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Muestra de la destellante jornada cultural de Taiwan

16/03/2009
La escultura Sakya de Huang Tu-shui (1926) fue redescubierta a fines de los ochenta.

Durante más de un cuarto de siglo, el Museo de Bellas Artes de Taipei en la Avenida Chungshan Norte ha sido un imán que atrae a los amantes de las actividades culturales en la ciudad capital. Al ofrecer una ecléctica variedad de exhibiciones y espectáculos artísticos del mundo entero, la entidad es famosa por encontrarse al frente del progreso artístico. Para celebrar su aniversario, una exhibición de un año de duración denominada Joyas de 25 años, fue inaugurada el 24 de enero pasado, y estará abierta al público hasta el 10 de enero del próximo año.

Acumuladas a lo largo de su existencia, el museo ha seleccionado cuidadosamente 34 piezas para la muestra. Dos criterios importantes que fueron usados para hacer la selección: las consideraciones históricas y un deseo de variedad. La pieza más antigua data de 1926, y la más reciente de 2002. Las piezas abarcan un período de casi 80 años, con obras representantivas de cada década entre ellas.

A través de esas obras se puede observar claramente la evolución del arte y la historia en Taiwan. De hecho, los encargados del museo ha escogido conscientemente las piezas para “ilustrar el desarrollo de la historia del arte en Taiwan”. Las obras varían grandemente en forma y contenido. Se incluyen pinturas al óleo, esculturas, videos y varias otras formas artísticas, ordenados en siete salones separados. El tema cubre de escenas de la vida diaria a comentarios históricos y políticos.

Hablando en términos generales, la historia del Taiwan moderno puede ser dividida en tres períodos bien diferentes: la era colonial japonesa, de 1895 a 1945, cuando la isla era una colonia de Japón; la era de la ley marcial, desde fines de la II Guerra Mundial a 1987; y la era democrática, de 1987 al presente. De una forma u otra, esas tres eras quedan reflejadas en las obras exhibidas.

Patio con bananos de Liao Chi-chun representa la memoria cultural compartida de Taiwan.

En las piezas de la era colonial, se nota la influencia japonesa y occidental. Como Japón trató de modernizarse a sí misma durante la primera mitad del siglo pasado, importó muchas técnicas de Occidente. Particularmente, las pinturas al óleo fueron altamente apreciadas. Para impulsar el desarrollo del arte japonés, se realizaron en Japón las exhibiciones imperiales anuales, siguiendo el modelo de los salones artísticos de Francia. Para un artista taiwanés en aquéllos tiempos, el sendero más seguro para ser reconocido como tal era exhibir sus obras en una Exhibición Imperial. Dos de tales artistas fueron Chen Cheng-po y Liao Chi-chun, que estudiaron en Japón en los años veinte. Las obras Escena callejera en un día de verano (1927) de Chen; y Patio con bananos (1928) de Liao, reflejan ambas la estética de aquel tiempo. El exhuberante uso de amarillo y verde en sus obras imparte pleno regocijo y calidez.

Las exhibiciones de Taiwan, parecidas a las exhibiciones imperiales, se realizaron anualmente desde 1927 hasta 1938. Tales eventos influyeron en el desarrollo del arte en la isla. Las obras artísticas hechas con la tradicional tinta china y al estilo del trabajo de pincel fueron desdeñadas. En vez, se prefirió las pinturas al gouache que describen en forma detallada y real la vida diaria. Varias pinturas fueron seleccionadas para reflejar esta tendencia: Festival en la Calle Sur, de Kuo Hsueh-hu; Ocio, de Chen Chin; y Receso, de Lin Chih-chu. Las mismas representan la “favorable” interpretación por parte de los artistas de la vida bajo el yugo japonés en Taiwan en aquella época.

Con el fin de la II Guerra Mundial, también cayó el telón para la era colonial japonesa. Sin embargo, el estilo dominante de este período persistió por muchos años más. Este estilo se refleja en tres obras separadas: Campesinos felices (1946), por Lee Shih-chiao; Templo de Confucio (1956), por Kuo Po-chuan; y La puerta del Templo Tosho (1982), por Chen Hui-kun.

Fuego, de Huang Chin-ho, eleva la cultura popular al entorno formal de las artes.

Pero, los sentimientos cambiaron gradualmente. Con el influjo de millones de inmigrantes de China continental, comenzaron a surgir una nueva visión y nuevos estilos. Muchos de los artistas de China continental eran especialistas en las artes y cultura tradicionales. Sin embargo, ellos no estaban contentos con simplemente dar continuidad a una tradición. Al contrario, estaban interesados en usar las técnicas artísticas occidentales y trataron de infundir en su arte las últimas técnicas artísticas de Occidente. El resultado fue una fusión, de Oriente y Occidente, de lo nuevo y lo viejo.

La pintura en tinta china Flujo rítmico de Liu Kuo-sung, así como el grabado Lujuria por la vida de Chen Ting-shi, constituyen ejemplos de esta fusión. Sus obras combinan el arte moderno abstracto con elementos de la cultura china tradicional. Ambos, Liu y Chen, eran miembros del Grupo Quinta Luna, una de las sociedades artísticas más influyente de su tiempo, que promovía el arte modernista. También cabe tomar en cuenta la pintura en tinta de colores, Yin Yang No.2 de Chen Chi-kwan. A medida que los ojos del espectador van moviéndose a través del rollo, un patio, el sol, los botes en un lago y la luna aparecen ante la vista. La obra sugiere un estado de perfecto equilibrio y armonía entre el ser humano y la naturaleza.

Comparado con las eras colonial y democrática, relativamente pocas obras de la era de la ley marcial están representadas en esta exhibición. La conservadora Lin Yu-chun explica que ésto es un reflejo de las ventajas y desventajas del museo: tiene muchas obras sobresalientes de las otras dos eras en su colección, pero muy pocas piezas del período de la ley marcial.

Tras el levantamiento de la ley marcial, se desató un estallido de energía creativa en Taiwan. El museo fue instrumental en la promoción y estímulo de nuevos talentos en esta época, al igual que las exhibiciones anuales de la era colonial. “Muchos artistas del período democrático realizaron sus primeras exhibiciones en nuestro museo. Hemos sido bendecidos con la oportunidad de observar a esos artistas crecer, y de crecer con ellos”, dice Lin.

Durante las dos primeras eras, las obras de arte no fueron usadas como una plataforma para los comentarios acerca del estado de la sociedad taiwanesa. Pero con el fin de la ley marcial, surgieron los temas políticos e históricos. Memorandum de Zelandia, por Yang Mao-lin, muestra los semblantes de dos prominentes gobernadores, el holandés y Koxinga (1624-1662), que administraron a Taiwan en el siglo XVII. La obra presenta preguntas acerca del colonialismo y la identidad. Cinco fases del presidente Chiang Ching-kuo, de Wu Tien-chang, consiste en cinco retratos de Chiang en diferentes épocas de su vida. La descripción fiera y forzada de las líneas en la cara de Chiang expresa la fuerte desaprobación y crítica de Wu hacia el fallecido mandatario. Toda la pieza es una meditación acerca de la naturaleza del poder.


 

Flujo rítmico, de Liu Kuo-sung, combina el expresionismo abstracto con las influencias culturales chinas tradicionales. (Fotos cortesía del TFAM)

Fuego (1992), de Huang Chin-ho, cubre toda una pared. Sus colores brillantes y chillones, así como su descripción de seres extraños, de plantas y rastrojos, se combinan para presentar implícitamente un cuestionamiento a nuestra moderna cultura materialista. En Series espaciales, de Huang Chih-yang, enormes rollos de papel de arroz con figuras en el forma de esqueletos cuelgan del cielorraso. Con sus exagerados órganos sexuales, las figuras se asemejan a unos sátiros modernos.

Hay dos obras que son solamente para adultos, una por su fuerte sexualidad y la otra por sus imágenes perturbadoras. Búsqueda de dioses, de Hou Chun-ming, está compuesta por una serie de grabados con bloques de madera. Adapta muchos temas de la religión tradicional para presentar preguntas acerca de la moral social y la naturaleza del deseo erótico.

La obra de Chen Chieh-jen, titulada Lingchi–Ecos de una fotografía histórica, hace referencia a una imagen tomada por Georges Bataille, recordado principalmente como autor de Historia del Ojo, uno de los libros más escandalosos del siglo XX. La fotografía muestra un hombre que ha sido recién ejecutado mediante “desmembramiento”, una forma de castigo cruel y poco usual. Chen reinterpreta la imagen en la forma del video, forzando al visitante a presenciar la ejecución en cámara lenta. La obra resalta los problemas del colonialismo y la globalización.

La última pieza incluida en la categoría pos-1987 es una escultura del Buda Sakyamuni. En realidad, fue creada durante la era colonial, por Huang Tu-shui, el primer escultor taiwanés con una obra presentada en la Exhibición Imperial. El valor de esta pieza, que muestra la compasión de Buda por todos los seres sensibles, fue redescubierto recién a fines de los años ochenta, habiendo sido pasado por alto por más de medio siglo.

Al concluir con la obra de Huang, la exhibición ilustra las diversas fuentes de influencia cultural que han prevalecido sobre la producción artística y valoración estética en la isla. El enrarecido aire cultural ha conllevado al desarrollo de artistas que poseen el potencial y la creatividad para expresarse a sí mismos más allá de los límites de tiempo y espacio.

Traducido del Taiwan Journal por Luis M. Chong L.

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