01/05/2024

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El arte de Gaudí

16/09/1998
El Templo Expiatorio de la Sagrada Familia es considerado la obra cumbre de Gaudí. (Fotos cortesía del Museo Nacional de Historia)

En un tiempo en que las distancias se han reducido considerablemente, nada tiene de particular que una exposición sobre Gaudí pueda presentarse en el Museo Nacional de Historia, en Taipei, que ha acogido hospitalariamente la muestra proyectada y elaborada por la Cátedra Gaudí, de Barcelona”, señaló Juan Bassegoda Nonell, director de esta institución, durante un seminario que se llevó a cabo en el Museo Nacional de Historia, en Taipei.

La actividad fue un preludio a una exhibición especial dedicada a Antonio Gaudí, máximo exponente de la arquitectura moderna en España, que se inauguró el 20 de agosto y concluirá el 20 de los corrientes. El arte arquitectónico de Gaudí, primera exhibición sobre el arquitecto catalán que se realiza en Taipei, presenta más de un centenar de piezas –entre dibujos, maquetas, fotografías, objetos, muebles, y demás– que explican la trayectoria de Gaudí y su peculiar forma de entender la arquitectura.

En la ceremonia de inauguración, Huang Kuang-nan, director del Museo Nacional de Historia, manifestó su deseo de que la exposición contribuya a un mejor conocimiento de la arquitectura entre el público y que sea una aportación a la educación estética y arquitectónica en la Rep. de China.

La charla de Bassegoda enfocó en la personalidad y el pensamiento del mundialmente famoso arquitecto. Gaudí venía de una familia de menestrales, especialmente batidores de cobre o caldereros. No poseía la formación profesional que caracteriza a las familias de arquitectos.

Dado que cuando era niño Gaudí sufría de fiebre reumática, pasaba los veranos en una pequeña casa de campo en Riudoms. Esto le permitió contemplar las formas naturales. Y bajo la luz del paisaje del campo de Tarragona, observó que la naturaleza produce bellísimas formas en los reinos mineral, animal y vegetal. Al mismo tiempo, comprendió que el propósito de la naturaleza no era crear obras de arte, sino elementos ante todo útiles y funcionales.

Gaudí tenía una gran capacidad de observar la naturaleza sin prejuicios. Esto le permitía ver las cosas tal cual son, y no como a veces los hombres quieren que sean, indicó Bassegoda.

Una rosa tiene color brillante y agradable perfume, no para inspirar a poetas o pintores, sino para atraer a los insectos y favorecer la reproducción de la planta. Un propósito absolutamente funcional, explicó.

La conclusión de Gaudí era muy simple: si el arquitecto busca la funcionalidad en sus obras, acabará hallando la belleza. Si busca directamente la belleza, conseguirá encontrar la teoría del arte, la estética o la filosofía, ideas abstractas que a Gaudí no le interesaron nunca, señaló el conferenciante.

Si la naturaleza trabaja siempre buscando soluciones funcionales, ya que está sometida a la inexorable ley de la gravedad, es muy sabio estudiar las estructuras naturales que durante millones de años han tenido un funcionamiento perfecto. Conociendo la esencia de estas estructuras, fue intención de Gaudí llevarlas al terreno de la construcción, indicó.

Gaudí observó que muchas de las estructuras naturales están compuestas de materiales fibrosos, como la madera, los huesos, los músculos o los tendones. Desde el punto de vista geométrico, las fibras son líneas rectas y las superficies curvadas en el espacio compuestas de líneas rectas definen la llamada geometría reglada, que se centra solamente en cuatro superficies distintas: el helicoide, el hiperboloide, el conoide y el paraboloide hiperbólico. Gaudí vio estas superficies en la naturaleza y las trasladó a la arquitectura.

Bassegoda explicó que el helicoide es la forma que toma el tronco del eucalipto, y Gaudí lo utilizó en las columnas torsas del Colegio Teresiano. El hiperboloide es la forma del fémur, y Gaudí lo usó en las columnas de la Sagrada Familia. El conoide es forma frecuente en las hojas de los árboles, y Gaudí lo usó en las cubiertas de las Escuelas Provisionales de la Sagrada Familia. El paraboloide hiperbólico es la forma que adoptan los tendones entre los dedos de la mano, y Gaudí lo aplicó en las bóvedas de la cripta de la iglesia de la Colonia Güell.

Según el disertante, la maqueta estereostática del proyecto de la iglesia de la Colonia Güell manifiesta el innato sentido de la estática de Gaudí. “Una vez trazada la planta de la iglesia a escala 1:10 sobre un tablero de madera, se colocaba en el techo de la barraca de obras y se suspendían cordeles de los puntos donde se suponía que arrancaban los pilares. Encima de las catenarias que formaban los cordeles, se colgaban sacos de lona conteniendo perdigones de plomo con un peso diez mil veces inferior a la carga que se suponía iba a tener que soportar el arco. El conjunto de sacos de perdigones originaba la deformación de los cordeles. Se obtenía una fotografía de la maqueta y se invertía obteniéndose así la forma, absolutamente precisa y exacta, de la estructura del edificio, sin haber realizado ninguna operación de cálculo y sin posibilidad de error. Las formas de los cordeles correspondían a las líneas de tensión de la estructura estirada y al invertir la foto, se obtenían las líneas de presión de la estructura comprimida. Un método absolutamente exacto y sencillo que llamó la atención de ingenieros y calculistas”, explicó Bassegoda, dando un ejemplo de los métodos intuitivos y elementales que Gaudí aplicó en su arquitectura y que le permitían lograr formas equilibradas muy parecidas a las que brinda la naturaleza.

Además, dado que desde niño Gaudí estudió el oficio de la forja del hierro en la fragua de un tío suyo en Reus, y luego se familiarizó con la carpintería, el hierro colado y modelado de yeso en los talleres de Eudaldo Punti, él pudo ordenar a sus operarios cosas lógicas que entendían claramente. Todo ésto le dio una ventaja sobre otros arquitectos.

Eusebio Güell, conde de Güell desde 1910, fue un extraordinario mecenas que le permitió a Gaudí desarrollar sus ideas con absoluta libertad. Güell conoció la obra del arquitecto a través de una vitrina que vio en una exposición en París en 1878. De vuelta a Barcelona, buscó al creador del mueble y no se separó de él. Güell y Gaudí tuvieron una estrecha amistad que duró cuarenta años.

Gaudí proyectó los pabellones de la Finca Güell, el Palacio Güell, las Bodegas Güell, la iglesia de la Colonia Güell, el Park Güell y otras obras para su protector.

En su retiro de la Sagrada Familia –obra que empezó a dirigir en 1883 y en la que estuvo trabajando hasta el 7 de junio de 1926, tres días antes de su muerte a causa de un accidente en que fue atropellado por un tranvía– Gaudí alcanzó la cúspide de la depuración de su arquitectura de geometría reglada. También recibió a muchos visitantes con los que conversó y expuso sus propias teorías.

Aunque Gaudí era muy locuaz, no escribía (sólo publicó un artículo en 1881). Sus ideas y pensamientos fueron recogidos por sus discípulos, tales como Juan Bergós y el arquitecto César Martinell, quien visitó numerosas veces el taller de Gaudí en la Sagrada Familia y anotó lo más interesante. Todas las frases de Gaudí fueron recogidas en el libro El pensamiento de Gaudí (1976) de Isidro Puig Boada. En 1929, el arquitecto J. F. Rafols –quien trabajó en el despacho de Gaudí en el templo expiatorio durante más de dos años– publicó la primera biografía del maestro, en la que aparecen reproducidos muchos de los dibujos de su archivo, que fueron destruidos por los anarquistas en 1936.

Resumiendo sobre la vida del artista, Bassegoda dijo que no se sabe mucho sobre él. Nunca se casó y vivió con su familia hasta que quedó solo. Contó con buenos amigos como Eduardo Toda (que luego fue diplomático), José Ribera (catedrático de Medicina), Lorenzo Matamala (escultor) y Juan Martorell (arquitecto).

De este último Gaudí obtuvo conocimientos sobre arquitectura neogótica y estática gráfica, que le sirvieron para entender el estilo medieval, superar las soluciones góticas y penetrar en el mundo de las formas equilibradas.

Por influencia de Martorell, en 1883 Gaudí asumió la dirección de las obras de la Sagrada Familia, un edificio comenzado el año anterior con un proyecto estrictamente neogótico de Francisco del Villar Lozano. Gaudí firmó el primer proyecto en 1885, pero ocho años más tarde formalizó su idea general del nuevo templo con formas totalmente originales. Desde 1890 hasta su muerte, preparó cuatro soluciones distintas de la estructura, depurando cada vez mejor el estilo y la ingeniosa disposición estética. Preparó maquetas a diversas escalas del conjunto y pormenores del templo. Las maquetas fueron destruidas en 1936. Luego fueron reconstruidas y han permitido a los sucesores de Gaudí proseguir la construcción.

Según Bassegoda, Gaudí era muy ligado a su tierra y a su familia, y creía que Reus era el lugar ideal para la creación artística, pues en la cuenca del Mediterráneo la luz, que llega a esa zona a 45 grados, ilumina a la perfección los objetos, que pueden ser observados sin la menor distorsión. Este amor por el paisaje y la tierra de esa zona se incrementaba al ser filtrado por el espíritu religioso de Gaudí, quien pensaba que si la naturaleza es obra de Dios y de ella se obtienen las formas arquitectónicas, significa que se está continuando la obra del Creador. El procuró ser digno de este acto creativo.

A pesar de las tendencias antirreligiosas de su juventud, en su madurez Gaudí evolucionó a un catolicismo apasionado. La Sagrada Familia no fue para él sólo su creación artística de mayor envergadura, sino una afirmación de su fe. “Le gustaba discutir sobre temas de liturgia pero no entraba en pláticas de teología. Prefirió siempre lo concreto a lo abstracto”, afirmó el disertante. Agregó que Gaudí tampoco se dedicó a la lectura de libros de arquitectura. En cierta ocasión se le preguntó cuál era su tratado de arquitectura favorito, y señalando afuera de la ventana de su estudio, dijo que el árbol que allí se veía era su mejor libro de arquitectura.

Bassegoda dijo que la arquitectura de Gaudí, dado que buscó las soluciones directamente en la naturaleza, no cansa nunca y sigue gustando tanto hoy como cuando vivía. Afirmó que su arquitectura está fuera del tiempo porque no se propuso hacer arte, sino formas funcionales y útiles.

Redacción y compilación por María Francisca González

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