03/05/2024

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El dios de la ciudad

06/07/1991

Un estruendo de petardos, la correspondiente humareda y un ritmo marcado con tambores y platillos chinos anuncian que la procesión se acerca. Niños, adultos y ancianos salen a las calles a ver pasar el grupo. Muchos de ellos juntan sus 'manos y muestran su devoción moviéndolas hacia arriba y abajo con movimientos rápidos (poi-poi).


Encabezan el desfile dragones y leones que van haciendo una danza llena de saltos y contorsiones. Los siguen una banda con instrumentos tradicionales, payasos y gente vestida como los soldados y los generales del dios de la ciudad. El pesado maquillaje de sus caras suele recordar al que usan los acróbatas o guerreros de la ópera de Pekín.


Una vez al año, cada ciudad china celebra de esta forma el nacimiento del respectivo dios protector, o Cheng-huanl. Su nombre tiene relación con el muro (chenx) y el foso (huangque rodeaba antiguamente a las ciudades, como resguardo de las invasiones.


No se trata de un solo dios, sino de varios, ya que cada ciudad tiene el propio; pero todos comparten el mismo nombre y se cree que fueron designados para esa tarea por el Emperador de Jade, la suprema deidad de la religión folclórica. Así como los emperadores terrenales nombraban magistrados para cada región, los dioses de las ciudades fueron designados para proteger diversas áreas.


Juez divino


La adoración al dios de la ciudad data de hace unos 2.500 años y se cree que fue uno de los ocho ritos anuales presididos por el Emperador. Al comienzo, esta deidad no era representada por una imagen concreta. Sólo fue a partir del siglo m d.C. cuando se empezaron a construir templos en su honor, y el dios de la ciudad se representó con su actual imagen.


El deber original del dios de la ciudad era proteger a la gente que vivía en la zona bajo su jurisdicción. No obstante, con el paso del tiempo también pasó a ser considerado un juez divino, con el poder de castigar al malo y premiar al bueno. También se cree que no sólo reina en el mundo de los mortales, sino también en el más allá.


Según el mito, cada dios de la ciudad tiene un equipo de inspectores, jueces, verdugos, soldados y generales, la mayoría de los cuales han sido representados con iconos de apariencia feroz. Para crear una atmósfera aún más imponente, el templo siempre está decorado con figuras de mellizos chinos, que son una advertencia para quienes cometan fechorías. Un enorme ábaco también se puede encontrar en el recinto, para que el dios de la ciudad pueda contar las buenas y malas acciones de cada mortal.


En el pasado, el templo de este dios a menudo servía como un centro para múltiples propósitos religiosos. Durante la Dinastía Ching (1644-1911), los jefes de los gobiernos locales visitaban los templos para rendir honores a los dioses de las ciudades en el primero y el décimo quinto día de cada mes lunar. Un magistrado recién designado a menudo acudía al templo del dios de la ciudad para mostrar su devoción. En ese lugar debía también hacer el juramento en el que prometía ser un funcionario aplicado. La promesa generalmente era escrita como un ensayo y dada a conocer al público al día siguiente.


Consejos y verdad


Cuando un magistrado encontraba dificultades para juzgar un caso, iba al templo del dios local y pasaba la noche ahí con la esperanza de que la deidad se le apareciera durante
el sueño y le dijera cómo obrar. También podía llevar a los criminales "poco cooperadores" al templo, para que se vieran impelidos a decir la verdad ante el dios.


Por otro lado, la gente también acudía a ese preciso templo a hacer juramentos de inocencia. Un hombre sospechoso de haber robado podía ser llevado a enfrentar al dios de la ciudad. Incluso en los tiempos actuales, los candidatos en elecciones públicas van a ese lugar para prometer que no usarán chantajes u otros métodos ilegales durante sus campañas políticas.


Con el paso del tiempo, el papel del dios de la ciudad ha ido cambiando. Para la mayoría de sus devotos, éste no es muy diferente de otras deidades de la religión folclórica. De
manera que acuden a su templo a pedir paz, éxito y riqueza, entre otras cosas.


La celebración de su nacimiento varía de ciudad en ciudad. Por eso una persona que viaje por China podrá encontrar numerosos desfiles, con características más o menos similares.


Los trajes más llamativos son los de aquellos que representan a los generales Chi Yeh y Pah Yeh. Los dos tienen casi el doble de la estatura de una persona común, aunque el segundo es un poco más bajo que el primero. Ambos tienen gestos feroces en sus rostros y mueven sus brazos de una forma exagerada.


En la procesión a menudo van unas cuantas personas disfrazadas de Chi Yeh y Pah Yeh, dos amigos leales que fueron deificados tras su muerte. Los disfraces, incluyendo también a los de soldados y generales, suelen incluir un largo collar hecho de galletas. Se dice que, después de comer esas golosinas, los niños se vuelven más inteligentes y la gente anciana disfruta de una vida más larga. Viejos y jóvenes son invitados a tomar una o dos galletas de las varias tiras que cuelgan de los cuellos de quienes desfilan.


A continuación de los soldados y generales van el mismo dios de la ciudad y las otras deidades que tienen su hogar en su templo. Todos ellos son representados por ídolos que, para el desfile, son llevados en palanquines o literas cubiertas.


Un grupo de hombres tiene la noble misión de transportar a los diversos dioses, la cual es una tarea ardua porque se supone que éstos tienen una incontrolable energía que mueve el palanquín. No obstante, ahora muchas veces se ve a las deidades siendo muy cómodamente transportadas en camionetas.


Las culpas a la vista


Algunos niños, jóvenes y hombres adultos demuestran su devoción hiriéndose con espadas o garrotes con púas el pecho, la espalda y la frente.


Al final de la procesión caminan los fieles del templo, la mayoría de ellos gente mayor, llevando varillas de incienso y pequeños faroles en sus manos. Algunos llevan cepos de papel o bambú, que simbolizan los reales de madera usados en la antigüedad como castigo a los crímenes. Otras personas portan escobas para ir barriendo la calle mientras el grupo avanza. Ambas son maneras de pedir perdón al dios de la ciudad por los pecados cometidos en otra vida.


La procesión suele atraer a cientos de devotos mientras avanza, y ser causa de embotellamientos de tránsito en algunas áreas. Pero muy poca gente reclama porque, a fin de cuentas, se trata de una festividad.


El desfile principal es precedido por otros celebrados en las noches previas al cumpleaños del dios de la ciudad. Estos tienen el objetivo de simbolizar el castigo a los malos y el premio a los buenos. Generalmente no son tan animados como el desfile diurno, pero sí más místicos.

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