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Opera presenta la vida del "barbudo hombre de la Biblia"

16/12/2008
El misionero canadiense George Leslie Mackay arriba al puerto de Danshui en una adaptación operística de su vida en Taiwan.
La luz del reflector corta a través del oscuro escenario, reposando sobre la faz del actor que hace el papel de Leslie Mackay, personaje que reflexiona acerca de su vida próximo a expirar. El cáncer está acabando con el cuerpo de este religioso canadiense en medio de gran dolor, pero aún así consigue mantenerse sereno. "Taiwan, te amo con todo mi corazón. Dedico todos mis días de vida a tí", canta el barítono. Fotografías en blanco y negro del poblado de Danshui y su río pasan detrás del escenario una tras otra, como si fueran los recuerdos del predicador barbudo que se remontan a ese 9 de marzo de 1872, cuando desembarcó por primera vez en esta tranquila ciudad portuaria.

Más de cien años después del fallecimiento de Mackay, el "bárbaro de barba negra" se hubiera sentido orgulloso al saber que la gente todavía se beneficia de un hospital conmemorativo con su nombre, y que la antorcha del conocimiento es traspasada de generación en generación a los estudiantes en el edificio que él construyó en 1882. Aún más, el reverendo se sorprendería saber que su vida legendaria se ha convertido en una ópera.

Tras seis años de planificación, El Barbudo Hombre de la Biblia tuvo su inauguración mundial el 27 del mes pasado en el Teatro Nacional, en la ciudad de Taipei. Tchen Yu-chiou, presidenta del Centro Cultural Nacional Chiang Kai-shek, y productora de la ópera, explicó que ésta es la primera producción supervisada por la organización. "También es la primera en ser cantada en dialecto hoklo o taiwanés, e inglés en el mundo", agregó.

La idea de poner en escena la legendaria vida del misionero se originó con Gordon Chin, uno de los compositores taiwaneses contemporáneos más activos. Nacido en Taiwan y educado en Japón y Estados Unidos, la música modernista de Chin revela su preocupación por la sociedad actual y la contemplación del papel de la religión. "Cuando pensé acerca de componer mi primera ópera, la historia de Mackay vino a mi mente inmediatamente", declaró Chin. "Me conmovió que viniera a Taiwan con la pregunta '¿qué puedo hacer por la isla y su gente?' Este es el espíritu que quiero despertar en la mente del público".

Para alcanzar esta meta, Chin hizo un esfuerzo sobrehumano, parecido al de Mackay durante sus días de predicador. Después de que los repetidos esfuerzos del compositor para hallar apoyo financiero resultaran fútiles, se vio casi obligado a desistir de la ópera hasta que Tchen, quien supervisaba el Consejo para los Asuntos Culturales en 2002, decidiera apoyar su propuesta y posteriormente hacer del Centro Cultural el caballo de batalla para el espectáculo cuando llegó a administrarlo en marzo de 2007.

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El "bárbaro de barba negra" lucha por aprender la lengua local.

Al igual que Mackay sentía el deseo de hallar un lugar donde pocos hubieran predicado la palabra de Dios anteriormente, Chin igualmente buscó el camino menos transitado al componer la primera ópera occidental cantada en hoklo. "Escoger el hoklo como la lengua principal de esta ópera fue algo natural, dado que fue la que Mackay aprendió para poder comunicarse con el pueblo", explicó. Sin ningún precedente en qué basar su obra, Chin tuvo que encontrar alguna forma para crear música que empatara con el complejo sistema tonal hoklo, añadiendo que "la rima y los acentos de la letra tienen gran impacto en las líneas de música".

En lugar de producir una mezcla de baladas tradicionales hoklo y música cristiana, Chin insistió en seguir un estilo modernista con énfasis en el empleo de ciertos instrumentos y motivos para definir a cada personaje. "Chin absorbió estos elementos y los amalgamó en una ópera occidental", comentó Chien Wen-pin, director de la Orquesta Nacional Sinfónica.

Para la libretista Joyce Chiu, su reto consistió en rebuscar historias de los archivos y manuscritos. Aunque al principio declinó la invitación de Chin para escribir la historia porque pensó que por no tener un trasfondo cristiano no era la persona adecuada para este trabajo, la directora ejecutiva de la Orquesta Nacional Sinfónica cambió de opinión posteriormente. "Cuando descubrí que la primera escuela para niñas en Taiwan fue establecida por Mackay, comencé a ver a este misionero desde un nuevo punto de vista", declaró Chiu. Para ella, Mackay no solamente es un misionero que se dedicó a predicar el evangelio, sino también un hombre que demostró su amor hacia Taiwan por medio de sus esfuerzos filantrópicos.

De esta forma, Chiu busca presentar a Mackay como un hombre cualquiera, quien tiene preocupaciones normales y sentido del humor, en lugar de sólo un hombre de Dios. Como revela su trama, Mackay estaba tan ansioso como los otros pasajeros en el viaje a Danshui, preguntándose si había tomado la decisión adecuada. También probó ser un romántico de corazón al expresar su amor por su esposa taiwanesa, Chang Tsung-ming, interpretada por la soprano Chen Mei-lin. "No veo a Mackay como un santo. Es una persona normal que logró muchas cosas poco comunes", opina Chiu.

Al igual que Mackay, Lukas Hemleb, director de la ópera y diseñador del escenario e iluminación, no es ningún extraño a la experiencia de estar entre dos culturas que chocan. Con amplia experiencia en una variada gama de óperas y piezas teatrales, fue el primer director alemán en dirigir una producción en el Teatro Nacional de Francia, y anteriormente, había colaborado con importantes artistas teatrales taiwaneses. Hemleb dirigió Luo Shen Fu -- Historia de la diosa del río Luo, para el Conjunto de Música Han-Tang Yuefu, que generó crítica excelente durante su gira por Francia en 2006.

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Gordon Chin (izquierda) y Lukas Hemleb posan junto a un cartel que promociona su ópera, la primera en dialecto hoklo e inglés. (Fotos de Chen Mei-ling)

Para el director, la historia de Mackay simboliza la turbulencia de la era. "Fue un período cuando inmigrantes de diferentes lugares se reunieron en una isla relativamente subdesarrollada", relató. "El hecho de que fuera gradualmente aceptado como parte de la comunidad y que inclusive llegara a tener debates con los intelectuales locales implica el nacimiento de una sociedad diversificada, de la que Taiwan se enorgullece ahora", señaló Hemleb. Sin embargo, la ópera también demuestra que la diversidad no se crea sin pagar un precio. En el segundo acto de la producción, un grupo de aldeanos que lleva a cabo rituales taoistas en la calle casi se da de golpes con Mackay y sus seguidores por estar cantando música cristiana.

 

Además del grupo de producción de primera categoría, la ópera también reunió una selección de actores de renombre. El personaje principal de Mackay es interpretado por el barítono Thomas Meglioranza, elogiado como "uno de los mejores barítonos de Estados Unidos" por la revista The New Yorker en julio de este año. Para sorpresa del actor, descubrió que tiene mucho en común con Mackay: ambos tienen esposas taiwanesas; les gusta viajar y experimentar nuevas culturas; y ambos lucharon por aceptar los entornos hoklo-taiwaneses sin la ayuda de recursos educativos tradicionales.

En una entrevista publicada en la Revista de las Artes Teatrales del Teatro Nacional, Meglioranza declaró que se sentía afortunado de poder recibir ayuda de los padres de su esposa, pero que aún así tomó más mucho tiempo del que esperaba aprender los ocho tonos de dicha lengua. El barítono admira cómo Mackay se dedicó a mejorar las condiciones de vida de los taiwaneses. "No predicó por medio de palabras sino a través de su sobresaliente labor humanitaria, incluyendo la instalación médica en Danshui, el Colegio Oxford y las clínicas dentales para los pueblos aborígenes en las remotas regiones montañosas de Taiwan, confesó el cantante.

El tenor surcoreano Choi Seung-jin, quien hace el papel del leal pupilo de Mackay, Yen Tsing-hua; hizo eco de los sentimientos de Meglioranza, afirmando que durante su batalla por aprender la letra de las canciones en hoklo para su papel, desarrolló un gran interés por el dialecto debido a su intensidad emotiva y bellas melodías.

Para 1900, la lucha de Mackay con su enfermedad habían desgastado su salud y lo había dejado casi sin poder hablar. Sin embargo, el ejemplo que sentó con los que conoció en sus múltiples viajes y el amor que demostró por Taiwan, van más allá de las palabras. Aún más, los pesares de la realidad pueden siempre hallar su recompensa en el arte. En la escena final, las últimas palabras de Mackay resuenan para que todos los escuchen: "Sin importar que pertenezca al pueblo han, pingpu o aborigen, ustedes son mis compatriotas. Formosa es donde descansa mi corazón. Y mis sueños sin cumplir dependen de ustedes y las generaciones venideras para hacerse realidad".

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