02/05/2024

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El Año de la Cabra

16/02/1991

El comienzo del Año de la Cabra del calendario lunar chino se da, este año, el 15 de febrero del calendario solar occidental de uso común. Los chinos anticipan con ilusión el año caprino como período prometedor y de prosperidad. Bajo el signo de cualquier animal, el año nuevo es siempre época de esperanza.


El Año de la Cabra es mucho más tranquilo, según la tradición, que su antecesor, el del enérgico caballo. Aumenta la influencia del hogar en cada persona. La gente se vuelve, a la vez, más generosa y más artísticamente creadora. Hay que tener cuidado de no caer en el despilfarro. Por otra parte, también aumenta el pesimismo, volviendo a la gente hipersensible respecto a minucias a las que, en otro año, no prestarían antención.


El Año de la Cabra se puede representar también por la imagen de otro cuadrúpedo, la oveja o el carnero, pues, para los chinos, da igual uno de estos animales lanudos que otro. Es preferencia personal del interesado lo que lleva a cada cual a decir que ha nacido higo la advocación de un animal o del otro. Shan-yang califica al año caprino, mien-yang al ovino. Las ilustraciones tradicionales representan ambos Mien significa seda y shan montaña.


Rasgos de la cabras


Además de 1991, han sido Años de Cabra en este siglo los siguientes: 1907, 1919, 1931, 1943, 1955, 1967 y 1979. La persona nacida bajo este signo tiende a ser bondadosa, de modales suaves, y algo tímida. Es compasiva y no guarda rencor. Mira los fallos ajenos con com¬ prensión. No demasiado organizada, se inclina por la naturaleza y el arte. Le gustan los animales y los niños, y puede caer en el error de ser excesivamente maternal. Le falla un tanto el sentido de la medida, así como la objetividad.


Creen los chinos que la buena suerte acompafia a la cabra, proporcionándole siempre, al menos, comida, ropa y techo. Aun cuando nazca pobre, recibirá grandes herencias. Muchos le harán espléndidos regalos. Disfrutará del patrocinio de personas poderosas.


Aplicando el principio de que "quien no llora no mama", el nacido bajo este signo pide sin cesar hasta conseguir lo que quiere. Emplea también, a menudo, la aproximación indirecta a su objetivo y, para ello, puede ser muy teatral. Jamás se aleja mucho del hogar ni olvida los aniversarios de otros; además, se ocupa de que los demás no olviden los de él.


Le encanta preocuparse, y siempre espera lo peor. Por ello, también espera que los demás le den ánimos. Le cuesta mucho superar las contrariedades, e insiste en que otros le oigan narrarles "el cuento de la lástima". Tiene un don peculiar de conseguir de los demás cuanto necesita a base de insinuárselo. El aire de ingenuidad infantil, el temblor de labios y las lágrimas a punto de caer, le hacen irresistible. En general, no necesita trabajar mucho para ganarse la vida.


El día chino se divide en 12 "guardias" de dos horas cada una. Cada guardia va presidida por un animal que puede ser mítico, silvestre o doméstico. El sistema es antiquísimo. Los astrólogos lo atribuyen al Emperador Amarillo en el afio 2637 a.d.J.C. Por orden, los 12 animales son la rata, el buey, el tigre, la liebre, el dragón, la serpiente, el caballo, la cabra, el mono, el gallo, el perro y el cerdo.


Cuenta la leyenda que, al elegir animales para las 12 Ramas Terrestres, el Emperador de Jade designó una fecha en la cual se habían de presentar ante él los diversos animales. Se tenía que anotar en un registro a los 12 primeros en llegar, y en el orden en que fueran llegando.


La rata y el gato habían sido buenos amigos antes de la carrera hasta el palacio del Emperador de Jade. La astuta rata quería ser la primera así que engafió a su amigo dándole una fecha errónea. El gato alcanzó el palacio temprano por la mañana, contentísimo de ser el ganador. Entonces se enteró de que la carrera ya se había corrido el día anterior. Desde aquel día, los gatos persiguen a las ratas.


Se cuenta también que la rata llegó al palacio a lomos del buey. Este, diligente pero lento, había caminado toda la noche. La rata viajó de balde y, al llegar, saltó a tierra en el último momento y entró corriendo, la primera, en el palacio.


No ha quedado constancia de la suerte de los demás animales en la carrera imperial. Sólo se dice que la cabra acabó en octavo lugar y fue asignada el período entre las 13 y las 15 horas.


Detalles atrológicos


Los afios lunares chinos se agrupan en ciclos de 60. Esto se hace a base de combinar los 12 animales con los cinco elementos: el metal, la madera, el agua, el fuego, y la tierra. Cada uno de los cinco elementos se expresa en dos signos chinos llamados Los Diez Tallos Celestes. Estos se combinan con los animales del zodíaco de 60 formas posibles. Cuando la serie se ha completado, se empieza de nuevo.


A efectos de la astrología, las 12 Ramas Terrestres se designan con atributos masculinos o femeninos. Los números nones son masculinos; los pares, femeninos. Hay una especie de ayuda mnemotécnica mediante la cual se puede determinar el sexo. El buey tiene pezuña hendida, igual que la cabra y el cerdo; esa pezuña "doble" se puede ver como un "dos", número par. Al revés, la pezuña sólida del caballo y el extremo de la pata del tigre se pueden percibir como "unos", o números nones. La liebre tiene el labio partido, es decir, es un "dos"; igualmente, la serpiente posee lengua de horquilla, otro "dos". El dragón, antiguo símbolo del emperador, tiene cinco garras. Las ratas, los tigres, los simios y los perros llevan números nones de dígitos.


Los antiguos chinos prestaban la mayor atención a los efectos de las diversas combinaciones astrológicas. Una chica nacida en afio de fuego consumiría irremisiblemente a un marido nacido en año de madera. Sin embargo, un hombre o mujer de año de madera recibiría gran apoyo de un cónyuge de año de agua. De forma similar, se vigilaba la afinidad o el antagonismo entre sí de los animales del zodíaco.


Leyenda


La leyenda china más popular acerca de la cabra es de origen sureño. Narra que los cinco dioses de cinco cereales distintos llegaron a lo que es hoy la ciudad de Cantón montados sobre cabras. De ahí el nombre antiguo de la villa: Ciudad de las Cabras. Los dioses iban vestidos de blanco, amarillo, azul, negro y rojo. Cada uno llevaba en la mano una mazorca de maíz en señal de prometer que el hambre jamás volvería a visitar aquel lugar. Al pasar ante el mercado, las cabras se convirtieron en piedra y han quedado allí como prueba de la visita de los dioses.


La población de Cantón solía invocar las cinco piedras y los cinco dioses para protegerse. Se celebraban festivales en el verano. Se quitaban las imágenes de los santuarios y se las llevaba en procesión por las calles. Si los dioses daban su aprobación, modelos en papel de las embarcaciones conocidas como juncos, apodadas "embarcaciones de las enfermedades" se transportaban hasta la orilla y se echaban al agua para que se llevasen las enfermedades. Si iban flotando hacia alta mar con su carga aterradora, se consideraba buena señal.


Un cuento taiwanés narra la historia de un zorro que cae en un pozo y logra salir a base de engañar a una cabra.


El zorro tenía sed y trató de alcanzar el agua, perdió el equilibrio y cayó en el pozo. Aunque el agua era poco profunda, las paredes eran resbaladizas y no había en ellas a qué agarrarse. Justo en ese momento, el zorro oyó que pasaba una cabra.


"¡ Eh, doña Cabra!" gritó. Cuando la cabra se asomó al pozo, el zorro dijo, "El agua aquí abajo está fresca y dulce. ¿Por qué no baja?"


" ¿ y cómo salgo después?" preguntó la cabra. El zorro respondió, "No habrá problema. y o no hubiese bajado si no pudiera salir. "


La cabra ingenua bajó de un salto, bebió hasta saciarse, y entonces se encontró con que no podía salir del pozo. El zorro le dijo, "Hagámoslo de esta forma. Usted póngase sobre sus patas traseras y hágame de escalera. Cuando yo esté fuera, la sacaré."


La cabra se dejó engañar de nuevo. Una vez que el zorro hubo salido, no dio sefial alguna de querer ayudar a la cabra. "Ayúdeme a salir," suplicó la cabra. El zorro contestó, "Las barbas se supone que son señal de vejez y de sabiduría. ¿Por qué es usted tan tonta a pesar de sus largas barbas? Si tuviera algo de sentido común, hubiese empezado por no meterse dentro del pozo."

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