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España y Taiwan: Un diálogo en madera

06/09/2009
José Esteve Edo, Filósofos, 58 x 42 x 13 cm. Madera de cedro (1968).(Fotos de Luis M. Chong L. )

Sanyi es un pequeño poblado situado en el sureño distrito de Miaoli, Taiwan. Sus primeros pobladores se dedicaron a la explotación de madera y preparación de pieles de animales. Durante la ocupación japonesa de la isla (1895-1945), se comenzó a extraer aceite de tung y alcanfor de los árboles de Tung y alcaforeros que habían en la región.

Con esta tradición maderera, muy pronto comenzó a desarrollarse una afición hacia el tallado en madera, que fue convirtiéndose en una actividad cada vez más popular en el conservador poblado. En cierto momento, más del 80% de las familias locales estaban dedicadas a la talla de madera.

Debido a que se encuentra ubicado convenientemente en una de las salidas de la Autopista Sun Yat-sen, se comenzó a desarrollar el turismo a fines del siglo XX. Actualmente, aparte del par de calles que tiene el pueblo, con su interminable cantidad de tiendas especializadas en esculturas de madera; también cuenta con un popular sitio de descanso para los automovilistas. Allí, los cansados viajeros pueden relajarse disfrutando el aire impregnado con olor a alcanfor y sándalo; así como observando a los artistas que trabajan diestramente el material lígneo.

Desde hace algunos años, la localidad se ha vuelto internacionalmente conocida por un evento internacional que reúne a los más importantes artistas de la madera del mundo. El ahora famoso Festival Internacional de Tallado en Madera de Sanyi se distingue por invitar anualmente a los artistas de un país específico para exponer sus obras junto a las de escultores locales que han sido celosamente escogidos.

A través de los años, este festival ha incluido obras de artistas de la madera de China continental, Japón, Corea del Sur, así como varios países de Europa, Oceanía, Africa y las Américas.

El Festival Internacional de Tallado en Madera de Sanyi 2009 fue inaugurado el 1º de agosto, habiéndose invitado en esta ocasión a escultores españoles para la sección internacional. La muestra, que estará abierta al público hasta el 28 del presente mes, cuenta con un total de 36 obras de 10 artistas españoles.

Dai Le (Dai Yao-xun), Enigma, 173 x 48 x 36 cm. Madera polícroma (2008).

Para el evento de este año, se exhibieron obras de los siguientes artistas españoles: Beatriz Carbonell Ferrer, Alvaro Tamarit, Xaro Bonilla Goikoetxea, Salvador Marco Gisbert, María Susana García Rams, Vicente Orti Mateu, Jaum Chornet Roig, Gonzalo Serrano Atienza, Miguel Angel Achig Sánchez y José Esteve Edo.

Por parte de la República de China, participó un fuerte contingente de escultores locales, incluyendo a Tsai Ken, Lai Yun-hsin, Han Hsu-tung (Donald Harn), Lin Han-ting, Tsai Chih-fen, Yang Pei-chen, Yu Tsung-mu, Lin Shih-chin, Wu Yi-wei, Chen Jian-zao, Fang Fu-ming, Huang Guo-shu, Shih Jhen-syong, Shih Jhen-mu, Zeng An-guo, Huang Shih-yuan, Chen Yi-lang, Zeng Mu-lang, Lai Yong-fa, Dai Yao-xun (Dai Le), Liou Ru-cyuan, Kang Mu-siang, Li Cing-long, Chen Dong-ming y Syu Cing-cai.

Entre los expositores españoles, es menester resaltar dos piezas de altorrelieve por el maestro José Esteve Edo, de 92 años de edad, cuyas obras han sido definidas como una almagama de lo clasicista, humanista, armónico y ponderado. Siendo uno de los artistas figurativos más destacados de la primera mitad del siglo XIX, el escultor nació en Valencia en 1917 y realizó estudios en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos y en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos de Valencia.

Esteve Edo tiene en su haber numerosísimos premios y becas por su actividad artística, siendo a la vez el cofundador del Grupo Parpalló. En 2004, fue nombrado hijo adoptivo y predilecto por el Ayuntamiento de Valencia y la Genelitat Valenciana le otorgó una distinción al Mérito Cultural. Tiene numerosas obras distribuidas por toda la ciudad de Valencia y además una calle dedicada en esa ciudad.

En su obra Filósofos, Esteve Edo procura representar el espíritu del Renacimiento, impregnándole su propio estilo característico que procura no ser ni demasiado tradicional ni muy moderno. La escultura en cedro fue creada en 1968, siendo un conjunto tridimensional de tres figuras juntas para ser colgado en una pared.

La otra pieza de Esteve Edo presente en el evento de este año es Muchacha con manzana, tallada en madera de pino. La figura femenina desnuda con una manzana en sus manos y una mirada inocente, nos trae instantáneamente a la memoria a Eva, la bíblica progenitora de todos los seres humanos. Pero, es muy probable que el autor quiso expresar otra idea al momento de iniciar su esfuerzo creativista. Su mirada enigmática resalta en la obra colgada en la pared, dándole ese calor humano a la madera fría.

En contraste con el realismo expresado por Esteve Edo, encontramos a otro artista español, Alvaro Tamarit. De su serie “Deconstrucciones en madera”, Alvaro Tamarit presenta la obra Pequeño almacén, donde se vale de desechos de la industrialización para crear una nueva experiencia estética que procura reflejar nuestro propio espacio medioambiental donde vivimos.

Las “deconstrucciones en madera” de Alvaro Tamarit componen un recorrido emocional a través de un conjunto de obras construidas con sinceridad y coherencia. Es prácticamente imposible no sentirse parte integrante de lo narrado en ellas, como espectadores, pero también como seres humanos conscientes del mundo que temporalmente habitamos.

Las piezas de Alvaro Tamarit están cargadas de contenido emocional y de una nueva belleza. Ellas procuran expresar un significado subliminal que emerge independientemente de las obras, destacando la filosofía personal del artista y que está muy presente desde que se inicia la primera idea de una obra.

Los artistas locales que participaron en el diálogo escultórico con sus homólogos españoles también mostraron su expresividad creativa moderna.

La madera es el material elegido para sus piezas y su procedencia explica parte del contenido de las obras. Tamarit encuentra en esos fragmentos de madera que formarán parte de sus obras, a la propia Naturaleza. Pero éstos no provienen de la tala de árboles como sería adecuado pensar, sino que en su caso, sus fragmentos de madera son los residuos de una sociedad industrializada, partes de otros objetos que dejaron de tener su función y fueron abandonados a su suerte.

Por el lado de los expositores taiwaneses, la obra Sweater, del escultor Donald Harn (Han Hsu-tung) muestra a una persona quitándose su camiseta, con lo cual trata de captar una visión del cuerpo humano en acción, a la vez que procura simular en madera la textura de la lana tejida.

Por otra parte, el escultor Dai Yao-xun, conocido también por su apodo Dai Le, presenta un par de obras policromadas, de las cuales destaca Enigma, donde aplica la técnica sútil de las esculturas budistas para reflejar la conexión entre los seres humanos y los animales. Dentro del realismo de su obra, surge un aire surrealista, convirtiéndose en un verdadero enigma.

El escultor Yang Pei-chen, quien también exhibe obras suyas, señaló que las esculturas taiwanesas que participan en el evento enfocan en la presentación visual y los detalles finos.

Las obras fueron expuestas en tres zonas: “Leyendo la madera por placer”, “La chispa de la creatividad” y “Llamarada de nuevas trayectorias”. En cada una de ellas, los artistas procuran mostrar su detallada observación como fuente de inspiración para la creatividad; la necesidad de explorar las tradiciones artísticas, culturales, históricas y étnicas de la inspiración original del escultor; y las fascinantes interacciones de los diferentes materiales para ratificar el estado libre de la escultura en madera.

Texto de Luis M. Chong L.

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