29/04/2024

Taiwan Today

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''Sí señor, vengo del otro lado del mundo"

16/08/1991

Como toda ciudad cosmopolita, Taipei tiene entre sus habitantes a numerosos extranjeros. En la capital de la República de China cada día se oyen más idiomas hablados no sólo por turistas, sino también por personas que residen aquí y que están llenas de historias e inquietudes.


La comunidad hispanoparlante de Taiwan crece día a día. y está compuesta no sólo por embajadores y sus familias, sino por unos cuantos cientos de misioneros, cónyuges de chinos y estudiantes. Explicar de dónde vienen suele ser una tarea ardua para ellos, debido a que para muchos chinos, España y América Latina son sitios demasiado exóticos como para recordar su exacta ubicación geográfica. Más de uno ha confirmado entre risas "Sí señor, vengo del otro lado del mundo", porque alguna vez en su país de
origen le dijeron al enterarse de su viaje a China: "¡Te vas al otro lado del mundo!".


"Yo noto que a los hispanos nos reciben con más facilidad que a la mayoría de los nativos de otros países. Pero muchos chinos tienen una ignorancia total de quiénes somos. Ahora, con las noticias internacionales, la situación es mejor. Es una actitud de respeto y de progresiva aceptación porque la cultura china, como todas las otra, cada vez se va internacionalizando más", dice el sacerdote jesuita Anselmo García, que lleva 34 años viviendo en Taiwan.


Actualmente, la mayoría de los residentes de habla hispana desempeña trabajos relacionados con su idioma, como traductores o profesores en universidades e institutos. Varios de ellos hablan chino mandarín, taiwanés u otros dialectos.


Adaptarse, tarea difícil


Marta Chow, hija de padre cantonés y madre cubana, llegó a Taiwan en barco hace 32 años para conocer el país de su marido. A las pocas semanas de su arribo estalló la revolución en Cuba y, bajo recomendaciones de su familia, terminó estableciéndose aquí a pesar de que su esposo, un marino mercante, sólo venía por dos o tres meses para salir luego por un par de años al mar.


"Los primeros tiempos fueron muy duros. Treinta años atrás esto sólo era campo. Casi no había teatros y no existía la televisión. Eran muy pocos entonces los que hablaban español. Si yo quería hablar mi idioma me iba a la iglesia, donde había un sacerdote español. Me iba a llorar, porque no me acostumbraba a la vida aqur", dice.


A pesar de las dificultades, Marta logró aprender no sólo el dialecto de Shanghai, de donde es originario su marido, sino también el chino mandarín. Gracias a ello pudo empezar a de envolverse mejor y trabajar en diversos sitios como traductora y profesora de español.


La misma ocupación tenía hasta hace poco Rodolfo González, nicaragüense de 30 años de edad. Tras el restablecimiento de las relaciones diplomática entre su país y la República de China, Rodolfo ha pasado a formar parte del personal de la embajada de Managua en Taipei. Su dominio del idioma chino fue altamente valorado por el embajador Pedro Chamorro quien, bromeando, declaró: "¡Rodolfo debe ser el eslabón perdido entre Nicaragua y China!".


Este joven nicaragüense llegó a Taiwan siguiendo a su primera esposa china. El comienzo también fue difícil para él. "Me sentía como un sordomudo", recuerda. Y volvió a u país natal. Pero diversas circunstancias, sumadas a su deseo de no darse por vencido, lo hicieron regresar. Estudiando ocho horas diarias consiguió aprender a hablar, leer y escribir el misterioso idioma que le había atraído desde la niñez. Actualmente está casado en segundas nupcias. Su esposa es licenciada en Literatura China y con ella sostiene interminables conversaciones sobre el tema que le apasiona: los textos antiguos.


Mujeriegos y barbudos


Al igual que otros hispanoparlantes, Rodolfo ha tenido que sortear la costumbre mundial de juzgar a los extranjeros con estereotipos. Su suegra, por ejemplo, se negaba rotundamente a aceptar el matrimonio porque sus vecinos decían que "los latinos son unos picaflores" .


Más curioso fue el rechazo de que fue objeto durante un tiempo Jaime Negrete, chileno, 34 años: "Al comienzo los niños se asustaban con mi barba. Es que hace un tiempo hubo un programa de televisión en que todos los malos llevaban barba y bastaba tenerla para ser vago, indecente, mujeriego, malandrín o ladrón".


Jaime conoció a su esposa china por correspondencia. Y el romance prosperó cuando la joven llegó inesperadamente a Chile de visita. Al tiempo de casados, cuando ella esperaba a su primera hija, decidieron trasladarse a Taiwan. "Vine para averiguar si éste era el sitio adecuado para instalar a mi familia", dice Jaime, que lleva siete años viviendo en la isla. Aquí aprendió a hablar, leer y escribir chino. Y como es amistoso y comunicativo, ha logrado conocer a diversos artistas e intelectuales. De vez en cuando organiza tertulias en su casa, siempre con algún intérprete de música china, a las cuales invita a sus amigos locales e hispanos.


También tiene muchos amigos el sacerdote jesuita Bernardo Acevedo, colombiano de 75 años de edad. Lleva 31 años viviendo en Taiwan, y llegó tras un largo arresto domiciliario en China continental, donde se inició como misionero. Su experiencia le ha enseñado que las diferencias entre su cultura de origen y la que lo ha hospedado por tantos años. Le es fácil dar ejemplos. "El lenguaje es una cosa convencional", dice, "porque aquí, decir 'dejemos ese asunto para mañana' en realidad quiere decir 'no'. Un extranjero no entiende que le han dado una negativa y después piensa que lo están engañando. Pero entre dos chinos no se engañan. 'Mañana' es 'no"'.


Entender a los chinos


El Padre Anselmo García es sicólogo además de experto en administración, temas que enseña en la Universidad Católica de Fu Jen. "No sé si entiendo la mentalidad china", señala, "lo que pasa es que la he aceptado y hecho parte mía sin saber exactamente en qué consiste. A base de equivocaciones se vuelve uno chino. Para los que tenemos una formación en una cultura de fe distinta, los valores esenciales no cambian, pero sí la interpretación" .


Va a España cada cinco años para visitar a su madre, pero le es difícl readaptarse. "Ya no soy capaz de comprender la mentalidad europea. Mis hermanos tienen otra forma de pensar, otros valores, otra lógica. Mis sobrinos me llaman 'tío chino' y los más pequeños ni siquiera saben mi nombre", dice.


También ha cambiado Rodolfo González, quien reconoce haber modificado sus actitudes y maneras de moverse y expresarse. "Antes era más nervioso. Nosotros los 'nicas' somos más impulsivos, pero los chinos rara vez se pasan de la raya". Pero luego aclara: "Aunque me quede 30 ó 40 años en China soy un latino, mis costumbres han cambiado, pero no Se me han olvidado. Y es que están ahí, en algún lugar de mi corazón. Lo que pasa es que no la uso porque estoy en Taiwan".


Rodolfo se ha sumergido de tal modo en las costumbres y tradiciones locales, que incluso participa en las actividades religiosas de su familia: "Cuando es el día de los muertos, o el cumpleaños de un dios yo también hago pai-pai con ellos. Soy cristiano, pero lo hago igual porque es una forma de demostrar mi respeto por sus creencias. En el fondo, lo importante es la conducta de las personas y lo que hagan en la vida".


Algunos, como Marta Chow y los sacerdotes Acevedo y García, están decididos a seguir viviendo en Taiwan. Para otros, la estadía es temporal, pero no por eso menos enriquecedora.

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