asunto de los bonos de fin de año provocó varias huelgas y protestas en el pasado Año Nuevo Lunar, cuando trabajadores se quejaron que sus gerentes eran muy tacaños. Nada en los actuales estatutos especifican cuál es el porcentaje de las ganancias de una companía que debe ser reservado para los bonos. "Este es otro ejemplo de cómo la ley no es nada más que un cúmulo de palabras sin verdadera relevancia con las necesidades laborales", dice Tsai.

La queja más reciente de Tsai es acerca de la decisión del Consejo de Asuntos Laborales de hacer provisiones para que trabajadores extranjeros ayuden a construir los 14 Proyectos Claves, un plan de construcción con un presupuesto estimado en NT$900.000 millones (US$32.000 millones) para mejorar las infraestructuras de los sistemas de transporte y comunicación, control ambiental, y programas de cuidado médico en Taiwan. La acción parece haber resuelto el problema de la escasez de mano de obra, pero ha provocado una tormente de resentimientos.

El director Doong califica el resentimiento como una "inseguridad psicológica". "Es como si hubiera una manzana que no quiero comer, pero que también no dejo que otros se la coman", dice él. "Es un problema psicológico de nuestros trabajadores locales". Tsai sugiere que este problema puede ser resuelto en otra forma aparte de usar mano de obra extranjera barata. "Tal vez podríamos usar los cuerpos de ingeniería militar en los proyectos", dice él. "El actual enfoque del gobierno es divisorio y mal aconsejado. Por favor recuerden que soy un miembro del KMT y amo al partido, pero cuando veo un error, es mi deber quejarme y tratar de corregirlo".

Nuevas regulaciones laborales están siendo redactadas en el Consejo de Asuntos Laborales, y ellas estarán completas para junio del presente año. Doong dice que una parte de la legislación irá a estipular que los salarios para los trabajadores extranjeros se equipararán a los del trabajador local. Esta provisión irá a forzar a los fabricantes a recortar sus costos laborales y mejorar las industrias locales. Otros detalles incluyen un formato para deportar a extranjeros ilegales siempre y cuando la persona del caso haya sido primeramente solicitada para que retorne a su país por cuenta propia. Si ellos no pueden hacerlo, los patronos o embajadas en Taiwan respectivamente serán los responsables. Si todo eso falla, el gobierno local pagaría por el viaje.

La Administración Nacional de Policía actualmente se reserva US$14.500 para gastos de deportación todos los años, pero esos fondos se usan solamente para deportar extranjeros ilegales que hayan cometido crímenes en Taiwan. Un portavoz dice que un extranjero que está trabajando en la República de China no está realmente cometiendo un crimen, sino que más bien está violando las regulaciones gubernamentales. "Cuando se les descubre, les solicitamos que abandonen el país dentro de un lapso de tres meses", dice él. "Pero no se toman medidas drásticas sencillamente debido a que nadie tiene el dinero para enviar de vuelta esas personas".

Esas tenues palabras ofrecen poca seguridad para la mayor parte de los trabajadores ilegales. "No tengo libertad, siento como si fuera a ser deportada por un policía en cualquier momento", dice una trabajadora filipina. "Paso la mayor parte de mi tiempo en la fábrica, donde tengo que trabajar, cocinar, comer y dormir. Excepto cuando vaya la iglesia en los domingos y una ocasional salida al McDonald de la localidad, nunca salgo por temor a ser detenido por un oficial de la policía".

Tsai no está del todo desprovisto de simpatía por las plegarias de los trabajadores extranjeros, a pesar de su incansable crítica de las políticas gubernamentales. "Entiendo profundamente las dificultades que debe soportar un trabajador extranjero", él dice. "Hablando por todos los trabajadores de Taoyuan, puedo decir claramente que no tenemos animosidad personal en contra de los extranjeros ilegales que trabajan aquí. Todos estamos tratando de vivir y sobre­ vivir, y todos somos trabajadores. Pero los chinos debemos vivir y luchar también. Hasta que el Gobierno apruebe leyes más justas, hemos de solicitar que los trabajadores extranjeros retornen a sus países"

Que los trabajadores extranjeros deban retornar a sus respectivos países o deban quedarse ganando salarios más a la par con el resto de la sociedad, es algo que deberá procurarsele una solución cuando se haya sobrepasado su status, especialmente ahora que el descontento contínua creciendo. A medida que Taiwan sigue el camino hacia una posterior reestructuración industrial, los problemas acerca del trabajo se tornarán cada vez más complejos. La respuesta del Gobierno al influjo de mano de obra extranjera es una de las primeras pruebas reales de un proceso de desarrollo mucho más grande. □

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