04/05/2024

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Festival de la tribu tao en Taipei

26/05/2002
Esta escultura de madera muestra a un hombre tao sosteniendo un tazón. Obras de artistas tao fueron exhibidas en el Festival Cultural de los Pueblos Aborígenes de Taipei 2002.

La Municipalidad de Taipei fue asediada el mes pasado por hombres vestidos en taparrabos que ejecutaban una danza de guerreros, mientras mujeres meneaban sus largas cabelleras hacia delante y atrás siguiendo la vieja tradición de la tribu tao. Esos bailarines provenientes de la Isla de las Orquídeas o Botel Tobago, ubicada cerca de la costa oriental de Taiwan, viajaron a Taipei para participar en el Festival Cultural de los Pueblos Aborígenes de Taipei 2002. Su presencia es un esfuerzo para elevar la conciencia pública hacia su rica herencia cultural y su deseo de sobrevivir frente a los desafíos de la vida moderna.

“Nos sentimos muy felices de mostrar nuestra peculiar cultura oceánica en la ciudad de Taipei”, dijo Tung Sun-yung, un anciano de la tribu. “Así, la gente podrá comprender mejor nuestro pueblo y nuestra lucha, así como ayudarnos”.

El alcalde de Taipei, Ma Ying-jeou, acudió al evento vestido con la indumentaria de un guerrero de la tribu tsou. Ma manifestó ante la muchedumbre que la genética de los aborígenes en Taiwan es excelente, haciendo que tengan iguales inteligencia y habilidades que cualquier persona no aborigen. Más aún, siendo grupos minoritarios en la isla, merecen más oportunidades y asistencia gubernamental.

El festival durará hasta enero del próximo año y enfoca en la cultura, artes y tradiciones de la tribu tao, que son presentadas en disertaciones, documentales, paneles de discusión y, claro está, a través de la degustación de su comida tradicional. El evento inaugural fue un preludio a la exhibición que próximamente se inaugurará en el Museo Sung Ye de los Aborígenes Formosanos, donde se registra la historia de los tao desde el fin de la ocupación japonesa en 1945. La muestra estará abierta al público del 15 de octubre al 19 de enero del año entrante.

Hasta hace poco, los tao eran conocidos como la tribu yami. Ellos han tenido una postura bastante autónoma y la tendencia entre los jóvenes de hoy es insistir en ser llamados tao, que significa “hombre” en su antiguo lenguaje tribal. Apenas quedan unas 3.200 personas tao en la Isla de las Orquídeas. Conocida en chino como Lanyu, la isla de 46 kilómetros cuadrados está situada a 44 millas náuticas de la costa sudoriental de Taiwan. El espíritu independiente del pueblo posiblemente surge de una combinación de factores, tales como su aislamiento geográfico; su estructura social, donde cada aldea es una unidad autosuficiente; y el hecho de que comparten pocas similitudes con las otras tribus de Taiwan.

A diferencia de la mayoría de los otros grupos tribales en Taiwan, los tao nunca han sido cazadores de cabezas. Sin embargo, se conoce de expediciones de incursión, algunas de las cuales llegaron hasta la provincia de Fukien, y literalmente aporrearon algunas cabezas. Aunque su estilo de vida, doctrinas, religión y rituales son bastantes diferentes que aquéllas de las otras tribus de Taiwan, ellos comparten sorprendentes similitudes con los habitantes de las Islas Batan, en las Filipinas.

Los tao y los isleños de Batan han mantenido una estrecha interacción desde tiempos inmemoriales. Ellos tienen similares formas de vida y sus lenguajes son mutuamente entendibles. Aunque ellos no tienen la tradición de tener líderes, los ancianos y ricos de la tribu actúan frecuentemente como arbitros en las disputas. La riqueza es determinada por el número de animales y cultivos que uno tenga.

Debido a que el estado del tiempo en la Isla de las Orquídeas es determinado por el clima caliente y los fuertes tifones, los tao han desarrollado la tradición de construir sus peculiares casas bajo el suelo que les ayudan a resguardarse de los fuertes vientos y lluvias. Sin embargo, el Gobierno prohibió esta práctica en 1966 y ordenó el desmantelamiento de sus chozas subterráneas a cambio de viviendas de concreto. Desafortunadamente, la construcción de baja calidad causó el colapso de muchos edificios de concreto y la prohibición fue levantada en 1980. Aún así, la mayoría de los tao viven actualmente en pequeñas casas construidas por el Gobierno Central.

La vestimenta tradicional tao es única. Las mujeres visten faldas cortas y blusas blancas tejidas con bordes negro y azul. El vestido tradicional de los hombres tao es un taparrabo y un corto chaleco sin mangas o un collar. Siendo la única tribu en Taiwan que ha desarrollado la platería, los tao solían hacer cascos de plata que eran heredados de padre a hijo. Según la costumbre, el heredero de un casco debe agrandarlo agregando plata en el transcurso de su vida, y eso explica por qué existen diferentes tamaños en los sombreros tao.

Sin embargo, la joven generación de hoy se interesa poco en la costumbre y la profesión de platero está desapareciendo gradualmente. El tradicional estilo del vestido está cediendo ante los pantalones, las camisetas y las gorras de beisbol. Muchos de los pescadores hacen sus faenas a tiempo parcial y trabajan durante el día en unas de las compañías de construcción que se encuentran en la isla, donde el taparrabo sería una vestimenta poco práctica.

Los cascos se usan normalmente sólo en los días ceremoniales, los cuales también están desapareciendo gradualmente a medida que los tao celebran cada vez más solamente las festividades chinas tradicionales. Los hombres ejecutan la mayor parte de la música de los tao, que enfoca en pedir a los dioses por una abundante pesca. Resulta interesante que esta tribu nunca desarrolló instrumentos musicales.

Anualmente, se celebra la pesca del pez volador en la Isla de las Orquídeas. Es un esfuerzo espiritual y una ceremonia de iniciación para los jóvenes. Mientras más peces voladores capture un hombre, más atractivo será para una joven mujer. Una distintiva canoa se hace con varios pedazos de madera tallada y es adornada con patrones pintados en rojo, blanco y negro. Aunque se usan pinturas de aceite hoy, antiguamente se usaba barro rojo, hollín y cal para decorarla. Esta embarcación se ha convertido en un símbolo cultural tao.

El pez volador es una importante figura en la mitología tao. Ellos creen que sus antepasados provienen de la piedra o del bambú, dependiendo de la aldea. A través del matrimonio mixto, la conversión religiosa y un agresivo programa gubernamental de sinicización, no todas las familias logran ahora rastrear sus antepasados.

Sin embargo, en el pasado la relación con un grupo de antepasados era una parte importante de la identidad tao. Según los antropólogos, la gente de piedra se consideran a sí superiores a la gente de bambú debido a que ellos inventaron la canoa. También, el pez volador entregó los secretos del océano a un hombre de piedra, iniciándose así la pesca.

Según la creencia de los tao, el dios del pez volador les prohibe pescar otras especies durante la época de los peces voladores, que ocurre de marzo a julio, mientras los otros peces desovan. La violación de esta regla conllevaría al enojo del dios y a una sequía. Esta prohibición fue casual pero ayuda a asegurar una exitosa reproducción y el mantenimiento de los cardúmenes de otros peces. Cuando termina la temporada y los tao reanudan su pesca mar adentro, los peces voladores pueden reproducirse. Este sistema de creencia ha asegurado por siglos que haya suficiente pesca.

El cosmos de los tao está dividido en un orden jerárquico con ocho niveles. Las deidades de los niveles superiores son denominadas Tau-roto, que significa literalmente “personas de arriba” u “hombres en la altura”.

El ser espiritual de más alta jerarquía se llama Shimo-rapao y su autoridad es indiscutida en el mundo tao, aunque deidades menores como Shimo-mi-ma, que gobierna en el resto de la Tierra, y Shilu-vuluvuin, un dios mensajero, también disfrutan de cierto poder. Shimo-rapao es benevolente, pero se enoja con facilidad y ocasionalmente debe ser aplacado con un sacrificio.

Por encima de la Tierra, pero debajo del Tau-roto, viven dos diosas, Shinan-manirai y Gadji-djinum, cuyos deberes son supervisar el nacimiento de los niños y las niñas, respectivamente. Cuando nace un niño, se dice que esas deidades sacuden un coco lleno de agua. La cantidad de agua derramada determina los años que vivirá el niño.

Los tao creen fuertemente en la existos del alma y observan estrictos ritos funerarios. Si el fallecido no es enterrado inmediatamente, se convierte en un Anito, o espíritu maligno. Los tao temen al malévolo Anito, a quien culpan por todos los males en la Tierra. A pesar que no tienen shamanes, los tao llevan consigo amuletos mágicos para ahuyentar al Anito.

Como la mayor parte de los cementerios se encuentran cerca de la costa, los tao frecuentan poco las playas. Esto tiene un efecto indirecto que protege a muchas especies de plantas y animales que viven cerca del mar. Los tao tienen una larga lista de tabúes relacionados con el respeto a la vida y la protección de la naturaleza. Durante siglos, tales creencias han ayudado a asegurar adecuados alimentos y recursos en su pequeña isla. Sin embargo, esas tradiciones han dado paso últimamente a la vida moderna.

La tribu tao ha aparecido en los titulares de las noticias en los últimos meses, debido a que ancianos y activistas han estado diligentemente pidiendo que saquen de su isla unos 98 mil barriles de desechos nucleares de baja concentración. La Compañía de Electricidad de Taiwan usó la Isla de las Orquídeas como depósito de desechos nucleares desde 1982. La empresa prometió comenzar el traslado de los derechos en 1998 y terminar las operaciones de limpieza a fines de 2002. Pero, poco se ha hecho al respecto. Los manifestantes llegaron recientemente a Taipei demandando que se cumpla la promesa.

Sus esfuerzos parecen haber tenido frutos. El ministro de Economía, Lin Yi-fu, viajó recientemente a la Isla de las Orquídeas y prometió tomar carta en el asunto.

Su lucha ha sido muy activa debido a que desde sus perspectivas, las apuestas son grandes. Según el escritor tao, Syaman Rapongan: “Nuestro deseo es sencillo, no queremos convertirnos en un pueblo extinto”.

Traducido del Taipei Journal por Luis M. Chong L.

(Fotos de Chen Mei-ling)

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