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16/04/1993
En las películas y teleseries chinas que relatan historias antiguas siempre llama la atención la indumentaria de los personajes, ya sean éstos miembros de la corte imperial, intelec­tuales, sirvientes o campesinos. Cada traje revela ciertas características de quien lo porta: desde su rango en la sociedad hasta sus gustos personales. En realidad, así ha sido siempre con la ropa en cualquier parte del mundo. Aparte de satisfacer necesidades básicas, como el abrigo y la protección del cuerpo, los vestidos constituyen una forma de expresión personal y social. En este sentido, el pueblo chino tiene una gran riqueza atesorada, digna de observarse con atención. Objetos hallados por arqueólogos entre las ruinas de la cultura Shantingtung -que tuvo su apogeo hace 18 mil años-, tales como agujas de hueso, abalorios de piedra y conchas con perforaciones, de­muestran la existencia del concepto de orna­mentación y el arte de la costura ya en esa época. En los tiempos del Emperador Amarillo y los emperadores Yao y Shun (hace unos 4.500 años) ya había cierta variedad y sistematización en esta ac­tividad. Artículos de cáñamo y reliquias de seda tejida demuestran el refinamiento al que había llegado la moda en la Dinastía Shang (siglos XVI-XI a.C.) Domingueros y formales Había tres tipos principales en el vestuario tradicional chino. El pien-fu era un antiguo traje de dos piezas que consistía en una túnica larga, hasta las rodillas, y una falda hasta los tobillos. Un pien era una gorra ceremonial cilín­drica; de ahí se tomó el vocablo para referirse al conjunto ceremonial completo. El chang-pao era una túnica de una pieza, que se extendía desde los hombros hasta los tobillos. Lo usaban indistintamente hombres y mujeres. El shen-i era una mezcla de los dos anteriores, ya que tenía dos piezas como el primero y era largo como el segundo. Se asemejaba más al pien-fu por su uso generoso de la tela y los grandes pliegues que envolvían el cuerpo. Ese es el origen de su nombre que, literalmente, significa "vestuario profundo". Aparte de ser el traje dominguero de la gente común, era el atavío formal de los funciona­rios gubernativos y los intelectuales, apropiado tanto para hombres de letras como soldados. En esos tres tipos de vestidos eran típicos el corte amplio y las mangas voluminosas. En cualquier prenda, el número de puntadas era mí­nimo en relación a la cantidad de tela utilizada. Debido a que los diseños eran simples y en ellos predominaban las líneas rectas, se cuidaba que las terminaciones fueran lo más finas posible, generalmente adornadas con bordados. Para el mismo propósito se añadían fajas, hombreras y cordones ornamentales. Los tonos oscuros se preferían a los claros. Los trajes ceremoniales eran generalmente oscuros, pero se les acentuaba con complicados diseños bordados en tonos brillantes. Los colores claros eran más usados por la gente común en su ropa de uso diario. Tradicionalmente, los chinos han asociado ciertos colores con las estaciones del año. Por ejem­plo, el verde representa la prima­vera; el rojo, el verano; el blanco, el otoño; y el negro, el invierno. Se puede decir que este pueblo tiene un desarrollado sistema de combinación, coordinación y con­traste de colores para la ropa. Normas estrictas En la Dinastía Ching (1644­-1911) los gobernantes impusieron un rígido reglamento para la población. Todos de­bieron cambiar sus vestiduras de mangas anchas, estilo Dinastía Ming (1368-1644), por trajes inspirados en los que usaban los jinetes manchúes. Hubo bastante resistencia, pero los chipao -"túnica­bandera"- terminaron por imponerse. El código de la corte imperial era el más estricto de todos. Sólo el emperador, la emperatriz viuda (madre del gobernante), la emperatriz, las consortes primera y segunda y los hijos varones podían llevar túnicas amarillas. Los trajes del emperador eran únicos porque poseían los doce signos de la autori­dad. En el frente estaban el sol con un gallo de tres patas, la luna con un conejo preparando el elíxir de la inmortalidad, la constelación de las tres estrellas, un hacha, el signo fu, copas de libación con diseño de ti­gres y plantas acuáticas. En la espalda había montañas, un par de dragones, un faisán, fuego y un plato de mijo. Príncipes, nobles y altos funcionarios podían llevar túnicas azules y café con dragones. La posición de estos animales míticos y el número de sus garras deno­taba la categoría de la persona. Los nueve rangos militares y civiles se diferenciaban por distintos animales fantásticos y aves, respectivamente. Toda esa carga simbólica ha quedado en los disfraces de la ópera china, ya que éstos muestran las características esen­ciales de cada personaje. En su mayor parte, los trajes están inspirados en la moda imperante en la era Ming. Pero también incluyen detalles de otras épocas. Por ejemplo, al­gunos guerreros llevan grandes plumas en la cabeza, tal como se acostumbraba en el período de los Estados Combatientes (475-221 a.C.). En ese tiempo era usual colocarse en el casco dos plumas del pájaro ho (un tipo de faisán peleador), para representar un espíritu va­liente y guerrero. Identificación nacional Ahora que el estilo de vestuario occidental predomina en casi todos los rincones del mundo, todavía hay chinos que llevan ropa tradicional o inspirada en ella como una forma de reafirmar su identidad. Aún en ciudades modernas como Taipei se puede ver, de vez en cuando, a hombres mayores con togas de profesor (largas, hasta media pierna, abotonadas y de colores sobrios como azul, gris, negro o café). Más habitual aún es, entre las mujeres, la versión actual del chipao, un atractivo modelo apegado al cuerpo que viene en diversos largos, con aberturas a los lados para facilitar el movimiento de las piernas y con o sin mangas. Este último es el atuendo obligado para las mujeres que ocupan cargos públicos o las esposas de altos funcionarios o diplomáticos chinos cuando tienen que asistir a una reunión social o un en­cuentro formal. Algunas novias también lo exhiben en­tre los tres o cuatro vestidos que se ponen durante el banquete de bodas. Los actuales diseñadores de la República de China en Taiwan están encontrando nuevas formas de combi­nar la estética moderna con los estilos y los símbolos tradicionales. Una nueva tendencia es la ropa amplia (camisas, vestidos y chaquetas) que muestra detalles chinos como el corte transversal debajo de un hombro y los botones abrochados con un gancho de tela. También se está fabricando ropa de jóvenes y niños con estampados de dioses guardianes, leones chinos, máscaras de la ópera, los ocho trigramas, dragones y aves fénix. El macramé tradicional chino también tiene am­plias aplicaciones en el mundo de la moda actual. Se usa en pasamanerías, hombreras, corpiños, costuras y aberturas, así como en cinturones, ornamentos para el pelo y collares. Con una bien establecida industria textil y de vestua­rio, la gente de Taiwan hoy se da el gusto de escoger el modelo más apropiado para cada ocasión.

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