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Mujeres hacen olas en festival de cine femenino

06/12/2004

Recientemente se realizó en Taipei el Festival Cinematográfico y de Video Mujeres Haciendo Olas (WMW, siglas en inglés), en el que participaron 86 filmes. Estas películas, provenientes de Dinamarca, Irlanda, Irán, Israel y otros diez países, tuvieron tal acogida que fue necesario agregar un día más para presentar muchas de ellas durante el festival. Además, cubrieron temas tan variados hasta donde alcanzan los límites de la imaginación humana, entre ellos muestras de la opinión femenina sobre identidad étnica y nacional, la difícil experiencia de crecer según las jóvenes adolescentes, las relaciones entre los géneros, y un análisis del placer sexual desde la perspectiva de una ex estrella de pornografía. También hubo filmes cortos experimentales de Alemania, así como películas de digujos animados de todo el mundo.

El festival, que se llevó a cabo del 15 al 22 de octubre, y que presenta exclusivamente películas dirigidas por mujeres, se realizó por primera vez en 1993. En los primeros años del WMW, debido a la falta de financiamiento, las películas tuvieron que ser mostradas en el sótano de un taller cinematográfico local. A pesar de estar ahora en su undécimo año, el evento todavía no cuenta con un sólido financiamiento gubernamental. Sin embargo, el festival no solamente ha sobrevivido sino que, como dice una expresión china, ha logrado poner algunos platos generosos y hermosos a la mesa.

La directora del festival, Vita Lin, eligió la política y pertenencia étnica como los dos temas principales al decidir el programa de este año. Estos abarcaron películas con temas tales como la política de género y la participación de la mujer en la política y los asuntos públicos. Lin explicó que ella quería destacar las películas sobre mujeres en Asia occidental y el mundo islámico.

"Lo qué oímos acerca de esa parte del mundo, particularmente desde la guerra que dirigió Estados Unidos en Irak, viene sobre todo de los medios estadounidenses, lo cual resulta inadecuado", afirmó Lin, explicando porqué ella eligió a Rakhshan Bani-Etemad, de origen iraní, como una de las cuatro directoras en qué enfocarse, y a su obra Nuestros Tiempos para ser la película que inaugurara el festival.

Se puede decir que Bani-Etemad es la madre del arte cinematográfico iraní. Durante el festival, se presentaron por primera vez cuatro de sus películas al público taiwanés. Después de ver Nuestros Tiempos, Lin quedó impresionada por la película y deseó aprender más sobre la mujer detrás de ésta.

"El público local sabe acerca de varios directores iraníes, como Abbas Kiarostami, pero no conocemos prácticamente nada sobre las directoras", enfatizó Lin.

Otra directora resaltada fue Lone Scherfig, quien formó parte del movimiento fílmico Dogme 1995. Ella fue una de las directoras danesas que, hace nueve años, escribió un manifiesto acerca de la cinematografía, donde esencialmente se opone a la noción de la película como experiencia ilusoria.

El manifiesto estableció diez reglas definidas para las directoras, tales como prohibirles usar música de fondo, mostrar asesinatos y utilizar armas. Las películas de Dogme 1995 se deben filmar a color, en exteriores, sosteniendo las cámaras con la mano, y no se debe dar crédito a las directoras. Estas reglas tienen como objetivo eliminar de las películas los adornos tecnológicos que están multiplicándose a un ritmo creciente en los últimos años y enfocar en vez en la experiencia de los personajes para justificar la trama.

La comedia romántica de Scherfig Italiano para principiantes ha obtenido varios premios hasta ahora, entre ellos un Oso de Plata en el Festival de Cine de Berlín. Inmediatamente después del WMW, fue presentada en los teatros de Taiwan, al igual que otra de sus películas, Wilbur quiere suicidarse.

Uno de los aspectos más poco convencionales del WMW es que no confiere premios. Nicole Fernández Ferrer, especialista en gerencia y organización técnica de festivales y talleres del cine, considera que ésto le permitió a los organizadores tener menos limitaciones al diseñar el programa; como por ejemplo, mostrar películas que tienen tres o cuatro años de haberse estrenado.

"Cuando hay una competencia que involucra premios monetarios y condecoraciones, nos vemos obligados a escoger de entre las películas nuevas y tener un comité seleccionador", explicó Fernández Ferrer.

Por otra parte, si la experiencia de Fernández Ferrer en Francia nos da una idea de cómo funcionan las cosas en Taiwan, es mucho más fácil encontrar apoyo para los festivales de películas que realizan competencias. Las premiaciones atraen a la gente y cuando los medios cubren un evento o presentan críticas de las películas seleccionadas, el festival se da a conocer mucho mejor, y por lo tanto, se financia mejor.

Según la directora de programa del festival de 1998, la razón por la que el WMW no ofrece ningún premio es que las películas locales simplemente no pueden competir con la calidad de las producciones extranjeras, que también se presentan en otros festivales cinematográficos de mujeres, más grandes y a nivel internacional. Sin embargo, a pesar de su naturaleza no competitiva, la verdadera recompensa para los cineastas es la ocasión de compartir ideas y experiencias con sus colegas de todas partes del mundo.

Hasta este año, el festival fue oficialmente sólo a nivel local, y se llevó a cabo exclusivamente en Taipei. Sin embargo, extraoficialmente, desde 1999 se mostraban a veces películas en otras ciudades alrededor de la isla como parte del festival, por lo que los nuevos arreglos solamente legitimizan esta práctica.

Lin dejó entrever su esperanza de que la expansión en los lugares ayude a que el evento alcance una mayor audiencia y ejerza mayor influencia.

Fernández Ferrer ha asistido regularmente a los festivales de películas taiwanesas por casi media década. Ella describió algunos de los "muchos, muchos, muchos cambios" que ella ha visto en este corto tiempo. Por ejemplo, en 1999, las películas se exhibieron en una librería y fueron vistas en una pantalla video. No obstante, la pantalla era grande y la librería fue el complejo de librerías Eslite en el centro de Taipei. Sin embargo, señala Fernández Ferrer, "fue un error no mostrar las películas en un cine verdadero". Ella presentó ésta y otras preocupaciones a los organizadores tras la conclusión del festival, y aunque los organizadores simplemente no podían alquilar un teatro entero para el festival en 1999, en el plazo de dos años la situación fue remediada finalmente.

"El festival no es tan grande, pero el programa está bien equilibrado; con documentales, ficción, películas de Taiwan y otros países. Y una sección para las tiras animadas resulta una buena idea", opina Fernández Ferrer. "Creo que el WMW tiene una buena muestra de películas hechas por mujeres alrededor del mundo".

Otras formas de expresión artística estuvieron presentes en la exhibición acompañando al festival, incluyendo una exposición de artistas femeninas locales. Otro evento paralelo que resultó ser popular fue un foro de mujeres dedicadas a la producción, la distribución y la comercialización cinematográficas. Más de cien personas tomaron parte, y entre los miembros del jurado participaron organizadores de festivales cinematográficos de Japón, Corea del Sur, Francia y Hong Kong con gran experiencia en la materia.

Traducido del Taiwan Journal por Silvia Villalobos

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