04/05/2024

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Bailando con piel de león

16/06/1992
Agiles y divertidos, los leones están entre los favoritos de las festividades chinas.
Las fiestas populares chinas son siempre bulliciosas, multicolores y... movidas. Acompañados de los más diversos sonidos -tambores y platillos de preferencia- bailarines ataviados con vistosos trajes saben captar la atención del público a través de sus pasos y coreografías.

Entre todos los bailes chinos, a dos son los que este pueblo ha dado la categoría de favoritos: la danza del dragón y la de los leones.

En Taiwan, la primera se ve generalmente para grandes ocasiones, tales como la celebración del aniversario nacional, el 10 de octubre, u otros feriados importantes. El dragón es símbolo de poder, dignidad y buena fortuna. Y, para hacerlo bailar, se requiere un grupo numeroso y bien adiestrado.

La danza de los leones es más habitual de ver. En la mayoría de las festividades, tales como el Año Nuevo Chino, y especialmente en las procesiones religiosas que se hacen para celebrar el nacimiento de las distintas deidades de la religión folclórica, suelen aparecer estos felinos ágiles que se contorsionan sin cansancio.

Existe la creencia de que el león, por ser "el rey de los animales", tiene la capacidad de ahuyentar a los malos espíritus. Además, con sólo dos danzantes por cada león, y un atuendo más fácil de confeccionar que el del dragón, su popularidad es fácil de explicar.

No obstante, según los libros de Historia, originalmente el objetivo de la danza no fue espantar fantasmas sino elefantes.

Durante el período Sung de las Dinastías del Sur (420-479 d.C.), el general Szung Chueh llevó su ejército a invadir un país llamado Lin-yi, situado en algún punto entre Laos y Birmania. El rey de esa nación usó una "formación de elefantes" para detener el avance de sus enemigos. Pero el general tuvo una idea. Tras recordar que todos los animales se rinden ante el león, ordenó a sus subalternos que fabricaran imitaciones de los felinos para ponerlos en la vanguardia. Los elefantes se asustaron con sólo divisarlos. Y el monarca de Lin-yi se rindió ante el conquistador.

Perros y gatos

Lo curioso es que, a pesar de la admiración de que goza entre los chinos, el león no es un animal nativo de este país. El primer ejemplar fue traído a China como tributo durante el reinado del Emperador Shun (126-145 d.C.) de la Dinastía Han. Pero si en la antigua China no existían los zoológicos, y muy poca gente había visto realmente un león, ¿Cómo entonces surgió la idea de imitarlo en un baile?

Un entrenador de este arte popular dice que debe haber sido mediante la observación de los animales más conocidos. De hecho, las danzas de leones pueden clasificarse en dos categorías generales: el estilo del norte, que imita al perro, y el del sur, que sigue los movimientos del gato.

La versión norteña, de Pekín, representa a un león bajo, rechoncho y peludo; muy parecido a un perro pequinés de gran tamaño. La cabeza, que llega a pesar entre tres y ocho kilos, se confecciona con cartón piedra sobre un armazón de mimbre o bambú. Los bailarines deben recibir entrenamiento en artes marciales; de lo contrario, en vez de un león feroz representarían a un cachorro mimoso.

Los leones del sur tienen caras doradas (o amarillas), rojas, negras o plateadas, que simbolizan a Liu Pei, Kuan Yu, Chang Fei y Chao Tzu-lung, héroes del período de los Tres Reinos. El color de sus bigotes varía, desde negro o gris hasta blanco nieve, según sea la tradición de la comparsa.

Y así como a los botes dragones ­-canoas típicas de una festividad veraniega- se les pintan los ojos antes de ser lanzados al mar o el río, a los trajes de león se les ponen pintas rojas en los ojos, cuerpo, vientre y cola al anochecer de su primer día de existencia, junto con la recitación de un verso alusivo.

Otra clasificación de las danzas de leones es según su estilo. Se llama "civil" al que tiene movimientos elegantes y armónicos; y "marcial" al baile vigoroso, rápido y agresivo.

Muchas normas se han ido perdiendo o, más bien, mezclando. Sin embargo, un tabú sigue vigente: ninguna mujer debe pasar sobre la cabeza del león.

Fiera domada

En Taiwan gozan de gran aceptación las danzas sureñas, entre las cuales predominan los estilos de Cantón y Fukien, dos provincias del continente situadas frente a la isla.

La coreografía cantonesa es la representación de una historia religiosa. Primero aparece el "Buda Sonriente" buscando el gigantesco hongo de la vida eterna en las montañas. Lo encuentra y, cansado, se tiende a dormir con su hallazgo entre los brazos. Llega entonces el león a curiosear y, cuando lo despierta, ambos se asustan. Pero el Buda ve que el animal no tiene malas intenciones y lo lleva consigo al templo. Allí, en ese ambiente de sonidos de campanas, tambores, y la recitación de las sagradas escrituras, el león va adquiriendo un alma. El Buda saca al león a jugar y a buscar comida, obviamente vegetariana. De esta parte han surgido muchas escenas llamadas "En búsqueda de verduras".

Los grupos generalmente actúan sólo unas partes al día. Y representan las montañas con mesas y sillas, los puentes con tablas y los lagos con vasijas llenas de agua.

Uno de los actos más acrobáticos implica que el león escale una alta montaña. Para representarlo, el bailarín que controla la cabeza se agarra del extremo de un poste, mientras sus compañeros lo elevan. Una vez arriba, el león recupera su agilidad y saluda al público que lo aplaude. "El cruce del puente quebrado" es otro acto de estilo circense, en el cual los dos danzantes saltan encima de un tablón equilibrado sobre sillas.

Amplio repertorio

La danza fukienesa, o taiwanesa, es menos espectacu­lar. No tiene elementos de utilería y su ritmo es marcado con un tambor de menor tamaño. Su característica esencial es que los movimientos se basan en artes marciales genuinas. Además, los rasgos de los leones son más feroces, con enormes ojos almendrados y colmillos sobresalientes.

Este tipo de danza se presenta a menudo en los templos. Al acercarse a la puerta del recinto, el león primero hace inclinaciones hacia la izquierda y la derecha. Es un saludo a sus "hermanos", los leones de piedra que vigilan la entrada al templo. Luego, el león inicia su baile "leyendo" los impresos pegados alrededor de la puerta. Una vez que cruza el umbral, se arrodilla tres veces y saluda nueve veces para expresar humildad y respeto al dios del lugar.

Para los chinos, el número tres significa abundancia, y el nueve conlleva el sentido de casi perfección.

Además del "Saludo al dios", los leones fukieneses tienen en su repertorio otros 17 programas, entre los que se incluye "El cruce del puente" y "La exploración del pozo".

"En 'El cruce del puente', uno tiene que caminar en puntillas, para mostrar la ansiedad del animal", explica el bailarín Liao Wu-chang. Está tan acostumbrado a su papel felino que, cuando habla, no puede evitar mover las piernas y la cabeza como si fuera un león.

Eso es algo que le ocurre a muchos aficionados. "Uno tiene que ser un poquito chiflado para interpretar a un buen león", comenta el entrenador Chen Yin-kui, "Si uno le saca al bailarín la cabeza del disfraz, verá que la expresión de su rostro es tal como la de un león".

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