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Una antología fílmica presenta un siglo de amor

16/12/2005

Después de presentar a los cineastas el estilo de vida nihilista de fin de siglo en la juventud perdida de Taiwan en Mambo del milenio, Hou Hsiao-hsien ha vuelto a ofrecer su comentario acerca de la experiencia de la cultura juvenil de la ciudad con su último filme, Tres tiempos. Sin embargo, el maestro podría haber perdido su toque en esta oportunidad, si hemos de creer en las críticas sobre la película.

Aunque algunos fanáticos de las películas de Hou quedaron decepcionados con su última producción, el filme logró llegar hasta Cannes y fue escogido como la película de inauguración del Décimo Festival Internacional del Cine de Pusan. Con 10 denominaciones en los 42º Premios Caballo Dorado, Tres Tiempos se llevó la estatuilla para la Mejor Película Taiwanesa del Año; y su actriz principal, Shu Qi, obtuvo el galardón a la Mejor Actriz. El productor de cine de Hong Kong, Stephen Chow, se quedó con el premio al Mejor Director por el popular Kung Fu Sion, que también ganó el honor de ser la Mejor Película.

A pesar de que nació en Taiwan, Shu logró su fama actuando en Hong Kong, y desde entonces ha aparecido en películas de Hollywood tales como El Transportador. Ella aparece junto con Chang Chen, que ha sido denominado el actor más afortunado de Taiwan. Introducido a los quince años en la obra de Edward Yang de 1991, Un brillante día de verano, Chang ha perseverado a pesar de ser críticamente repartido por sus habilidades como actor. Su exitosa carrera incluye la actuación en Belleza de la areca en 2001 y en la contribución de Wong Kar-wai a la antología del año pasado, Eros.

Aunque Chang obtuvo una nominación para el Mejor Actor Principal en los Premios Caballo Dorado de este año; la presea fue para al actor de Hong Kong, Aaron Kwok, por su actuación en la obra de Benny Chan sobre ladrones y policías, Divergencia.

El título Tres tiempos se refiere a los tres períodos de tiempo en que enfoca el filme: 1911, 1966 y 2005. La pareja en las tres historias de amor es protagonizada por Shu y Chang. Según el director, que también es el coescritor del guión, el filme resume 100 años de historia taiwanesa a través del amor. Los escritos promocionales en Taiwan lo han descrito como la "historia de amor del siglo".

El primer segmento, "Un tiempo para amar", transcurre durante los años sesenta y se basa discutiblemente, al menos en parte, en los recuerdos personales de Hou. Estilísticamente, es una reminiscencia de los tempranos esfuerzos del director en obras fílmicas tales como Los muchachos de Fengkui, rodada en 1983.

Chang interpreta a un joven que pasa el tiempo en los billares antes de ser llamado al servicio militar. Shu hace el papel de la joven del billar que trabaja en su turno regular. En aquellos días en Taiwan, las salas de billar contrataban a chicas jóvenes y atractivas para que atendiesen las mesas de billar, anotasen el puntaje de los juegos y agarrasen el taco de vez en cuando.

"En 1966, solía ir al billar diariamente mientras esperaba la conscripción militar", recuerda Hou de su propia experiencia en los años sesenta. "Escribí una carta a la chica que trabajaba allí cuando recibí mi orden de conscripción. ¿Quién iba a saber que había dejado el trabajo? De alguna manera, la carta fue pasada a la siguiente chica que fue contratada por el local".

"Así, comencé a escribirle a la nueva chica", sigue narrando. "Fuí a verla cuando tuve una salida en el servicio militar, pero ella se había cambiado de trabajo a otro billar en Taichung. Corrí a Taichung y pasé todo el día buscándola. Fue algo después de las diez cuando logré encontrarla finalmente, pero tenía que reportarme a la base antes de las ocho y media de mañana. De modo que me regresé", se lamenta Hou. "Nada sucedió después".

Este segmento de la película sigue el delineamiento básico de la propia historia de Hou, pero él tomó la libertad de darle un feliz final a la historia. La toma final de la secuencia termina con la pareja agarrándose la mano: Un dulce momento que raramente aparece en los filmes de Hou.

La segunda historia se desarrolla en 1911, y al igual que las películas de esa época, es un filme silencioso usando subtítulos para el diálogo. Aunque el artificio ha sido acusado como proveniente del amaneramiento, y de distraer la atención en cierto sentido, el director insiste en que la decisión se basa en consideraciones tanto prácticas como estéticas. Hou reclama que él no cree que el lenguaje usado en Taiwan hace casi un siglo pueda ser reproducido en forma exacta. Para empezar, la lengua oficial era el japonés, e incluso entre aquéllos que aún hablaban taiwanés, se usaban pronunciaciones y modismos que se han extinguido lingüísticamente hace mucho tiempo.

En el primer segmento, la banda sonora de Hou usa en forma poco usual canciones pop tales como Smoke gets in your eyes de Platters en 1959, y Rain and tears de Aphrodite Child. En contraste, el único acompañamiento musical para esta historia proviene de un piano y unos pocos instrumentos musicales tradicionales. La segunda historia fue totalmente filmada en interiores, y por esa razón, ha sido comparada con el algunas veces claustrofóbico filme suyo, Flores de Shanghai.

1911 fue un año estelar para la República de China. Fue el año del Levantamiento de Wuchang, que condujo al derrocamiento de la dinastía Ching y la fundación de la República de China. Al mismo tiempo, Taiwan estaba virtualmente aislada de toda esta intriga debido a que la isla era una colonia del Imperio Japonés en esos momentos, y permanecería como tal durante varias décadas más.

Contra este trasfondo de revolución y colonialismo se desarrolla una historia de amor entre una cortesana, protagonizada por Shu, y su amo, con la actuación de Chang. En una escena, ella peina servilmente su cabello mientras él le cuenta qué es lo que está pasando en el mundo exterior. El papel que desempeña Chang es de un activista político que escribe artículos defendiendo la independencia. Desafortunadamente, tal como si Taiwan no estuviese destinado a ganar su independencia, la suerte de la cortesana es pasar una vida sin su propia libertad personal. La falta de determinación en esta historia le imparte a su título, Un tiempo para la libertad, un poco de ironía.

La historia final en la trilogía es Un tiempo para la juventud, que se desenvuelve en los menos atractivos barrios bajos del Taipei moderno. Shu interpreta el papel de una cantante pop epiléptica que vive con su amiga, madre y abuela. Ella se encuentra con Chang, un fotógrafo, y sin muchos preámbulos, los dos se convierten en amantes. La falta de una comunicación real es lo que los jóvenes del Taipei de hoy pueden realmente ser capaces de hacer sentir, y lo que sigue es una exploración de la apatía e indiferencia de la juventud taiwanesa, muy al estilo con que Hou cubrió este tema en sus películas anteriores, tales como Mambo del milenio y Adiós sur, adiós. A diferencia de esta última, que está saturada de los chillones colores de neón de las noches del Taipei moderno, este segmento emplea una paleta oscura para hacer hincapié en la textura de presentimiento de la vida urbana. Es dentro de este contexto melancólico donde Shu se encuentra atormentada entre sus dos amantes, y a pesar que Hou parece captar una vez más la atmósfera de angustia existencial que caracteriza sus películas, la dirección a la que se dirige finalmente esta última entrega de la mini trilogía crea un impacto menos fuerte que aquel que algunos espectadores esperaban.

Algunos criticos se oponen a la perpetuación por Hou del estereotipo de lesbiana que se convierte de nuevo a la heterosexualidad con la introducción de un hombre correcto. Otros encuentran que el papel de la mujer amante de Shu ha sido pobremente interpretado, y su intromisión en el tercer acto distrae innecesariamente el esfuerzo principal de la historia de amor entre Shu y Chang, que ha sido tan cuidadosamente montada en los dos segmentos anteriores.

Hou, quien está llegando a los 60 años, dice que "Un tiempo para la juventud" y Mambo del milenio son reflejos de lo que él observa en la juventud taiwanesa. "A pesar que es una nueva generación ahora, de alguna manera, muchas personas no logran ver sus propias actitudes o su parte en el sexo. La generación más joven parece que lo conoce de todo, y al mismo tiempo, no conoce nada", dice el director.

Tal vez sea verdad que existen este tipo de jóvenes en casi todas las sociedades. Ellos se unen a las pandillas, usan drogas y se escapan de la escuela. Ellos permanecen fuera hasta altas horas de la noche, cometen crímenes o se dedican a exploraciones sexuales confusas y con frecuencia peligrosas. Parece que estas actividades terminan llamando la atención de los cineastas. Casi con certeza, los mayores aficionados a los filmes de Hou no són los jóvenes que él describe en la pantalla.

"Al igual que Mambo del milenio, los intentos de Hou para caracterizar a los jóvenes modernos en el cine hace que aparezcan como cuerpos sin almas", dice Zoe Chen, una crítica del cine local. "De alguna forma, a los ojos de Hou, los jóvenes de hoy resultan un poco demasiado superficiales, lo cual no es necesariamente la verdad", añade ella.

De su parte, Hou prefiere mirar retrospectivamente a su propia ingenuidad juvenil a través de un lente más optimista. "Los mejores tiempos tienen que ver con la inmensa felicidad que nunca volverá de nuevo", dice. "Los extrañamos no debido a que fueron momentos particulamente hermosos. Por el contrario, es debido a que sabemos que se han ido para siempre. Solamente podemos encontrar rastros de los mismos en nuestras memorias, y por eso es que son eternamente hermosos".

Traducido del Taiwan Journal por Luis M. Chong L.

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