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Estrenan documental sobre pescadores en cines taiwaneses

16/07/2005

Los pescadores no permiten que las mujeres salgan al mar. Ellos consideran que su presencia trae mala suerte. Los marineros taiwaneses, al igual que muchos de sus colegas de alta mar en otras partes del mundo, se adhieren a esta superstición, que muchos consideran ahora como un simple prejuicio en contra de la mujer. Para las personas que viven del traicionero mar, es mejor estar políticamente equivocado que muerto.

Afortunadamente, Lee Hsiang-hsiu, una productora de documentales, no dejó que esta superstición se interpusiera en sus esfuerzos para realizar Crónica del mar, Nan-fang-ao, una película sobre las áreas costeras de Taiwan. La obra ganó el galardón del Mejor Documental en el Festival de Cine Caballo Dorado 2004. Actualmente, Lee está optando por un doctorado en cinematografía.

Crónica del mar, Nan-fang-ao documenta la vida de los pescadores en tierra y a bordo de la flota cerquera que opera desde el Puerto de Nan-fang-ao en el distrito de Yilan, ubicado en el noreste de Taiwan. Lee tuvo la inspiración hace 15 años durante una visita a la relativamente poco desarrollada costa oriental.

"Era muy tarde en la noche, alrededor de las tres o cuatro de la mañana. Estaba en el embarcadero y vi un par de jóvenes que desembarcaban después de pescar. La escena de ellos trabajando diligentemente me conmovió profundamente. Decidí entonces y allí que retornaría al sitio y filmaría un documental", recuerda Lee.

Aunque pueda parecer romántico, la realidad de la pesca fuera de las costas de Taiwan es cualquier cosa menos eso. La película no se dedica a nociones románticas acerca del mar de azul profundo en que comúnmente piensan los contramaestres de muralla. Al contrario, la historia es bastante real ya que describe el lento declive de la flota pesquera de Taiwan y la gradual extinción de una forma de vida.

El Puerto de Nan-fang-ao es uno de los tres mayores puertos pesqueros de Taiwan y todavía sigue siendo una importante base de la pesca en alta mar en la costa oriental. Rodeada por montañas en tres lados, las aguas de Nan-fang-ao constituyen el hogar de muchas especies de peces, aunque la caballa ocupa más de la mitad de la captura, con más de cien mil toneladas métricas al año.

Con una densidad de población que era la más alta de la isla, Nan-fang-ao fue un floreciente puerto. Los restaurantes de mariscos en el pueblo se encuentran entre los más populares de Taiwan. Alrededor del 80 por ciento de la población del pueblo trabaja en la industria pesquera.

La película revela la estructura laboral única de la industria pesquera de Taiwan, con operarios de China contiental, Filipinas y Vietnam, y oficiales de personal taiwanés.

Por ley, no se permite a los trabajadores de China continental desembarcar juntos con sus compañeros de faena, y son confinandos a sus barcos o embarcaderos todo el tiempo. Las pobres y atestadas condiciones en los barco-casas donde viven los operarios chinos son mostradas al desnudo ante el público.

Claro está, no todos los trabajadores chinos han arribado a Taiwan legalmente. Muchos han pagado cuantiosas sumas para ser traídos de contrabando del país comunista para trabajar y vivir fuera de la costa de Taiwan. Le puede tomar un largo tiempo para que cada uno de ellos termine de pagar a los "culebreros" o traficantes de personas que le animaron a venir a Taiwan en primera instancia.

Un operario de China continental explicó ante la cámara que "los gobiernos de Taiwan y China continental se han hecho la vista gorda" acerca de su situación.

El filme también ofrece un raro vistazo sobre las operaciones diarias de un barco pesquero al seguir la travesía de una flota cerquera. Cada flota consta de un buque madre, dos botes livianos y dos barcos de carga. El buque madre y los botes livianos no retornan con regularidad al puerto, sino que quedan anclados en los bancos de pesca. Los botes livianos encienden enormes lámparas para atraer cardúmenes de peces, mientras que el buque madre coloca la red de cerco y recoge la pesca, que es entonces transferida a los barcos de carga para transportarla en forma refrigerada a la costa. La flota sale antes de anochecer y regresa a tempranas horas de la mañana.

La pesca de la caballa con red de cerco fue introducida en Taiwan en 1973, y seguidamente los pescadores gozaron de años de abundantes capturas y ganaron mucho dinero fácilmente. Sin embargo, los cambios recientes en el ecosistema oceánico de Taiwan y las pequeñas embarcaciones que compiten por la pesca han hecho que la flota cerquera gradualmente se vaya volviendo obsoleta.

Lee dice que ella espera que su filme contribuya a documentar esta industria y lograr que la gente hable acerca de la cultura oceánica de Taiwan, algo que ha sido mayormente ignorado en el discurso público. Según el escritor Liao Hong-ji, posiblemente no exista otra isla como Taiwan, que está rodeada por agua pero no tiene una cultura oceánica. Abundan las evidencias acerca de esta aseveración. Por ejemplo, al pueblo taiwanés le gusta comer mariscos, pero en realidad muy pocos pueden identificar el tipo de pescado en sus platos de sashimi.

Otras culturas con vida marinera en el mundo poseen ricas tradiciones literarias y artísticas que abrazan su herencia marítima. Hasta ahora, sólo dos escritores taiwaneses han enfocado su atención en el océano, siendo Liao uno de ellos. El otro es Syaman Rapongan, miembro de la tribu tao de Lanyu o Isla de las Orquídeas, que ha sido ampliamente reconocido por su cultura oceánica tao, donde afirma que "el océano se encuentra en el pensamiento de cada hombre tao". Para Syaman Rapongan, el océano es una mujer que es "la mejor y más tierna amante".

Siendo una mujer, inicialmente no se le permitió a la directora subir al buque madre. Ella dependió de sus camarógrafos para hacer las tomas que necesitaba en sus primeras dos salidas. Después de insistir mucho, los pescadores finalmente acordaron pasar por encima de sus reglas y permitir que ella participara en uno de sus viajes de pesca.

Los videograbadores debieron constituir una fuente constante de diversión para los viejos marineros a bordo. No estando acostumbrados a la vida en alta mar, le tomó cierto tiempo a la directora y los camarógrafos adaptarse a la vida de a bordo, con uno de ellos gritando durante un buen rato que no deseaba nunca más filmar el océano de nuevo.

Lee pasó tres años realizando la película, mientras que la investigación de campo solamente le tomó un año. Al igual que otros cineastas independientes en Taiwan, ella tendrá que saldar la montaña de deudas que adquirió filmando esta película antes de poder dedicarse a su próximo proyecto.

Aunque se terminó de rodar justo a tiempo para el Caballo Dorado del año pasado, la película no pudo ver el interior de los teatros taiwaneses sino hasta hace algunas semanas. En una presentación gubernamental especial de la película, Lee agradeció a los funcionarios del Gobierno que estaban presentes por una reciente política que promueve las películas hechas en Taiwan como la de ella.

Traducido del Taiwan Journal por Luis M. Chong L.

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