05/05/2024

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Y ahora... ¡escuelas de karaoke!

06/02/1993
Los alumnos se adentran en el mundo de la música y aprenden a entonar una canción con garbo. Cantar bien es una buena forma para hacer amigos y ocupar el tiempo libre en la sociedad tai­wanesa de hoy.

La fiebre del karaoke ha atacado con fuerza a Taiwan. Tanto así, que hoy existen en la isla diversas escuelas donde se enseñan sus técnicas.

No crea usted que este voca­blo japonés denomina una enfer­medad infecciosa o un nuevo arte marcial. Es, en pocas pala­bras, una forma de cantar temas populares con el apoyo de un equipo estereofónico y de video, micrófono y acompañamiento musical grabado.

En Taiwan existen miles de locales de KTV (karaoke-televisión), sitio popular para encuentros de amigos, fiestas de cumpleaños y celebraciones de oficinas. Muchas veces se suele llevar allí a los clientes o socios potenciales de un negocio, con el fin de entretenerlos y conseguir mejores resultados comerciales.

Hasta aquí todo bien. Pero el problema es que... no todas las personas son dignas de ser escuchadas cuando cantan en público.

Yen Sheng-hsien, por ejemplo, es ingeniero en computación y, por naturaleza, poco dotado para la música. Lo supo a los siete años de edad, cuando lo bajaron de un escenario por su mala voz. Logró olvidar el trauma y se dedicó, obviamente, a otra cosa. Pero, en los últimos años, su desempeño profesional en el sector de los servicios lo llevó a reencontrarse con el temido micrófono.

¿Solución? ¡Inscribirse en una "clase rápida de canto karaoke"! Puede parecer un cuento tipo Cenicienta, pero Yen afirma que después de dos semanas de adiestramiento consiguió superar sus temores y entonar apropiadamente una melodía frente a terceros. Su voz no se transformó en la de Frank Sinatra, pero sí ganó confianza en sí mismo y hasta lo pasó bien.

¿Otro más?

Para quienes conocen de cerca a Taiwan, donde existe una infinidad de academias privadas, llamadas bushiban, el surgimiento de los karaoke bushiban puede parecer exagerado. En realidad, hay clases para todo: desde los exámenes para la escuela secundaria y la universidad hasta las pruebas que deben rendir los aspirantes a funcionarios públicos, pasando por los más di versos idiomas. Sin embargo, para todas ellas hay demanda y el KTV no es una excepción.

Los cursos de la Compañía Pi Shih son una buena muestra de este fenómeno. En primer lugar, tanto el tipo de estudiantes como sus motivos para inscribirse son sumamente variados. Asiste un ejecutivo que quiere expandir su vida social, un par de oficinistas que buscan reforzar su autoestima, una señora adinerada que necesita una actividad en que gastar su tiempo, junto con unos cuantos aspirantes a "estrellas del mañana" cuyo objetivo inmediato es participar en concursos de televisión.

Y ahora... escuelas de karaoke!

En el KTV puede soñar ser estrella de la canción mientras oye su voz en el parlante y pasar un buen rato. Además, disfrutará del aplauso que le brindarán sus amigos. (Chung Yung-ho)

Todos comparten el deseo de aprender a cantar bien. Y, a pesar de que deben pagar un equivalente a 40 dólares estadounidenses la hora, si eligen clases privadas, hay varios que van todos los días.

Instituciones como la Asociación Cristiana de Mujeres Jóvenes (YWCA, siglas en inglés) y la Fundación Educacional Cultural Wei Chuan también ofrecen cursos. Como muchos estudiantes se inscriben en ellos, sus precios son más bajos.

¿Qué instrucciones mágicas se dan en estas clases para que personas con poco talento musical lo adquieran en poco tiempo? Generalmente, el método no está basado en la instrucción teórica. Lo que se hace es enseñarle al estudiante a entonar una canción específica.

La Compañía Pi Shih cuenta con una selección de temas chinos y extranjeros, divididos según la ocasión en que deberían cantarse, los sentimientos que expresa la letra y el tipo de persona apropiado para interpretarlos. Los alumnos deben elegir unos diez y ¡a practicar se ha dicho!

"Si uno los elige correctamente según las instrucciones y se dedica a practicar hasta que consigue cantarlos bien, puede sentirse seguro de tener un repertorio para cada oportunidad", dice el director de Pi Shih, Feng Yung-tsun.

La Fundación Wei Chuan también enseña de acuerdo con el método de canción por canción. Pero como sus instructores son profesores profesionales de música, también entregan lo básico de las notas y el pentagrama, llevando a los estudiantes un poco más allá en el mundo de los sonidos.

Jefe "cara de piedra"

Las clases de karaoke empezaron a ser tomadas en serio hace unos dos años, cuando la Harvard Management Consulting Company las incluyó en un seminario para sus ejecutivos. Entre los estudiantes había figuras de renombre en el mundo de los negocios, quienes buscaban unos momentos para relajarse después de un largo día.

Li Cheng-chia, gerente general de Mei Wu Fa Enterprises, es uno de los tantos empresarios que reconoce haber tomado estas clases y se alegra de ello. Dice que, en el pasado, como sabía que no cantaba bien, jamás se atrevió a subir a un escenario y perdió múltiples oportunidades de compartir un buen rato con sus empleados. "Un jefe que simplemente se sienta ahí con la cara como piedra no contribuye a las buenas relaciones con sus subalternos", dice riendo.

Por supuesto, no todos asisten a estos peculiares cursos de canto con la meta de mejorar su vida social. También están los que simplemente quieren añadir un poco de sabor a sus existencias. En este grupo se sitúan especialmente las alumnas de la YWCA, como Fan Cheng-chiang.

Aproximadamente por US$40 la hora, se puede encontrar un servicio de calidad y una profesora dispuesta a ayudar a los que quieran iniciar un tema musical en el tono adecuado. (Fotos de Huang Chung-hsin)

El marido de Fan es un funcionario de Gobierno y sus tres hijos ya son grandes. Ella casi siempre se quedaba sola en casa y hace dos años empezó a sentirse enferma. Además de hacer ejercicios físicos, el médico le recomendó que probara algún otro tipo de estímulo, como una clase de canto. Fan dice que ésta no sólo le ha ayudado a recuperar la salud, sino también a sentirse mejor cuando debe acompañar a su esposo a cumplir compromisos sociales. "De este modo ya no soy una esposa decorativa", afirma.

Otra señora, Lin Yue-kuan, de 62 años, comenta: "Cuando una es mayor, no se vuelve senil si canta a menudo". Hasta hace un tiempo su entretenimiento mayor era jugar a la Bolsa, pero ahora se ha "concentrado en la música".

Su Hsien-cha, de 71 años, expresa aún más globalmente lo que busca el grupo de damas mayores: "El principal objetivo de las que venimos aquí es vivir más contentas y conseguir nuevas amigas".

En el fondo, pareciera que todas las personas tienen entre sus más recónditos deseos el de cantar bien. Sin embargo, lo cierto es que el talento es más escaso que abundante. Y tampoco faltan las críticas a la excesiva afición de los taiwaneses por el KTV. Pero nada de eso cuenta para aquellos que buscan pasar un buen rato, sin importar el tiempo y el dinero invertidos. Para ellos, vale mucho más el placer de escucharse por un parlante y el aplauso que le brindarán sus amigos.

Y como la moda del karaoke no tiene visos de alejarse de Taiwan, ya que muchas personas incluso poseen equipos en sus casas, parece preferible tener un vecino con diploma de "semiprofesional" que un aficionado que no sabe cantar.

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