Cuando se trata de llenar la nevera, la gente de Taiwan tiene por lo general dos posibilidades: el supermercado o el mercado tradicional. Las ventajas del primero son el aire acondicionado y que los precios de cada producto están claramente marcados. Pero, para muchos, esas cualidades no superan el encanto de los mercados abiertos. En estos últimos se da más el contacto humano y son sitios pintorescos porque allí se une el campo con la ciudad.
Taiwan tiene mercados diurnos y nocturnos. No hay límites precisos ya que, cuando de estos lugares se trata, todo está permitido. Pero se puede decir que en los que funcionan durante el día se expenden mayoritariamente verduras, frutas, carnes y pescados; y los nocturnos son bazares con el más amplio surtido. Allí se puede encontrar desde televisores hasta frutas de la estación, pasando por ropa, mantas, y comidas típicas.
Abarrotados de puestos, productos, vendedores y compradores, los mercados diurnos tienen sonidos de lo más variado: pregones de comerciantes, señoras regateando los precios, aves dando su último grito o carniceros trabajando y bromeando a la vez. Los olores: fruta, carnes y pescados frescos, verduras en escabeche y flores. Y lo que hay para ver: fideos y wanton recién hechos, mariscos, carnes, carritos repletos de verduras, tajadas de tofu (cuajado de soja) y frutas de los más distintos colores, desde mangos rojinaranjas hasta amarillísimos plátanos.
Con lluvia, calor o frío, los comerciantes de los mercados siempre están allí, listos para ofrecer sus mejores productos. y también negociar el precio.