27/04/2024

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El aroma del loto dorado

06/01/2000
Ko Chi-sheng es famoso mundialmente por sus conocimientos sobre la costumbre de vendar los pies. (Foto de Chang Su-ching)

Una vez, un hombre llamado Lin Chih-yang viajó de la China antigua a un territorio conocido como el Reino de las Mujeres. Esta era una tierra en donde las mujeres se comportaban como hombres y los hombres, como mujeres. Lin pronto fue elegido por la gobernante del reino para que fuera una “mujer de la corte”. La gobernante planeaba darle al forastero la apariencia de una mujer –incluyendo vendarle los pies, dolorosa práctica a la cual los hombres eran sometidos.

Hace treinta y tres años, cuando Ko Chi-sheng leyó este raro episodio en un documental turístico llamado Flores en el espejo, escrito por el novelista del siglo XVIII, Li Ju-chen, hizo que el niño de diez años desarrollara un interés poco común para la mayoría de la gente. “Me llevó al campo de la costumbre china de atar los pies y me ayudó a ver otro aspecto de la cultura china”, dice Ko.

El cirujano del distrito de Taipei orgullosamente indica que leyó cuatro clásicos chinos durante su adolescencia (El romance de los tres reinos, Viaje al Occidente, El sueño de la recámara roja, y Todos los hombres son hermanos), y que siempre se ha sentido fascinado por las costumbres folclóricas. “En cuanto tuve dinero para gastar, empecé a coleccionar artefactos y materiales históricos relacionados con amarrar los pies”, dice emocionado. “Como sabe, lo único que tenemos es historia”, observa el doctor. La costumbre de vendar los pies fue practicada durante unos mil años por muchas mujeres chinas. Definitivamente fue un importante fenómeno cultural en la historia de la humanidad e indudablemente el más importante en la historia de la mujer, incluso en una base global. Cuenta una historia acerca de estas mujeres, aunque muchas personas lo ignoran porque opinan que esta costumbre no es más que una parte avergonzante de la historia china, añade.

Una leyenda común dice que la primera mujer que se amarró los pies fue una cortesana llamada Yao Niang, de la dinastía Tang posterior (923-936). Sin embargo, Lin Wei-hung, profesora asociada en el Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Taiwan, dice que según los registros históricos, vendar los pies se remonta a la dinastía Sung, o incluso a una época más temprana. Incluso así, la práctica no era universal en esos días; algunos intelectuales hasta dudan que haya sido una costumbre común en la dinastía Ming. Muchos asumen que la costumbre floreció en este período. “Amarrar los pies era ubicuo entre el pueblo Han de la dinastía Ching, regida por los manchúes. Pero los hakka son una excepción en el grupo étnico Han. Ellos no siguieron esta costumbre”, añade ella.

Ko explica que entre más pequeña era una niña, más fácil era vendarle los pies. Por otra parte, una niña a la que se le vendaban los pies a una edad muy temprana quizás no podría caminar cuando fuese mayor, o no aguantaría el dolor de la práctica. Generalmente, las niñas de entre cuatro y ocho años eran las mejores candidatas.

Es naturalmente doloroso interrumpir el desarrollo de cualquier parte del cuerpo, y se necesitaban entre cuatro o cinco años para que el dolor del proceso empezara a desaparecer. Una mujer con los pies vendados tenía que dejárselos así toda su vida para evitar que crecieran. Sin embargo, había veces en que los pies podían desatarse, como cuando tenían que ser lavados.

La colección de Ko Chi-sheng trae a la memoria pensamientos del sufrimiento que las mujeres tenían que aguantar antes de poder ponerse zapatos tan pequeños, de hasta tres pulgadas de largo. Obviamente, esta tradición causó gran dolor e inconveniencia, pero ¿por qué era practicada de generación a generación por jóvenes de todos los niveles sociales, incluyendo las prostitutas?

“Estar `lista para casarse` tenía mucho que ver con poseer pies perfectamente vendados”, recalca Lin. Añade que ésto era especialmente obvio durante la dinastía Ching. La práctica era tan importante que incluso había un estándar para pies vendados: “delgados, pequeños, puntiagudos, doblados, perfumados, suaves y simétricos”.

Sin duda, esta costumbre folclórica jugó un papel bastante serio en la sociedad china, y Ko siente un gran deseo de reconstruir el mundo de los pies vendados usando cualquier medio posible. Una gran parte de la colección de Ko fue comprada personalmente por él, incluyendo copias raras del Tsai-fei lu (una serie de seis libros sobre el vendar los pies publicado entre 1934 y 1941) y también comisionó a personas para buscar objetos en China continental. Ko incluso encontró la fórmula para la medicina dada a las niñas con el fin de facilitar el proceso de vendaje mediante la suavización de los huesos y los músculos de sus pies, y también pidió a una farmacia china que se la preparara. Antes de morir, otros coleccionistas dejaron sus antigüedades relacionadas con la costumbre a Ko. Uno de estos entusiastas fue el famoso director de cine Li Hanxiang.

El término “loto dorado” aparece en muchos contextos en la literatura china, y en cierto tiempo parece haber sido sinónimo con los pies vendados. En la actualidad, Ko tiene más de mil pares de zapatos loto dorado y unos tres mil objetos relacionados.

Ko entiende que algunas personas piensan que estos grandes esfuerzos para coleccionar zapatos en miniatura constituyen un fetichismo. “Al principio estaba preocupado por dichos comentarios”, revela. Esta preocupación explica por qué, cuando una revista entrevistó al doctor acerca de su colección hace cinco años, eligió usar un pseudónimo. “Al principio estaba totalmente solo, pero hay amigos e intelectuales en Taiwan y en el extranjero que están interesados en la cultura de los pies vendados”.

Un académico estadounidense vino a Taiwan a visitar a Ko y compilar información para un libro. La profesora Lin de la NTU es otra académica quien encuentra que esta área es interesante y que vale la pena investigarla. “Cuando discutimos el hecho de que esta costumbre fue practicada por tantas mujeres, tenemos un margen ilimitado de exploración”, señala.

Ko está de acuerdo en que las historias detrás de esos pequeños zapatos son muchas e intrigantes. Por ejemplo, él afirma que la práctica de vendar los pies ha tenido un impacto considerable en los estilos arquitectónicos chinos. “En algunos sitios, como en Lukang (en el centro de Taiwan), estrechos callejones fueron construidos para la comodidad de las mujeres de pies vendados que podían caminar con mayor facilidad apoyándose de las paredes”, dice Ko. “Y los pasamanos son comunes en las casas tradicionales chinas porque ayudaban a esas mujeres a desplazarse”.

Una influencia más importante de la cultura de los pies vendados fue ejercida en las familias chinas. Ko recalca que el corazón de una mujer tendía a quedarse con su familia original después del matrimonio. Sin embargo, con un par de pies vendados, ella no podía más que quedarse con su esposo y la familia de éste. “Y no era fácil para una mujer así iniciar una relación o escaparse con un hombre, ya que no podía irse muy lejos”, explica el coleccionista.

Ko, quien se considera a sí mismo investigador y no coleccionista, ahora está enfocando su atención en otro tema: los pies vendados y la sexualidad. Hojeando un libro lleno de pinturas y dibujos eróticos antiguos, Ko explica la relación entre los pies vendados y el comportamiento sexual. “No sólo se trata de vendar los pies. En todas las ilustraciones se observa que el hombre toca y acaricia los pies vendados de su pareja. No creo que ésta sea una coincidencia. Este acto es una forma de estimulación erótica”.

Según el doctor, una mujer de pies vendados naturalmente camina de una manera seductora. La piel en las plantas de los pies permanece suave y sensitiva porque se restringe el movimiento. Para algunos, unos pequeños pies vendados son mucho más excitantes que los pies normales, una noción confirmada por la investigadora estadounidense sobre sexualidad, Brenda Lobe, cuando describe los pies vendados y la podofilia (fetichismo por los pies). “Los chinos probablemente tuvieron el romance más largo con los pies, yendo a medidas extremas en la creación de efectos eróticos, escribió ella en su libro de 1992, The Encyclopedia of Unusual Sex Practices.

El aspecto sexual de vendar los pies es bastante obvio en el Tsai-fei lu. Su autor, Yao Lin-hsi, incluso fue arrestado por aludir a este tema prohibido. Gran parte de la obra describe qué tan hermosos y sexualmente atractivos pueden ser los pies pequeños y cómo los hombres deben sentir, acariciar y olerlos. Según Lin, incluso había una organización llamada Sociedad de Amor del Loto Dorado. “Pero no es apropiado decir que todos los hombres chinos eran podofilios. El Tsai-fei lu revela la actitud de un grupo en particular hacia la costumbre de vendar los pies, dice Lin.

Ko, quien da crédito a Yao Lin-hsi por encaminarlo a horizontes más amplios, ha terminado el borrador de un libro sobre la sexualidad detrás de la costumbre de vendar los pies. “En este libro profundizo en el aspecto sexual del pueblo chino”, explica Ko. “El objetivo original de vendar los pies era evitar que las mujeres se fueran de la casa. Pero el sexo también fue una razón importante. Creo que en gran medida constituyó el impulso que perpetuó esta costumbre folclórica”.

Aunque se ha documentado que el vendar los pies aumentaba la satisfacción sexual, cualquiera que haya visto los incómodos y sumamente pequeños zapatos de Ko se preguntará por qué se permitió que esta costumbre existiera durante tantos años. Algunas tendencias duran más de lo esperado, y esa costumbre se extendió hasta los primeros años de este siglo.

Aunque mujeres con pies “loto dorado” aún pueden encontrarse en China continental y Taiwan, la costumbre de vendar los pies se ha convertido en una parte de la historia.

Traducido y adaptado por María Francisca González de Free China Review

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