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Exhibición en el centenario de un músico de Taiwan

26/08/2006
Deng usó la forma de las partituras musicales occidentales para componer Lamento de una flor solitaria y para transcribir canciones folkóricas. (Foto de Annie Huang)

Cuando se llevó a cabo el Tercer Festival Artístico de Taipei en 2000, un periódico local realizó una encuesta para encontrar cuáles han sido las canciones más populares en Taiwan durante los últimos cien años. No causó sorpresa que el mayor número de votos fue para la canción taiwanesa en hoklo Bang Chun Hong, del compositor Deng Yu-sian.

La canción, cuyo título se traduce al español como Anhelando la brisa de primavera, narra la historia de una joven que espera al muchacho que ella ama, a pesar que es muy tímida como para preguntarle cómo se llama. A medida que crece sus expectativas, su pensamiento se transforma en conmovedores ensueños bañados por la luz de la luna y la suave brisa.

Aunque muchas personas en Taiwan podrían haber olvidado la letra, sólo muy pocas personas no pueden canturrear la tonada, que es típica del estilo particular de Deng y de la música taiwanesa de los años entre las guerras en general, que ha sido grabada y readaptada a lo largo de las décadas que siguieron.

La inspiración e historia de fondo de la canción constituyen ahora el foco de una exhibición que se realiza para conmemorar el centenario del nacimiento del compositor en 1906. Abierto al público hasta el 10 de septiembre en el Museo Conmemorativo 228 de Taipei, dentro del Parque de la Paz que se encuentra cerca de la Estación del Ferrocarril en Taipei, Flores balanceándose en una noche de lluvia: Bang Chun Hong muestra las grabaciones originales de las canciones de Deng, así como raros manuscritos y fotos que registran el desarrollo de la música popular en Taiwan durante los años treinta y cuarenta, antes de la muerte de Deng en 1944, a la edad de 37 años.

También se exhiben cinco viejos discos de vinilo con grabaciones de las canciones de Deng, cuatro de ellos publicados por subsidiarias de marcas de discos japonesas, incluyendo uno emitido por la sucursal de la compañía estadounidense Columbia. Girando a 78 revoluciones por minuto, los discos de esa época solamente tenían espacio para una canción en cada cara.

La mayor parte del espacio de exposición se encuentra ligeramente iluminado, generando una atmósfera de nostalgia y obligando a los visitantes a depender de su sentido del oído en vez de la vista para apreciar el contenido de la muestra.

Aunque Taiwan ha cambiado de forma tal que ya es irreconocible desde que Anhelando la brisa de primavera fue compuesta en 1933, y esas melodias y las escenas del viejo Taiwan son cosas bastante extrañas para las generaciones más recientes, ellas siguen sacando una lágrima de los ojos de muchas de las personas mayores en la isla.

Uno de los visitantes a la exhibición, Wang Chao-jhih, recuerda que escuchaba las canciones de Deng que tocaba su padre cuando él era un alumno de escuela primaria. "Era una rara oportunidad para disfrutar la música transmitida por el gramófono en casa, debido a que no todo el mundo en ese tiempo podía darse el lujo de eso", dice sentimentalmente. De hecho, durante los años treinta, muy pocas personas podían tener el privilegio de comprar discos, que podían costar hasta un tercio del salario mensual promedio de esa época.

Si bien las grabaciones de las canciones de Deng podían ser compradas en las tiendas de discos, tales como aquéllas en el sector teatral de Dadaocheng, al norte de la Estación del Ferrocarril en Taipei, no hubo tiendas de este género hasta los años treinta. Según Huang Huei-jyun, encargada de la presente exhibición, la gente compraba discos en el pasado en farmacias, salones de belleza, abarroterías y otros sitios similares.

A pesar del alto precio de los discos, Huang arguye que las canciones de Deng no estaban realmente dirigidas a las audiencias burguesas. De hecho, él creía que todas las obras de arte, incluyendo la pintura y la música, no deben ser artículos de lujo dentro del limitado alcance de los trabajadores de cuello blanco, sino que deben pertenecer y tener conexiones más profundas con el público en general, dice ella. Sin la presencia en gran escala de gramófonos entre el público, fue a través de la radio que la mayoría de las personas disfrutaban de la música de Deng durante los treinta. Por coincidencia, el Museo Conmemorativo 228 se encuentra en un edificio donde operaba el Buró de Radiodifusión de Taipei durante el período de la ocupación japonesa.

En una reciente entrevista, Jhuang Yong-ming, un historiador local, describió otra escena que era típica durante la época en que vivía Deng, donde un vendendor de relojes colocaba discos recién publicados en un gramófono en su tienda, escribiendo su letra y pegándola en la pared exterior para atraer a los transeúntes. "Siempre que aparecía una nueva canción, la gente se reunía en esas tiendas para escucharla y aprenderla", dice Jhuang. Esta forma de apreciación musical constituye un recuerdo inolvidable para muchos taiwaneses de la generación más vieja.

En términos más amplios e históricos, Deng hizo dos importantes contribuciones que, a primera vista, podría parecer hasta contradictorias: la incorporación de los conceptos e instrumentos musicales occidentales y la preservación de los cantos folklóricos tradicionales.

Por ejemplo, la partitura para una de sus canciones taiwanesas en hoklo, Lamento de una flor solitaria, que también se encuentra en exhibición, incluye anotaciones para diversos instrumentos musicales, tales como el violín, el saxofón alto y la guitarra; mostrando de esta forma los esfuerzos de Deng por traer nuevos sonidos a la música popular. Deng en sí era amante de varios instrumentos, incluyendo el piano y la guitarra, los cuales aprendió primero de un maestro que enseñaba en una escuela en Taipei, y posteriormente en un colegio de música en Japón.

La recolección y transcripción de canciones folklóricas hakka, aborígenes y hoklo por parte de Deng, muchas de ellas transmitidas oralmente durante décadas o incluso siglos, lo colocó entre los pioneros de la preservación musical. Para este esfuerzo, él usó la forma occidental de escribir partituras, y varias muestras de las mismas se encuentran en la presente exhibición.

La propia contribución creativa de Deng ha sido igualmente atesorada por las generaciones posteriores, y ha continuado inspirando compositores y cantores hasta el día de hoy.

Descrito por el escritor local Jhong Jhao-jheng --que precisamente tiene una novela que también se titula Anhelando la brisa de primavera-- como el compositor de "melodías que han tocado los corazones del pueblo de Taiwan", y mejor conocido por sus composiciones clásicas de las canciones populares, Deng es en realidad un personaje mucho más complejo dentro de la historia musical de la isla, tal como lo muestra la exhibición.

Traducido del Taiwan Journal por Luis M. Chong L.


Anhelando la brisa de primavera

• Letra de Li Lin-ciou • Música de Deng Yu-sian


Sola en la noche, sentada detrás de un farol con la fría brisa soplando en mi cara,
diecisiete, casi dieciocho años y sin casarme.
Pero he visto un joven. Buen rostro y fina contextura,
¿hijo de quién será?
He querido preguntarle, pero soy tan tímida.
Como un laúd, mi corazón se retuerce porque deseo que sea mi marido,
pero contengo mis sentimientos.
Sola espero, pensando si seré escogida,
como una flor en su esplendor.
Escucho alguien acercarse afuera,
y abro la puerta para ver si es él.
La Luna se burla de mí, engañada por el viento.
La Luna se burla de mi timidez,
como un laúd, mi corazón se retuerce.

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