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Buenas perspectivas para el retorno de los libros de tiras cómicas locales

16/01/2003
Esos populares libros de tiras cómicas tenían una relación íntima con los niños de la generación del boom de nacimientos. Comprar libros de caricaturas era un pasatiempo extravagante para los muchachos de las generaciones anteriores.

Para muchos adolescentes, la lectura de libros de tiras cómicas es algo que ya ha pasado de moda. Ellos prefieren los juegos de vídeo o en línea, o tal vez, cantar en un karaoke. Sin embargo, hace unas décadas, los libros de tiras cómicas jugaron un papel mucho más importante.

Para la mayoría de los que nacieron durante el boom de nacimientos después de la Segunda Guerra Mundial, las tiras cómicas no sólo proporcionaban diversión, sino que era motivo de la popularidad de uno entre sus compañeros. “En aquellos días, un niño que venía con un libro de tiras cómicas era el rey, debido a que sólo los hijos de familias ricas o que habían podido encontrar alguna forma de obtener suficiente dinero podían darse el lujo de tener tales libros”, recuerda el caricaturista Hung Teh-lin.

Esta limitante condición condujo al declive de la industria de libros de tiras cómicas en Taiwan. Actualmente, muy pocos libros de tiras cómicas publicados localmente pueden ser encontrados en las tiendas de alquiler de libros. Es posible que no encuentre ni un solo libro de este género. Según estadísticas de la Oficina de Información del Gobierno, las tiras cómicas japonesas ocupan el 90 por ciento del mercado taiwanés. Además, las editoras locales, que habían ganado 171 millones de dólares estadounidenses hace apenas 10 años, actualmente sólo obtienen 7,7 millones por año.

Pero ahora, los aficionados y artistas de tiras cómicas desean un cambio de la situación. “El mercado local no solamente ha sido inundado con libros de tiras cómicas de Japón y Hong Kong, sino que también ha sido ignorado por los medios de comunicación”, se lamenta Yang Ching-shih, presidente la Asociación para el Desarrollo del Arte de los Dibujos Animados de la República de China.

“Creo que el Gobierno debe elevar la posición de los libros de tiras cómicas en Taiwan y ofrecer plataformas para que los artistas locales forjen nuevas marcas que puedan competir con sus contrapartes en el ámbito internacional”, añade Yang.

Si bien el primer libro de tiras cómicas local fue creado por Chi Lung-sheng en 1939 --cuyo verdadero nombre es Chen Ping-huang-- no les ha ido bien a los caricaturistas en Taiwan. Durante la ocupación japonesa (1895-1945), la interferencia política obstaculizó su desarrollo. Como las tiras cómicas eran estrictamente censuradas por el Gobierno, por temor a ser encarcelados, solamente un puñado de artistas continuaron trabajando. No fue sino después de la retirada de los japoneses fue que se produjo el retorno de los libros de tiras cómicas. A pesar de haberse publicado solamente ocho números, la obra de Chen en la revista Hsin Hsin Monthly ha sido considerada generalmente como la pionera del retorno de dicha industria, que alcanzó su auge durante los años cincuenta.

El fascinante escenario de los temas de kungfu chino y cuentos de hadas han inspirado a los caricaturistas. Por ejemplo, la tira cómica Szulang y Chenping de Yeh Hung-chia fue un gran éxito en su tiempo. Los niños quedaban atraídos por sus batallas entre dos héroes justos y valientes en contra de una pandilla de demonios.

“Los escenarios eran misteriosos y ésto despertó la imaginación y curiosidad del lector. Eso fue lo que hizo que los libros fuesen tan populares que con frecuencia los niños se peleaban por ellos”, dice Hung.

Algunos caricaturistas opinan que si bien la mayoría de los libros de tiras cómicas en los años cincuenta fueron creados para los niños, los artistas deseaban también que fuesen un espejo que reflejara las condiciones políticas y sociales a través del Estrecho de Taiwan. “Muchos artistas resaltaron la relación entre las tiras cómicas y la sociedad en la era de ‘no compromiso con los comunistas’”, dice Hung. El cita una historieta acerca de Szulang donde Yeh igualó a los principales personajes con los héroes anticomunistas y a los demonios de la pandilla con los bandidos comunistas.

Las tiras cómicas tuvieron sus mejores días en los años sesenta en Taiwan, cuando una amplia variedad de títulos estaban disponibles en los estantes. Además de las historietas sobre kungfu, los artistas crearon historias que tenían como trasfondo las costumbres y el estilo de vida de la isla.

Por ejemplo, la serie Hermano Ah San y la mujer de campo, de Liu Hsing-chin, no solamente mostraba la parte humorística de los campesinos que llegaban a la ciudad en busca de trabajo, sino que también revelaba la vestimenta y la filosofía de vida de aquel tiempo, explica Yang.

Sin embargo, la industria local de tiras cómicas volvió a caer en desgracia a fines de la década de los sesenta, con el retorno de la censura. En cierta ocasión cuando el fallecido líder Chiang Kai-shek se encontraba en una gira de inspección, él entró en una pequeña y oscura tienda repleta de niños leyendo bajo la tenue luz de una lámpara. Para su desesperación, él descubrió que lo que estaban leyendo eran “libros malignos” sobre monstruos y dioses.

La ira del Generalísimo dio origen al sistema de inspección conocido como Directrices para la Publicación de Series Ilustradas. “Este exigía que todos los libros de tiras cómicas fuesen revisados y los escenarios supernaturales fuesen prohibidos”, indica Yang.

Según un estudio de Hung, el número de libros de tiras cómicas que fueron enviados para ser revisados fue de 2.437 en 1971. Esto bajó a 400 en 1976. “Gracias a los impedimentos legales, muchos artistas quedaron fuera del negocio”, añade Yang.

Aunque la ley fue abolida en 1987, las tiras cómicas locales ya habían recibido un golpe fatal. Yang ha instado al Gobierno para que ayude a los artistas a revitalizar el sector.

El hizo hincapié en que la nueva tecnología ha hecho posible que los caricaturistas en Estados Unidos, Japón y Corea del Sur transformen las tiras cómicas convencionales en series animadas o en juegos electrónicos en línea. De esta manera, las tiras cómicas se han convertido en productos culturales de alto valor agregado debido a las lucrativas ganancias.

“La popular tira cómica japonesa de detectives El caso de Kindaichi Shounen también ha sido transformada en una película. Las ventas de taquilla alcanzaron 1,12 millones de dólares en Japón. Este es un exitoso ejemplo de cómo expandir la base del público”, dice Yang. “También me siento complacido de ver que algunas tiras cómicas han sido convertidas en populares juegos de computadora en Taiwan, tales como La leyenda de la espada y el hada, por Softstar Entertainment Inc. Adaptada de una tira cómica local, se convirtió en un éxito del mercado”, añade.

Parece que la creatividad puede ser la cura que el decayente negocio ha estado buscando. Yang considera que es difícil aceptar, pero la generación más joven ha sido profundamente influenciada por las técnicas y los estilos japoneses. “Tenemos que ser cuidadosos, ya que de otro modo los lectores en Singapur y Malasia no podrán distinguir si el libro proviene de Taiwan o Japón”, advierte Yang.

A pesar de ésto, Yang se expresa líricamente acerca de las perspectivas de los libros de tiras cómicas locales, señalando que las caricaturas en Taiwan ya no son solamente algo para los niños, sino que representan también un medio para transmitir los valores tradicionales y culturales. Un famoso artista de tiras cómicas, Tsai Chih-chung, fue el primero que echó al suelo el pensamiento regimentado que limitaba las tiras cómicas a los niños al ilustrar libros basados en la filosofía china, tales como Lao Tze dice y Chuang Tze dice.

Sus obras, basadas en temas taoístas sobre la libertad del individuo, el gobierno laissez-faire y la espontaneidad, fueron reproducidas en tiras cómicas de ocho cuadros. Según Yang, la innovadora presentación ha atraído 55 millones de lectores en China.

Están apareciendo señales de que los libros de tiras cómicas han vuelto a ganar popularidad. Los caricaturistas tienen ahora sus propios clubes de aficionados, se han formado asociaciones de estudios de tiras cómicas en los campus universitarios, y los libros de tiras cómicas se han convertido en material de lectura regular en las casas de té y cafeterías.

Para reclutar más amantes de las tiras cómicas, Yang está aprovechando la ocasión para exhibir 3.200 tiras cómicas antiguas en su estudio durante tres años. “Algunos padres han traído a sus hijos para presentarles las tiras cómicas que eran populares cuando ellos eran niños”, señala.

Con alrededor de 200 padres de familia, Yang espera que los artistas locales reciban más aplausos por sus fantásticos episodios, poniendo fin de esta forma al período oscuro de esta industria.

Traducido del Taipei Journal por Luis M. Chong L.

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