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Madre de la Danza de Taiwan deja rico legado

26/07/2005

Tsai Jui-yueh, respetada como un tesoro nacional por su pionero desarrollo de la danza en Taiwan, falleció de un ataque cardiaco en Brisbane, Australia, el 29 de mayo. Ella vivía y enseñaba en Australia desde 1983.

La historia de Tsai es heroica, demostrando la importancia del valor individual al defender la libertad humana frente a las fuerzas opresivas, tanto por la superación personal en esta vida como para las generaciones por venir. Se yergue como prueba de que un imparable amor a la vida y el invencible deseo de expresarlo, pueden dar esperanza a la sociedad.

Tsai nació en el seno de una familia de dueños de restaurantes en Tainan, en 1921, durante la época colonial japonesa. Tsai mostró su pasión por bailar desde una edad temprana. Se dice que a la edad de 4 o 5 años, ella danzaba frecuentemente mientras cantaba una canción para niños japonesa llamada El Niño del Melocotón, actuando alternadamente los papeles del niño, el mono y el gallo.

En la sociedad taiwanesa conservadora durante la juventud de Tsai, no existía el concepto de la danza como arte. Las únicas mujeres que se atrevían a bailar en el escenario eran las muchachas bailarinas, en actos de danza y canto que eran considerados inmorales.

Por lo tanto, cuando Tsai se graduó de escuela secundaria a los 16 años y anunció a su familia que ella quería ir a Japón a estudiar danza, ellos la castigaron y se rehusaron a dejarla ir. Para demostrar que ella hablaba en serio, dejó su hogar y se marchó a un pequeño pueblo a enseñar danza.

Impresionados por su determinación, sus padres finalmente accedieron, y en 1937, ella se embarcó para Tokío e ingresó a la prestigiosa academia de danza administrada por Ishii Baka, conocido como el padre de la danza moderna y el ballet de Japón; y su hija Ishii Midori, reconocida por derecho propio como una virtuosa de la danza.

Al desatarse la guerra, Tsai viajó por todo el Sudeste Asiático con sus profesores, ofreciendo cientos de actuaciones para los soldados japoneses. A dondequiera que fuera, hizo el esfuerzo por aprender las tradiciones locales de danza.

En 1945, cuando terminó el medio siglo de dominio japonés sobre Taiwan, Tsai, de 25 años, se embarcó de regreso a la isla, decidida a crear, como lo describió, "un oasis en el desierto de la danza de Taiwan." Inclusive en el barco, ella bailaba todos los días, junto con otros jóvenes taiwaneses que habían ido a Japón a estudiar baile, al compás de Amamos a nuestro Taiwan, del compositor Tsai Pei-huo, todos ellos deseosos de encontrar un nuevo Taiwan. El destino de Tsai representa los grandes sufrimientos y frustraciones que se vieron obligados a sufrir.

A su regreso a Tainan, ella inmediatamente estableció la Academia de Artes de la Danza Tsai Jui-yueh. Allí, ella ofreció el primer espectáculo de ballet en la isla, la escena de la muerte del cisne en El Lago de los Cisnes; junto con una obra de danza moderna titulada Danza Constructiva, dramatizando las esperanzas del pueblo de Taiwan en crear un brillante futuro. Desafortunadamente, en el ambiente todavía demasiado conservador de Tainan, el casero cedió a la presión popular para cerrar su escuela "indecente" y canceló su contrato de arriendo.

En 1946, se fue al norte y reestableció su escuela en Taipei, donde las personas tendían a ser más abiertas. A pesar de la apertura de la ciudad, sus primeras apariciones públicas fueron un descubrimiento para el público que nunca había visto un espectáculo de danza en vivo.

Al año siguiente, Tsai se casó con Lei Shih-yu, un poeta y pintor nacido en la provincia de Guangdong , que había estudiado en Japón y se desempeñaba como profesor de Literatura en la Universidad Nacional de Taiwan. Como formaba parte de la junta directiva que administraba una orquesta con la cual ella se encontraba ensayando, Lei la conoció porque usaba el idioma japonés para fungir como traductor entre Tsai, que no podía hablar mandarín, y los músicos, que no podían hablar hoklo (dialecto taiwanés).

Desafortunadamente, su matrimonio comenzó justo cuando la situación empezó a ponerse difícil en Taiwan. El Incidente del 28 de Febrero de 1947, en el cual las tropas y policía del Gobierno de la República de China ejecutaron y encarcelaron a miles de taiwaneses bajo cargos fabricados, y el llamado Terror Blanco que le siguió, arrojaron por la borda los sueños de idealistas como Tsai y Lei.

En 1949, la pareja decidió cambiar Taiwan por el ambiente más libre de Hong Kong. No obstante, en la víspera de su partida, Lei fue arrestado y encarcelado varios meses, antes de ser deportado de vuelta a Guangdong, dejando a Tsai sola con la crianza de su hijo Lei Ta-peng.

Los amantes no se volvieron a encontrar sino hasta 1994. Para ese entonces, ambos se habían vuelto a casar y casi no se reconocieron entre sí.

Ese mismo año de 1949, Tsai fue detenida y encarcelada en la infame prisión de la Isla Verde, sin acusación ni juicio. Allí ella pasó tres años. Lo que la mantuvo durante su encarcelamiento fue la danza. Ella bailaba casi todos los días, enseñando a también sus compañeros prisioneros políticos.

Una vez se le preguntó cómo la afectaron su encarcelamiento y posterior persecución por parte del Gobierno, y ella respondió que sus sufrimientos la habían hecho más tolerante y optimista. Al ver a otros sufrir, ella se apoyaba en el poder espiritual de la danza que la había sostenido, para darles ánimo a ellos.

Tras ser liberada en 1953, Tsai estableció la ahora famosa Sociedad de Danza China, en un callejón cerca de la Avenida Chung Shan Norte, en Taipei. A ella se agolparon una marejada de jóvenes deseosos de estudiar. En los años siguientes, ella estableció siete sucursales en toda la isla, y viajaba en tren sin descanso de un lado a otro.

Durante su carrera, Tsai y sus estudiantes presentaron numerosas actuaciones y obtuvieron muchos premios. A pesar de que ella es mejor conocida por haber introducido la danza moderna en Taiwan, los espectáculos que ella coreografió y dirigió fueron de una infinita variedad, incluyendo el ballet, los bailes folclóricos, y musicales de danza, con todo tipo de cruces. Tsai dejó atrás más de 500 piezas coreográficas.

Ella sufrió fuerte presión del Gobierno para montar espectáculos de danza tradicionales de los chinos han durante los años cincuenta. Sin embargo, ella les inyectó un arte innovador, mezclando movimientos de la ópera clásica de Pekín con el ballet y sus propias creaciones.

Varios de sus estudiantes se convirtieron más adelante en conocidos artistas, instructores y coreógrafos; incluyendo a Lin Hwai-min, fundador del mundialmente famoso Teatro de Danza Puerta a las Nubes, y el aclamado bailarín Yu Hao-yen.

A pesar de que sus estudiantes pudieron viajar haciendo presentaciones por todo el mundo, las autoridades le prohibieron a Tsai hacerlo. No obstante, ésto no impidió que el mundo llegara hasta ella. Siempre que prestigiosos grupos de danza y bailarines famosos de ultramar venían a Taiwan, se aseguraban de hacerle una visita a la gran dama de la danza taiwanesa.

Sin embargo, cansada de la interferencia del Gobierno en su vida, ella finalmente optó por abandonar Taiwan en 1983, y vivir con su hijo en Australia, donde él había ingresado a una compañía de danza moderna.

En 1994, la situación de Tsai como tesoro nacional fue reconocida oficialmente por el nuevo y democratizado Gobierno de la República de China, que le confirió el Premio a la Herencia Nacional.

Un mes después de que Tsai regresó a Taiwan en una rara visita a finales de octubre de 1999, la Municipalidad de Taipei declaró al viejo edificio estilo japonés de la Sociedad China de Danza como sitio de herencia municipal. Lamentablemente, apenas cuatro días después, un fuego destruyó el edificio, junto con la mayoría de los documentos y fotografías que hubieran sido las atracciones principales del futuro museo y biblioteca.

No obstante, los preparativos para el proyecto ya se han completado, incluyendo el registro de las historias orales. Antes de su muerte, se produjeron documentales acerca de su vida y una obra de teatro sobre ella, La Bailarina A-Yueh, fue presentada el año pasado en Taiwan.

El prefijo A es un término de cariño. A-yueh se ganó muchos corazones. Como el petrel del poema de su esposo Lei, ella "puede sobrevolar entre el viento y la lluvia, y cortar a través de las olas". Ella podrá "entonar canciones de amor más conmovedoras que cualquier marcha". Ahora que el viento se ha calmado para ella, ella logrará, como dice el poema, "volar a través del cielo sin nubes, disfrutando de todas las formas y los colores del mundo".

Según sus últimos deseos, sus cenizas fueron traídas a su amado Taiwan. El funeral, realizado el 2 de los corrientes en una iglesia presbiteriana de Taipei, contó con la presencia del presidente Chen Shui-bian, quien rindió homenaje a la Tsai como madre de la danza en Taiwan, ya que ella bailó y enseñó a pesar de los obstáculos, como un ave extendiendo sus alas al viento.

Traducido del Taiwan Journal por Silvia Villalobos

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