08/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Tienda de variedades

01/07/1987
Las populares y esenciales tiendas de los "diez mil artículos" se enfrentan a un futuro incierto. "Desde que hubo una Avenida Hsintien, esta tienda ha estado aquí", nos dice orgullosamente Lin Szu-shih, mirando la quieta calle desde su tienda. Ningún otro sonido puede escucharse, como si todo hubiera sido atacado con un temor reverencial por sus palabras. "Todo eso tiene 200 años de existencia". El señala los estantes de madera atornillados en las paredes de ladrillos. En agudo contraste con los modernos productos enlatados y embotellados para uso diario que están colocados en su extensión, ellos revelan rastros de desgaste y el pasar de los años. Un montón de bienes de consumo variados están apilados en cajas de diferentes tamaños cerca de las paredes alineadas con estantes. En ellas en encontramos cientos de artículos: servilletas, cigarrillos, caramelos, cerveza, cremalleras, cordones para zapatos, arroz, azúcar, harina, huevos, escobas, velas e inciensos- en fin, todas clases de productos de consumo tradicionales y modernos. El ojo errante también detecta utensilios familiares, artículos para los ritos religiosos, y algunos artículos que son completamente difíciles de identificar. Un caos de artículos, incluyendo teteras de latón y sartenes colgados del viejo cieloraso de madera. En esta pequeña y congestionada tienda de diez mil mercaderias, los clientes encuentran casi todo lo que necesitan, pero con un problema: es bastante imposible saber dónde comenzar a buscar por algo. La vieja tienda del Viejo Lin está en una quieta esquina en el lado más apartado de la Avenida Hsintien, alejado del mercado donde multitudes se congregan y se mezclan entre sí. Aunque sus dueños han cambiado varias veces y los alrededores han sido drásticamente alterados, la tienda en sí -su apariencia exterior y todo el mobiliario interior- permanece casi igual como cuando se inauguró por primera vez. Casi muy viejo para llevar a cabo su deber, un simple tubo de luz fluorescente, la única fuente de luz artificial, no ayuda a iluminar la tienda. Gracias a los rayos solares que entran a través de las dos grandes ventanas frontales, los clientes pueden evitar pisotear los montículos de mercaderías que amontonan los estrechos corredores. Desde un punto de vista crítico, todo el cuarto se asemeja más a un depósito después de un ligero terremoto que un lugar de negocios. "Y esto también, puede Ud. ver, fue usado por mi tatarabuelo", dice Lin de 53 años de edad a medida que golpea ligeramente el mostrador de madera y mira retrospectivamente las generaciones en los cambios y alteraciones que han sufrido la tienda, la calle y la familia Lin. Hace unos 200 años, Hsintien, ahora un suburbio de la ciudad de Taipei, era un pequeño puesto de comercio entre las personas locales y los aborígenes. Y la Avenida Hsintien, la calle más antigua, creció gradualmente a ser un próspero lugar. El tatarabuelo del Viejo Lin abrió una pequeña tienda para vender arroz, té y artículos de primera necesidad a la gente del pueblo y viajeros. Posteriormente, su hijo, el bisabuelo de Lin, heredó la tienda familiar y la expandió, a medida que ampliaba sus relaciones comerciales. El negocio llegó a la cúspide cuando el abuelo se encargó de la tienda a inicios del siglo actual. "Mi abuelo fue asignado pao cheng (保正). En aquellos días, todas las personas aquí lo conocían. Incluso ahora, las personas con más de 70 años aún recuerdan su nombre. Usted puede preguntarle a cualquiera de ellos", dice con una voz emocionada. Pao cheng era una asignación que existía dentro del sistema pao chia (保甲) que se puso en práctica aquel entonces en Taiwan. Con profundas raíces en la dinastía Chou de hace 3.000 años, era un sistema administrativo organizado en base a las familias, con cada chio com­ puesto por diez familias, y cada pao compuesto de diez chias. Al ejercer el auto­ gobierno y la auto-defensa a nivel local, este sistema ayudó a los gobiernos de varias dinastías a mantener la seguridad interna y fortalecer la defensa nacional. Como jefe honorario de un pao, el cargo de pao cheng era generalmente ofrecido a la persona más respetada y de mayor talento en el área. El abuelo del viejo Lin, habiendo sido siempre un contribuyente regular en los asuntos locales, se merecía el honor. El padre del viejo Lin, era muy conocido por su sentido de justicia y fue también electo jefe de su comunidad después que los programas de auto-gobierno local fueron puestos en práctica por el gobierno de la República de China en los años cincuenta. Durante ese período, la tienda de Lin prosperó junto con el desarrollo de Hsintien, y frecuentemente servía como un sitio de reunión para los residentes locales. Siguiendo al rápido desarrollo económico y el crecimiento de nuevas comunidades en los años setenta, la actividad comercial se trasladó al sector del mercado cerca de la terminal de buses, y el negocio de Lin comenzó a decaer en forma gradual pero inexorable. Seis años atrás, el Viejo Lín tuvo que encargarse del negocio familiar después que falleciera su padre. Sin ambiciones de hacerse fortuna, él lleva una vida sencilla, abriendo las puertas de su tienda a las 7:00 a.m. y cerrando después de anochecer. Los días pasan en la tienda esperando que entren los clientes, la mayoría de ellos vecinos y amigos, con los que toma copas de té mientras echa un ojo al vecindario. Para él, la administración y contabilidad modernas son innecesarias; todo lo que necesita es su experiencia y el ábaco. Lin dice que lleva básicamente una vida feliz, en gran parte debido a que él se lleva bien con todas las personas locales. "Todas las familias han estado estrechamente asociadas por generaciones", dice Yang Tsai-chih, de 68 años, propietario de una tienda de medicina herbolaria que está enfrente de la tienda de Lin. "Yo conocí a su abuelo, yo era también un amigo de su padre, y ahora lo trato como un hermano. Yo y algunos viejos amigos seguimos yendo a su tienda, generalmente no para hacer compras, sino para tener alguna conversación." La Sra. Liu, ahora en sus treinta, se mudó a este lugar hace siete años y ha sido una frecuente cliente. "Yo vengo a Lin por las cosas que necesito debido a que resulta más conveniente. El Viejo Lin es directo y sin complicaciones, y todos gustamos de él", añade ella. La situación de Lin no es un caso raro en Taiwan. De hecho, a pesar de la competencia de los supermercados y grandes almacenes que han surgido recientemente en respuesta a los cambios económicos y sociales, cientos de viejas tiendas de variedades han sobrevivido. Con cierto parecido a las antiguas tiendas de centavos o cinco y diez, ellas aun pueden ser halladas alrededor de la isla. Frecuentemente retienen su apariencia original, especialmente aquellas situadas en el campo, donde la civilización moderna solamente ha afectado marginalmente. Esos negocios son una propiedad familiar y un legado dejado por sus antepasados. Con la tradicional piedad filial china en mente, los dueños de las tiendas se siente obligados a continuar con lo que sus antepasados habían creado, aun cuando las actividades comerciales raramente se expanden más. Pero debido a sus largas y extensivas relaciones con la población local, esas tiendas se han convertido en parte integral de cada comunidad, y todos han hecho uso de sus servicios en algún momento. Evidentemente, los vecinos y amigos se reunen allí para intercambiar chismes. Por eso, ellas actuan también como "puestos de la aldea para intercambiar conversaciones", y los dueños de tiendas se convierten frecuentemente en líderes de opinión, o inclusive políticos en las comunidades locales. Como las ganancias no son necesariamente su primera prioridad, ellos pueden gozar de un vida más bien relajada. Sin embargo, aquellos que están en las ciudades no son tan afortunados. Una pequeña tienda de variedades en la planta baja de un edificio de apartamentos de tres pisos en la bulliciosa Wanhua nos da un ejemplo ilustrador. A pesar de estar localizada en el casco viejo de la Taipei, que tiene sus orígenes en el siglo XVIII cuando era el mayor centro comercial y puerto fluvial, la tienda tiene una apariencia moderna. El local es limpio y bien iluminado. Los estantes con tan numerosos bienes que ponen la cabeza a dar vuelta, están en ordenada exhibición, pareciéndose más bien a un mini-supermercado. Sin embargo, aún resulta difícil encontrar los artículos que uno desea sin la ayuda del dependiente. Chen Kuang-hua, de 38 años de edad, es el propietario de esta vieja tienda de 50 años fundada por su padre. Nacido en Wanhua, Chen ha sido testigo del impacto de la urbanización en su ciudad natal durante las dos últimas décadas. Se han removido casas viejas, nuevos edificios las han reemplazado, y angostos callejones han sido transformados en avenidas de 4 carriles. Al mismo tiempo, muchos negocios viejos han desaparecido a medida que modernas tiendas han sido abiertas una tras otra. En esta calle, sólo otra tienda de variedades tiene una historia más larga que la suya. Pero él no ha sobrevivido sin hacer nada. "Debido a la creciente calidad de la vida en Taiwan en los años recientes, los clientes tienen expectativas mayores acerca de las tiendas donde hacen sus compras", nos explica el padre de cuatro niños. "Así, mi esposa y yo hemos rearreglado el interior cada tres o cuatro años y hemos reajustado nuestro horario de negocio, abriendo las puertas a las 10 a.m. y cerrando a las 2 a.m. para poder satisfacer las demandas de los compradores de la ciudad". Como Wanhua es un popular lugar turístico en Taipei, bien conocido por su mercado nocturno del "Callejón de las Culebras" y sus viejos templos budistas, numerosas tiendas así como tiendas de departamentos se encuentran aquí en ardua competencia. "Resulta cada vez más difícil administrar los negocios de esta manera", dice Chen meneando la cabeza, "especialmente después que llegaron 'ellos'". "¿Ellos?" El gesticula hacia una tienda situada veinte metros al otro lado de la calle. El letrero encima de su llamativa fachada tiene un gran "7" en color naranja junto con un "ELEVEN" en verde sobre­ puesto. Otra línea en letras más pequeñas indica: "Servicio las 24 horas". La competencia de Chen es una de las tiendas en cadena que operan bajo franquicia de la President Enterprises, que varios años atrás importó el sistema administrativo y el nombre de las tiendas 7-Eleven desde los EE.UU. Esas tiendas, con interiores impecables, abundancia de productos y, sobre todo, servicio a todas horas, han surgido rápidamente en todas las áreas de la nación. Esta particular sucursal fue establecida hace dos años. "Son bastante atractivos para los transeúntes y turistas", dice la Sra. de Chen, también nativa de Wanhua. Ella continua su conversación mientras su marido atiende a un cliente regular. Ella explica que los vecinos y amigos aun siguen visitando su tienda para obtener lo que quieren y, más frecuentemente, para conversar con su familia porque los que atienden en la tienda 7-Eleven "no son de la localidad". Afortunadamente, los Chen nunca intentaron hacerse de mucho dinero. "Si así fuese, la tienda ya hubiera cerrado", nos dice ella. Para esta agradable pareja, que nunca ha tenido un libro de cuentas, el administrar la tienda es algo más que un medio de subsistencia, es una forma de vida en sí. "Pero el negocio se hace cada vez más difícil". Ella sonríe, pero con un tinte de amargura. ¿Están las cosas viejas o tradicionales condenadas a ser arrastradas en medio de la marejada de la modernización? Debido a la poderosa presión de los supermercados y tiendas de departamentos, ¿irán las tiendas viejas a desaparecer por siempre del agitado escenario comercial de Taiwan? "Absolutamente no", dice la Profesora Hsiao-hung Nancy Chen (陳小紅), catedrática del Departamento de Sociología y su Instituto de posgrado de la Universidad Nacional Chengchi, que recibió su Doctorado en Desarrollo económico y social en la Universidad de Pittsburg; dice que esas viejas tiendas hacen más que un simple negocio. Sus funciones son más extensas. Debido a sus relaciones por mucho tiempo con las comunidades locales, los dueños de tiendas están familiarizados con todos sus clientes y conocen los detalles íntimos de sus condiciones familiares. En realidad son más amigos que comerciantes. Los almacenes de departamentos y su­ permercados, por otra parte, sienten que poseen una fuente abundante de clientes y no dependen de relaciones a largo plazo con los compradores. Chen dice. "Es similar a la diferencia entre un doctor de familia y un médico del hospital. El primero está muy al tanto con el historial de su caso y cuida de Usted como si fuera parte de la familia, pero en los ojos del último, Usted puede ser un mero número u otro caso más y nada más." Los clientes modernos aprecian ahora más que nunca la relación amistosa que en la mayoría de los casos puede ser hallada ahora solamente en las tiendas más viejas. Segundo, esas tiendas pueden darle a la gente ciertas conveniencias, tal insignificantes pero indispensables, que ni los supermercados ni los almacenes de departamentos pueden proveer. Por ejemplo, si se ha perdido la tapa de una tetera o el botón de una camisa, se podrá contar con que el hombre en la tienda de la esquina de la calle tenga un reemplazo adecuado, mientras que el vendedor de un almacén de departamentos simplemente sugiere comprar un nuevo artículo. "En vez de botar las cosas, la mayoría de nosotros tratamos de remendarlas y mantenerlas," observa la Prof. Chen, "hasta que nuestra sociedad haya alcanzado lo que W.W. Rostow denomina como 'la era del alto consumo en masa'". En su libro publicado en 1961, Las etapas del crecimiento económico, el Profesor Rostow defiende que las dimensiones económicas de todas las sociedades radican en una de cinco categorías: la sociedad tradicional, las precondiciones para el despegue, el despegue, el impulso hacia la madurez, y la era del alto consumo en masa. La Prof. Chen sugiere que los EE.UU., Europa Occidental y Japón ya han entrado en la quinta etapa. La República de China como una comunidad económica está acercándose rápidamente a la quinta etapa, pero aun no la ha alcanzado. Más importante aun, las tiendas tradicionales preservan hereditariamente el servicio persona a persona. El dueño siempre acompaña al cliente alrededor de su tienda, ayudandole a encontrar lo que necesita, explicandole las funciones de las mercaderias, e inclusive haciendo comparaciones entre las diferentes marcas de mercaderias. Si él conoce el cliente, tal vez le permita comprar a crédito y aun le hace entrega a domicilio. En el caso de un extraño, el dueño encenderá un cigarrillo para el nuevo cliente, y después de una agradable conversación se convertiran en amigos inmediatos. En los EE.UU., el problema de las malas relaciones con los clientes en el moderno servicio de los negocios ha sido lo suficientemente serio para ameritar un reciente artículo de cubierta en TIME. La edición del 2 de febrero advirtió que el "servicio personal se ha convertido en una enloquecedora mercadería rara en el mercado norteamericano" debido a que los vendedores son muy escasos y muy ocupados para darle mayor atención a los clientes. Muchos negocios en EE.UU., anota el artículo, están "fallando en obtener el balance correcto de la conveniencia de la alta tecnología vs. la atención personal". Este fenómeno es también aparente en Taiwan, pero ahora que los servicios constituyen cerca de la mitad de todos los negocios de esta nación, muchos negocios inevitablemente consideran las orientaciones del auto-servicio como señales claras de progreso. Pero el progreso no es del todo dulce si se pone demasiada atención a las estrategias administrativas y poca a las relaciones humanas. La Profesora Chen hace hincapié que con el servicio personal creciendo cada vez más impersonal en las principales esquinas de nuestra sociedad, "las personas han comenzado a extrañar el toque humano y desean ver que retorne". Esto no significa que un propietario al estilo antiguo puede dormir tranquilamente. Si bien no necesariamente tiene intenciones de quitarle su cama, su moderno competidor del supermercado desea por lo menos compartir el cuarto con él. El no puede darse el lujo se sentarse solamente y no hacer nada. Chien Hung-chun (簡鴻春), de 65 años y Presidente de la Camara de comerciantes de mercaderías secas de Taipei, ha puesto mucha atención a esta situación: "Los vendedores en las tiendas más viejas deben renovar el amueblado interior de sus negocios y mejorar la calidad de los productos que venden". Propietario de una tienda de variedades con 70 años de existencia en la Calle Tihua, Chien tiene conoce muy bien que las viejas formas de administrar negocios es un callejón sin salida. Pero añade que los méritos comerciales tradicionales tales como honestidad y crédito deben ser preservadas. La Profesora Chen también sugiere que las viejas tiendas en la esquina de la calle deben continuar dándole a los clientes un servicio esmerado y personal, y tener los insignificantes artículos de reemplazo que las modernas empresas comerciales ignoran. Pero para estar al tanto con las nuevas tendencias comerciales, las tiendas deben ordenar sus bienes por "departamentos", no por memoria del propietario, para satisfacer así las necesidades de los compradores modernos. Al hacer esto, ella dice, esas tiendas no sólo sobrevivirán, sino que se convertirán en más esenciales para satisfacer las necesidades del público en general. La rápida modernización es un hecho en la vida de Taiwan, pero no necesita ser totalmente a costa de la tradición. □

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