02/05/2024

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Desde míticos superhéroes a parejas disparejas

16/03/1992
Con sus onomatopeyas, colo­rido, simpleza, refinamiento, vio­lencia, ternura, fantasía e ironía, las historietas parecieran tener un lenguaje universal. En Taiwan existe un puñado de creadores que incorporan, además, algunos elementos de la cultura china, tanto tradicional como moderna. El resultado es... ¡crash! PUM, wow... singularísimo. Uno de los dibujantes más po­pulares -incluso en el mercado ri­val de los japoneses- es Cheng Wen. Su historieta "Héroes de Chou oriental" muestra a ca­balleros míticos en las más diver­sas aventuras. El secreto de Cheng es mezclar técnicas tradicionales, como la pintura con tinta, muy suelta y un poco difusa, con la definición y expresividad de los rostros de sus personajes. El ávido público local está compuesto por niños, adolescentes, jóvenes y adultos. Taipei tiene al menos 30 tiendas espe­cializadas donde se venden los miles de revistas y libros de comics preferidos por los de menor edad. Los mayores, menos dispuestos a gastar tiempo y dinero en este tipo de cosas, se divierten con las tiras que aparecen en los periódicos. Las historietas han sido populares en Taiwan durante las últimas cuatro décadas. Según el dibujante Hung Te-lin, un ex­perto en la historia de los comics nacionales, el sector recibió un impulso con la llegada de varios artistas de China continental en 1949, los cuales empezaron a hacer viñetas anticomunistas para diarios y revistas. Durante los 50 y los 60, antes de la llegada de la televisión, las tiras cómicas eran inmensamente populares entre los niños de toda la isla. Hasta hoy todo el mundo recuerda las absurdas aventuras de Hermano Ah-san y Tía Gorda, unos campechanos recién llega­ dos a Taipei. Una escena típica mostraba a Tía Gorda creando un caos en la calle por hacer un co­mentario casual o arrojar una cás­ cara de plátano. Los personajes fueron crea­dos por Liu Hsing-chin, un ex profesor primario que llegó a ser una celebridad. Su historieta fue reeditada el año pasado con una cálida recepción. "Creo que mis tiras cómicas causaban algo de nostalgia", dice Liu, de 55 años de edad. Días difíciles A pesar del humor limpio de esta y otras tiras, muchos padres pensaban que el género era una distracción poco sana de las ta­reas escolares. En esa época, las series de caballeros heroicos eran extremadamente populares. Con sus poderes sobrenaturales pasa­ban por las más increíbles aventuras (o imaginativas, depen­diendo del criterio de cada uno). Algunos estudiantes escapaban de clases para ocultarse en las pe­queñas librerías de arriendo, generalmente situada en los calle­jones. Un niño tomó los cuentos demasiado en serio y, de hecho, huyó hacia las montañas en búsqueda de los grandes maestros de los poderes mágicos. Después del caso del estu­diante perdido, los medios de comunicación y organizaciones de padres demandaron la acción del Gobierno. En 1962, el Yuan Ejecutivo aprobó reglas de cen­sura, las cuales fueron puestas en marcha cinco años más tarde. A partir de entonces, todos los comics producidos localmente eran examinados por el Instituto Nacional de Compilación y Traducción antes de circular. Las normas resul­taron ser estrictas e incluso absurdas. Por eso, los dibujos se volvieron innecesari­amente didácticos, blandos, y muchos artistas dejaron de hacer historietas. Sin embargo, los estudiantes siguieron buscando entretenimiento. Pero su de­manda de acción era mayor que la que podían brindarles los dibujantes locales. Así fue como los comerciantes encon­traron refugio en la importación ilegal de historietas japonesas. Para peor frustración de los dibujantes, los periódicos y revistas de Taiwan no se atrevían a poner sus tiras. En 1987, con el levantamiento de la ley marcial en la isla llegó el fin de la res­tricción. En esos días ya había algunos sig­nos de rejuveneci­miento, al menos en los diarios. "Embro­llos en el monasterio", del joven dibujante Ao Yu-hsiang, trataba de un grupo de bichos raros y desadapta­ dos compuesto por dos maestros budistas chiflados y sus discípulos. Ambientada en la China tradicional, la tira combi­naba humor liviano con artes marciales y poderes sobrenatu­rales en una batalla contra el mal. Superventas Ahora, aunque los comics japoneses aún tienen gran canti­dad de lectores en Taiwan, al menos un dibujante de la isla ha logrado superarlos en ventas. Y lo ha hecho nada menos que con filosofía china. Tsai Chih-chung ya lleva seis años de éxito con li­bros como Chuang Tzu, donde transforma el lenguaje clásico y el refinado pensamiento del an­ tiguo filósofo taoísta de ese nom­ bre (369-286 d.C.) en una obra fácil y agradable de leer. Chuang Tzu ha vendido más de 200 mil copias en Taiwan, es muy popular en China continental e incluso tiene una traducción al inglés (publicada en Singapur). Otros clásicos reciclados por Tsai son obras de Confucio, Mencio y Lao Tzu, así como poesía tradicional, novelas e his­torias cortas. De cada uno de es­tos libros se han vendido más de cien mil copias. El contenido determina el tipo de audiencia, de manera que otros dibujantes también han conseguido lectores fieles. Por ejemplo, el periódico China Times publica una ingeniosa tira de Lao Chiung llamada Tamen ("Ellas"), que es una reflexión del mundo femenino. "Su histo­rieta es demasiado refinada para los niños. Sus lectores son gene­ralmente mujeres adultas", dice el editor de la dibujante. Otras tiras del China Times son "Jóvenes soldados" y "El diario de un soldado joven", muy populares entre adoles­centes y universitarios. La primera es una creación de Lin Cheng-te que describe los días escolares de un muchacho buen­mozo y su rebelión contra la au­toridad paterna. "El diario", de Tseng Cheng-chung, está basado en el caso real de un popular cantante en su servicio militar. Para las jovencitas, Yu Su­-lan creó "Belleza fatal", una tira donde el amor, las lágrimas y el vestuario romántico son los prin­cipales ingredientes. Sus damas frágiles van ataviadas con varios metros de seda y gasa. La artista, de 24 años, dice que sus admi­radoras son principalmente universitarias. Algunas incluso le escriben cartas. "Me cuentan de todo, de sus problemas en casa, en los estudios, con sus novios... Una muchacha incluso me pre­guntó si podía enseñarle a usar tacones altos", ríe Yu. Un caso especial es Chu Teh­-yung. Su "Pistolón de doble cañón", sobre una pareja de cin­cuentones que se atacan mutua­mente por las más mínimas cosas, tiene 400 mil lectores diarios en el China Times Express. Su pareja moderna la constituyen los "Novios irónicos", dos yuppies que lo quieren todo pero no se comprometen con nada, historieta del China Times, con un millón 400 mil lectores. El marido de "Pistolón" es un bebedor incansable y su esposa una verdadera bruja que le arroja cosas y lo insulta. Pero a pesar del dominante carácter de la mu­jer, el esposo consigue algunos triunfos. En una escena, la pareja está sentada en un sillón; él lee el periódico y ella, un li­bro. El hijo de ambos está al medio. "Te cuento un secreto", dice ella al joven, "Si no fuese por tí, yo habría dejado a tu padre hace ya tiempo". Luego él se dirige al muchacho: "También te confiaré un secreto. Si tu madre no hubiese estado embarazada, no me habría casado con ella". Igualmente mal intenciona­dos son los "Novios". En un bar, ella le dice a él: "¿Ves ese tipo borracho? No ha dejado de be­ber desde que lo rechacé". A lo que él contesta: "¿Tanto tiempo ha estado celebrando?" A su manera, y con este ne­grísimo humor, Chu intenta reflejar no sólo la maldad del género humano, sino también los temas vigentes en la actual sociedad de la isla. Creatividad no falta.

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