29/04/2024

Taiwan Today

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Arboles viejos, reliquias vivientes

26/06/1993
La grave escasez de árboles viejos en los valles de la isla, les ha dejado casi ausentes de la vida cotidiana. Muchos de ellos, paradójicamente enrejados para su protección, esperan que el nuevo movimiento conservacionista que empieza a surgir en Taiwan les siga ayudando. Los relatos históricos nos muestran que Taiwan, con valles de clima húmedo y caluroso, tuvo en sus comienzos una gran cantidad y variedad de árboles grandes. Muchos estaban en áreas en que la competición con el hombre era muy fuerte, por lo que fueron desapareciendo. El Departamento de Agricul­tura y Forestación (DAF) del gobierno provincial de Taiwan, ini­ció en 1990 un plan para recono­cer y proteger los árboles an­tiguos. Tres años después, los condados y ciudades de la isla, aparte de Taipei y Kaohsiung, tienen ya registrados poco más de 800 árboles de 100 o más años cuyos troncos, de por lo menos 4,7 metros de circunferencia, pueden ser rodeados por cuatro personas tomadas de la mano. No se ha encontrado ningún árbol que supere estas medidas. Montañeses milenarios La edad de los árboles grandes de los valles de la isla no se puede comparar con la de los gigantes milenarios de las montañas. Los primeros son grandes porque en las regiones cálidas crecen más rápido, pero tienen sólo unos cientos de años. Tres tipos, en conjunto, for­man más de la mitad de los árboles que podríamos llamar "viejos", según los listados del DAF: la higuera de la India, cuya madera se tuerce fácilmente; el gomero dulce formosano, del cual brota savia roja al ser hendido; y el chietung, un tipo de arce de tronco muy nudoso. Los árboles que han quedado hasta ahora son los que crecieron por sí solos y cuyo medio am­biente fue reacomodado por los seres humanos. Muchos no pueden adaptarse a las nuevas condiciones y se marchitan. Con el desarrollo, la destruc­ción ambiental y la tala indis­criminada de árboles con valor comercial, la mayoría de los que sobreviven han quedado aislados y lejos de la protección mutua que poseen los de la flora de la montaña. El director del Depar­tamento de Ingeniería Forestal de la Universidad de la Cultura China, Hu Ta-wei, dice que los árboles grandes, aislados, no pueden seguir viviendo a causa del clima. Solos, están más ex­puestos a inclemencias tales como rayos y tempestades. Los árboles viejos se parecen a esos tesoros culturales que per­manecen en las ciudades sólo si logran adaptarse al progreso económico y a la embestida de la expansión urbana. Pero muchos terminan como la Puerta Norte de la desaparecida muralla de la ciu­dad de Taipei: arrollada por las autopistas elevadas; y de tal modo sucia, ha debido pagar con su dignidad la supervivencia. Al compararlos con las reliquias arqueológicas, la gran diferencia es que los árboles viejos respiran, están vivos. Ellos pueden absorber dióxido de carbono y producir oxígeno; nos regalan con su fresca som­bra y mantienen un ambiente ideal para vivir. Además, el ci­clo de vida de un árbol nos puede entregar muchísima infor­mación. Los científicos que bus­can conocer la historia del medio ambiente pueden echar una ojeada a los indicios que nos legan los antiguos árboles. Pero, tomarlos en cuenta sólo para conservar los recursos natu­rales, no es suficiente. Muchos aspectos históricos también pueden ser recordados gracias a un árbol y muchos lugares han tomado de ellos sus nombres. Tal es el caso de "Rey árból", una localidad del condado de Taichung donde los recuerdos de la villa es­tán ligados a sus árboles. Sin embargo, es muy difícil que crezcan árboles grandes en el tipo de ambiente en que se vive hoy en las ciudades de Taiwan. Muchas veces las calles primero son asfaltadas y luego en ellas se cavan hoyos para plantar árboles. Seguro que allí no crecerán ni una pulgada, aunque pasen más de tres años. Hoy en día, también se plan­tan árboles a lo largo de las ca­rreteras. Lo trágico es que un árbol necesita entre 30 y 40 años para crecer bien y, si se planta ya grande, las posibilidades de su­pervivencia son escasas y los cos­tos altos. "Por lo menos debemos dedicarle un poco de tiempo a la preservación de los árboles ya existentes", dice uno de los cuidadores de los árboles viejos. Volver a la naturaleza En realidad, la seriedad de es­tos problemas ha despertado la conciencia de la gente sobre la necesi­dad de rescatar los árboles exis­tentes para dejarlos como un legado a las próximas generaciones. El taiwanés está redescu­briendo el valor de los árboles. Los protege tomando precauciones especiales, como en Nantou, en el centro de la isla, donde se ocu­paron más de 27 mil dólares norteamericanos para instalar una reja metálica alrededor de un viejo alcanfor. Ahora, otros dos lugares, Taichung e Ilan, quieren hacer lo mismo con sus árboles viejos que se encuentran solitarios o no protegidos. Pudiera parecer antinatu­ral, pero se hace necesario porque la vida moderna ya no les puede cuidar ni nutrir bien. En otros casos, la religiosidad popular ha dado al árbol una posi­bilidad más para permanecer. La razón por la que muchos árboles han sido preservados hasta hoy es que los taiwaneses creen que ellos tienen espíritu. Por eso, suelen poner templos a los dioses cerca de los más viejos. En muchos casos, estos an­cianos árboles han podido permanecer en pie gracias a la acción de algunos grupos religiosos. Una higuera de la India, "desafortunadamente", crecía al borde de la autopista que se proyectaba construir en el tramo de Touchen a Ilan, ambos lugares en el noreste de la isla. El Departa­mento de Planificación Urbana pidió a las autoridades correspondientes que quitaran el árbol de allí. Poco después, un templo cercano cedió sus tierras para que el camino pasara por otro lado y no fuera necesario moverla. La gente hace todo lo nece­sario para cuidar los árboles. Si uno quedó solitario, le ponen in­cluso un pararrayos con el fin de que las tormentas no lo dañen. Antes los árboles formaban parte de la vida de todos y a su sombra conversaban los mayores y jugaban los menores. Ahora, la gente no se permite descuidar a esos viejos amigos que siempre estuvieron a su lado. En el mu­nicipio de Ssuyuan, una centenaria higuera de la India parecía morir. Los vecinos se preocuparon por aquel personaje que creció junto a ellos y les acompañó en sus días de infancia. Se reunieron para prote­ger a su árbol y, en primer lugar, le pusieron tubos de plástico a sus raíces aeróbicas para protegerlas de posibles daños. Luego llamaron al Servicio de Forestación del con­dado para que enviara un espe­cialista a analizar el caso. El cien­tífico dijo que era una falsa alarma, su higuera de la India estaba llena de savia. Al poco tiempo echó brotes y se cubrió de hojas nuevas. Semillas del héroe Otros han optado por comen­zar a recoger las semillas de su árbol para prevenir la eventualidad de que éste fallezca. Dicen que así, haciéndolas germinar, será el mismo "venerable antiguo héroe" que vuelve a acompañarlos y queda en el mismo lugar para seguir creciendo junto a ellos. Ante todas estas expresiones del cariño de la gente hacia "sus" árboles, el DAF desea "plantar 20 millones de árboles" este año. Los taiwaneses tiene cada vez más clara conciencia de que más importante que enseñar a las nuevas generaciones a plantar un árbol es enseñarles a cuidar los existentes. Así, con el tiempo, no solamente habrá muchos árboles grandes, sino que habrá quien los cuide y respete.

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