08/05/2024

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Una película sobre Taiwan, su gente y sus cambios

06/06/1993
Ganadora del Premio del Jurado del Festival de Cine de Cannes 1993, Francia, la película taiwanesa "El titiritero" es un viaje emotivo que recorre buena parte de la historia de la isla. "Quería entender mejor el pasado", dice el director Hou Hsiao-hsien respecto a su más reciente filme. "Es decir, reeva­luar los orígenes de mi propio creci­miento, la idea de qué es ser chino y el concepto local de familia", expresa. Hou usa la biografía del renombrado titiritero taiwanés Li Tien-lu (actualmente de 84 años de edad) como el medio para relatar lo ocurrido en importantes épocas del desarrollo histórico de la isla. El viaje en el tiempo nos lleva a los primeros 30 años de la vida de Li: desde su nacimiento, en 1909, y su in­fancia en una ciudad de Taipei muy dis­tinta de la actual, hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando Taiwan fue devuelta a China, tras medio siglo de ocupación japonesa. Mediante un recurso para unir pasado y presente, Hou hace aparecer al propio Li como narrador. "Mi vida ha sido a la vez un drama y un sueño", dice el artista en la película. Estas palabras ilustran las contradic­ciones que el titiritero tuvo que enfrentar. Una madrastra dominante, el gobierno colonial japonés y otras fuerzas inten­taron reprimir su espíritu. Pero, aún así, Li se las arregló para hacer lo que quería. "Mis manos inspiraban vida en mis títeres. Los creaba y luego dirigía el curso de sus destinos como si yo mismo fuera Dios. Pero la realidad es que, con alguien sobre mí tirando de los hilos, yo también era un simple títere", confiesa. Introspección La película es más que una repre­sentación de la primera mitad de la carrera artística de Li. En un sentido más amplio, refleja la compleja identidad de los resi­dentes de Taiwan que crecieron durante la ocupación japonesa (1895-1945). "Quería usar la vida de Li Tien-lu para reexaminar el concepto de la familia china y su poder para cohibir y restrin­gir", dice el director Hou. "Mi deseo es que la audiencia sienta algo sobre el pueblo chino, sobre la familia y la moral tradicionales", añade. Li, a quien el Gobierno de la República de China ha dado el título de "tesoro na­cional", aprendió el arte de manejar los títeres de su padre. A los nueve años de edad ya trabajaba como asistente tras bambalinas. Pero, por sus dificultades para llevarse bien con su madrastra, abandonó el hogar y empezó a hacer giras artísticas cuando tenía catorce años. A los veintidós estableció su propia compañía llamada Yi Wan Jan. Pero, poco después, la Guerra Sino-Japonesa llegó hasta Taiwan y las autoridades niponas prohibieron todo tipo de actua­ciones tradicionales chinas. Li fue obli­gado a unirse al Grupo de Títeres de Propaganda, organizado por el gobierno colonial. Tuvo que rediseñar sus muñecos y vestirlos como figuras típicas japone­sas, con kimonos y uniformes. De este modo, el mismo titiritero se convirtió en un títere manipulado por los japoneses. Hacia el fin de la Segunda Guerra Mundial, Taiwan fue duramente bom­bardeada por las fuerzas estadounidenses y, una vez más, Li tuvo que suspender sus presentaciones en con­tra de sus deseos. Japón perdió la guerra y se retiró de la isla. En esos días, la malaria atacó a la familia de Li Tien-lu, llevándose a su hijo y a su suegro. De 142 minutos de duración, la película muestra con exactitud las cos­tumbres chinas vigentes durante esa época. Se ven muchas prácticas tradi­cionales, tales como el episodio en el que el padre de Li Tien-lu "se casa con" la fa­milia de su madre. En otra escena, dos policías japoneses llegan a la casa del titiritero e incentivan a los varones de la familia a cortar sus largas trenzas. Los hombres chinos lle­varon el pelo largo y trenzado durante la Dinastía Ching (1644-1911), tiempos en que cortárselo era considerado una vergüenza y un signo de rebeldía. Naturalmente, la cinta muestra numerosas y entretenidas escenas de títeres. La película, por lo tanto, acerca este bello arte folclórico a los aficionados al cine. Algunos de los grupos más famosos de titiriteros de la isla exhiben su habilidad para mover los muñecos en un verdadero espectáculo dentro de otro es­pectáculo. Con mucho ingenio, Hou usa esos cuadros para ilustrar los cambios artísti­cos por los que ha pasado el teatro de títeres taiwanés durante este importante período de la historia de la isla. Por ejemplo, varias escenas muestran una presentación de "El misterio de la serpiente blanca", un cuento folclórico que ha sido adaptado de miles de for­mas. Al yuxtaponer esto con escenas del momento en que Li es forzado por la prohibición japonesa a trabajar como cantante de ópera, el director hace un claro planteamiento sobre la agonía del teatro de títeres. Tres para la historia Por el período que abarca, "El titiritero" es la primera parte de una trilogía fílmica sobre la historia moder­na de Taiwan. Las otras dos son "Ciudad de tristeza", premiada con el León de Oro a la mejor película en el Festival Internacional de Cine de Venecia 1989, y "Un hombre llamado Putao Tailang", una cinta aún por realizar. Hou, de 46 años de edad, nació en la provincia continental de Kuangtong y se trasladó con su familia a Taiwan hace cuatro décadas. Tiene una larga y exi­tosa trayectoria en el mundo del cine. Ha participado en una veintena de películas, ya sea como director o pro­ductor, varias de las cuales han sido premiadas en importantes competencias internacionales de cine. Para la realización de "El titiritero", Hou reunió un equipo con los mayores talentos del área. Entre ellos, el cantante Lin Chiang -que representa a Li Tien-lu en su vida adulta-, los guionistas Wu Nien-jen y Chu Tien-wen, el editor Liao Ching-sun, el cineasta Lee Ping-bin y el compositor Chen Ming-chan. El director dice que tiende a filmar lo que le es familiar y sobre lo que tiene ex­periencia. En este sentido, Li Tien-Iu es muy cercano a Hou, ya que ha partici­pado en otras de sus películas. Obviamente, Li ha expandido su campo de acción. Pero no por ello ha olvidado que, esencialmente, es un titiritero. Ahora da clases para que otras generaciones puedan disfrutar de este arte tradicional. Hace unos años tuvo un grupo de alumnos franceses que, posteriormente, formaron una compañía muy exitosa. Lo cierto es que esta película es mu­cho más que un buen filme para entrete­nerse. Es un testimonio visual de los logros de Li Tien-Iu, uno de los más influyentes artistas folclóricos de Tai­wan. Además, es una mirada nostálgica al camino recorrido por mucha de la gente que compone la sociedad de la isla.

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