Si bien el budismo mantiene una fuerte presencia en la República de China, la religión popular de los taiwaneses se centra en gran medida en adorar a las deidades Kuan Yin y Ma Tsu. La primera, originalmente representada como varón y hoy como mujer, está asociada, en la mentalidad del pueblo llano, con la virtud de la compasión. En cuanto a Ma Tsu, le rinden culto los marinos y pescadores y, en general, todos quienes tienen que ver con el mar; al ser Taiwan una isla, esto comprende a un porcentaje muy elevado de la población.
Por su parte, el budismo disfruta, en la actualidad, de un poderoso resurgimiento, particularmente entre los jóvenes universitarios. Además de tres sectas principales que datan de la época japonesa de Taiwan, hay un fuerte movimiento, generado por los monjes chinos huidos de la persecución comunista en el continente, que ha reincorporado el budismo de la isla a la tradición del Gran Vehículo (Mahayana), la rama habitual desde siempre en toda China.
Para muchos chinos cultos, la filosofía priva sobre la religión como tal para la conducta de la vida diaria. Es decir, muchos de quienes se dan al budismo, por ejemplo, se inclinan más por la meditación personal y la aplicación de la ética en la vida diaria que por la participación en ritos colectivos en los templos. Se trata, con toda sencillez, de vivir en armonía con la "Vía del Cielo", entendiendo por "Cielo" aquello de lo cual dimana la fuerza creadora, todo lo vital, y que contiene el universo existente.
El hombre es resultado de la sabiduría del Cielo; por tanto, la "Vía del Hombre" debe basar sus principios y valores en los del Cielo. Es un punto de vista compartido por el budismo, el taoísmo y el confucianismo. Ahora bien, hay facetas que los distinguen. El confucianismo se inclina más por el pensamiento sobre la ética como principio de armonización de la sociedad y la vida, mientras que el budismo hace hincapié en una ética enraizada en la compasión hacia todos los seres vivos. El taoísmo, por su parte, tiene un fuerte componente místico y sus textos principales se expresan con sencillez críptica que da una gran libertad de interpretación personal.
Los chinos tienen un fuerte sentido de la integración del hombre con el Cielo y aborrecen, por ello, cuanto rompa esa armonía. En consecuencia, son partidarios de que el desenvolvimiento de las personas en la sociedad se funde en la benevolencia y la cortesía y esté regulado por una etiqueta adecuada. Para su orden social, son indispensables las ceremonias correctamente realizadas.
Así mismo, basándose en las premisas del Cielo, el pueblo chino tiene en la mayor estima la piedad filial. Sentido en profundidad, esto expresa amor y respeto por la vida, y por la fuente de la cual toda vida dimana. De forma íntima, está integrado con el principio de obrar hacia todos con buena voluntad.