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Educando jóvenes en un entorno natural

26/03/2009
La construcción única de Sibao está diseñada en armonía con el paisaje montañoso de Taroko.

Para los visitantes al Parque Nacional Taroko en el este de Taiwan, el impresionante espectáculo de escarpadas rocas y cascadas de aguas merece la pena de hacer el largo recorrido. No obstante, para los 62 estudiantes de la Escuela Primaria Sibao, la maravilla natural de las 227.336 hectáreas del parque es parte de lo que disfrutan en su vida cotidiana. Algunos de ellos lo llaman con orgullo “nuestro patio”.

Llamada “la escuela primaria más hermosa de Taiwan” y “la primera instalación pública de educación forestal”, la lista de honores de Sibao podría llenar una página entera y mucho más. Sin embargo, apenas hace una década, la situación de la escuela estaba muy lejos de ser tan envidiable como lo es hoy en día.

Tal como se deduce de su nombre, Sibao, que significa “montañas remotas” en la lengua aborigen truku, la escuela se encuentra fuera de los caminos principales, dentro de los límites del parque en el distrito de Hualien. Sus orígenes se remontan a principios de los años sesenta, cuando cientos de veteranos participaron en la construcción de la Carretera Transisleña Central. Con el fin de satisfacer las necesidades educativas de los hijos de los excombatientes, Sibao fue establecida como una parte de Escuela Primaria Fushi en 1963. Su población crecía y disminuía dependiendo de la construcción de la carretera, con más de 200 estudiantes en su apogeo y sólo nueve en su punto más bajo. Décadas después de la finalización de la carretera, la escuela estuvo varias veces a punto de cerrar sus puertas.

La suerte de Sibao tuvo un cambio hacia la mejoría en 1994, cuando sus alumnos ganaron el primer premio en la Exposición Mundial de Pintura Infantil de Taiwan. Este honor atrajo la atención de los medios de comunicación y finalmente, los funcionarios locales de educación se percataron de este lugar caído en el olvido.

El redescubrimiento de la escuela se produjo en un momento en que aumentaron los llamados para una reforma educativa en la isla. Siguiendo la decisión del Gobierno de poner fin a la práctica de utilizar un plan de estudios estandarizado, Sibao fue seleccionada para estar en la vanguardia de la modernización en Hualien. Por consiguiente, la escuela pasó a ser una instalación experimental independiente en 1997.

Los estudiantes tocan flauta en un aula que se abre a la naturaleza circundante.

El encargado de la misión de transformar Sibao, Huang Ching-mao, devoto a las bellas artes y educador progresista, no tenía idea de lo que le esperaba. Tras viajar 170 kilómetros hasta llegar a la escuela, el nuevo director confesó que “tuvo que contener las lágrimas” por lo que vio. “Había aulas en ruinas, con las ventanas rotas, y pintura de aceite seca tirada en el piso. Sin embargo, las aulas en uso estaban ordenadas, y había hermosas plantas por todo lado”, recordó Huang. El ahora director del Centro de Aprendizaje Creativo de Hualien admitió que se hizo cargo de Sibao de mala gana, pero terminó quedándose por ocho años.

La meta de Huang desde el principio era hacer de Sibao “una escuela en que se sientan como en casa”. Con la colaboración del Instituto Universitario de Construcción y Planificación de la Universidad Nacional de Taiwan; así como de la empresa DZ Arquitectos y Asociados, se creó un ambiente de aprendizaje no convencional. El resultado final fue un patio abierto al estilo de una casa tradicional china, rodeado por una cadena de estructuras hexagonales. Los topes de los techos fueron diseñados para combinar con la montaña. Por dentro, las aulas fueron divididas funcionalmente pero no aisladas. El diseño ganó un Premio a la Arquitectura del Año de Taiwan de la revista Architect en 2003 y fue finalista para el Premio de Arquitectura del Lejano Oriente 2004.

Huang también cambió el enfoque de Sibao a una educación más humanista que hace hincapié en el desarrollo integral del individuo. La filosofía se ejemplifica en el programa basado en “temas de investigación” de la escuela, por el cual a los estudiantes más jóvenes se les enseñan destrezas básicas para la vida; mientras que los de tercer y cuarto grado aprenden sobre la comunidad local, la cultura y las actividades económicas; y finalmente los estudiantes de más edad estudian la geología e historia del Parque Nacional Taroko.

“Aquí, la vida es aprendizaje, y cualquier cosa puede ser objeto de enseñanza”, afirma Jack Chang, actual director de Sibao. Por ejemplo, los agricultores vecinos a veces son invitados a dar lecciones sobre el cultivo de frutas y hortalizas. El hombre multifuncional de la escuela, Wang Jin-Rong, miembro de la tribu truku, famosa por sus habilidades de tiro, entrena al equipo de arquería usando flechas y arcos que él mismo hace.

Hoy en día, alrededor de un tercio de los alumnos son aborígenes o descendientes de los veteranos que llegaron a la zona hace medio siglo, mientras que el resto son del grupo étnico mayoritario chino han. Al estudiar y vivir juntos durante cinco días a la semana, los estudiantes aprenden a apreciar otras culturas y a respetar las diferencias entre sí, explica Chang.

Para Yang Chen-huei, profesora de la Escuela de Tecnología Tzu Chi, el énfasis en el pensamiento independiente y el respeto a la individualidad en Sibao la convencieron de que matricular allí a sus dos niños era la decisión correcta. “Envié a mi hijo Si-wei cuando estaba en segundo grado. Cada vez que venía a casa, me sorprendía de alguna manera. En lugar de hacer preguntas, comenzó a buscar las respuestas por sí mismo, y se ofrece a ayudar en lugar de esperar a que se le pida”, nos cuenta. Poco después, Yang decidió inscribir también a su otro hijo, Yu-wei.

Yang señaló que el sistema de “familia” de Sibao, que mezcla los estudiantes de todos los seis grados juntos y los divide en ocho “familias”, ha ayudado a sacar a flote las cualidades de líder y de empatía de Yu-wei. “Solía ser introvertido, pero ser necesitado por los más jóvenes aumentó su confianza y fortaleció su sentido de responsabilidad”, explica.

Yang tiene todas las razones para sentirse orgullosa. Una mañana de febrero, mientras que los otros estudiantes se encontraban en recreo, Yu-wei estaba ocupado haciendo llamadas telefónicas a la Isla de las Orquídeas, cercana a la costa este de Taiwan. Yu-wei estaba confirmando los preparativos para la venidera gira “semana de viaje” de los estudiantes de quinto y sexto año de Sibao. Con sólo 11 años de edad, la confianza y el desenvolvimiento que demostró durante la conversación telefónica fue impresionante. 

Un miembro del equipo de arquería de Sibao participa en una práctica de tiro en el campo panorámico de la escuela. (Fotos de Ellen Ko)

La “semana de viajes” de Sibao es otro de los programas destinados a fomentar el desarrollo integral de los estudiantes. “Se trata de ver diferentes formas de vida y ampliar la perspectiva del niño”, explicó Chang. “Vivir en las montañas remotas no significa que deban estar aislados”.

Cada primavera, los estudiantes se reúnen para decidir sobre un destino turístico para la actividad y planifican el itinerario como grupo. “Los profesores sólo actúan como asesores. Son los niños los que preparan el paquete”, explicó Chang, señalando que este proyecto único es una gran oportunidad para que los niños desarrollen destrezas para la solución de problemas.

Para el personal docente en Sibao, si bien las características de la escuela la distinguen de otras, la verdadera diferencia es el amor que los maestros muestran hacia su profesión y los estudiantes. Esto no sólo hace felices a los estudiantes, pero también crea un ambiente acogedor en el que los alumnos de diversos orígenes socioeconómicos pueden prosperar.

Chen Mei-ling, la orientadora residente de la escuela, explicó que a menudo tienen que luchar por contener las lágrimas al escuchar las historias de los niños. “Muchos de nuestros estudiantes provienen de familias desintegradas y son criados por sus abuelos”, explicó. “Algunos llegan con el corazón roto, pero les damos tanto amor que se remienda pronto”.

Un estudiante de cuarto grado que fue trasladado de la ciudad de Taipei a Sibao a principios de este año habla maravillas de la escuela y su nuevo entorno. “Es mejor y más caliente aquí”, afirmó. “Yo no sentí nostalgia desde mi primer día”. Obligado a trasladarse a Hualien y vivir con sus abuelos tras la muerte de su padre, el impresionante entorno natural del área le ayudó a superar su dolor. “¿Creería usted que yo le dijera que hay ranas y monos en Sibao?”, pregunta el pequeño. “Nunca volveré a vivir en la gran ciudad otra vez”.

¿Y quién no quisiera quedarse? Como dice la letra del himno de la escuela: “Al pie del Desfiladero Taroko, oigo el gorgoteo del Río Liwu. Los capullos están floreciendo y las aves cantan. Aquí, los niños ríen felices. Columpios, toboganes y balancines. Sibao es un lugar divertido”. La canción, una obra colectiva de los estudiantes, lo dice todo.

Traducido del Taiwan Journal por Silvia Villalobos

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