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Maestro de los faroles ilumina un arte tradicional

06/04/2008
El maestro artesano Wu Tun-hou en su taller, rodeado de sus creaciones.

En un angosto callejón en el poblado de Lugang, en el centro de Taiwan, los peatones apresurados luchan en medio del terrible tráfico, en un todos contra todos empujándose por esta bulliciosa calle de una sola vía. Los edificios de dos pisos se encuentran apretujados entre sí, tan apiñados que en la tienda de repostería los dueños de la misma literalmente deben vender sus productos en la calle. No obstante, esta pequeña área representa todavía un poderoso atractivo para miles de personas que se congregan en los templos cada año para celebrar el Festival del Año Nuevo lunar, con el consiguiente atasco vehicular del pueblo hasta la autopista. Como faros de luz que dan la bienvenida a los cansados viajeros, cientos de faroles brillantes resguardan la calle, recibiendo a los visitantes y guiándolos en su jornada.

"La mayoría de las personas usa ahora los faroles como decoraciones, pero nuestros antepasados los crearon con un propósito práctico, para iluminación y por seguridad", explica el fabricante de faroles tradicionales, Wu Jung-chang, en una entrevista reciente. Todo lo que él conoce acerca de este arte lo aprendió de su padre, Wu Tun-hou, quien ha dedicado 71 años de su vida a perfeccionar la fina manufactura de los faroles de papel. Wu padre, quien ahora tiene 85 años, comenzó a hacer los faroles porque le gustaban sus patrones coloridos. Posteriormente estableció el Taller de Faroles Wu Tun-hou en el viejo poblado de Lugang, fabricando faroles con tres de sus hijos. "Mi familia fue muy pobre antes, pero he podido ganar suficiente dinero como para comprar esta propiedad donde he cons-truido una casa para mis hijos, y pude montar mi negocio", cuenta Wu con entusiasmo, abriendo expansivamente sus brazos para abarcar todo lo que lo rodea.

Sin embargo, más allá de una carrera exitosa, yace un triste pasado. Wu perdió la audición a los trece años, durante un bombardeo aéreo cerca de su hogar durante la Segunda Guerra Mundial. "Fue el último en entrar al refugio subterráneo, y sus tímpanos fueron dañados severamente por la explosión", relata su hijo, explicando por qué su padre depende más que todo de la escritura para comunicarse con otras personas. Enfrentando a la adversidad con valentía, Wu empleó sus pinceles no solamente para dar color a su mundo silencioso sino también para enfatizar en el esplendor del arte tradicional en Taiwan.

Cuando Wu era niño, su familia tenía una pequeña empresa que vendía adornos hechos con conchas y títeres para las festividades locales. Durante uno de los festivales de los faroles, Wu fue al pueblo a mirar la exhibición y quedó maravillado. Los brillantes faroles en todas las formas imaginadas adornaban las calles, y la muestra se extendía por varios kilómetros.

Fue entonces cuando supo que quería convertirse en fabricante de faroles, pero había un inconveniente. Las habilidades tradicionales de este género eran generalmente transmitidas dentro de las familias, y los secretos celosamente guardados de generación en generación. Los maestros de los faroles tampoco aceptaban discípulos fácilmente, según recuerda el hijo de Wu. Así que Wu fue un autodidacta del arte, visitando las tiendas de faroles en el pueblo y experimentado por sí mismo. Para su inmensa sorpresa, una de sus obras no profesionales ganó un premio nacional en una competencia de arte folclórico organizada por la Cámara Junior Internacional de Lu Kang, derrotando obras profesionales de reconocidos maestros de los faroles. Ganar esta competencia fue la oportunidad que estaba necesitando para establecer su presencia en la industria que había cautivado su pasión por tanto tiempo.

Caracteres chinos auspiciosos adornan los faroles de los templos. (Fotos cortesía de Wu Tun-hou)

A pesar de que los faroles tradicionales generalmente son cilíndricos, con pinturas adornando su parte exterior, el primer farol exitoso que hizo Wu de hecho fue en la forma de un animal, para un festival en particular. También fabricó una amplia gama de faroles para todo tipo de ocasiones. Algunos destacan por su caligrafía, mientras que otros reproducen los símbolos auspiciosos de la cultura china, tales como el dragón, el fénix, y las peonías.

Los faroles, según Wu, brindan interesantes revelaciones sobre la historia. Por ejemplo, hay algunos que tienen apellidos escritos en fuerte caligrafía china por un lado, y pinturas por el otro. Faroles como éstos fueron creados originalmente para diferenciar más fácilmente a las familias del pueblo, y algunas veces eran empleadas como símbolo de su estatus social. "Los funcionarios y los primeros candidatos que pasaron los exámenes imperiales colgaban faroles con los apellidos de sus familias en los portones", cuenta Wu Jung-chang, refiriéndose a la administración de exámenes públicos de la dinastía Sui a la Ching (581-1911), por medio de los cuales intelectuales sobresalientes eran seleccionados para altos puestos gubernamentales. Los faroles también fungieron en tiempos antiguos como el equivalente de placas o timbres, cuando se usaban para identificar un hogar en particular al mismo tiempo que iluminaban la entrada.

Dado que los faroles eran indispensables por brindar iluminación, se les consideraba un símbolo de iluminación y bendiciones, empleados para repeler la malvada oscuridad. La pronunciación en mandarín para farol, deng, también suena parecido a ding, refiriéndose al poder masculino dentro del hogar. Como resultado, algunas veces las personas colgaban faroles para atraer la prosperidad y fertilidad hacia la familia.

Debido al poderoso significado que cargan los faroles, no debe sorprender que sean manufacturados meticulosamente según las diferentes ocasiones en las que vayan a ser usados. "Las reglas para fabricar faroles fueron establecidas hace mucho tiempo, y reflejan la cultura y las creencias de la era", señala Wu Jung-lan, el segundo hijo del viejo maestro. Por ejemplo, los dragones eran el privilegio exclusivo de la familia imperial ya que simbolizaban divinidad, y no se permitía su uso a los ciudadanos comunes. Aún dentro de la familia real, los dragones de cuatro o cinco garras designaban diferentes familiares según su rango. Los viejos maestros que todavía siguen las reglas estrictamente dibujan los dragones de cinco garras solamente bajo circunstancias especiales.

Escoger y aplicar los colores adecuados son dos de las consideraciones más importantes en la fabricación de los faroles. Según Wu, existen ocho colores principales, que se colocan según estrictas reglas. "El Cielo debe ser azul y no puede reemplazarlo por el amarillo, ya que la gente creía que el fango amarillo nutre a los seres humanos en la Tierra", afirma.

La Tierra, donde los mortales permanecen y viven, no puede ser mezclada con el Cielo, donde viven las deidades, pues sería una falta de respeto hacia ellas, agrega Wu. Los faroles empleados en los santuarios ancestrales deben ser blancos, ya que según Wu, los faroles rojos traen buena fortuna y felicidad a la familia, mientras que el blanco es empleado sólo en los funerales.

La familia Wu escoge los colores y materiales muy cuidadosamente para que sus faroles destaquen entre otros. El primer paso es crear la armazón con bambú. Tras años de intentos y errores, Wu descubrió que el bambú de cinco a seis años de edad, con pocos nudos, es el mejor ya que las varillas deben ser meticulosamente manipuladas hasta alcanzar la forma cilíndrica del farol.

En particular, Wu elabora los faroles en dos estilos básicos, provenientes de China continental. Los faroles de Fuzhou, capital de la provincia de Fujian en China continental, son hechos con trozos de bambú, de modo tal que todo el armazón puede contraerse en una sola pieza plana. Es por esta razón que el bambú debe ser flexible y al mismo tiempo firme --las uniones pueden arruinar el efecto de la curvatura e incrementar la dificultad al entretejerse. A diferencia de los faroles de Fuzhou, los de Quanzhou, otra ciudad de la provincia de Fujian, emplean un cruce de tiras de bambú para formar la estructura, de tal forma que el cilindro vacío es firme desde el principio.

"Hacer los faroles es una técnica integral, que combina las habilidades del tejido de bambú, diseño artístico, caligrafía y pintura", explica Wu. "Decorarlos es la parte más difícil", admite. En vez de trabajar en un lienzo plano y quieto, hay que pintar sobre un cilindro, algunas veces rotando el farol conforme va dibujando.

Convertirse en uno de los mejores fabricantes de faroles como el anciano Wu no es una tarea fácil. Mientras que muchos productores subcontratan sus faroles a las fábricas y sustituyen las armazones de bambú por plástico para ahorrar tiempo y dinero, Wu insiste en hacer sus faroles en la forma tradicional, como guardián del fino arte de la manufactura de faroles, heredado de tiempos antiguos.

Traducido del Taiwan Journal Por Silvia Villalobos

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