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El fantástico mundo de la miniaturización

26/12/1998
El fantástico mundo de la miniaturización

Foto de Chen Mei-ling


El fantástico mundo de la miniaturización

Chen Feng-hsien se concentra mientras crea una de sus miniaturas en su museo. En el centro se muestra el capullo de un moco de pavo inscrito con versos de un poema chino. En las alas de la mosca (izq.), el artista escribió la frase de una famosa novela de aventuras. El también inscribió doce poemas en un mondadientes (der.). Fotos cortesía de Chen Feng-hsien

Una pequeña sorpresa espera a las personas que se aventuran por un ondulante y olvidado callejón que no está muy lejos de la bulliciosa metrópoli de Taipei.

Se debe dar énfasis a la palabra “pequeño” ya que este agradable descubrimiento es llamado el Museo de Arte en Miniatura Chen Feng-hsien.

Ubicado en el acogedor enclave de Hsintien, una pequeña ciudad ubicada justo al sur de Taipei, el apartado museo ha coleccionado más de 60 obras de arte en miniatura. Estos fantásticos objetos fueron creados por el propietario del museo.

Las creaciones, tan sorprendentemente intrincadas por su tamaño, en su mayor parte consisten de inscripciones y pinturas. Chen meticulosamente las produjo en superficies sumamente pequeñas, tales como pétalos de flores, granos de arroz, cerillos de madera, mondadientes, alas de insectos, cáscaras de huevo, fideos secos y granos de arena.

En todos los casos, las obras de arte son mucho más pequeñas que la herramienta que el artista utilizó para crearlas.

En el museo que abrió hace como un año, las minúsculas maravillas de ingenuidad artística son exhibidas en estuches de vidrio para que el observador pueda apreciar totalmente la maestría de las diminutas creaciones. Así mismo, una ampliación fotográfica de la inscripción es puesta al lado de cada pieza exhibida.

El museo, que ocupa el segundo piso de la casa del artista, cubre una área de 132 metros cuadrados. Establecido en julio pasado, el museo abre los domingos, ya que es la única ocasión en la que Chen puede dedicar todas sus energías a explicar las obras de arte a los visitantes. El resto de la semana está ocupado con su trabajo de tiempo completo en una imprenta.

Chen ha estado creando sus pequeñas obras de arte durante los últimos diecisiete años. Sus primeras miniaturas fueron inscripciones de poemas de la dinastía Tang (618-907 d. de C.) sobre pequeños objetos que a nadie se le hubiera ocurrido usar.

Hace seis años, empezó a trabajar en una serie de libros en miniatura. Hasta ahora, ha creado ocho volúmenes. Entre ellos están las exquisitas reproducciones de Trescientos poemas Tang (en chino); Momotaro, el niño del durazno (en japonés); Blancanieves (en inglés); El osito polar (en inglés), y El rey rana (en alemán), su última creación.

Cada uno de estos libros es más pequeño que una moneda de 25 centavos estadounidenses y pesa menos de un gramo.

Trescientos poemas Tang, su primer libro en miniatura, tiene 38 páginas. Chen se tardó dos años en completar el microscópico volumen.

“Cuando empecé a producir un libro en miniatura, no tenía nada que me sirviera de modelo. Intenté y fracasé muchas veces hasta que finalmente encontré las clases de papel, tinta y herramientas más eficaces”, recordó Chen.

Una vez que dominó la técnica, su rapidez de producción incrementó considerablemente. Por ejemplo, se tardó seis meses en crear El rey rana. La reproducción del cuento clásico alemán –cuyo tamaño no es mayor que la uña del pulgar– tiene cuarenta páginas, 17 mil letras y varias ilustraciones a color.

El artista dijo que intentará hacer en miniatura obras literarias de otros países del mundo.

La miniaturización de inscripciones tiene una larga historia en la sociedad china. Los descubrimientos más antiguos datan de la dinastía Chou Occidental (1122-770 a. de C.). Las obras en miniatura fueron muy apreciadas entre las familias reales del período que abarca las dinastías Sung (960-1279) y Ming (1368-1644).

Las primeras inscripciones de este tipo fueron hechas sobre cáscaras de nuez. Para la dinastía Ching (1644-1911), otros materiales, como el marfil y el hueso, eran comúnmente empleados.

Chen ha ampliado las fronteras de su forma artística. De hecho, no parece haber un límite en los tipos de materiales que utiliza para crear miniaturas. En su museo, incluso hay una obra realizada sobre un alfiler.

Quizás, el objeto que más llama la atención en el museo es una mosca disecada, en cuyas alas están inscritas seis infinitesimales caracteres chinos. Un lente de aumento es necesario para leer el mensaje escrito en el ala, que puede ser traducido como “Estoy en el fondo del valle Chuehching”.

Esta obra de arte por Chen está basada en una famosa escena de una novela de aventuras china.

En el libro, la protagonista escribe el mismo mensaje en el ala de una abeja, esperando que el insecto vuele y alguien se entere de su paradero.

Muchas de las miniaturas de Chen son poéticas. En el capullo de un moco de pavo amarillo escribió un verso del poema de la dinastía Tang, Río Nieve. La inscripción dice: Miles de montañas, y ni una sola ave/Cientos de caminos, y no se ve nadie/Sólo un hombre en su barca con una capa de bonote/Pescando en el frío río Nieve.

Al igual que con otras muestras, Chen construyó un paisaje para ponerlo de fondo con el fin de crear el ambiente adecuado para ver la flor del río Nieve.

Otro impresionante objeto es una pequeña flor artificial –más pequeña que una moneda– sobre la cual Chen inscribió el testamento de 174 caracteres del Dr. Sun Yat-sen, padre fundador de la República de China. Una estatua de cobre del Dr. Sun fue puesta junto al documento para un efecto mejor.

Las extraordinarias habilidades de Chen son claramente evidentes en un diminuto juego de damas chinas que hizo con trozos de metal. El tablero mide solamente un centímetro de diámetro. Cada una de las 32 piezas que están sobre la misma son poco más que un punto a simple vista.

El juego fue puesto en una pequeñita mesa de piedra. Tres hombres canosos en vestidos chinos están sentados alrededor de la misma, concentrándose en el juego.

“Se vería muy vacío si las piezas fueran exhibidas solas”, dijo Chen. Pensé que sería necesario hacer escenas de fondo para crear un ambiente más emotivo cuando las personas examinen las inscripciones”.

Un buen ejemplo de este efecto combinado es la pieza que muestra la inscripción de un verso del poema clásico chino Nostálgico en una noche silenciosa. En una tarea aparentemente milagrosa, Chen inscribió las palabras del poema en un trozo de hilo.

El fantástico mundo de la miniaturización

El fantástico mundo de la miniaturización

Esta foto muestra una página del texto y una ilustración en miniatura de El rey rana(arr.). Un grupo de libros en miniatura, cuyo tamaño no es mayor que el de una moneda pequeña(aba.).

El verso dice: La luz de la luna se posa frente a mi cama/Como nieve en el piso/ Levanto mi cabeza y contemplo una luna brillante/ Y luego la bajo, extrañando mi pueblo.

El hilo se desenrolla de una pequeña máquina de coser antigua, imagen universal del amor materno.

Chen siempre ha estado interesado en arte, especialmente en la pintura y caligrafía. Estudió en un instituto de arte antes de ser reclutado en el servicio militar. Después de terminarlo, aceptó un trabajo en una imprenta, en donde frecuentemente tenía que redactar textos e ilustraciones que cupieran en espacios pequeños.

Este trabajo en la imprenta, que requería atención a detalles, lo inspiró a emprender el arte de hacer miniaturas.

Muchos coleccionistas han ofrecido comprar los trabajos de Chen, quien siempre ha rechazado sus peticiones diciendo que no desea que su arte se comercialice. Sin embargo, ha donado algunas piezas para que sean exhibidas en el Monumento Conmemorativo a Sun Yat-sen, en el centro de Taipei.

Chen dijo que no desea buscar fama ni fortuna. “Lo que me hace más feliz es simplemente saber que la gente disfruta de mi arte”, recalcó.

Además, comentó que está dedicado a conservar este antiguo arte de hacer miniaturas. Le preocupa que sin una promoción activa, cada vez menos personas aprenderán a apreciarlo, dando lugar a su desaparición.

Para evitar que eso suceda, Chen hace mucho más que crear miniaturas y exhibirlas en su museo. También brinda entrevistas a los medios de comunicación y habla de su amado arte en las escuelas locales.

El museo recibe cuando menos 20 visitantes cada domingo. Estos incluyen estudiantes y padres de familia.

“Los estudiantes llegan al museo a realizar investigaciones. En lo que respecta a las familias, éstas lo visitan para pasar un buen rato, aunque los padres se ponen nerviosos pues se preocupan de que sus hijos dañen las delicadas miniaturas”, dijo Chen.

Además de mostrar sus creaciones en el acogedor museo, Chen también monta una exposición anual de sus obras en el Monumento Conmemorativo a Sun Yat-sen.

“Me encanta ver a la gente apreciar esta especial forma de arte”, indicó.

Traducido por María Francisca González de The Free China Journal

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