04/05/2024

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El brujo de la cerámica

16/05/2000
Ah Leon: “Es imposible producir dos obras de cerámica idénticas. Esta forma de arte es única”.
Cuando la tetera de Ah Leon fue llevada a Estados Unidos en 1987, él no se imaginaba que esta creación estaba destinada a provocar un cambio importante en su carrera. Ah Leon es el nombre profesional del ceramista Chen Ching-liang, cuya novia (ahora su esposa) llevó la tetera consigo cuando se fue a estudiar pintura en la Universidad del Estado de Nueva York (SUNY), en Brockport. Un día, ella mostró la tetera a un grupo de expertos en cerámica, quienes elogiaron la pieza, y Ah Leon fue invitado a SUNY para exhibir sus obras y a hablar acerca de su técnica. Desde entonces, el ceramista, oriundo del distrito de Pingtung, en el sur de Taiwan, ha estado ganando fama internacional poco a poco.

Para la mayoría de los artistas, el camino a la auto realización nunca es fácil, y Ah Leon no ha sido una excepción. Dado que creció en una comunidad agrícola, se esperaba que se convirtiese en campesino y ayudara a sus padres. Pero Ah Leon pronto empezó a inquietarse, y llegó un momento en el que decidió romper y seguir su sueño. Hubo una fuerte disputa familiar que culminó en una pelea seria con su hermano mayor, quien le dio una buena regañada. Después se escapó de casa, y se fue a Taipei sin pedir ningún tipo de asistencia financiera a su familia. En 1972, pasó el examen de ingreso de la Academia Nacional de Artes de Taiwan (predecesora del actual Colegio Nacional de Artes de Taiwan) e ingresó al Departamento de Bellas Artes. Entonces tenía solamente diecinueve años.

El brujo de la cerámica

La pintura fue su especialización en la universidad, y pronto descubrió que prefería el surrealismo a cualquier otro estilo. En aquellos días (inicios de los años setenta), la cerámica no era reconocida como un tema adecuado para los estudios académicos —estaba relegada a la posición de una artesanía— y en cualquier caso, Ah Leon no había desarrollado ningún interés en la cerámica.

El gran cambio sucedió en 1976, no mucho después de que Ah Leon se graduó. Rápidamente descubrió que era virtualmente imposible ganarse la vida con la pintura. El joven artista decidió abandonar sus pinceles y encontrar otro medio de expresión en el que pudiera usar más su imaginación.

Ah Leon por fin encontró magia en la combinación de fuego y tierra. “El barro puede ser cualquier cosa”, explica. “No es tan difícil copiar pinturas, pero es imposible producir dos obras de cerámica idénticas. Esta forma de arte es única. Además, las cerámicas duran mucho más que las pinturas. Transcurrirán dos o tres mil años antes de que los colores de una jarra empiecen a desteñirse. No se puede decir lo mismo sobre una pintura”.

El brujo de la cerámica

Para mejorar sus habilidades técnicas, Ah Leon buscó hacer aprendizaje con ceramistas experimentados en varios lugares de la isla, incluyendo Yingko, un pequeño poblado cerca de Taipei famoso por sus cerámicas de alta calidad. La primera etapa en el proceso de transformación de este principiante a ceramista duró de 1978 a 1982. En retrospectiva, Ah Leon considera este período la base de su carrera, un tiempo en que el arte y la técnica se mezclaron para moldear su estilo individual, dándole la combinación de habilidades que necesitaba para establecer su fama.

Al principio, se concentró en cerámicas funcionales, dado que estas podían encontrar un mercado con mayor facilidad que las piezas puramente artísticas. En un corto tiempo, había reducido su enfoque a teteras, reconociendo el sitio importante que éstas ocupan en la cultura china. Cualquiera que esté interesado en teteras y tazas de té, tarde o temprano descubre Yixing, una ciudad en la provincia de Kiangsu, China continental, que desde los últimos años de la dinastía Ming (1368-1644) se distingue por su producción de teteras de cerámica pequeñas hechas de barro rojo-púrpura y sin vidriado. Ah Leon no fue una excepción, y gracias esencialmente a la herencia cultural de Yixing finalmente fue conocido como el “iniciador de las teteras de cerámica taiwanesas”.

Con el paso de los años, Ah Leon gradualmente desarrolló su propia técnica. Cuando empezó a hacer cerámicas al estilo de Yixing en 1982, descubrió que el barro local más popular, que puede ser encontrado en Miaoli, en el centro de Taiwan, no era exactamente del mismo color del de Yixing. Sin embargo, el barro rojo y rico en hierro de Miaoli le proporcionó un medio de auto expresión que lo haría único. “Casi todos los alfareros de Taiwan usan barro de Miaoli”, dice. “Para mí, está bien”. Y tiene que estar bien porque Ah Leon se especializa en una técnica en particular, que ahora es su marca y que hace que sus obras de arte no se puedan distinguir de la madera natural.

El brujo de la cerámica

En 1987 la carrera de Ah Leon llegó a un momento crucial: hizo un viaje a SUNY y se reunió con los ceramistas estadounidenses a quienes su novia les había mostrado sus trabajos. Sus jarras causaron una impresión tan buena que al año siguiente ellos lo invitaron a convertirse en un artista residente de la escuela. En ese entonces, las cerámicas de Ah Leon eran en su mayor parte funcionales, pero los intercambios con los ceramistas estadounidenses y el contacto con su arte lo llevaron a experimentar con algo con lo que había estado familiarizado desde hace tiempo: la clásica tetera china.

Después de varias visitas a Estados Unidos, pudo comprender que el barro puede ser usado para emular casi todo, porque es capaz de adoptar la textura de la superficie de otros materiales. Esta forma de cerámica aún es relativamente nueva en Taiwan, pero en Occidente ha existido durante décadas. Hoy, la frase más popular para describir este tipo de arte plástico es trompe l’oeil. “Pero cuando cambié de rumbo en 1990 y empecé a hacerlo, ni siquiera había escuchado esas palabras”, dice Ah Leon. Y añade que solamente supo lo que significaban en 1992, cuando fue invitado a la ciudad de Nueva York para su primera exhibición individual en Estados Unidos.

El brujo de la cerámica

Las obras de Ah Leon en el idioma trompe l’oeil en su mayor parte tienen una apariencia distintiva de troncos de árboles, ramas o durmientes de ferrocarril. Muchas personas que ven sus creaciones por primera vez quedan sorprendidas por la gran similitud a la madera. “No sabes que está hecho de barro hasta que lo tocas”, dice Ah Leon. “Si por un segundo vacilas antes de decidir de qué está hecho, entonces no es una buena obra trompe l’oeil”. El secreto del éxito está en la cochura de la tetera, durante la cual aparece el tono similar a la corteza de árbol. Ah Leon colecciona y fotografía ramas y troncos de árboles para estudiarlos antes de esculpir su barro en huecos que quedan en la madera cuando se desprende un nudo, tajos y anillos verosímiles.

Han transcurrido diez años desde que él empezó a explorar el mundo de trompe l’oeil. Obviamente el esfuerzo ha valido la pena. Sus obras han sido coleccionadas por museos de diversas partes del mundo, incluyendo el Museo Nacional del Palacio, en Taipei; el Museo de Arte Metropolitano, de Nueva York; y la Galería Arthur M. Sackler, de la Institución Smithsonian, en Washington D.C., Estados Unidos.

El brujo de la cerámica

“Es imposible discutir la obra de Ah Leon sin mencionar Puente, que él considera el apogeo de su carrera. Puente empezó con Ah Leon retándose a sí mismo para trabajar en una escala monumental y afilar sus habilidades alfareras en trompe l’oeil”, observa David Wible, académico y ceramista estadounidense que ahora enseña en el Instituto de Posgrado de Lenguas y Literatura Occidentales de la Universidad Tamkang, en Taiwan. “Pero el proyecto gradualmente maduró en una visión para crear una escultura que perfectamente se parecía a la madera, y en la que la línea entre la ilusión y la realidad desaparecería totalmente”.

Con aproximadamente 65 pies de largo y tres de alto, Puente siempre va impresionar por su tamaño. Ah Leon se demoró tres años y diez meses en perfeccionar la gigantesca obra, consumiendo unas cinco toneladas de barro en el proceso, aunque la pieza terminada pesa menos que eso: tres toneladas y media. Este desvencijado puente peatonal que parece estar hecho de madera, fue totalmente fabricado de barro, incluso hasta los clavos oxidados. En realidad es una combinación de diferentes tipos de arcillas, cada una de las cuales puede ser admirada por su verosimilitud individual.

“El efecto de la obsesión de Ah Leon con la escala en este caso no es simplemente impresionar a quienes ven la obra, sino conmoverlos”, dice Wible mientras admira innumerables e interesantes detalles. Pero éso es en sí una virtud, porque da al observador la oportunidad de reflexionar sobre la historia del puente —probablemente una muy triste, a juzgar por su apariencia ruinosa. El título en chino de la obra refuerza esa impresión: bi lu lan lu, que literalmente significa “carretas de leña y trapos”, aunque las palabras por lo general se refieren a la “difícil vida de los pioneros”.

La obra de Ah Leon ha sido una enorme contribución a su creciente fama internacional. Secciones de Puente le ganaron aplausos antes de que la obra fuese dada a conocer en su totalidad a los espectadores que asistieron a su exhibición inaugural en 1997, que se realizó en la Galería Arthur M. Sackler. Puente permaneció en Estados Unidos durante dos años, y fue exhibida en Madison, Wisconsin; Fénix, Arizona; y Washington, D. C.. Ahora disfruta de un sitio en la colección personal de Ah Leon.

Hoy, dado que los coleccionistas de cerámicas contemporáneas están comenzando a aparecer en la isla, Ah Leon ya no tiende a crear las teteras funcionales para pagar el alquiler. Pero la tradición de trompe l’oeil todavía es comparativamente rara en Taiwan, dice Yu Shu-jou, asesora de planificación de la galería que exhibió las obras del artista. Según su punto de vista, Ah Leon es mucho más famoso en Occidente que en Taiwan. “El espera que la situación cambie”, dice Yu. “El desea que sus obras encuentren un sitio en las colecciones extranjeras así como en las de la isla”.

Traducción por María Francisca González de Taipei Review

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