05/05/2024

Taiwan Today

Noticias de Taiwán

El casamiento al estilo chino

16/07/1992
El numeroso cortejo avanzaba por las calles, capturando la atención de transeúntes y curiosos. Una orquesta amenizaba el recorrido del ornamentado palanquín en que viajaba la novia. Nadie debía verla. La belleza y riqueza de la muchacha sólo podían imaginarse a través de los muebles y baúles que portaban los sirvientes a la casa de su futuro marido. La llegada de la joven era celebrada con un estruendo de petardos. Tras ayudarla a salir, el novio la conducía -el rostro siempre cubierto con una tela roja- hasta la cámara ancestral de su residencia. Allí aguardaban los padres y abuelos del futuro marido. Y estaba también un maestro de ceremonias que indicaba a los novios todos los pasos a seguir. Así era, a grandes rasgos, el rito que antiguamente se hacía en China para celebrar una boda. Los tiempos cambian, claro. Hoy en día, a menos que se trate de una obra de teatro o una representación folclórica, difícilmente podría pensarse en que el marido sólo podría descubrir el rostro de su esposa al momento de estar solos en el cuarto nupcial. En Taiwan existen diversas formas de casamiento. Una de las razones es que gran parte de la población se trasladó a la isla desde diversas provincias de China continental junto con el Gobierno Central en 1949, trayendo consigo sus costumbres y tradiciones. Otras causas son la modernización natural de la sociedad y la mezcla con costumbres extranjeras. Sin embargo, los esponsales chinos siguen teniendo su base en los san-shu liu-li, o "tres documentos y seis procedimientos", enseñados por el filósofo Confucio. Los documentos son el contrato de matrimonio, el recibo por el dinero del casamiento y la escritura en que consta la entrega de la novia. Los seis procedimiento consisten en la petición de mano, la comparación de los datos personales, la búsqueda del consejo de los ancestros, la presentación de regalos a la familia de la novia, la selección de un día auspicioso para la celebración de la unión y la boda misma. Antiguamente, la propuesta era hecha a través de una casamentera. Las dos familias no discutían el asunto en forma directa sino que, generalmente, llamaban a una mujer de edad avanzada para que hiciera de mensajera. Los miembros de la generación actual prefieren encontrar a su media naranja por sí mismos, lo cual ha reducido el papel de la casamentera. Sin embargo, las parejas modernas aún conservan la tradición de tener una intermediaria en la ceremonia, dándole esa categoría a una persona mayor de su confianza. Una de las costumbres que se mantiene es la comparación de los datos personales. Estos son hora, día, mes y año de nacimiento, además del nombre. Dicha información, conocida por los chinos como pa-tzu, es entregada a la familia del novio para que se encargue de consultar en un templo si los contrayentes constituirán una buena pareja. Mucho oro El día en que el compromiso se hace oficial, la familia del joven visita la casa de la muchacha llevando regalos en cajas redondas. Los obsequios más comunes son té, caramelos, pasteles, frutas, tallarines, cerdo, pollo, pato, velas rojas, incienso y los anillos y pulseras de oro que la novia deberá llevar el gran día. Además, los padres de ella reciben un sobre rojo con dinero, el cual deberá ser usado para financiar el banquete. La dote de la novia antiguamente consistía en finos muebles, vestidos, joyas y, si era posible, una sirvienta. Hoy no pueden faltar un aparato de televisión, una nevera, una lavadora, una cocina, un horno microondas y los correspondientes utensilio de cocina. Todo esto es instalado en el futuro hogar de la pareja -que puede ser el hogar paterno del novio o una nueva casa- mientras las dos familias trata el tema de la fecha de la ceremonia. Cualquier fecha tentativa es consultada con un adivino para cerciorarse de que sea un día auspicioso. Los parientes del novio también tienen que preparar el cuarto de la futura pareja, según un ritual destinado a asegurarles muchos hijos. Un experto en geomancia es llamado a determinar la posición exacta en que debe ser puesta la cama. Luego, un niño de una familia grande debe rodar sobre el lecho, mientras una abuela con bastantes nietos observa y pronuncia frases propicias. En el pasado, la novia debía quedar confinada en su casa desde el día del compromiso hasta la celebración de la boda. Tenía que llevar constantemente un velo sobre la cara, para evitar la mala suerte en caso de encontrarse accidentalmente con su prometido. Actualmente, el período durante el cual la futura pareja no debe verse ha sido acortado a sólo la víspera de la ceremonia. Antaño, los amigos del futuro marido formaban una procesión para llevar la silla de manos a la casa de la joven y acompañarla, junto a su prometido, hasta su futura casa. Naturalmente, las novias de ahora son transportadas en el auto más lujoso disponible. Claro que, antes de partir, la joven debe servirse un "banquete de hermanas" con sus amigas más cercanas. A la llegada del cortejo, se negocia la entrega de la dama según una cantidad de "dinero de la suerte para abrir la puerta". La novia aparece finalmente con su cara cubierta por un velo blanco, si ha decidido seguir la moda occidental, o rojo si ha optado por la tradición china. Acto seguido, hace reverencias ante sus padres, abuelos y parientes mayores y las tablillas que representan los espíritus de sus antepasados. Unas cuantas lágrimas son derramadas en esa ocasión, como muestra de la pena por abandonar el hogar paterno. Ultimo adiós Antes, la mujer dejaba un abanico en el camino como señal de que no volvería. Ahora se usa más arrojar uno por la ventana del vehículo en movimiento. En chino, "abanico" y "separación" se dicen san. La vieja costumbre indicaba que, al llegar a la entrada de la casa del futuro marido, la mujer debía esperar a que éste golpeara tres veces el techo del palanquín con un abanico. Eso significaba que él asumía como jefe del nuevo hogar. Luego, la pareja era conducida a la cámara ancestral. Allí, con las manos atadas con un cordón rojo, los dos debían saludar al Cielo, la Tierra, las tablillas de los antepasados y los padres del novio. Después se inclinaban uno ante el otro, confirmando así su nuevo estado civil. La recién casada servía té dulce con una semilla de loto en cada taza, tanto a sus suegros como familiares mayores. Las semillas simbolizaban que la pareja sería prolífica. Cada participante ponía en su taza vacía un sobre rojo que contenía dinero y frases auspiciosas. Actualmente, en Taiwan uno de los aspectos más importantes del casamiento es el banquete. Según la costumbre, los invitados deben obsequiar a la pareja un sobre rojo con dinero que, generalmente, se usa para pagar la comida misma. Los habitantes de las grandes ciudades suelen hacer la cena en un restaurante. En las áreas rurales se come bajo un gran toldo donde, aparte de las mesas y sillas, se instala un escenario. La comida es preparada detrás de la tienda. En la medida que los invitados comen y beben, se va creando una atmósfera festiva amenizada por cantantes y otros artistas. La vieja tradición indicaba que la novia no podía participar en el banquete. Ella debía aguardar en la habitación a que su esposo comiera y bebiera en compañía de los invitados. Una vez que estaba medio borracho, los amigos y parientes lo acompañaban hasta el cuarto donde le hacían varias bromas alusivas a la situación. Hoy, los chistes pueden ser inevitables. Pero la presencia de la joven en la cena es indiscutible. Y ella se hace notar cambiando de vestido por lo menos unas tres veces. ¿Por qué no? Después de todo, ése es su "gran día".

Popular

Más reciente