07/05/2024

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El filántropo del triciclo

16/04/2000
El sonido del triciclo de Wang Kuan-ying era algo familiar para las personas que viven en Taipei. (Fotos cortesía de la Biblioteca Conmemorativa a Wang Kuan-ying)
Para ser filántropo hay que ser rico. Hay que tener mucha riqueza para poder ayudar al prójimo. Si eres famoso podrás vivir en opulencia. Si tienes mucho dinero, vivirás como rico. Esas afirmaciones casi siempre son ciertas, pero no en el caso de Wang Kuan-ying.

Hasta que cayó gravemente enfermo, Wang siempre cumplió con su rutina diaria de trabajo recogiendo desechos por la ciudad. La fortuna que tuvo en manos pudo haberle dado toda la comodidad que hubiera querido, pero hasta su muerte, vivió siempre en un cuarto pequeño, oscuro y sucio.

Sin embargo, casi todos los residentes de Taipei sabían quién era el viejo de barbas blancas que venía en su destartalado triciclo a recoger lo que otros tiraban como basura.

El sonido de su triciclo que se acercaba era algo familiar para las personas que viven en las avenidas y callejones de la ciudad. No importa si eran los fríos días de invierno o bajo fuertes lluvias, él pedaleaba su triciclo por las calles para cumplir con su trabajo.

Tal vez la única comida abundante que tuvo fue la que se le ofreció póstumamente frente a su féretro el día de su entierro. Wang fue una persona muy frugal durante toda su vida y su comida era sencilla, lo suficiente para mitigar el hambre.

El sacrificó toda su vida para que otras personas se beneficiaran. Muchos académicos y científicos en Taiwan desconocen que los libros que alguna vez leyeron en una biblioteca pública tal vez fueron donados por Wang Kuan-ying. Muchas personas que han triunfado en sus respectivas profesiones y ahora disfrutan de ese triunfo, tal vez le deben a Wang esa primera oportunidad de estudiar. Y no sólo en Taiwan, sino también en muchos otros países del mundo.

El filántropo del triciclo

Entrada de la Biblioteca Conmemorativa a Wang Kuan-ying. (Huang Chung-hsin)

Materialmente, Wang fue pobre, pero espiritualmente tal vez ha sido una de las personas más ricas en Taiwan. En una gaveta de su viejo escritorio, Wang conservaba cientos de cartas de agradecimiento provenientes de todas partes del mundo. Incluso cartas que tal vez nunca llegó a entender completamente, porque están escritas en otros idiomas. Sin embargo, nunca se vanaglorió de sus silenciosas contribuciones a la sociedad local y a la humanidad entera.

El mérito de Wang no es solamente haber sido un filántropo, sino que todas sus donaciones fueron hechas con ahorros y esfuerzos propios. Durante décadas, él ahorró las ganancias obtenidas de la venta de desechos y acumuló impresionantes sumas de dinero no sólo para comprar libros, sino también para dar becas a estudiantes sobresalientes que provenían de familias pobres.

Wang recorría la ciudad de Taipei tres veces al día con un triciclo para recolectar desechos, que luego vendía a empresas recicladoras por unos cuantos dólares. Este dinero, ganado con su arduo trabajo, era ahorrado para posteriormente comprar libros que escuelas, asociaciones cívicas y bibliotecas dentro y fuera del país necesitaban.

Wang Kuan-ying nació en 1905 en el distrito de Tungping, provincia de Shantung, China continental. Era hijo de una humilde familia de campesinos. Wang solamente estudió cuatro años con un maestro de su pueblo, luego tuvo que ir a servir al ejército.

Cuando el Gobierno de la República de China se trasladó a Taiwan en 1949, Wang llegó a la isla junto con las tropas nacionalistas. Unos años después, pidió la baja del servicio militar y se dedicó a realizar su altruista misión social.

Fue en 1955, cuando tenía 50 años de edad, que el recordado Wang comenzó sus famosos recorridos como recolector de basura. En 1998, nuestro humilde filántropo falleció a la edad de 94 años. Su muerte fue lamentada por los ciudadanos comunes y los funcionarios del Gobierno.

Durante el transcurso de su vida, Wang logró formar una formidable biblioteca personal. A diferencia de las otras bibliotecas privadas, ésta era una biblioteca prácticamente creada por la basura. Entre donaciones, libros recobrados de la basura y adquisiciones hechas con sus propios ahorros, Wang fue formando su biblioteca.

Los libros estaban originalmente apiñados en unos viejos anaqueles en el pequeño cuarto donde vivía. Wang siempre mantenía abiertas las puertas de su cuarto para que todas las personas pudieran entrar a leer sus libros.

Cuando la colección creció y ya no había más espacio en el cuarto, Wang decidió pedir ayuda a los vecinos. El jefe de la barriada donde vivía, con el consentimiento unánime de todos los vecinos, decidió prestarle un sótano vacío de un edificio multifamiliar público para que trasladara allí su biblioteca.

Así, la Biblioteca Kuan-ying fue formalmente inaugurada al público el 5 de abril de 1978, al conmemorarse el tercer aniversario del fallecimiento de Chiang Kai-shek.

En 1990, comenzaron a surgir dificultades. El nuevo jefe de barriada exigió que el sótano fuese devuelto a la junta comunal para ser usado como sitio de actividades de la comunidad.

Wang quedó gravemente enfermo en 1997 y tuvo que ser internado en un hospital. El presidente Lee Teng-hui y su señora, así como otras altas autoridades del Gobierno fueron a visitarlo en el hospital.

En términos prácticos, la biblioteca personal de Wang ya no era indispensable para la sociedad. La prosperidad económica ha permitido la construcción de bibliotecas públicas en todos los rincones de la isla. Sin embargo, el significado espiritual de sus viejos libros rebasa el valor material que representan.

Finalmente, el Gobierno Municipal de Taipei decidió hacerse cargo de la biblioteca y de su dueño. Se hizo un inventario y se catalogaron los libros en ella, y se designó un depósito temporal en una biblioteca de la municipalidad. El mismo Wang fue designado “anciano en extrema pobreza” y se le asignó una pensión.

El delicado estado de salud y su precaria situación económica no disminuyeron en nada el amor por los libros que tuvo Wang durante toda su vida.

Al ser entrevistado hace algunos años, Wang describió su amor por los libros: “Yo nunca pude estudiar mucho. Cuando era niño, apenas estudié cuatro años con un maestro en privado. Después, tuve que crecer en medio de la guerra. Lamento profundamente no haber tenido oportunidad de estudiar. Al ver a muchos niños de familias pobres que estaban por perder su oportunidad de estudiar, pensé en mi propio infortunio y tomé la decisión de ayudarles”.

El filántropo del triciclo

En sus ratos libres, Wang disfrutaba de la caligrafía y la lectura.

Reflexionando en el hecho que todo en la sociedad progresista de hoy está basado en el dinero, y siendo pobre, Wang consideró que lo único que podía hacer era ofrecer su esfuerzo físico para ganar dinero para esos desafortunados niños. ¿Qué más podía hacer al no tener ninguna preparación académica?

Esa determinación de Wang permitió que lograra hazañas que parecieran imposibles de alcanzar para un humilde recolector de basura.

Un ejemplo sobresaliente fue la donación de una enciclopedia y otros juegos de libros para la Biblioteca del Distrito de Penghu, un archipiélago situado al sudoeste de Taiwan. Siendo uno de los distritos más apartados y pobres del área de Taiwan, su gobierno no tenía recursos para invertir en aspectos culturales en los años setenta.

A fines de 1975, Wang tomó la determinación de adquirir en un lapso de medio año la colección de libros que tan desesperadamente necesitaba dicha biblioteca. Así, reunió la cantidad equivalente a tres meses de sueldo de un trabajador común y adquirió los libros.

Pero, las donaciones de libros por Wang no sólo estuvieron limitadas al área de Taiwan. Bibliotecas e instituciones públicas y privadas del Reino Unido, Alemania, Francia, Uruguay, Paraguay, Estados Unidos, Canadá, Australia y Argentina también recibieron sus donaciones por intermedio de la Biblioteca Nacional Central y la Comisión para los Asuntos de los Chinos de Ultramar. Durante todo el transcurso de su vida, Wang donó más de 400 mil libros.

En 1985, Wang donó tres mil dólares estadounidenses al Fondo Cultural y Educativo Confucio en Estados Unidos para la construcción de un templo al famoso filósofo y maestro chino. “Siendo chino, sino contribuyo a construir templos de Confucio y a diseminar la cultura china, estaré traicionando a mis antepasados”, explicó Wang.

Al año de su fallecimiento, una biblioteca de la ciudad de Taipei fue rebautizada a la memoria del recolector de basura. A la vez, se inauguró un pequeño jardín conmemorativo en una esquina del edificio.

En el jardín, hay una docena de bancos colocados bajo la sombra de varios árboles frondosos que ofrecen un sitio para que las personas descansen, reflexionen acerca de sus vidas y, tal vez, contemplen los logros de Wang.

La biblioteca tiene una sala especial donde se conservan 2.040 libros seleccionados de la biblioteca personal de Wang, juntos con sus lentes, pinceles de caligrafía y otros artículos personales que muestran cuán sencilla fue su forma de vivir.

“Una pequeña papa puede lograr una gran misión”, dijo el alcalde de Taipei, Ma Ying-jeou, al mencionar las contribuciones que este recolector de basura hizo a la sociedad durante la ceremonia de inauguración de la biblioteca conmemorativa.

La decisión de rebautizar la biblioteca en Taipei refleja el hecho de cómo un hombre de humildes orígenes ascendió a la alta posición de ser un modelo para ser imitado por todas aquellas personas que desean transformar la sociedad en un mejor sitio para vivir.

Mueren los mortales,
subsisten las ideas,
se pierde la gloria,
mas eterno es el espíritu.

El espíritu benevolente de Wang Kuan-ying estará presente cada vez que alguien entre a la biblioteca y abra un libro. Allí estará, sonriendo en silencio al ver que otros han logrado lo que él no pudo lograr, que hizo lo que muchos no han querido hacer y que sus esfuerzos no fueron en vano.

Texto de Luis M. Chong L.

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