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Museo de aduanas presenta historia marítima de Taiwan

26/10/2007

Una adornada réplica de una pagoda budista de 13 pisos hecha de huesos de pescado y decorada con más de 300 figuras grabadas engalana la entrada del Museo de Aduanas de Taiwan en Taipei. Confiscado por funcionarios de aduanas en 1996, este modelo de tres metros de altura no solamente constituye un objeto cultural impresionante, sino que también da testimonio de la vigilancia y el papel esencial desempeñados por la Dirección General de Aduanas en el desarrollo de la economía nacional.

Peggy Wang, encargada del museo, relató en una entrevista reciente que la pagoda atrajo la atención de los agentes de aduanas que operan en Keelung --el segundo puerto más grande de Taiwan-- en quienes despertó sospechas la declaración describiendo el artículo como hecho de plástico y proveniente de Tailandia. Los agentes dudaban que alguien importara algo de plástico sin valor y examinaron con detenimiento los otros artículos que contenía el cargamento. Tras una rigurosa investigación, los funcionarios descubrieron no solamente cuchillos y espadas ocultas en el interior de la torre, sino también que el envío había llegado realmente de China continental.

Aunque en Taiwan abundan los museos de clase mundial, el Museo de Aduanas de la nación es especial en el sentido que ofrece una fascinante mirada a la en gran parte oculta, pero a la vez invaluable, labor que realiza esta dependencia. Dividido en cinco secciones de las dos primeras plantas del Edificio de Aduanas de Taipei, los visitantes pueden observar artículos prohibidos incautados durante las acciones de lucha contra el contrabando, procedimientos del trámite de aduanas, registros de la administración marítima y de faros, documentos y artefactos históricos, así como testimonios de la cooperación aduanera internacional.

El servicio de aduanas de Taiwan data del Servicio de Aduana Marítima Imperial durante la dinastía Ching en 1854. Originalmente, fue creado en China continental para recolectar impuestos producto del comercio marítimo, pero sus responsabilidades pronto crecieron hasta llegar a incluir la administración nacional de aduanas, correos, puertos y vías fluviales, pronósticos meteorológicos y operaciones de lucha contra el contrabando. Para 1912, ya había cambiado su nombre por el de Servicio Chino de Aduana Marítima y también fue encargado de la cartografía, la administración de faros, y la vigilancia de las costas chinas y la ribera del Río Yangtze.

Si bien sus niveles más altos de personal estaban constituidos principalmente por extranjeros --el primer inspector general de esta dependencia fue el diplomático británico Horatio Nelson Lay y su último en 1950, el estadounidense Knox Lester Little-- en la realidad las operaciones diarias fueron llevadas a cabo por locales altamente capacitados, que, según los documentos exhibidos en el museo, tuvieron que ser entrenados en los códigos impositivos y aprender exhaustivamente los enciclopédicos reglamentos de la organización lo suficiente para responder a las consultas del público y cartas de denuncia. Las respuestas minuciosamente claras escritas por los funcionarios eran casi indistinguibles de un texto impreso.

Wang explicó que en la actualidad, la competencia para entrar en el servicio es muy feroz, y a los aspirantes se les exige tener habilidades lingüísticas extraordinarias y aprobar un difícil examen. Un funcionario de aduanas no sólo debe contar con excelentes habilidades de comunicación, sino estar atento para detectar incluso la menor irregularidad en una declaración.

Aunque estas habilidades se utilizan en todo el servicio, son empleadas más aún en el campo de la inspección de contrabandos, donde las técnicas ideadas para ocultar bienes prohibidos son cada vez más ingeniosas. Por ejemplo, en 1993, funcionarios que trabajaban en Keelung inspeccionaron un aparentemente inocuo barril de miel, sólo para descubrir un compartimiento oculto con 84 kilogramos de heroína. Wang relató que las drogas también han sido descubiertas en patos de madera e incienso, artículos que despertaron sospechas porque están disponibles localmente y resulta demasiado caro importarlos.

No obstante, no todos los bienes confiscados son narcóticos, como la heroína y la marihuana. A veces, la política de lo que constituyen mercancías ilegales cambia con el tiempo.

"Hemos organizado parte del museo dedicada al Procedimiento de Liquidación para recordarle a la gente la manera correcta de declarar en aduanas", indicó Wang, quien hizo hincapié en la necesidad de presentar un informe cuando la gente viaja con productos fabricados con especies en peligro o de determinada región. Wang explicó que los artículos de China continental solían ser prohibidos debido a razones políticas y de seguridad; pero en esta era de conciencia medioambiental, se protege a las especies en peligro de extinción, por lo que las pieles, cueros, o especímenes son a menudo limitados. Por ejemplo, algunos turistas no sabían que los colmillos de elefante deben ser declarados en aduanas, añadió Wang. "Una vez que cruza la línea verde o roja en el aeropuerto", indica Wang refiriéndose a la declaración de aduanas en la zona de llegada, "usted entra al país, por lo que debe cumplir con las leyes locales". Wang aconseja que en caso de duda sobre la situación de un artículo, es mejor consultar inmediatamente a un funcionario de aduanas para evitar una sanción.

Con la mejora constante en las nuevas tecnologías, los equipos utilizados por los agentes de aduanas para agilizar los procedimientos de despacho han cambiado considerablemente desde 1978, cuando se basaban en computadoras de primera generación y una gran impresora que llegaba a la altura de los hombros. En el museo se exhibe el procedimiento de importación original, desde la impresión de tarjetas a la entrada en los registros en la base de datos informatizada. Según Wang, la tecnología ha reducido notablemente el promedio de tiempo de despacho por cada entrada de importación de 14 días a menos de dos horas.

En la sección de Cooperación Aduanera Internacional, se exhiben los uniformes de los servicios de aduanas de varios países, lo cual indica la participación de la nación en la comunidad internacional de aduanas. Wang relató que el director adjunto del Ministerio de Finanzas de los Países Bajos, una vez realizó una visita al museo y no encontró representado a su país. Después de regresar a casa, envió un nuevo uniforme al museo. Ella bromeó que a algunas personas les gusta comparar la calidad y el diseño de los uniformes de los agentes de aduanas y comentó que a la mayoría le gusta más el atuendo de los funcionarios belgas.

Además de los uniformes extranjeros, Jan De-ho, ex director general de aduanas, añadió su colección de monedas extranjeras al museo. Una moneda de un franco con la imagen del personaje principal de la novela de Antoine de Saint Exupéry, El Principito, es un objeto de especial interés para los visitantes.

"Cuando tenemos visitantes extranjeros, ellos se emocionan mucho al ver exposiciones de su propio país, y aprovechamos la oportunidad para realizar intercambios culturales con ellos", reveló Wang. También explicó que la labor de las aduanas a menudo involucra fomentar la cooperación internacional y el intercambio de información. Algunos de los trabajos pueden ser peligrosos y difíciles, por lo que se requiere paciencia y dedicación para dicha labor. "Nosotros trabajamos 24 horas al día, siete días a la semana, y quienes trabajan en los faros también han tenido que soportar ser enviados a zonas remotas".

Wang señaló las dificultades del trabajo en aduanas y los desafíos de realizar una gran variedad de tareas, como la administración de los 34 faros de Taiwan. La mayoría de los países utilizan al personal de guardacostas para atender los faros, pero desde la dinastía Ching, los responsables de los faros de la nación han sido de aduanas. Wang explicó que los faros fueron originalmente construidos para guiar a los buques británicos, por lo que el servicio de aduanas británico se encargó de administrar los faros. Desde entonces, la responsabilidad ha recaído sobre los funcionarios de aduanas. "Aunque el trabajo es duro, considero que los guardianes de los faros son los verdaderos representantes del espíritu de las aduanas".

Traducido del Taiwan Journal por Silvia Villalobos

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