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Sube, sube y vuela La economía de Pingsi despega

06/06/2007
Lin Guo-he demuestra la forma correcta de liberar un farol celestial a sus estudiantes en Pingsi.

Cada año, particularmente durante el Festival de los Faroles, poco después del Año Nuevo Lunar, decenas de miles de faroles de papel flotan en el cielo sobre las montañas que rodean al poblado de Pingsi, en el distrito de Taipei. Cuentan que esta costumbre proviene de una táctica militar usada hace casi dos mil años y revivida por los pobladores locales durante la dinastía Ching (de 1683 a 1895 en Taiwan) como advertencia contra los bandidos. No obstante, los faroles cayeron en desuso a principios del siglo XX. Fue apenas una década atrás cuando volvieron a la vida, en gran parte gracias al esfuerzo del profesor y artesano Lin Guo-he, según explica el director de la Asociación de Guías Turísticos de Pingsi, Yang Ching-tsung.

Lin, quien nació en 1949 en Pingsi y pasó toda su vida en este pueblo, fue testigo de los altibajos económicos del área, pero más que todo de su descenso tras el decaimiento de la industria minera local. En los años previos a su jubilación en 2003, tras un cuarto de siglo de enseñar escuela primaria, ansiaba encontrar alguna forma de ayudar a rejuvenecer su comunidad. Recordando los faroles de papel que fabricaba su padre, se dedicó a restaurar esta artesanía entre sus vecinos, explicó Lin.

Estos “faroles celestiales” también eran conocidos como “faroles Kongming”. Según la leyenda, se acredita su invención al estratega militar del Período de los Tres Reinos, Zhuge Liang (de 181 a 234), también conocido como Kongming, relata Lin. Se dice que Zhuge, las usaba de alguna forma ya olvidada para enviar información táctica durante las batallas.

Los faroles fueron traídos a Taiwan por los inmigrantes de la provincia de Fujian en China continental, quienes llegaron al área a trabajar en sus muchas minas, continuó relatando Lin. “Entre los primeros en llegar durante la primera mitad del siglo XIX estaba la familia Hu”, cuenta Lin, “y su patio frontal fue el origen de los faroles celestiales de Pingsi”. Esta fue una era sin ley y llena de bandidos, y los pobladores locales adoptaron los faroles como una forma de avisar a otros en las colinas cuándo era seguro regresar al pueblo. Nadie tiene la certeza de cómo se usaban los faroles como advertencia, o más bien, muchas personas están seguras pero tienen diferentes explicaciones. Por ejemplo, Lin tiene la teoría de “uno para malo, dos para bueno”. “Un farol era enviado para advertir de una incursión, y dos eran liberados después cuando era seguro volver”, señala.

Sin embargo, con una administración más eficiente bajo el gobierno colonial japonés (1895-1945), ya que se necesitaba de un pase para entrar en las montañas, los faroles ya no fueron indispensables y su uso declinó. Solamente unos pocos, entre ellos el padre de Lin, quien se había casado con una descendiente del clan Hu, recordaban cómo fabricarlos. A principios de la década de 1990, Lin solicitó al gobierno local promover este arte como una forma de darle publicidad a su pueblo. Posteriormente, ya que los faroles ascendían a más de tres mil metros, a la gente se le ocurrió la idea de escribir mensajes y deseos a las deidades en ellos.

Hábitos religiosos de este tipo son populares aún en esta era secular. Por ejemplo, un pendiente que cuelga en el muro del estudio de Lin, le fue dado por estudiantes del Departamento de Geografía de la Universidad Nacional de Taiwan. Ellos habían estado estudiando en el cercano Río Keelung, y vinieron a él para aprender cómo liberar un farol para solicitar a los dioses que los ayudaran a tener éxito en uno de sus proyectos, recuerda Lin. Tras obtener su diploma, uno de los estudiantes regresó a Pingsi para dar las gracias a Lin. “No me lo agradezcas”, le dijo Lin, “sólo regresa al mismo lugar y libera otro farol para expresar tu agradecimiento a las deidades”.

Un deseo era especialmente popular con los recién casados y las parejas sin niños, revela Lin, porque, por feliz coincidencia, “faroles celestiales” se pronuncia tian-ding en hoklo o dialecto taiwanés. Esto suena igual que “tener un bebé varón”, un deseo auspicioso para los locales, especialmente en tiempos antiguos cuando la mano de obra era escasa, y la riqueza y el estatus de una familia dependía de tener muchos hijos.

Lin explicó que la estructura de los faroles también tenía connotaciones con la “reproducción”. La estructura básica estaba hecha de bambú, explica, dentro de la cual pendía una vara de metal en forma de “Y”, de la que colgaba un gancho que sostenía el papel empapado en queroseno para quemar. Este gancho era un símbolo masculino, señala Lin.

De hecho, Lin admite que, a pesar de que él se adhiere a la forma tradicional de hacer los faroles, la mayoría de sus vecinos no lo hacen. Esto es porque encontrar el bambú correcto, cortarlo en los tamaños apropiados, y hacer los faroles de cinco lados toma más tiempo que hacer los faroles de cuatro paneles con varillas plásticas. Lin confiesa que ésto no le molesta, ya que su ambición nunca ha sido volverse rico; sin embargo, como el plástico no se descompone cuando los faroles caen de vuelta a la tierra, considera que es dañino para el medio ambiente. “Todo lo que tomamos de la tierra debe regresar a ella”, declara.

La cruz de metal con tres bifurcaciones ayuda a estabilizar la base del farol, permitiendo que el combustible permanezca al menos 40 centímetros por encima de la tierra. También permite que los faroles tradicionales puedan sostenerse libremente antes de encenderse y ascender a los cielos, a diferencia de las versiones nuevas, producidas comercialmente, que necesitan ser sostenidas después de encender el combustible hasta que se llenen de aire caliente y asciendan lentamente.

Lin también lamentó la pérdida histórica al cambiar a una cruz con cuatro prolongaciones a diferencia de la versión con sólo tres, diciendo que se ha roto la connotación cultural de los “tres poderes” de la cosmología han —el Cielo, la Tierra, y el Ser Humano. “Si abandonamos las técnicas tradicionales, nuestros descendientes nunca escucharán las historias ni comprenderán el origen de los faroles celestiales”, opina Lin.

Un nuevo cambio que cuenta con la aprobación de Lin fue el uso de diferentes colores para expresar diferentes deseos. Los visitantes a Pingsi pueden escoger ahora de entre faroles blancos, rosados, amarillos, naranjas o rojos que representan respectivamente paz, amor, bendiciones, riquezas o celebración. Lin afirma que éstos son más efectivos para hacer realidad los deseos de las personas.

Levantando cuatro grandes piezas de papel de arroz y cortándolas en forma de diamante para pegarlas a la armazón de bambú, Lin explica que “cuatro” dentro de la frase idiomática en mandarín “cuatro planos y ocho estable”, sugiere un equilibrio, al igual que se relaciona a los cuatro puntos cardinales: norte sur, este y oeste. Luego pega las piezas juntas para formar un cilindro y le agrega una pieza cuadrada para cerrarlo por arriba. Así queda casi terminado un farol que mide aproximadamente 145 centímetros de altura. Ayudado por su esposa, Lin levanta el farol y añade 12 hojas de dinero para las ánimas --“una por cada mes del año”-- que ha dejado toda una noche remojando en una mezcla original de queroseno, aceite de motor, y aceite para cocinar, y luego las ha secado. Esto ayuda a que el farol pueda volar más alto y mucho más lejos.

Destacando que los deseos de muchas personas han sido otorgados, lo que significa que a su vez traen a muchos amigos de vuelta a Pingsi, Lin expresó su satisfacción en sus esfuerzos de colocar a su pueblo en el mapa de los destinos turísticos y recreativos de Taiwan, al igual que el éxito en sus planes para impulsar la economía local.

Traducido del Taiwan Journal por Silvia Villalobos

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