20/05/2024

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Taiwán Hoy

EL EFECTO DE LA MACETA DE FLORES

01/07/2011
El ecosistema del arroyo Balian en la comunidad de Gongrong en la ciudad de Nuevo Taipei, que una vez estuvo en peligro, ha sido recuperado poco a poco desde que los residentes del área decidieron prohibir las actividades humanas en el arroyo en 2007.

El esfuerzo de la regeneración rural planteada por los Doce Proyectos i-Taiwan permite a los residentes de la comunidad decidir qué es lo mejor para ellos, y cómo abordarlo.

Caminando por un pequeño sendero rodeado de campos en terrazas, Lin Yi-feng, un trabajador voluntario de la comunidad, explica con entusiasmo a los visitantes sobre las plantas acuáticas en una de las lagunas ecológicas que sirven para demostrar la biodiversidad de la Comunidad Gongrong en el Area de Sanzhi de la ciudad Nuevo Taipei. “Esta es una planta indígena que crece en la parte norte de Taiwan, y raramente puede encontrarse en otro lugar”, dice. “Ya no usamos ningún herbicida en los campos, entonces todas las especies nativas han vuelto a crecer”.

Pero el entorno era muy diferente en Gongrong hace nueve años cuando Lin, jubilado de la enseñanza de ingeniería mecánica en una escuela secundaria vocacional en Taipei, volvió a su pueblo natal para cuidar de sus ancianos padres. Lin explica que primero dejó la comunidad a la edad de 15 para ir la escuela. Sólo volvía a casa los fines de semana y días feriados, una costumbre que continuó aun cuando las responsabilidades laborales lo mantuvieron alejado durante las siguientes cuatro décadas. “Cada vez que volvía en esos años, parecía muy poco tiempo y con apuro, y no me molestaba en mirar alrededor de la comunidad”, dice Lin. “Finalmente cuando tuve tiempo de ver alrededor, encontré que ya no era el lugar que conocía”.

Muchos de los campos fueron abandonados debido a la disminución de la industria agrícola. En los campos aún cultivados, desde la década de los ochenta, el arroz que se cultivó en el área durante más de un siglo, había sido reemplazado por bambú de agua y sandías. El uso excesivo de herbicidas y pesticidas químicos, aunque les ahorró dificultades a los agricultores, dañó el terreno y también el Arroyo Balian, del que dependían los residentes de la comunidad para la irrigación, así como también los peces y camarones, las principales fuentes de proteínas en el área. “Los residentes locales no notaron el cambio porque fue gradual, pero era dramático para alguien que regresaba después de tanto tiempo”, dice Lin. “Básicamente, el medio ambiente y la gente en la comunidad estaban viviendo la metáfora de la rana hervida, y lo triste era que la rana ni siquiera lo sabía”.

Un molino de agua restaurado marca la entrada de la comunidad de Gongrong y refleja el patrimonio agrícola.

Valores e identidad

Con la modernización de Taiwan y el declive de la agricultura como una parte clave de la economía, el entorno que Lin enfrentó hace nueve años en Gongrong no es poco común en otras comunidades rurales en Taiwan. “Los valores y la identidad de estas comunidades rurales están construidas enbase a la producción, la subsistencia de la gente y la ecología”, dice Alex Wang, subdirector de la División para el Desarrollo Rural bajo el Buró para la Conservación del Terreno y las Aguas, del Consejo de Agricultura (COA, siglas en inglés). “Cuando esos elementos se eliminan o descuidan, siguen algunos problema, tales como las dificultades financieras, una población que envejece y el éxodo de los jóvenes”.

Para aminorar estos efectos, el Gobierno ha iniciado un número de proyectos de desarrollo agrícola y empoderamiento comunitario desde los años ochenta. Cuando Ma Ying-jeou era candidato, antes de asumir la presidencia en 2008, incluyó un proyecto llamado Regeneración Rural como uno de sus Doce Proyectos i-Taiwan, que consiste en doce esquemas públicos que tienen prioridad y están diseñados para impulsar el desarrollo económico de la isla.

El proyecto de regeneración rural comenzó a llevarse a cabo después de la toma de posesión del presidente Ma, con un anteproyecto de la Ley para la Regeneración Rural, redactado por el Yuan Legislativo. Sin embargo, a la ley no siempre le fue bien en el legislativo. Alex Wang dice que era criticaba a algunos legisladores y ciudadanos de las comunidades rurales por querer concentrarse en los proyectos de infraestructura, descuidando el mercadeo y la producción económica en sectores como el agrícola y el turístico. El COA celebró más de 300 reuniones públicas alrededor de la isla para evaluar la opinión pública sobre el anteproyecto de la Ley para la Regeneración Rural antes de su aprobación en julio de 2010.

Le ley exige que el Gobierno “facilite la sostenibilidad, revitalización y regeneración rural, a fin de mejorar la infraestructura de producción, conservar la ecología y la cultura rural, mejorar la calidad de vida, y construir una nueva prosperidad y belleza rural”. La ley estipula también que durante los próximos 10 años, el Gobierno debe destinar NT$150 mil millones (US$5 mil millones) para subsidiar proyectos con el propósito de revitalizar las aldeas rurales. Un apéndice de la ley exige que el Gobierno inyecte NT$50 mil millones (US$1.660 millones) adicionales en aldeas rurales a partir de 2020. El COA espera que el proyecto beneficie a 600.000 residentes en las 4.000 comunidades rurales de Taiwan.

Alex Wang explica que el propósito del Esquema de Regeneración Rural de i-Taiwan es darle a los residentes locales la autonomía sobre el proceso de revitalización de sus comunidades. Bajo la Ley para la Regeneración Rural, los proyectos individuales deben iniciarse por una organización local y basarse en un consenso alcanzado a través de las discusiones comunitarias. “Por lo tanto, la mayor diferencia entre éste y los proyectos anteriores, es que éste es el primer proyecto completo”, dice. “Lo que significa que los residentes de la comunidad —quienes saben mejor qué necesita su comunidad— son los que toman las decisiones, mientras que el Gobierno desempeña el papel de distribuidor justo de los recursos para el proyecto”.

La aldea Nanpu en el poblado Beipu en el Distrito de Hsinchu es un buen ejemplo de cómo funciona este proyecto completo. Hace diez años, cuando Chuang Ming-tseng cerró su empresa de limpieza de vehículos en el poblado de Zhudong, también en el Distrito de Hsinchu y regresó a Nanpu para ayudar a promover el turismo agrícola allí, en la aldea ya se habían realizado varios proyectos de revitalización agrícola o empoderamiento comunitario. “El Gobierno y algunos expertos pensaron que -Nanpu tenía potencial para esto o aquello, por lo que decidieron que necesitábamos desarrollar el turismo o algo”, dice Chuang. “Resultó que los empresarios y los inversionistas de fuera del pueblo obtuvieron el beneficio y Nanpu obtuvo la contaminación”. Lo peor fue que desde que esos proyectos beneficiaron poco a la aldea, los aldeanos ya no estaban interesados en respaldar ningún proyecto gubernamental.

Después de conversar con la mayoría de los 370 residentes de Nanpu cuando era candidato para jefe de la aldea en 2006, Chuang concluyó que la razón clave de los pobres resultados de esos proyectos anteriores era que no daban a los aldeanos lo que realmente necesitaban. El explica que la economía de granja de la aldea y la vida cotidiana estaban estrechamente relacionadas al Canal de Irrigación de Nanpu, que tiene siglos de antigüedad, y que había perdido poco a poco su habilidad de suministrar agua debido al daño y acumulación de sedimento. “El canal de irrigación es la cuerda de salvamento de Nanpu”, dice Chuang. “Lo que realmente necesitaban los aldeanos era reparar esa cuerda, pero las voces de los locales obviamente no fueron tomadas en serio en los proyectos anteriores”.

Los agricultores estaban al tanto de que reparar el canal de irrigación de doce kilómetros significaría que no obtendrían ingresos durante un año porque su terreno tenía que quedarse sin cultivo durante la reconstrucción, pero a Chuang no se le hizo difícil lograr su consentimiento. El trazó un plan no sólo para reparar el canal de irrigación, sino también emplear -métodos de ingeniería ecológica para construir diques, bancos y humedales en el medio del canal, que sentaba la base para el desarrollo de la -agricultura orgánica.

Como hubo un consenso sobre la necesidad de un proyecto, nunca careció de respaldo. Cuatro aldeanos mayores con una edad acumulada de 300 años, por ejemplo, se ofrecieron de voluntarios para ubicar y limpiar secciones que estaban cubiertas con hierbas y pantano, en base a sus recuerdos de cómo se venían las secciones en épocas anteriores. Otros se ofrecieron como voluntarios para reparar las estructuras históricas locales, tales como un molino de agua de varios siglos de antigüedad y algunos “pabellones de lavandería” donde los residentes solían lavar la ropa y conversar.

El proyecto del canal de irrigación recibió fondos en 2009, y se comenzó a trabajar en ese mismo año. En mayo de 2010, con la conclusión de todas las obras de reconstrucción, Nanpu se dio a conocer como un “pueblo de agua dorada”. Chuang explica que “dorado” se refiere al color de los cuatro cultivos principales del área: arroz, naranjas, caquis y batatas dulces, además de las gloriosas puestas del sol, pero lo que la aldea ha ganado va mucho más allá del “oro”. “Al llevarse a cabo el proceso, los aldeanos desarrollaron fuertes sentimientos sobre la coexistencia con nuestra tierra”, dice. “Ese sentimiento es ahora el bien más valioso de Nanpu”.

Alex Wang cree también que en lugar de centrarse en la infraestructura, los nuevos proyectos de regeneración son verdaderamente sobre el pueblo. “El pueblo es la fuente de la energía y la creatividad necesarias para acelerar el desarrollo comunitario”, dice. “Eso significa que se necesita recrear un entorno en el que la gente quiera vivir y se sienta apegada”.

El tema de la recreación y restauración de un entorno de una comunidad rural, puede ser algo difícil de conseguir apoyo. Hace nueve años, cuando Lin Yi-feng, de la comunidad Gongrong, quiso hacer algo para restaurar su medio ambiente, la idea fue rechazada por todos los otros residentes. “Los residentes de la comunidad —la mayoría de ellos en cincuentones y sesentones— estaban acostumbrados a la situación y deseaban que todo se mantuviera igual”, dice Lin. “Cada vez que trataba de hablar con ellos sobre algunos cambios positivos que podíamos hacer, pensaban que quería ser candidato a jefe de la aldea o algo así”.

Aunque la Ley para la Regeneración Rural marcó la primera vez que se establecían requisitos formales para el esquema de revitalización. Los primeros esfuerzos gubernamentales ayudaron a preparar a las comunidades a emprender sus propios proyectos. Lo que realmente empezó a cambiar las mentes de los aldeanos testarudos a los que Lin se refiere fue el Proyecto de Construir Raíces, que fue iniciado por el SWCB en 2004, y continúa hoy como parte del esquema i-Taiwan. Alex Wang explica que Construir Raíces es un proyecto de incubación con el fin de ayudar a las comunidades rurales a prepararse para alcanzar el desarrollo a través de la organización de sus recursos. El proyecto ofrece una serie de cursos, dictados por profesionales y conferencistas con -experiencia en agricultura, ingeniería medioambiental, planificación urbana y otros campos relacionados que viajan a aldeas individuales. Allí, comparten con los residentes el porqué y cómo deberían cuidar su medio ambiente, cómo recaudar suficientes recursos para la renovación de proyectos, cómo comunicarse con los otros aldeanos y cómo hacer un plan factible para traer nueva vida a sus comunidades.

La comunidad de Ankang. Después de ver los esfuerzos exitosos de Gongrong, los residentes de Ankang comenzaron su propio proyecto de regeneración.

Construir raíces

Lin participó en el curso de Construir Raíces y logró persuadir a algunos otros aldeanos a seguirlo. “Solamente seis de los 28 aldeanos que dijeron que irían, realmente fueron a la primera clase en 2005, pero las cosas mejoraron luego”, recuerda. “Hasta la fecha, casi la mitad de los alrededor de 200 residentes de la comunidad han participado en los cursos de incubación”.

Con la ayuda de profesionales, los residentes de la Comunidad Gongrong comenzaron a cultivar las tierras cultivables abandonadas y a usar abono natural en lugar de fertilizantes -químicos para sus cultivos. Y luego en 2007, trabajando con dos aldeas vecinas, los residentes lograron “cerrar” el arroyo Balian para el uso humano con el objetivo de que su ecosistema se recuperara. Lo que es muy estimulante es que más de 20 jóvenes, que habían abandonado el área previamente en búsqueda de mejores oportunidades laborales, han regresado a su pueblo para unirse a la campaña de regeneración.

Algo por lo que Lin está especialmente contento respecto al trabajo de regeneración es que ha resultado ser “contagioso”, no solamente dentro de su propia comunidad, sino también fuera de ésta. La comunidad vecina de Ankang enfrenta muchos de los mismos problemas que Gongrong, y después de ver nuestros cambios , también se unieron al proyecto. “Algunos de nosotros sentimos que necesitábamos un cambio, pero no sabíamos dónde comenzar o cómo proceder”, dice Wu Chun-fa, presidente de la Asociación para el Desarrollo de la Comunidad de Ankang. “Si no hubiésemos visto lo que pasaba en Gongrong y conocido el Proyecto Construir Raíces, todavía estaríamos buscando qué hacer y cómo hacerlo”.

Aunque el proyecto de la comunidad de Ankang aún está en las primeras etapas, Wu es optimista porque él ha visto la gran participación de sus residentes. “Cuánto más comprenden sus residentes el porqué necesitamos un plan de regeneración y cómo queremos que sea, más fácil será para nosotros alcanzar un consenso en crear una visión para la comunidad”, dice.

Desde 2004, el SWCB ha organizado alrededor de 1.300 clases bajo el Proyecto Construir Raíces, acelerando la ejecución del proyecto para la regeneración rural. Los planes de regeneración de aproximadamente doce comunidades alrededor de la isla han sido aprobados por sus respectivos gobiernos de distrito o ciudad bajo el nuevo esquema de i-Taiwan, y están ahora dando resultados. Por ejemplo, el poblado de Houbi en el Distrito de Tainan en el sur de Taiwan, el plató de filmación del popular documental de 2004, El último de los cultivadores de arroz, ha logrado inyectar nueva vida en la industria del arroz del área mediante la transformación de parte del terreno en sitios para el turismo agrícola. Gracias a la cooperación entre los pueblos aborígenes y no aborígenes, la comunidad de Mataian en el Distrito de Hualien, en el este de Taiwan, se ha vuelto famosa por su parque de humedal ecológico. Los esfuerzos de los aldeanos para conservar la ecología del humedal de Mataian, no solamente han estimulado el turismo local, sino que también ha creado oportunidades de trabajo para la comunidad.

Entre tanto, Alex Wang advierte que el mayor reto es lo que está por venir. El explica que todas las áreas rurales que han visto cierto éxito en la regeneración están entre lo que él llama las 60 comunidades “clase A” de Taiwan, que han participado en desarrollos comunitarios anteriores o esquemas similares. Esta experiencia facilita mucho más la puesta en marcha de nuevos proyectos. “La parte más difícil es comenzar en la mayoría de las comunidades que nunca han participado en esos proyectos, o en lugares que no tienen interés en hacer cambios”, dice.

De hecho algo muy difícil porque hay 4.000 comunidades rurales en Taiwan, pero que también es factible, ya que Wang cree que el “efecto de la maceta de flores” podrá traer eventualmente el proyecto de regeneración a su pueblo. “Un hombre lento recibe una pequeña maceta de flores”, explica Wang. “Limpia una esquina de su escritorio para colocarla allí, y luego limpia el escritorio para que ‘combine’ con la esquina. Luego, limpia la habitación para que combine con la mesa. Finalmente limpia su mente”. La primera maceta de regeneración rural parece que ya ha sido distribuida, y están ahora estimulando a las comunidades rurales alrededor de Taiwan para que comiencen sus propios esfuerzos de “limpieza”.

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