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El maestro cuchillero de Quemoy, un corte por encima de los otros

06/11/2007
Un juego de tres cuchillos de cocina con mangos de bakelita, cuyas formas han sido diseñadas para diferentes usos. (Fotos de Chen Mei-ling)

Comprar recuerdos para los familiares y amigos es algo que casi todo viajero hace, ya que las compras son parte y esencia de un viaje. Licores, chocolates, caramelos y pequeñas curiosidades culturales son algunas de las opciones populares; pero en general, resulta un tanto difícil encontrar a alguien que piense en comprar un cuchillo como regalo durante un viaje. No obstrante, si por casualidad usted es una de estas personas, entonces debe visitar la herrería de Wu Tseng-dong en el distrito de Quemoy (Kinmen), una de las islas aledañas de Taiwan que se encuentra a unos pasos de la costa de China continental.

Conocido localmente como "Maestro Wu", este herrero experto admitió recientemente que era el perfeccionista de la familia con respecto a la forja de cuchillos. "Soy más exigente que mis hermanos cuando se trata de hacer un cuchillo", dice. "Es por eso que los cuchillos que hago se venden muy rápido". Encargándose del negocio de herrero de su padre --un hombre que también disfrutó de una reputación similar por el acabado de alta calidad-- las destrezas de Wu y su esclavizante dedicación al concepto de calidad han contribuido al éxito de una industria local que disfruta ahora de una reputación mundial, con clientes que llegan frecuentemente de Australia, Japón y Estados Unidos.

Nacido en Quemoy en 1957, Wu estudió las artes del herrero con su padre, quien a su vez lo aprendió de su abuelo, un trabajador del metal entrenado en Amoy (Xiamen), en la provincia de Fukien (Fujian), China continental. Al inicio, el padre de Wu viajaba con una caja de herramientas entre las aldeas, ayudando a los campesinos a reparar sus dañados utensilios de labranza, tales como hoces y rastrillos. Después, su padre abrió una tienda donde se hacían cuchillos para carniceros, y el negocio le fue tan bien que la mayoría de los carniceros en Quemoy se convirtió en sus clientes. Wu dice que su padre deseaba hacer algo diferente, de modo que se expandió y trató de hacer cuchillos de cocina. Afortunadamente, fue exitoso y la familia prosperó. Cuando el negocio estuvo en su apogeo, sus hermanos y hermanas tenían que ayudar a operar el mismo.

Wu dice que antes que su padre le permitiera realmente forjar el hierro, él tuvo que desarrollar su fuerza al punto que fuera capaz de sostener firmemente el metal casi derretido con una larga tenaza extremadamente pesada. Con una mano se sostiene la tenaza que se usa para sacar el acero caliente del horno, mientras que se usa la otra mano para martillar el hierro cuando está al rojo vivo.

Según Wu, fue durante el tiempo que pasó trabajando con su padre como forjador de hierro donde fijó los cimientos para su futuro éxito como herrero. En aquellos días, él podía determinar si una pieza de metal que se estaba calentando en el horno estaba lista para ser forjada sencillamente observando su color. Este juicio preciso fue acumulado tras de trabajar con el metal por más de 34 años.

"Comenzaba sacando el hierro del alto horno y luego sostenía el martillo de herrero", dice Wu. Después de aprender a controlar el martillo con una mano, comenzó a pulir. Solamente cuando logró dominar las habilidades fundamentales, pudo comenzar a martillar el hierro; así, los cuchillos que se hacen en su taller pasan por cada uno de los procedimientos de herrería y por una exhaustiva serie de inspecciones. Para lograr que más personas entiendan el proceso de la fragua y aprecien el desarrollo histórico del negocio, Wu incluso remodeló su tienda con áreas para demostraciones en vivo y exhibiciones.

Al entrar en la tienda de Wu, un visitante puede penetrar inmediatamente en la atmósfera y los sonidos del mundo del herrero, que provienen del área de demostraciones en vivo diseñada para simular el proceso de la fragua. Iniciando el trabajo, el "maestro" corta un pequeño pedazo de una antigua granada de artillería con un soplete de acetileno y oxígeno, usando gafas para proteger sus ojos de la fuerte luminosidad del horno. Seguidamente, el fragmento es colocado dentro del horno donde las altas temperaturas ablandarán el duro metal, permitiendo que pueda ser reconfigurado. Después de un rato, Wu usa un par de tenazas para tomar el trozo de metal, que se ha tornado de un color rojizo-dorado, lo saca del alto horno y coloca sobre el yunque para forjar el cuchillo. A medida que forja el cuchillo, Wu lo remoja en aceite en un paso que se denomina proceso termal. El insiste que este procedimiento es necesario para aumentar la dureza y durabilidad del acero.

"Dependiendo del uso del cuchillo, se requiere de diferentes controles de temperatura", dice Wu. "Nos aseguramos que el cuchillo no se resquebraje a temperatura ambiental, pero aquéllos que son usados para cortar artículos congelados deben resistir temperaturas por debajo de 20 grados centígrados", añade.

Después de solidificar la condición del acero, Wu continua con la primera fase del pulido para limpiar las impurezas que puedan haber en su superficie. Al mismo tiempo, sumerge constantemente el cuchillo en agua fría para conservar la dureza de la hoja. Después de dos vueltas de afilado y pulido, un brillante cuchillo ya está a punto de tener colocado su mango. El pedazo de granada de artillería de unos dos centímetros de grosor se ha convertido en un delgado cuchillo de cortar de cuatro milímetros. El desafío final es escoger un mango atractivo y confortable para poner fin al proceso. Desde la perspectiva profesional, incluso la calidad del mango puede variar considerablemente.

"La madera es el material que normalmente usamos, pero la bakelita es mejor debido a que es resistente a los ácidos y alcalíes, sin mencionar que es aislante eléctrico", dice Wu, añadiendo que el precio entre la madera y la bakelita puede variar hasta unos quince dólares estadounidenses.

Wu no sólo hace diferentes tipos de cuchillos, sino que también se especializa en crear mangos que sean cómodos para el usuario. "Como mi padre, siempre pienso acerca de crear algo diferente", relata Wu al señalar un mango de bakelita recién diseñado que fue exportado a Japón y recibió una respuesta favorable en ese mercado. "Además de la apariencia y la calidad del metal, diseñamos nuestros productos para que sean más fáciles de usar".

Wu dice con modestia que los clientes que han usado sus cuchillos son también sus maestros; de modo que siempre considera el propósito de un cuchillo al momento de forjar uno. "Un cuchillo necesita sentirse bien en la mano y ser apto para su dueño".

Gracias a su filosofía en la manufactura de cuchillos, los diseños de Wu son producidos teniendo en mente los diferentes usos a que se destinan. El mango de una tajadera tiene un ángulo descendiente, mientras que el mango de un cuchillo para cortar es horizontal debido a que permite que el cocinero pueda usar su fuerza fácilmente. Además, Wu dice que un chef requiere de diferentes tipos de cuchillos cuando prepara platos de diferentes regiones.

Convencido de que la selección de un cuchillo que sea acorde con los requerimientos físicos y necesidades de su dueño es algo muy importante, Wu ofrece las siguientes palabras de consejo para quienes tratan de escoger un buen cuchillo. Primero, el cuchillo debe estar pulido perfectamente con su curva natural libre de ángulos y esquinas que sobresalgan de la línea. Segundo, el mango del cuchillo debe sentirse confortable al agarrarlo. Wu bromea que la mano gruesa de una abuela podrá agarrar un grueso mango, pero las manos delicadas de las jóvenes sólo podrán manejar utensilios livianos y delicados.

De los años treinta a los cincuenta, amolar el metal hasta que fuera suficientemente afilado y añadir un mango de acero era todo lo que tenía que ver con el desarrollo del cuchillo. Pero finalmente, se puso igual hincapié en la apariencia y lo práctico del instrumento. Wu recuerda que la materia prima para los primeros cuchillos venía de las granadas de artillería que fueron disparadas contra Quemoy durante la guerra de propaganda que se libró durante los años sesenta. Los comunistas enrollaban volantes impresos y los insertaban en las granadas, que eran luego disparadas contra el grupo de islas en días intercalados. Una granada completa puede producir hasta 50 cuchillos, incluyendo 40 de la base y 10 de los costados.

A pesar que Quemoy no ha sido bombardeada por mucho tiempo, Wu se sonríe y dice que no se preocupa de quedar sin materiales para hacer cuchillos. Por el contrario, se siente muy optimista acerca del futuro de la industria y dice que preservar las habilidades de cuchillería es su principal foco de atención en el presente.

"Cualquier granada de artillería puede ser transformada en cuchillos de diferentes formas y tamaños", dice. "Siempre y cuando conservemos una sólida base de conocimientos, no hay necesidad de preocuparse por la fuente de materiales", agrega. Tratando de reflejar un posible declive en la industria tradicional, él indica: "Me siento agradecido por el apoyo y estímulo de la gente, especialmente de quienes consideran mi trabajo como una forma de arte. Algunos visitantes incluso dicen, 'que pena que no hayamos traído una cámara' al hacer el recorrido por mi tienda".

Traducido del Taiwan Journal por Luis M. Chong L.

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