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Amante de la moda se renueva con el añil

16/03/2008
Wei Chien-yi muestra una fabulosa chaqueta de invierno con doble uso.

Tras un largo día de arduo trabajo en los encerrados y desalentadores confines de la oficina, las oficinistas se alejan presurosas de sus prisiones de concreto, acero y vidrio con el fin de disfrutar de algo de terapia de compras en la Avenida Zhongshan Norte en el centro de Taipei. Como muchas otras oficinistas, Wei Chien-yi adoraba vestirse con lo último de la moda y accesorios de tiendas tales como Dolce & Gabbana, Fendi y Louis Vuitton.

Como empleada de una editorial, Wei trabajaba muy duro para ganarse su dinero y cuando lo gastaba, no se le podía acusar de ser tacaña. "Una vez, gasté todos mis ahorros en ropa, pero aún así hallé la forma de comprar solamente prendas que estaban en oferta", ríe al recordar.

A diferencia de muchos que sienten remordimientos de conciencia al comprar ropa y accesorios de marca, Wei considera que todas las personas necesitan adquirir dichos productos como una forma de aprender a distinguirlos de sus parientes de bajo costo, en cuanto a calidad y diseño. "Sí, son caros", acepta. "Pero las marcas caras también pueden verse como una inversión ya que pueden aumentar de valor en el futuro. La ropa cara me salvó de pasar hambres y me permitió comenzar una compañía que vende prendas teñidas con añil", explica.

Al renunciar a su trabajo en 2001, Wei se trasladó a Shanghai con su esposo, pero esta historia no tuvo un final feliz. Como muchos residentes extranjeros en China continental, su cónyuge se había hecho de una amante, y al final echó a Wei de la casa.

"Traté de quedarme y encontré un empleo que pagaba 375 dólares estadounidenses al mes, pero eso ni siquiera alcanzaba para pagar el alquiler", relata, justificando la razón de su regreso a Taiwan. "Recordando eso ahora, sin ese problema en mi vida, no hubiera salido con la idea de empezar mi propio negocio".

Al regresar a Taiwan con su hija a cuestas, Wei se quedó viviendo con sus padres y comenzó a transformar todas esas prensas usadas de marca que había guardado celosamente en dinero constante y sonante por medio del sitio de ventas por subasta de Yahoo! en el Internet.

Gracias al ciberespacio, minimizó los gastos al no tener que invertir en una tienda, ni contratar empleados. A pesar de la tentativa naturaleza de su plan, su intento inicial probó ser muy lucrativo.

Al parecer de muchas personas, vender ropa de marca de segunda mano es un acto de desesperación, pero Wei no tenía tiempo para prestar atención a tales preocupaciones, mientras usaba felizmente este dinero como el capital inicial de su futuro negocio.

Sin estar segura exactamente de qué forma tendría este negocio, las inclinaciones empresariales de Wei la llevaron de vuelta al cariño que sentía de niña por la ropa teñida de añil. Wei adoraba los trajes azules que llevaban los mayores cuando visitaba la villa hakka en que vivía su abuela, en el distrito de Miaoli, en la parte noroccidental de Taiwan. Muchos años después, de visita en Japón, descubrió que piezas similares en prendas con patrones se vendían en las tiendas de arte de Kyoto por miles de dólares estadounidenses. Ver esta área despertó en ella sus instintos de compradora e inspiró la decisión de combinar los elementos del añil con el diseño de ropa para iniciar la marca Anewei.

Embarcándose de nuevo en un viaje a China continental, esta vez equipada con mil dólares estadounidenses y un plan de negocios, Wei inició un difícil trayecto en búsqueda de la misma tela azul que amaba pero que se vendiera a una fracción del precio que cobran en Japón. Esta odisea del añil la llevó por las provincias costeras de China buscando fabricantes y contratando fábricas.

Fue un verdadero viaje sin mapas, Wei inclusive se cortó el pelo y se vistió con un traje holgado como un hombre para poder pasar inadvertida ante los carteristas y ladrones que pululan en las estaciones del servicio de transporte público en China continental.

Hasta un par de zapatos puede ser tocado con la magia del añil.

Sus esfuerzos tuvieron fruto cuando, al final de su viaje, Wei localizó una fábrica capaz de teñir la tela. "Ellos emplean un extracto llamado raíz de Isatis para hacer el tinte. Es completamente natural sin químicos dañinos", afirma, enfatizando la importancia de promover las industrias ecológicas en vista del calentamiento global.

El primer intento de teñido resultó en un color ligeramente café y amarillento; pero al repetir el proceso, el color se acumuló y se volvió más vibrante. La calidad del producto final depende del material teñido, indica Wei.

Con un título en ingeniería química del Colegio de Industria y Comercio Kuang Wu --conocido en la actualidad como Instituto de Ciencia y Tecnología del Norte de Taiwan-- Wei posee el conocimiento fundamental de las técnicas para imprimir y dar color.

"Mi trasfondo educativo como ingeniera química ha sido muy útil. Tengo una mejor idea de cómo mantener los colores separados en una camiseta", explica, señalando a uno de los miembros de su personal que lleva puesta una camiseta blanca con una calca en añil puesta en el centro.

Desde escoger la tela a dibujar los bosquejos de los patrones, Wei asume un papel activo en todos los aspectos del proceso creativo de su negocio. Wei explica que aprender los trucos de su nueva empresa no ocurrió de la noche a la mañana, y que los obtuvo de la lectura de libros y revistas. No tomar cursos de los diseñadores profesionales o sastres no fue una actitud esnobista, explicó Wei, sino porque cuando empezó ni siquiera podía pagar los costos de matrícula.

Para su primera producción creativa, Wei usó el cheongsam de seda --un traje tradicional chino-- que sus padres le compraron para su boda. "Mi madre se hubiera enfadado mucho si averiguara que yo despedacé el vestido", confiesa. "Pero creo que ya debe saber lo que hice". Ese vestido transformado fue puesto a la venta en Yahoo! y se vendió rápidamente.

Convertir el cheongsam en su primera obra fue un paso importante en la nueva vida de Wei. "Puede decirse que fue mi renacimiento después del matrimonio", afirma.

Apoyada en la opinión abrumadoramente positiva de los clientes en el Internet, Wei decidió abrir una tienda y ampliar su red de añil, enfocando en aquéllos que prefieren los placeres dactilares. Cuenta que cada mañana la vendedora en la tienda cambia las prendas del maniquí en la ventana para que las personas que terminan de hacer sus compras matutinas puedan ver algo diferente.

Por otro lado, Wei siempre mantuvo su negocio en el Internet porque considera que los empresarios nunca deben olvidar de dónde han salido. Wei atribuye su éxito a un grupo de apoyo y de leales coleccionistas que son aficionados al añil. Su apoyo la motivó para crear nuevas obras que llenaran sus expectativas. "Existe un cierto grupo de personas que también están enamorados de los diseños en añil", declara.

Con el fin de llenar la creciente demanda, Wei se dedica a diseñar y aumentar las creaciones de la marca con el fin de atraer a personas de todas las edades.

Una blusa con un cuello traicional chino y una cartera que hace juego. (Fotos de Chen Mei-ling)

Lo que hace que su trabajo resalte de entre sus competidores es la innovación. "Aparte de los patrones tradicionales, empleo nuevas imágenes, como una mariposa posada sobre una flor o los capullos de rosas blancas", explica.

Algunas de las ideas son inspiración de las marcas famosas. Wei descubrió que el original patrón a rayas del forro de Burberry's estaba relacionado con el tema de la línea de ropa, así que combinó el patrón de los tintes de añil con las chaquetas de moda y lo aplicó en los puños o cuellos.

El único límite posible que Wei puede identificar con su marca es el color de la tintura de añil. "Si la hiciera más colorida, ya no será tinte azul", admite. Siguiendo con los elementos de la tintura de añil, investigó todas las posibilidades para mantenerse al día con la última moda.

"Cuando la economía se encuentra en recesión, es la mejor época para nosotros ya que nuestros precios son más competitivos que las marcas de lujo. Además, la gente puede usar esta blusa al derecho y al revés, y es como comprar dos piezas por el precio de una", bromea Wei.

Traducido del Taiwan Journal por Silvia Villalobos

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